Servicio diario - 14 de noviembre de 2017


 

"No amemos de palabra sino con obras" — Jornada Mundial de los Pobres
Redacción

Día Mundial de los Pobres: 4.000 personas pobres alrededor del Papa
Anne Kurian

Oración por la paz en Sudán del Sur y RD del Congo en el Vaticano
Rosa Die Alcolea

FAO: Donación del Papa para 30.000 personas en Sudán del Sur
Marina Droujinina

Salud: Conferencia del Vaticano para erradicar las disparidades
Anne Kurian

Colombia: El Papa nombra a Mons. Pablo Emiro Salas arzobispo de Barranquilla
Rosa Die Alcolea

EEUU: Los Obispos de la Conferencia Episcopal se reúnen en Asamblea General
Enrique Soros

P. Antonio Rivero: Cristo nos pedirá cuentas sobre nuestros talentos
Antonio Rivero

San Alberto Magno, 15 de noviembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

14/11/2017-16:08
Redacción

"No amemos de palabra sino con obras" —  Jornada Mundial de los Pobres

(ZENIT — 14 Nov. 2017).- Mensaje del Papa Francisco para la I Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará el próximo 19 de noviembre de 2017, Domingo )00011 del Tiempo Ordinario.

 

No amemos de palabra sino con obras

1. «Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras» (1 Jn 3,18). Estas palabras del apóstol Juan expresan un imperativo que ningún cristiano puede ignorar. La seriedad con la que el «discípulo amado» ha transmitido hasta nuestros días el mandamiento de Jesús se hace más intensa debido al contraste que percibe entre las palabras vacías presentes a menudo en nuestros labios y los hechos concretos con los que tenemos que enfrentarnos. El amor no admite excusas: el que quiere amar como Jesús amó, ha de hacer suyo su ejemplo; especialmente cuando se trata de amar a los pobres. Por otro lado, el modo de amar del Hijo de Dios lo conocemos bien, y Juan lo recuerda con claridad. Se basa en dos pilares: Dios nos amó primero (cf. 1 Jn 4,10.19); y nos amó dando todo, incluso su propia vida (cf. 1 Jn 3,16).

Un amor así no puede quedar sin respuesta. Aunque se dio de manera unilateral, es decir, sin pedir nada a cambio, sin embargo inflama de tal manera el corazón que cualquier persona se siente impulsada a corresponder, a pesar de sus limitaciones y pecados. Y esto es posible en la medida en que acogemos en nuestro corazón la gracia de Dios, su caridad misericordiosa, de tal manera que mueva nuestra voluntad e incluso nuestros afectos a amar a Dios mismo y al prójimo. Así, la misericordia que, por así decirlo, brota del corazón de la Trinidad puede llegar a mover nuestras vidas y generar compasión y obras de misericordia en favor de nuestros hermanos y hermanas que se encuentran necesitados.

2. «Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha» (Sal 34,7). La Iglesia desde siempre ha comprendido la importancia de esa invocación. Está muy atestiguada ya desde las primeras páginas de los Hechos de los Apóstoles, donde Pedro pide que se elijan a siete hombres «llenos de espíritu y de sabiduría» (6,3) para que se encarguen de la asistencia a los pobres. Este es sin duda uno de los primeros signos con los que la comunidad cristiana se presentó en la escena del mundo: el servicio a los más pobres. Esto fue posible porque comprendió que la vida de los discípulos de Jesús se tenía que manifestar en una fraternidad y solidaridad que correspondiese a la enseñanza principal del Maestro, que proclamó a los pobres como bienaventurados y herederos del Reino de los cielos (cf. Mt 5,3).

«Vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno» (Hch 2,45). Estas palabras muestran claramente la profunda preocupación de los primeros cristianos. El evangelista Lucas, el autor sagrado que más espacio ha dedicado a la misericordia, describe sin retórica la comunión de bienes en la primera comunidad. Con ello desea dirigirse a los creyentes de cualquier generación, y por lo tanto también a nosotros, para sostenemos en el testimonio y animarnos a actuar en favor de los más necesitados. El apóstol Santiago manifiesta esta misma enseñanza en su carta con igual convicción, utilizando palabras fuertes e incisivas: «Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que le aman? Vosotros, en cambio, habéis afrentado al pobre. Y sin embargo, ¿no son los ricos los que os tratan con despotismo y los que os arrastran a los tribunales? [...] ¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: "Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago", y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta» (2,5-6.14-17).

3. Ha habido ocasiones, sin embargo, en que los cristianos no han escuchado completamente este llamamiento, dejándose contaminar por la mentalidad mundana. Pero el Espíritu Santo no ha dejado de exhortarlos a fijar la mirada en lo esencial. Ha suscitado, en efecto, hombres y mujeres que de muchas maneras han dado su vida en servicio de los pobres. Cuántas páginas de la historia, en estos dos mil años, han sido escritas por cristianos que con toda sencillez y humildad, y con el generoso ingenio de la caridad, han servido a sus hermanos más pobres.

Entre ellos destaca el ejemplo de Francisco de Asís, al que han seguido muchos santos a lo largo de los siglos. Él no se conformó con abrazary dar limosna a los leprosos, sino que decidió ir a Gubbio para estar con ellos. Él mismo vio en ese encuentro el punto de inflexión de su conversión: «Cuando vivía en el pecado me parecía algo muy amargo ver a los leprosos, y el mismo Señor me condujo entre ellos, y los traté con misericordia. Y alejándome de ellos, lo que me parecía amargo se me convirtió en dulzura del alma y del cuerpo» (Test 1-3; FF 110). Este testimonio muestra el poder transformador de la caridad y el estilo de vida de los cristianos.

No pensemos sólo en los pobres como los destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia. Estas experiencias, aunque son válidas y útiles para sensibilizamos acerca de las necesidades de muchos hermanos y de las injusticias que a menudo las provocan, deberían introducirnos a un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida. En efecto, la oración, el camino del discipulado y la conversión encuentran en la caridad, que se transforma en compartir, la prueba de su autenticidad evangélica. Y esta forma de vida produce alegría y serenidad espiritual, porque se toca con la mano la carne de Cristo. Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía. El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles. Son siempre actuales las palabras del santo Obispo Crisóstomo: «Si queréis honrar el cuerpo de Cristo, no lo despreciéis cuando está desnudo; no honréis al Cristo eucarístico con ornamentos de seda, mientras que fuera del templo descuidáis a ese otro Cristo que sufre por frío y desnudez» (Hom. in Matthaeum, 50,3: PG 58).

Estamos llamados, por lo tanto, a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad. Su mano extendida hacia nosotros es también una llamada a salir de nuestras certezas y comodidades, y a reconocer el valor que tiene la pobreza en sí misma.

4. No olvidemos que para los discípulos de Cristo, la pobreza es ante todo vocación para seguir a Jesús pobre. Es un caminar detrás de él y con él, un camino que lleva a la felicidad del reino de los cielos (cf. Mt 5,3; Lc 6,20). La pobreza significa un corazón humilde que sabe aceptar la propia condición de criatura limitada y pecadora para superar la tentación de omnipotencia, que nos engaña haciendo que nos creamos inmortales. La pobreza es una actitud del corazón que nos impide considerar el dinero, la carrera, el lujo como objetivo de vida y condición para la felicidad. Es la pobreza, más bien, la que crea las condiciones para que nos hagamos cargo libremente de nuestras responsabilidades personales y sociales, a pesar de nuestras limitaciones, confiando en la cercanía de Dios y sostenidos por su gracia. La pobreza, así entendida, es la medida que permite valorar el uso adecuado de los bienes materiales, y también vivir los vínculos y los afectos de modo generoso y desprendido (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 25-45).

