Francisco \ Encuentros y Eventos

Hace un año el Papa Francisco visitó la Sinagoga de Roma

RV | 17/01/2017


 

En el primer aniversario de la visita del Papa Francisco a la Sinagoga de Roma, recordamos ese encuentro que tuvo lugar el 17 de enero de 2016 y sus palabras de fraternidad.

Judíos y cristianos, hermanos y hermanas en la única familia de Dios, que los protege como pueblo suyo, señaló el Papa Francisco en el Templo Mayor de Roma. Llevando el saludo de paz de toda la Iglesia Católica, señaló que la inhumana barbarie del holocausto debe servir como lección para el presente y el futuro. Y que la violencia está en contradicción con toda religión, en particular con las tres religiones monoteístas.

En la Sinagoga romana, el Obispo de Roma invitó a rezarle a Dios, que es el Dios del amor y de la vida, «para que nos ayude a poner en práctica en Europa, en Tierra Santa, en Oriente Medio, en África y en todo el mundo la lógica de la paz, de la reconciliación, del perdón, de la vida».

Siguiendo las huellas de sus predecesores San Juan Pablo II y Benedicto XVI, el Papa Francisco fue el tercer Pontífice que visitó el Templo Mayor de la Ciudad Eterna, llevando el saludo de paz de toda la Iglesia católica.

Para él personalmente fue la primera a la sinagoga romana, como señaló, subrayando asimismo sus cordiales encuentros con las comunidades judías en Argentina:

«Durante mi primera visita a esta sinagoga como Obispo de Roma, deseo expresaros, extendiéndolo a todas las comunidades judías, el saludo fraterno de paz de esta Iglesia y de toda la Iglesia católica.

Nuestras relaciones ocupan un lugar muy especial en mi corazón. Ya en Buenos Aires solía acudir a las sinagogas para encontrar a las comunidades que se reunían allí, seguir de cerca las fiestas y las conmemoraciones judías y dar gracias al Señor que nos da la vida y nos acompaña a lo largo de la historia».

Haciendo resonar él también la «hermosa expresión» que el Papa Wojtyla les dirigió llamándolos «hermanos mayores» - pues son «nuestros hermanos mayores en la fe» - el Papa Francisco recordó una vez más la importancia del diálogo interreligioso y el magisterio del Concilio Vaticano II, en especial en el 50 aniversario de la Declaración Nostra Aetate.

Estamos llamados a alentar y a aunar cada vez más la oración y la acción en favor de la paz y de la justicia en todo el mundo, entre los pueblos y las religiones, invocando al Dios de la vida y ayudando también a los más necesitados, señaló luego el Papa Francisco:

«Conflictos, guerras, la violencia y las injusticias abren profundas heridas en la humanidad y nos llaman a fortalecer el compromiso con la paz y la justicia. La violencia del hombre contra el hombre está en contradicción con toda religión digna de este nombre, y en particular con las tres grandes religiones monoteístas. La vida es sagrada, como don de Dios. El quinto mandamiento del Decálogo es: «No matarás» (Éx 20, 13). Dios es el Dios de la vida y quiere siempre promoverla y defenderla; y nosotros, creados a su imagen y semejanza, estamos llamados a hacer lo mismo. Todo ser humano en cuanto criatura de Dios, es nuestro hermano, independientemente de su origen y de su pertenencia religiosa. Cada persona debe ser vista con benevolencia, como hace Dios, que da su mano misericordiosa a todos, independientemente de su fe y de su origen, y que se ocupa de las personas que más lo necesitan: los pobres, los enfermos, los marginados y los indefensos. Allí donde la vida está en peligro estamos llamados todavía más a protegerla. Ni la violencia ni la muerte tendrán jamás la última palabra frente a Dios, que es el Dios del amor y de la vida».

En este contexto, extendió su anhelo de paz para toda la familia humana:

«Tenemos que pedirle con insistencia para que nos ayude a practicar en Europa, en Tierra Santa, en Oriente Medio, en África y en cada parte del mundo la lógica de la paz, de la reconciliación, del perdón y de la vida».

Recordando con pesar que «el pueblo judío, en su historia, ha debido experimentar la violencia y la persecución, hasta el exterminio de los judíos europeos durante el Holocausto, y que seis millones de personas, sólo por el hecho de pertenecer al pueblo judío, fueron víctimas de la más inhumana barbarie perpetrada en nombre de una ideología, que quería reemplazar a Dios por el hombre», el Papa puso en guardia contra esa dolorosa lección:

«Sus lágrimas nunca se deben olvidar. Y el pasado nos debe servir de lección para el presente y para el futuro. El Holocausto nos enseña que es necesaria siempre la máxima vigilancia para poder intervenir tempestivamente en defensa de la dignidad humana y de la paz».

(CdM – RV)