Servicio diario - 16 de septiembre de 2017


Francisco pide a los Misioneros del Sagrado Corazón “expresiones creativas”
Redacción

El papa recibe a los obispos de Nicaragua en visita ‘ad limina’
Redacción

Mensaje del Papa a los peregrinos del santuario de Pompeya
Redacción

Padre Tom: “No fui maltratado, Jesús estaba conmigo. Rezaba por el Papa y mis secuestradores’
Sergio Mora

El aguijón del rencor – Por. Mons. Enrique Díaz Díaz
Enrique Díaz Díaz

San Roberto Belarmino – 17 de septiembre
Isabel Orellana Vilches


 

16/09/2017-12:39
Redacción

Francisco pide a los Misioneros del Sagrado Corazón “expresiones creativas”

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 16 Sept. 2017).- «En actitud de escucha de cuanto el Espíritu dice hoy a su Iglesia y abiertos a lo que pide la humanidad, ustedes sabrán tomar de la fuente genuina e inextinguible de su carisma un nuevo impulso, opciones valientes, expresiones creativas de la misión que se les ha confiado”.

Esta fue la invitación del papa Francisco al recibir este sábado en el Vaticano a los participantes del Capítulo General de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús.

Precisando que “las condiciones cambiadas del mundo actual con respecto al pasado y las nuevas instancias del compromiso de evangelización de la Iglesia, son las condiciones que requieren y hacen posible nuevos modos de ofrecer el ‘buen vino’ del Evangelio para donar alegría y esperanza a tantos”.

A continuación el discurso del Santo Padre:

«Queridos hermanos,

Os saludo con alegría con motivo de vuestro Capítulo general y doy las gracias al Superior General por sus palabras. Os habéis reunido para reflexionar sobre la vida de vuestra congregación, orar y discernir juntos cuales son los caminos que el Señor os indica para actualizar y dar una fecundidad renovada al carisma que el Espíritu Santo ha dado a la Iglesia y al mundo a través de vuestro fundador, el sacerdote Jean Jules Chevalier.

Me parece particularmente significativo el lema elegido para la preparación que todo el Instituto ha llevado a cabo en vista de este capítulo: “Tú has guardado el buen vino hasta ahora” (Jn 2, 10). Si por un lado sois conscientes y gratos del inapreciable patrimonio de proyectos y obras apostólicas que el carisma ha desprendido en el siglo y medio de vida del Instituto, gracias a la fidelidad de los hermanos que os han precedido, por el otro comprendéis muy bien que sus ricos potenciales en beneficio de la Iglesia y del mundo no se han agotado.

A la escucha de lo que el Espíritu dice hoy a su Iglesia y abiertos a los interrogantes de la humanidad, sabréis cómo recabar de la fuente genuina e inagotable del carisma nuevo impulso, decisiones valientes, expresiones creativas de la misión que os ha sido confiada. Precisamente las condiciones cambiantes del mundo actual con respecto al pasado y las nuevas instancias del compromiso de evangelización de la Iglesia, son las condiciones que requieren y hacen posibles nuevas formas de ofrecer el “buen vino” del Evangelio para dar alegría y esperanza a tantos.

Si la inspiración original del Fundador era difundir la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, hoy vosotros la entendéis y la actualizáis expresándola en una variedad de obras y acciones que testimonian el amor tierno y misericordioso de Jesús por todos, especialmente por aquellas porciones de la humanidad más necesitadas.

Para poder hacerlo, os invito – como he recordado a menudo a las personas consagradas – a “volver al primer y único amor”, a mantener los ojos fijos en el Señor Jesucristo para aprender de él a amar con un corazón humano, a buscar y cuidar a las perdidas y heridas, a luchar por la justicia y la solidaridad con los débiles y los pobres, a dar esperanza y dignidad a los desheredados, a ir a cualquier lugar donde un ser humano espere ser acogido y ayudado.

Cuando os manda como misioneros en el mundo, este es el primer Evangelio que la Iglesia os confía: mostrar en vuestras personas y con vuestras obras el amor apasionado y amor tierno de Dios por los pequeños, los últimos, los indefensos, los descartados de la tierra.