Sigamos, pues, el ejemplo de san Francisco, testigo de la auténtica pobreza. Él, precisamente porque mantuvo los ojos fijos en Cristo, fue capaz de reconocerlo y servirlo en los pobres. Si deseamos ofrecer nuestra aportación efectiva al cambio de la historia, generando un desarrollo real, es necesario que escuchemos el grito de los pobres y nos comprometamos a sacarlos de su situación de marginación. Al mismo tiempo, a los pobres que viven en nuestras ciudades y en nuestras comunidades les recuerdo que no pierdan el sentido de la pobreza evangélica que llevan impresa en su vida.

5. Conocemos la gran dificultad que surge en el mundo contemporáneo para identificar de forma clara la pobreza. Sin embargo, nos desafía todos los días con sus muchas caras marcadas por el dolor, la marginación, la opresión, la violencia, la tortura y el encarcelamiento, la guerra, la privación de la libertad y de la dignidad, por la ignorancia y el analfabetismo, por la emergencia sanitaria y la falta de trabajo, el tráfico de personas y la esclavitud, el exilio y la miseria, y por la migración forzada. La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y niños explotados por viles intereses, pisoteados por la lógica perversa del poder y el dinero. Qué lista inacabable y cruel nos resulta cuando consideramos la pobreza como fruto de la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia generalizada.

Hoy en día, desafortunadamente, mientras emerge cada vez más la riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la explotación ofensiva de la dignidad humana, escandaliza la propagación de la pobreza en grandes sectores de la sociedad entera. Ante este escenario, no se puede permanecer inactivos, ni tampoco resignados. A la pobreza que inhibe el espíritu de iniciativa de muchos jóvenes, impidiéndoles encontrar un trabajo; a la pobreza que adormece el sentido de responsabilidad e induce a preferir la delegación y la búsqueda de favoritismos; a la pobreza que envenena las fuentes de la participación y reduce los espacios de la profesionalidad, humillando de este modo el mérito de quien trabaja y produce; a todo esto se debe responder con una nueva visión de la vida y de la sociedad.

Todos estos pobres —como solía decir el beato Pablo VI— pertenecen a la Iglesia por «derecho evangélico» (Discurso en la apertura de la segunda sesión del Concilio Ecuménico Vaticano II, 29 septiembre 1963) y obligan a la opción fundamental por ellos. Benditas las manos que se abren para acoger a los pobres y ayudarlos: son manos que traen esperanza. Benditas las manos que vencen las barreras de la cultura, la religión y la nacionalidad derramando el aceite del consuelo en las llagas de la humanidad. Benditas las manos que se abren sin pedir nada a cambio, sin «peros» ni «condiciones»: son manos que hacen descender sobre los hermanos la bendición de Dios.

6. Al final del Jubileo de la Misericordia quise ofrecer a la Iglesia la Jornada Mundial de los Pobres, para que en todo el mundo las comunidades cristianas se conviertan cada vez más y mejor en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados. Quisiera que, a las demás Jornadas mundiales establecidas por mis predecesores, que son ya una tradición en la vida de nuestras comunidades, se añada esta, que aporta un elemento delicadamente evangélico y que completa a todas en su conjunto, es decir, la predilección de Jesús por los pobres.

Invito a toda la Iglesia y a los hombres y mujeres de buena voluntad a mantener, en esta jornada, la mirada fija en quienes tienden sus manos clamando ayuda y pidiendo nuestra solidaridad. Son nuestros hermanos y hermanas, creados y amados por el Padre celestial. Esta Jornada tiene como objetivo, en primer lugar, estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro. Al mismo tiempo, la invitación está dirigida a todos, independientemente de su confesión religiosa, para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo concreto de fraternidad. Dios creó el cielo y la tierra para todos; son los hombres, por desgracia, quienes han levantado fronteras, muros y vallas, traicionando el don original destinado a la humanidad sin exclusión alguna.

