Editorial \ Reflexiones en frontera

El Bautismo que lava y vivifica te regenerará y te incluirá en la familia de Dios

RV | 07/01/2017 | REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz


 

La fórmula breve hace el milagro, pero requiere de la materia, que en este caso, es abundante y copiosa.

Materia y forma son los elementos de cada sacramento: el signo de la cruz con la fórmula de la absolución de los pecados en el sacramento de la Reconciliación; el pan con las palabras de Jesús en la última cena para la Eucaristía; el agua y la fórmula de la Trinidad para el bautismo. El que detenta el sacramento del Orden Sagrado debe sólo unir las dos cosas.

Pero hoy miremos, toquemos, saboreemos, sintamos, empapémonos de agua, el agua que es vida, porque sin agua la vida es imposible. Y es un porcentaje altísimo de nuestro cuerpo, de los animales, de las plantas y del planeta, desplegada tempestuosa o serena en los océanos y mares.

Viajemos al Río Jordán en Tierra Santa, en el momento en el que todo está en silencio y detenido, menos el rumor fresco del agua, porque aquellos pies que María acariciaba y calentaba mientras lo acunaba en el Pesebre, entran ahora crecidos en el río delante del Bautista, el último Profeta. Y también las manos encallecidas ya de la carpintería se empapan mientras el cuerpo entero, santo, se sumerge todo en el agua milenaria. Y el milagro es que ahora no es el agua la que lava al hombre Jesús de Nazaret, sino que es el Cristo Hijo de Dios el que santifica todas las aguas, porque la tierra tiene poros y todos los ríos van a dar a la mar y los océanos se comunican entre sí. Para que ahora el agua no solo de vida a la tierra, a los animales y a las plantas, sino para que tenga el poder de hacer hijos de Dios, cada vez que un sacerdote bautiza.

Y vos podés ser hoy limpiado, curado, vivificado por el agua del bautismo de Cristo.

@jesuitaGuillo