Aunque vuestro su Instituto, al igual que otros, haya sufrido en las últimas décadas una cierta disminución de sus miembros, el aumento de las vocaciones en América del Sur, Oceanía y Asia os conforta y os da esperanza para el presente y el futuro. Así también la formación cristiana de la juventud, expresión ulterior de vuestro carisma, podrá asegurarse e incrementarse en las obras del Instituto. ¡Qué urgente es hoy la tarea de educar y acompañar a las nuevas generaciones para aprender los valores humanos y cultivar una visión evangélica de la vida y de la historia!

Esta, que muchos definen como una verdadera “emergencia educativa”, es indudablemente una de las fronteras de la misión evangelizadora de la Iglesia, hacia la que está invitada a salir toda la comunidad cristiana. En la estela de lo que han hecho los hermanos que os han precedido y de las obras que comenzaron, os animo a emprender nuevas iniciativas en esta expresión específica de vuestro apostolado.

La Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús cuenta todavía hoy con un buen número de miembros, entre los cuales un grupo consistente de hermanos religiosos. Y los hermanos, en una congregación son una gracia del Señor. Por favor, no cedáis al mal del clericalismo, que aleja al pueblo y especialmente a los jóvenes de la Iglesia, como he recordado otras veces.

Vivid entre vosotros una verdadera fraternidad que acoge la diversidad y realza la riqueza de cada uno. No tengáis miedo de continuar e incrementar la comunión con los laicos que colaboran en vuestro apostolado, haciéndolos partícipes de vuestros ideales y proyectos y compartiendo con ellos la riqueza de la espiritualidad que emana de carisma del Instituto. Junto con ellos y con las hermanas de la congregación femenina , se robustecerá una “familia carismática” más numerosa, que mostrará mejor la vitalidad y la actualidad del carisma del Fundador.

¡Que la Virgen María, a la que veneráis con el título de Nuestra Señora del Sagrado

Corazón de Jesús, os tenga siempre cerca de su Hijo, dispuestos a hacer todo lo que Él os diga, y os custodie con su intercesión maternal!. Os acompañe también mi bendición, que extiendo a todas vuestras comunidades. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Gracias!».

 

 

16/09/2017-14:32
Redacción

El papa recibe a los obispos de Nicaragua en visita ‘ad limina’

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 16 Sept. 2017).- Los obispos de Nicaragua en visita ‘ Ad Limina Apostolorum‘ en Roma, fueron recibidos hoy en audiencia por el Papa Francisco en el Vaticano.

Sentados entorno al Papa, en la biblioteca privada del Santo Padre en el Palacio Apostólico, los obispos expusieron la situación pastoral de su país y sus inquietudes.

En las visitas ‘ad limina’ que los obispos de un país hacen en un lapso de cinco a diez años, rezan en Roma ante las tumbas de Pedro y de Pablo y renuevan su fidelidad al Papa.

Los obispos nicaragüenses iniciaron su visita este lunes 11 de septiembre y durante la misma visitaron diversos dicasterios, entre los cuales el del Servicio del Desarrollo Humano Integral, para la Familia, Vida y Laicos, y el Pontificio Consejo para la Cultura.

En septiembre de 2008 fue la última visita de los obispos de Nicaragua, y en ese momento les recibió el papa reinante, Benedicto XVI.

Los siguientes obispos estuvieron hoy con el santo padre Francisco:

  • S.E. el cardenal Leopoldo José Brenes Solórzano, arzobispo de Managua
  • S.E. Mons. Silvio José Báez Ortega, O.C.D., obispo titular de Zica.
  • S.E. Mons. Juan Abelardo Mata Guevara, S.D.B., obispo de Estelí.
  • S.E. Mons. Jorge Solórzano Pérez, obispo de Granada.
  • S.E. Mons. Carlos Enrique Herrera Gutiérrez, O.F.M.,obispo de Jinotega.
  • S.E. Mons. Sócrates René Séndigo Jirón, obispo de Juigalpa.
  • S.E. Mons. César Bosco Vivas Robelo, obispo de León.
  • S.E. Mons. Rolando José Álvarez Lagos, obispo de Matagalpa.
  • S.E. Mons. Paul Ervin Schmitz Simon, O.F.M.Cap, obispo titular de Elepla, vicario apostólico de Bluefields
  • S.E. Mons. David Albin Zywiec Sidor, O.F.M.Cap obispo titular de Giru di Marcello .