7. Es mi deseo que las comunidades cristianas, en la semana anterior a la Jornada Mundial de los Pobres, que este año será el 19 de noviembre, Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, se comprometan a organizar diversos momentos de encuentro y de amistad, de solidaridad y de ayuda concreta. Podrán invitar a los pobres y a los voluntarios a participar juntos en la Eucaristía de ese domingo, de tal modo que se manifieste con más autenticidad la celebración de la Solemnidad de Cristo Rey del universo, el domingo siguiente. De hecho, la realeza de Cristo emerge con todo su significado más genuino en el Gólgota, cuando el Inocente clavado en la cruz, pobre, desnudo y privado de todo, encarna y revela la plenitud del amor de Dios. Su completo abandono al Padre expresa su pobreza total, a la vez que hace evidente el poder de este Amor, que lo resucita a nueva vida el día de Pascua.

En ese domingo, si en nuestro vecindario viven pobres que solicitan protección y ayuda, acerquémonos a ellos: será el momento propicio para encontrar al Dios que buscamos. De acuerdo con la enseñanza de la Escritura (cf. Gn 18, 3-5; Hb 13,2), sentémoslos a nuestra mesa como invitados de honor; podrán ser maestros que nos ayuden a vivir la fe de manera más coherente. Con su confianza y disposición a dejarse ayudar, nos muestran de modo sobrio, y con frecuencia alegre, lo importante que es vivir con lo esencial y abandonarse a la providencia del Padre.

8. El fundamento de las diversas iniciativas concretas que se llevarán a cabo durante esta Jornada será siempre la oración. No hay que olvidar que el Padre nuestro es la oración de los pobres. La petición del pan expresa la confianza en Dios sobre las necesidades básicas de nuestra vida. Todo lo que Jesús nos enseñó con esta oración manifiesta y recoge el grito de quien sufre a causa de la precariedad de la existencia y de la falta de lo necesario. A los discípulos que pedían a Jesús que les enseñara a orar, él les respondió con las palabras de los pobres que recurren al único Padre en el que todos se reconocen como hermanos. El Padre nuestro es una oración que se dice en plural: el pan que se pide es «nuestro», y esto implica comunión, preocupación y responsabilidad común. En esta oración todos reconocemos la necesidad de superar cualquier forma de egoísmo para entrar en la alegría de la mutua aceptación.

9. Pido a los hermanos obispos, a los sacerdotes, a los diáconos —que tienen por vocación la misión de ayudar a los pobres—, a las personas consagradas, a las asociaciones, a los movimientos y al amplio mundo del voluntariado que se comprometan para que con esta Jornada Mundial de los Pobres se establezca una tradición que sea una contribución concreta a la evangelización en el mundo contemporáneo.

Que esta nueva Jornada Mundial se convierta para nuestra conciencia creyente en un fuerte llamamiento, de modo que estemos cada vez más convencidos de que compartir con los pobres nos permite entender el Evangelio en su verdad más profunda. Los pobres no son un problema, sino un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio.

Vaticano, 13 de junio de 2017

Memoria de San Antonio de Padua

 

 

14/11/2017-19:40
Anne Kurian

Día Mundial de los Pobres: 4.000 personas pobres alrededor del Papa

(ZENIT — 14 Nov. 2017).- Para la I Jornada Mundial de los Pobres (19 de noviembre de 2017), más de 4.000 personas pobres participarán en la Misa con el Papa Francisco y 1.500 compartirán el almuerzo con el Papa.

Así se ha anunciado en un comunicado del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, con fecha del 14 de noviembre de 2017.

También, un "Centro de Atención Solidaria" estará abierto hasta el domingo 19 de noviembre en Plaza Pío XII, cerca del Vaticano, dice la nota.

