Tribunas

El ejemplo de los obispos gallegos

 

José Francisco Serrano Oceja

 

Los obispos gallegos se han puesto serios y, además, lo han hecho a través de un ejercicio de comunión, de colegialidad, que es digno de destacar.

Durante finales del curso pasado asistimos perplejos a la astracanada del caso Friol, una localidad cercana a Lugo en la que un grupo de feligreses, alentados inicialmente por el alcalde del PP, se rebelaron por el traslado del cura.

Bueno, más que levantarse en pancarta contra el obispo, y todo lo que se movía, montaron una asonada protesta en cadena en la que mezclaban la teología con la política, las churras con las merinas. Claro está, con el riesgo, más que evidente, de la instrumentalización por intereses, -no vamos a decir, poderes- más o menos espurios.

El caso se resolvió, digamos, a lo gallego. El obispo, monseñor Alfonso Carrasco Rouco, se mantuvo en la lógica, en la razón, frente a la demagogia y la sinrazón, no pocas veces expresada de muy diversas maneras y por diversos medios. Y dejó pasar el tiempo…

Es cierto que el caso de Friol no hubiera existido como apareció sin el concurso de algunos medios de comunicación y sin el siempre interesado “aprovechamiento” de algunos sectores, incluso eclesiales, que vieron la oportunidad de colocar un “possit” de color en el expediente del obispo. Como dicen ahora los obispos gallegos, “un eco mediático que genera pesar en nuestro ánimo y confusión en el pueblo católico fiel”.

Incluso hubo quien salió corriendo por la A6 para entrevistarse con representantes ciudadanos y echar un poco de leña al fuego, que nunca está de más. Pero bueno, esto queda para el expediente X de esta historia.

A lo que vamos. Ahora, los obispos gallegos, todos, por cierto, publican una carta pastoral titulada “Sobre algunos aspectos actuales de la vida de comunión de nuestras Iglesias particulares” que es un lujo. Texto claro, directo, comprensible, actual. Un ejemplo de trabajo conjunto, de clarificación, que, sin lugar a dudas, va a trascender las fronteras de Galicia.

Los obispos parten de la idea en clave del Papa Francisco de que “es necesaria una reforma de las estructuras eclesiásticas que exige, sin duda, una actitud de conversión personal de todos los que constituimos este Pueblo de Dios, de manera especial los obispos, los presbíteros y los demás agentes de pastoral. Sin este proceso de conversión es casi imposible pasar de una pastoral ordinaria de autopreservación o mantenimiento, a una más misionera que hoy, por las circunstancias en las que se encuentra la fe de nuestro pueblo, es absolutamente necesaria”.

Son muchas las afirmaciones de los obispos gallegos que deben ser tenidas en cuenta en el presente eclesial. Una muestra, a modo de aliciente para la lectura de un escrito que merece la pena: “En ocasiones percibimos que, en una sociedad democrática y aconfesional, algunas autoridades, sobre todo locales, quizás sin pretenderlo, han apoyado o alentado ciertas reivindicaciones del pueblo en asuntos que no son de su competencia, corriendo el riesgo de caer en una demagogia lamentable. En este sentido, quisiéramos hacer una llamada a la sana laicidad, que ha sido evocada por el Papa Benedicto XVI, con la que se establece el derecho a la presencia del hecho religioso en el ámbito de lo público, sin interferencias mutuas con el poder político, sino con un auténtico espíritu de colaboración en la construcción y cuidado de la casa común en la que todos habitamos y de la que nos ha hablado tan bellamente el Papa Francisco en su carta encíclica Laudato sí“.

 

José Francisco Serrano Oceja