 

 

16/09/2017-10:49
Redacción

Mensaje del Papa a los peregrinos del santuario de Pompeya

(ZENIT – Roma).- El papa Francisco envió un mensaje, a los participantes de la X Peregrinación italiana “Familias por las Familias” al Santuario de Nuestra Señora del Rosario, en Pompeya.
El evento es una iniciativa de la Renovación Carismática, en colaboración con la Conferencia Episcopal Italiana y el Consejo Pontificio para los Laicos, la Familia y la Vida.

En el mensaje enviado por el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, Francisco saluda a los cerca de diez mil participantes y asegura su presencia espiritual en este evento significativo, en preparación previa al Encuentro Mundial de las Familias, que se celebrará en Dublín el próximo año.

El Santo Padre exhorta a los participantes a rezar por las familias, probadas por la falta de trabajo, perseguidas por la fe y en la situación de sufrimiento.

En el marco del Jubileo de Oro del Movimiento “Renovación Carismática”, esta peregrinación dispensa particular atención a la acogida de las familias de refugiados, extranjeros y desempleados marcados por el sufrimiento.

El Movimiento eclesial Carismático, cuenta en Italia más de 200 mil seguidores, divididos en más de 1.900 grupos y comunidades.

 

 

16/09/2017-09:12
Sergio Mora

Padre Tom: “No fui maltratado, Jesús estaba conmigo. Rezaba por el Papa y mis secuestradores’

(ZENIT – Roma, 16 Sep. 2017).- El misionero salesiano Thomas Uzhunnalil, secuestrado el 4 de marzo de 2016 en Yemen y liberado el pasado 12 de septiembre explicó a los periodistas reunidos en la Casa de los salesianos en Roma, en vía de la Pisana, algunos particulares sobre su cautiverio.

El secuestro se registró tras un ataque de un comando armado en las casa para recién nacidos de las Misioneras de la Caridad, en la ciudad de Adem, durante el cual 16 personas fueron asesinadas, incluyendo a cuatro hermanas de la orden fundada por Madre Teresa de Calcuta.

El drama vivido por el misionero salesiano se reflejó en los primeros instantes de la conferencia de prensa, cuando el padre Tom al referir su dolor a las Hermanas de la Caridad presentes en la sala, se emocionó hasta las lágrimas, quedando en silencio por varios instantes.

“No fui maltratado, Jesús estaba conmigo”, “nunca me apuntaron un arma, sí soy diabético. No sabía donde estaba o quienes eran mis secuestradores”, dijo.

Ellos “me dijeron que tenían médicos y que me cuidarían”. Estaba “en un cuarto con una cama, me acompañaban a la toilette cuando necesitaba”. Los secuestradores le pidieron quién podría interesarse por él, si el obispo, el Papa, o algún otro. Después cambiaron de lugares en que lo retenían.

Sobre un video en el cual lo maltrataban, señaló que los mismos secuestradores le dijeron que no le haría mal, sino que era escenificación para suscitar interés por su liberación. Y asegura: “No fui maltratado”.

Le daban la medicina cuando necesitaba y “una vez me visitó un médico por la hipertensión causada por la diabetis”, dijo. Si bien entendió que para ellos también “era difícil encontrar las medicinas en la situación de guerra del país”. “El 18 de agosto celebré mi segundo cumpleaños estando prisionero”, recordó.

“En el cuarto donde estaba encerrado celebraba la misa espiritualmente sin el pan y el vino y rezaba por el Papa, los obispos, sacerdotes, las misioneras muertas y también por mis captores”, aseguró.

“Pensaba que las cinco monjas habían sido asesinadas y rezaba por ella”, pero de los captores después “supe que una se había salvado”. “Rezaba por ellas, seguro de que estaban en el Cielo”.

El sacerdote recordó que para darse ánimo repetía las palabras de una canción en inglés, “un día por vez, dadme la gracia de vivir este día”.

“Estoy como estoy hoy porque Dios me ha cuidado”, aseguró, y añadió: “Agradezco en nombre de Dios a quienes no me hicieron mal durante el secuestro y creo que fue debido a tantas personas que rezaban por mi”.

Ocupaba también su tiempo, visto que es técnico electrónico, tratando de recordar los circuitos, o contando los segundos y para contabilizar los días, señaló, tomaba en cuenta las medicinas que iba tomando.