Este evento es una iniciativa del Papa Francisco, al concluir el Jubileo de la Misericordia, "para que toda la comunidad cristiana esté llamada a tender la mano a los pobres, a los débiles, a los hombres y mujeres cuya dignidad es violada", recuerda el dicasterio organizador.

Durante este día, más de 4.000 personas pobres de Roma y Lazio (Italia), y de diferentes diócesis del mundo (París, Lyon, Nantes, Angers, Beauvais, Varsovia, Cracovia, Solsona, Malinas-Bruselas, Luxemburgo...) se unirán a la basílica San Pedro para participar en la Misa celebrada por el Papa Francisco a las 10 horas. Al final de la celebración, 1.500 de ellos serán recibidos en la Sala Pablo VI para participar en una comida festiva con el Papa.

La orquesta de la Gendarmería del Vaticano y el coro "Las notas dulces", compuesto por niños de 5 a 14 años animarán este momento. El servicio será prestado por 40 diáconos de la Diócesis de Roma y por unos 150 voluntarios.

El menú, preparado por el restaurante "Al Pioppeto", consistirá en pequeños "ñoquis" con tomate, aceitunas y queso Collina Veneta, un salteado de ternera con verduras, polenta y brócoli de Bassano y de un tiramisú veneciano.

Además, otras 2.500 personas serán trasladadas a comedores católicos, seminarios y colegios en Roma para participar en un almuerzo festivo. Para implicar a todos los pobres, el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización ha pedido la ayuda de varias asociaciones (Caritas, Sant'Egidio, Orden de Malta, Comunidad Juan )0011, Fratello 2016, Equipos de San Vicente de Paúl, etc).

Entre las iniciativas que se están preparando para ese Día: el Centro de Atención Solidaria, activo hasta el domingo 19, de 9 a 16 horas, en la Plaza Pío XII. En este campo de la medicina, de forma gratuita, para todos los que lo soliciten, análisis clínicos y visitas médicas especializadas en cardiología, dermatología, infecciones, ginecología y andrología.

Varios institutos colaboraron en este proyecto: Estructura de la Dirección de Salud y Saneamiento del Estado del Vaticano, Hospital Gemelli, Roma Tor Vergata, la Cruz Roja Italiana, el Ejército Italiano y la Confederación Nacional de Misericordias de Italia.

Además, se celebrará una vigilia de oración por el mundo del voluntariado el sábado, 18 de noviembre a las 20 horas, en la basílica de San Lorenzo Extramuros.

© Traducciones de Héléne Ginabat y Rosa Die Alcolea

 

 

14/11/2017-12:53
Rosa Die Alcolea

Oración por la paz en Sudán del Sur y RD del Congo en el Vaticano

(ZENIT — 14 Nov. 2017).- El próximo jueves 23 de noviembre de 2017, el Papa Francisco presidirá una celebración de oración por la paz en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo, en el altar de la cátedra de la basílica de San Pedro, a las 17:30 horas.

La Prefectura de la Casa Pontificia lo ha comunicado esta mañana, 14 de noviembre, a través de un comunicado.

La celebración estará abierta para todos, sin necesidad de entradas.

 

2 millones de refugiados

En Sudán del Sur, al final de 2013 estalló una nueva guerra civil que ha causado decenas de miles de muertos y un número de desplazados y refugiados que crece cada día, informa 'Manos Unidas'.

Las consecuencias del conflicto son devastadoras: casi 2.000.000 personas se han visto forzadas a salir del país y otros tantos han dejado sus aldeas para buscar refugio en los campos de desplazados de la ONU. Muchos buscan protección en los campos de desplazados; otros, se refugian en países vecinos como Uganda, Kenia y Sudán.

Las necesidades son "múltiples" —observan en 'Manos Unidas'— porque los refugiados (ancianos, mujeres y niños, sobre todo) llegan en muy malas condiciones. Muchos sufren de desnutrición severa; casi todos están traumatizados por la violencia y la pérdida de familia, amigos, terrenos o ganado. La falta de esperanza, el difícil futuro que les espera si logran sobrevivir, las graves carencias médicas, de alimento, de agua limpia, etc.

