Tribunas

Una delicia inédita de Lolo

José Francisco Serrano Oceja

 

Hay libros que, desde la primera página hasta la última, son una delicia que reconforta. Incluso en lo material, el tacto, la edición cuidada. Al fin y al cabo, nos reconcilian con las cosas bien hechas, un motivo que cada vez se va diluyendo más en esta sociedad de la obsolescencia programada.

Hace unos días recibí el inédito de Manuel Lozano Garrido, perdón, del Beato Lozano Garrido, “Lolo”. Editado por la Fundación Lolo con el cariño que se nota, se palpa, de esa sombra espiritual de Lolo que es el sacerdote Rafael Higueras, su flamante postulador, me topo con “Las siete vidas del hombre de la calle”, obra inédita del año 1960. Una mezcla de periodismo y santidad que necesitamos, y mucho, entre tanto periodismo religioso que tira la piedra y la pluma y esconde la mano.

Ilustrada magníficamente, por cierto, por Francisco Galán Galán.

Como explica Eleuterio Fernández Guzmán en el sentido prólogo, este texto no se ha descubierto hasta la muerte de Luci, hermana del Beato de Linares. Entre sus papeles se encontró un manuscrito que, por cierto, tenía ya incluso el preceptivo, entonces, nihil obstat.

Pues sí, estas siete vidas del hombre de la calle son los siete sacramentos. No sé porqué la lectura de esta joyita me ha recodado a un libro que leí hace mucho tiempo y que hablaba de los siete sacramentos de la vida. Para los curiosos diré el autor: Leonardo Boff. Quizá una razón de progreso de la historia y de la espiritualidad.

Serían muchos los párrafos, las piezas magistrales de literatura y periodismo que, a modo de ejemplo, se pudieran reproducir aquí para abrir la boca del lector, y su espíritu, por supuesto.

Pero me quedo con un epílogo de una sensibilidad cuasi sublime, titulado “Veinticuatro horas de rodillas”, que comienza así en una de sus partes principales: “Ramírez -28 años. Oficial de primera, sección Contabilidad-, duerme siempre del lado derecho, con el brazo sobre la almohada, como si llevara al hombro una barra de hielo…”

Espiritualidad, periodismo y vida. Gracias Beato Lolo.

 

José Francisco Serrano Oceja