El último día de cautiverio le dieron ropa, le dijeron que lo iban a liberar y después de tres o cuatro horas en vehículo llegaron a una ruta asfaltada. Hicieron una parada larga y volvieron. Al día siguiente retornaron al mismo lugar, le entregaron a otros y le dijeron que estaba libre.

Desde allí cruzó el desierto en auto, en Amán le controlaron y posteriormente le llevaron en helicóptero hasta la base de la cual regresó en avión.

En la rueda de prensa estaba también el rector mayor de los Salesianos, Angel Fernández Artime. “No sabemos quien lo ha liberado”, dijo. “Supimos de repente por una llamada de un avión del sultanado que estaba llegando a Fiumicino”.

“Soy sacerdote –concluyó el padre Tom– y mi vida en el futuro está a disposición de Dios”.

 

 

16/09/2017-06:55
Enrique Díaz Díaz

El aguijón del rencor – Por. Mons. Enrique Díaz Díaz

Sirácide (Eclesiástico) 27, 33-28,9: “Perdona la ofensa a tu prójimo para obtener tú el
perdón”
Salmo 102: “El Señor es compasivo y misericordioso”
Romanos 14, 7-9: “En la vida y en la muerte somos del Señor”
San Mateo 18, 21-35: “No te digo que perdones siete veces, sino hasta setenta veces siete”

Entre pucheros y lágrimas la pequeña trata de superar el dolor. El papá cariñoso y preocupado busca darle alivio y con todos los remedios caseros trata de mitigar el dolor. “Sólo es el piquete de una abejita. Claro que te duele, pero no te va a pasar nada. Mira, cuando la abejita te pica es porque tiene miedo o se siente amenazada, al picarte se muere. Cuando clava su aguijón donde lleva el veneno, con él queda parte de su cuerpo y ya no lo puede regresar y por eso se muere. En el aguijón lleva su muerte”. Queda un poco más tranquila la niña mirando a su “enemiga” muerta por su horrible acción. ¡Qué triste! Pasa como con el rencor, la persona que le permite anidar en su corazón, en el aguijón lleva la muerte.

Nada hay más triste que un espíritu contaminado por el resentimiento. ¿Habrá algo más difícil que el perdón? Con razón el Eclesiástico afirma: “Cosas abominables son el rencor y la cólera; sin embargo el pecador se aferra a ellas” En los últimos días hemos vivido escenas terribles en nuestro estado y se justifican diciendo que son venganzas entre mafias o cárteles; que las sangrientas carniceras son respuesta a otros ataques que se han recibido. Se propone la pena de muerte y castigos ejemplares para quienes cometan secuestros u otros horrendos crímenes... y todo parece encaminado a más violencia buscando terminar la violencia. ¿Qué hemos sembrado que estamos cosechando tales situaciones de odio y de rencor? ¿Realmente la violencia puede frenarse con más violencia? ¿Bastará equipar con mejor armamento a las fuerzas de seguridad para detener esa espiral virulenta? ¿No hemos fallado en la educación y cimentación de los principios que deben inculcarse en el corazón de la niñez?

Para algunos resulta incomprensible la propuesta de Jesús. Pero su insistencia en el perdón y la mutua comprensión no es propia de un idealista ingenuo, sino de un espíritu lúcido y realista. La pregunta de Pedro, que quiere ser generoso, se detiene todavía en la obligación: “¿cuántas veces ‘tengo’ que perdonar?”, como si estuviera haciendo un favor y llevara las cuentas de todas las ofensas. El perdón por el contrario es ocasión maravillosa de volver a unir, de volver a vivir y de volver a amar. El perdón es la posibilidad de cambiar las reglas del juego de una sociedad agresiva que se enzarza en un “toma y daca” sin fin con los dardos envenenados de la ofensa y del agravio. La propuesta de Jesús es romper la dinámica del odio y la venganza y abrir la posibilidad de que acontezca algo nuevo. El perdón es un acto creativo y sorprendente que pone fin a la repetitividad. Rompe el cerco sofocante y produce lo insólito: mirar al otro nuevamente como hermano. Pues de lo contrario estamos perdidos porque “el dulce sabor de la venganza” se convierte en una hiel que va amargando y endureciendo el corazón.

