Tribunas

En torno a la “corrupción”

Ernesto Juliá

 

Hay una cierta preocupación en los ambientes más diversos de la sociedad por el tema -¿le llamamos “drama”? de la “corrupción”.  Un hecho patente, de alcance general y que afecta a un buen número de personas y de instituciones; y de manera muy particular a los organismos gubernamentales.

Es lógica esta preocupación, especialmente por la desconfianza que la “corrupción” genera en el ámbito de las relaciones entre el Estado y los ciudadanos. Si falta la confianza en las personas que gobiernan, que juzgan, que legislan, es imposible llegar a construir un adecuado entorno para convivir en paz. La sociedad se desarticula, y el sistema democrático camina con pies de barro.

Lo que, en mi opinión, ya no parece tan lógico, es que la “corrupción” se entienda casi exclusivamente como algo que afecta al campo económico -“por dinero baila el perro”-, y en el trato con quienes lleven en ese momento los manejos de la administración pública en busca de intereses de cualquier tipo. Tan “corrupto” es un gobierno cuando acepta la compra de voluntades, decisiones, contratos, etc., recibiendo un 2, un 3, un 4, un 20 por ciento, del dinero en juego; como el que se salta la ley y no tiene en cuenta la legalidad, como en el caso del Gal o del aborto indiscriminado en contra de sentencias previas del Tribunal Constitucional.

Ciertamente esas actuaciones son pura y dura “corrupción”. Pero, ¿es ésa la única corrupción que existe hoy en día en nuestra sociedad? Por desgracia, No.

Una sociedad que no se preocupa de los miles de niños a quienes se le niega el derecho a nacer, y se les mata en el vientre materno; y que además no permite que la madre sienta el latir de la criatura que lleva en su seno; es una sociedad profundamente afectada de corrupción, que sólo piensa en la situación actual del hoy, y se ha olvidado ya de un posible futuro: es una sociedad sin sentido. Y cuando se pierde el sentido de vivir, se deja de vivir. Es una sociedad corrompida que se suicida.

Una sociedad que quiere imponer a todos los niños la “ideología de género”, sin respetar la dignidad individual e intransferible de la persona; y maltrata e impide a los padres ejercer el sacrosanto derecho a la educación de los hijos, es una sociedad condenada a la esterilidad y a la destrucción. Lo saben muy bien las sociedades dominadas por el comunismo, el maoísmo, el nazismo, que impusieron en su momento una enseñanza uniforme y perversa a la infancia, a la adolescencia, a la juventud, para después dominar a esos hombres y mujeres, y hacerlos “juguetes” del régimen..

Una sociedad, en la que los políticos piensan solamente en conservar el poder, cada uno el suyo, y se ocupan casi exclusivamente de arreglar alguna que otra cuestión económica; y apenas se preocupan de otros asuntos como la familia –hombre y mujer-, la mejora de la educación, de manera que los padres tengan garantizado el derecho de la educación de sus hijos; etc., etc.es una sociedad corrompida en sus raíces.

Una sociedad en la que se da mucho dinero y más publicidad y boato a la manifestación de un cierto “orgullo    “; y no se preocupa de apoyar económicamente a una familia numerosa para que pueda llegar, con un cierto desahogo a final de mes, es una sociedad  que está más que corrompida;  está podrida.

La “corrupción” legal y moral, no es sencillamente la organización violenta del crimen, las mafias que han existido, existen y existirán siempre, porque el pecado no desaparecerá de la tierra hasta el último día. La “corrupción” de hoy en Europa es el fruto del pecado de querer vivir en la “pos-verdad”. Hombre que quieren descartar la Verdad de Dios, y se encuentran con esa “pos-verdad”, que quiere borrar la conciencia del “bien y del mal”; y borrando “verdad, bien y mal”. ¿Qué es la “corrupción”?. Pura expresión de una libertad en busca de la nada.

 

Ernesto Juliá Díaz

ernesto.julia@gmail.com