Tribunas

De nuevo, el matrimonio

José Francisco Serrano Oceja

 

No hace muchos días he leído los datos sobre el matrimonio del Instituto Nacional de Estadística. He aquí una síntesis muy general.

En 2015, un 29% -50.031-, fueron matrimonios canónicos; el resto, civiles. Hay que tener en cuenta que no se computan las uniones civiles de hecho, estén inscritas o no.

En 2001, un 73 % de las bodas se celebraban por el rito católico. La caída experimentada es de más de un cuarenta por ciento de media. Hay que tener en cuenta que en el año 2015 creció el número de matrimonios en cinco Comunidades Autónomas, aunque bajó considerablemente en Galicia, Navarra y Madrid.  Por cierto, un 2,9 % de matrimonios se corresponden a parejas con contrayentes del mismo sexo.

Las estadísticas parecen confirmar una percepción real, sentida y compartida por no pocos en conversaciones varias, en análisis y estudios de grupos apostólicos. Asistimos a complejos procesos en los que se mezclan varios factores como son la expansión de una cultura de la fragilidad del vínculo matrimonial y la pérdida de conciencia del valor del matrimonio católico.

La cuestión del vínculo es, por tanto, clave. La cuestión y la forma. Se podría decir que el vínculo es la primera expresión de la misericordia como verdad pastoral. Quizá habría que hacer una misión sobre el vínculo. Marcar como objetivo la adecuada comprensión y explicación del vínculo matrimonial, un concepto que, ya de por sí, suena raro. Un concepto contracultural.

Hablar del vínculo matrimonial es hablar de la lógica interna del amor que permite integrar las expresiones del verdadero amor. No se trata de una cruzada sobre la consideración del efecto jurídico, sino de dar valor, poner en viabilidad personal y social, los elementos que ayudan a madurar el amor.

La perspectiva del vínculo desde la dinámica del amor le convierte en una fuente de vida y de fidelidad.

Mientras, en la Iglesia estamos enfrascados en las polémicas en torno a la “Amoris laetitia”. ¿Significa que perdemos fuerzas con las discusiones? Esta afirmación puede parecer ingenua, pero no creo que lo sea tanto. O quizá las polémicas estén ocultando algo más profundo.

Se dice que la Conferencia Episcopal va a actualizar el Directorio de Pastoral Familiar. Vamos, que lo va a poner al día, no solo en cuanto al contenido sino también en lo referido al lenguaje. Pero, ¿se trata de trabajar los documentos o de trabajar en la realidad a la que hacen referencia los documentos? Una realidad que es consecuencia de una causa. Trabajamos por tanto, y discutimos, en el plano de las causas o de las consecuencias.

 

José Francisco Serrano Oceja