El resentimiento y el rencor nos limitan y condicionan, se apropian del corazón y se transforman en un pesado fardo. Por desgracia muchas veces estos sentimientos son contra personas muy cercanas, familiares o amigos, que por algún error nos han herido el corazón. Pasan años y se logran extirpar estos sentimientos que entorpecen las relaciones más cercanas. Quien deja crecer el odio en su corazón se castiga a sí mismo. Es como la manzana que se pudre para que el otro no la pueda tragar. ¡Claro que no la tragan!, pero ha quedado podrida y no tiene remedio. Quien se cierra a conceder el perdón se hace daño aunque él no lo quiera. El odio es una especie de cáncer secreto que corroe a la persona y le quita energías para rehacer de nuevo su vida.

No he encontrado situación más difícil que hablar desde fuera a quien está roto por dentro a causa del odio y el resentimiento. No es capaz de entender que el perdón es el único modo de encontrar la verdadera salida. El rencor en el aguijón lleva la muerte. Cuando la persona logra liberarse de la sed de venganza puede reconciliarse consigo misma, recuperar la paz y empezar la vida de nuevo.

Sólo quien ha experimentado el gozo de saberse perdonado puede con alegría, aunque con dolor y lágrimas, otorgar el regalo del perdón. Jesús en su parábola parte primero del perdón recibido, para aprender el perdón. Quien no se haya sentido nunca comprendido por Dios y perdonado por Dios, será incapaz de comprender y perdonar al hermano. Pedro que negó a su maestro, al encontrar el perdón, es capaz de comprender y perdonar a sus verdugos.

Judas, que no se abrió al perdón, cae en la desesperación y en el suicidio. El perdón encierra la bella dinámica del vencer al mal con el bien y es un gesto que cambia de raíz las relaciones entre las personas y obliga a plantearse la convivencia futura de una manera nueva. A todos se nos ofrece un tiempo de gracia para iniciar el trabajo de la misericordia, de sanar los corazones y de la reconciliación. ¿Cuántas veces tengo que perdonar?

Demos gracias hoy al Señor que nos perdona, porque gracias a su perdón nos sentimos libres, salvados y queridos. Pidamos que nos ayude a romper las barreras de odios y rencores que construimos para protegernos pero que acaban ahogándonos y sofocando nuestro espíritu. Aprendamos de Jesús, busquemos seguir sus huellas. ¿Qué pensará Jesús de esta persona a quien yo no quiero perdonar?

Míranos, Señor, con ojos de misericordia y haz que experimentemos vivamente tu amor, para que podamos amar y perdonar a nuestros hermanos. Amén.

 

 

16/09/2017-04:51
Isabel Orellana Vilches

San Roberto Belarmino – 17 de septiembre

(ZENIT – Madrid).- Nació en Montepulciano, Italia, el 4 de octubre de 1542. El papa Marcelo II era tío materno suyo. Esta circunstancia, unida a su privilegiada inteligencia superior a lo ordinario, que presagiaba un futuro brillante para su vida, aunque no llegó a ser causa de tropiezo para él, bordeó las tentaciones de la vanidad y el orgullo. Su madre le advirtió de la gravedad de estas tendencias que le acechaban, no solo por ser familiar del pontífice sino por sus prodigiosas dotes intelectuales. De éstas dio constancia el rector de los jesuitas de su ciudad natal, quien ya lo consideraba «el más inteligente de los alumnos», vaticinándole una carrera prometedora.
Roberto podía haber dejado a un lado los consejos maternos, pero no lo hizo. Reparó en la fugacidad de las glorias de este mundo: «Estando durante mucho tiempo pensando en la dignidad a que podía aspirar, me sobrevino de modo insistente el pensamiento de la brevedad de las cosas temporales. Impresionado con estos sentimientos, llegué a concebir horror de tal vida y determiné buscar una religión en que no hubiera peligro de tales dignidades». Y sabiendo que podía ser designado obispo o cardenal, eligió ex profeso la Orden de los jesuitas para consagrar su vida a Cristo. Ingresó en ella en 1560. Creyó estar a salvo allí de ciertos honores, debido al veto impuesto por las constituciones que impedían a sus miembros aceptar tan altas misiones, pero se equivocó.

