Tribunas

Una Conferencia Episcopal tranquila

José Francisco Serrano Oceja

 

A los obispos no les gustan los sobresaltos, ni las grandes sorpresas. Prefieren, como el cardenal Blázquez, la verdad tranquila, dialogante, complementaria. Los obispos buscan siempre la complementariedad, y nunca dejan heridos por el camino. 

Continuidad con sorpresa. Las lecciones de la experiencia. No olvidemos que en la mañana del 7 de marzo de 2005, en la tercera votación, el entonces obispo de Bilbao, monseñor Ricardo Blázquez, fue elegido Presidente de la Conferencia Episcopal Española. En ese trienio 2005-2008, el Vicepresidente fue el entonces arzobispo de Toledo, monseñor Antonio Cañizares. Un tándem que funcionó y en el que la voz cantante de las relaciones con el Estado y la política las llevaba el Vicepresidente. Con este tándem se evitan, además, tensiones innecesarias fuera de línea.

No olvidemos que entonces acababa de llegar al poder Rodríguez Zapatero y la Iglesia se encontraba en un escenario político distinto y distante. En aquel entonces se habló de una profunda renovación, dado que se frenaba el tercer mandato del cardenal Rouco.  Un Rouco que volvió después y que ha dejado huella.

Ha pasado doce años y se repite la historia. Pero no de la misma forma. Porque la reelección del cardenal Blázquez como Presidente, que responde a la lógica maestra de un segundo mandato, se ha visto alterada con la decisión de llevar al cardenal Cañizares a la Vicepresidencia. Crónica de una sorpresa anunciada y apoyo expreso de los obispos a un cardenal que está sufriendo una invectiva laicista sin parangón. Una decisión que supone la sustitución de un cardenal por otro cardenal. Cañizares por Osoro, miembro nato del ejecutivo por ser arzobispo de Madrid, dedicado plenamente a su archidiócesis madrileña.

Lo que sorprende es que los obispos no hayan apoyado la vía Osoro cuando no hace mucho que el Papa Francisco le distinguía con el cardenalato. ¿Ejercicio de libertad? ¿Mensaje a Roma? ¿a Roma va lo que de Roma viene? Bien es cierto que el cardenal Osoro ha repetido en días pasados, por activa, pasiva y perifrástica, que con su archidiócesis de Madrid tiene más que suficiente. Y en ella está volcado. El reforzamiento de la cúpula permitirá los vasos comunicantes de dos estilos complementarios, Blázquez y Cañizares, dentro del pontificado del Papa Francisco.  

En el Comité Ejecutivo, que es el órgano que lleva, mes a mes, las riendas colegiales, se ha producido la sorpresa de la elección del arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sánz Montes, que en el período anterior no era ni miembro de la Comisión Permanente. Este arzobispo representa, por edad, la siguiente generación episcopal.  Cuando dentro de tres años se produzcan unas nuevas elecciones, el resto de los miembros del Ejecutivo estarán en los 75. Sánz Montes romperá, por debajo, la media de edad. Los otros miembros electos, junto al Presidente, Vicepresidente y al arzobispo de Madrid, entraban dentro de la lógica maestra: el arzobispo de Barcelona, Omella, miembro de la Congregación de los Obispos, y el de Zaragoza, Jiménez Zamora, de carrera episcopal meteórica. Resumen: equilibrio en la representación de sensibilidades.

Sobre las Presidencias de las Comisiones, otra columna próxima.

 

José Francisco Serrano Oceja