A pesar de su débil salud –uno de sus más grandes sufrimientos, porque le obligaba a efectuar periódicos descansos cada dos meses para reponerse–, llegó a la vida religiosa con una sólida formación filosófica y teológica recibida en el Colegio Romano, en Padua y en Lovaina, donde impartió clases de teología después de ser ordenado sacerdote en 1570. Luego se convirtió en titular de la cátedra de apologética del Colegio Romano ejerciendo en él la docencia desde 1576 a 1586. Fue siendo rector de este prestigioso centro cuando tuvo bajo su dirección a san Luís Gonzaga, a quien admiró por su excelsa virtud; quiso ser enterrado junto a su tumba. También estimó a su hermano jesuita san Bernardino Realino, aunque el afecto era mutuo. Cuando se vieron cara a cara en un viaje apostólico efectuado por Roberto, los dos se abrazaron postrados de rodillas; era un signo del altísimo concepto que tenían el uno del otro. Tras la despedida, Bernardino manifestó: «se ha ido un gran santo».

Fruto de las reflexiones de esa época en la que fue profesor del Colegio Romano surgieron las Controversiae, un éxito de ventas y objeto de constantes reediciones, texto de primera magnitud para defender la fe católica frente a las tesis de los protestantes. Escribió la obra a petición del pontífice. Tan fulminantes fueron sus argumentos para destronar al protestantismo que Teodoro de Beza, el teólogo calvinista francés, reconoció: «He aquí el libro que nos ha derrotado». Ese trabajo, junto con la Biblia, fue utilizado por san Francisco de Sales para combatirlos. En los escritos de Belarmino se advierten, junto a la Sagrada Escritura, referencias a los santos, destacando las alusiones a Jerónimo, Agustín, Gregorio Nacianceno y Juan Crisóstomo. No falta la presencia de otras glorias de la Iglesia como san Benito, san Francisco y santo Domingo. Distintas obras de este insigne jesuita, como Doctrina cristiana breve, al igual que ha sucedido con su Controversiae, han sido sucesivamente reeditadas y traducidas a varios idiomas.

Clemente VIII lo designó sucesivamente teólogo pontificio, consultor del Santo Oficio, rector del Colegio de los Penitenciarios de la basílica de San Pedro, miembro de los obispos, de los Ritos, del Índice y de la Propagación de la Fe, así como cardenal y arzobispo de Capua. Respecto a esta última misión, aún tratándose de la voluntad del Santo Padre, cuando se lo propuso diciéndole: «Le elegimos porque no hay en la Iglesia de Dios otro que se le equipare en ciencia y sabiduría», Roberto le recordó el veto impuesto a los jesuitas por sus constituciones para ostentar cargos. Pero el pontífice dejó claro que podía dispensarle del mismo. De modo, que para no incurrir en pecado mortal, tuvo que aceptar el cardenalato. Al tomar posesión de sus aposentos, implantó la austeridad que signaba su acontecer. «Las paredes no sufren de frío», manifestó al rogar que retirasen las espléndidas cortinas para dárselas a los pobres. Admirable predicador, aclamado y elogiado por su sabiduría y dotes oratorias, llegó al corazón de todos los que acudían a escucharle. Multitudes llenaban los templos esperando oír sus sermones, y similar acogida tenían sus palabras en las universidades por las que pasó.

Se cuenta que mientras transmitía la Palabra de Dios su rostro mostraba un brillo especial. Como le ha sucedido a otros insignes predicadores, sufrió una radical evolución en el modo de exponer los sermones. Así, al ver que las gentes se sentían llamadas a la conversión, se decantó por la sencillez y sobriedad del evangelio, después de haber pasado por una etapa de recargamiento y uso de elementos literarios. Fue un hombre de oración, reflexivo, humilde y obediente. Sus peticiones al cielo para no ser elegido pontífice tuvieron eco, pero poco faltó para recibir la designación ya que fue votado por la mitad del cónclave. Sus incursiones en el ámbito de la diplomacia en Venecia y en Inglaterra fueron de gran valía. Nunca había querido tener nada para él, pero lo poco que le quedaba tras su muerte lo entregaron a los pobres cumpliendo lo que dejó escrito en su testamento. En él rogaba también que sus funerales se oficiaran de noche desprovistos de solemnidad. Así se hizo después de su fallecimiento sucedido el 17 de septiembre de 1621 con fama de santidad. Pero no se pudo evitar que un impresionante gentío lo despidiera. Pío XI lo beatificó el 13 de mayo de 1923. También lo canonizó el 29 de junio de 1930, y en 1931 lo proclamó doctor de la Iglesia.