 

 

14/11/2017-18:55
Marina Droujinina

FAO: Donación del Papa para 30.000 personas en Sudán del Sur

(ZENIT — 14 Nov. 2017).- Más de 30.000 personas que viven en Yei, en el Estado de Ecuatoria Central, en Sudán del Sur, se beneficiarán de la donación que el Papa Francisco hizo en julio pasado a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de 25.000 euros, anuncio la propia organización este lunes, 13 de noviembre de 2017.

Este dinero se usará para proporcionar kits de siete variedades de verduras de crecimiento rápido y herramientas agrícolas para más de 5.000 familias, en un área donde la agricultura ha sido destruida por los combates.
"Gracias a la contribución del Papa Francisco, en Yei, más y más personas podrán reanudar su producción agrícola y escapar de los estragos del hambre", dijo Serge Tissot, representante de la FAO en Sudán del Sur. "Estos kits para la producción de verduras pueden desempeñar un papel vital en la vida de muchas personas", agregó.

"Estamos muy agradecidos", dijo Jeremiah Taban, pastor en la Iglesia episcopal de Yei: "La gente realmente está sufriendo en Sudán del Sur y clama por la paz para regresar. Si el Papa Francisco pudiera vernos, realmente se sentiría dolido, porque ningún ser humano debería vivir así".

Casi 145.000 personas en el Estado de Ecuatoria Central afrontan una crisis alimentaria urgente, mientras que 4,8 millones de personas en el sur de Sudán se enfrentan a una grave situación de inseguridad alimentaria.

Se espera que la situación de seguridad alimentaria se deteriore a principios de 2018, dice la FAO, y que la "temporada de hambre", cuando las familias se quedan sin comida antes de la próxima cosecha, se espera que comience tres meses antes de lo previsto.

El Papa ha convocado una oración para pedir al Señor por la paz en Sudán del Sur y en la República del Congo.

© Traducción de ZENIT, Rosa Die Alcolea

 

 

14/11/2017-15:03
Anne Kurian

Salud: Conferencia del Vaticano para erradicar las disparidades

(ZENIT — 14 nov. 2017)., El Vaticano quiere "llamar la atención de aquellos que tienen, en el mundo, la responsabilidad" de la atención médica para garantizar el acceso a todos. Es lo que han explicado los organizadores de la Conferencia Internacional "Afrontar las disparidades mundiales en materia de salud" que se desarrollarán en el Vaticano del 16 al 18 de noviembre de 2017.

El acontecimiento, que contará con la participación de más de 500 expertos de 66 países, está organizado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y por la Confederación Internacional de las Instituciones de Salud Católica (Ciisac). Entre los oradores: el Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin; el Cardenal Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria; el Cardenal Luis Antonio Tagle, Presidente de Caritas Internacional; Mons. Robert Vitillo, secretario de la Migración Católica Internacional; Anthony R. Tersigni, Presidente de (Ciisac).

Se trata, ha explicado Mons. Charles Namugera, funcionario del Dicasterio, en una conferencia el 13 de noviembre en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, de "llamar la atención de aquellos que, tienen la responsabilidad, en el mundo" del cuidado de la salud, desde la Iglesia Universal a la comunidad internacional, de los gobiernos a las organizaciones no gubernamentales y de voluntariado.

En sus comentarios, informado por Radio Vaticano abogó en particular por "los grupos más vulnerables, es decir las personas que viven en condiciones de pobreza, los refugiados, los migrantes". Todas estas categorías deben de tener garantizado el acceso a la atención médica.

"En muchas partes del mundo, dijo el obispo Namugera, la Iglesia tiene más de cien mil estructuras socio sanitarias: la mayor parte se encuentra en las zonas rurales, en lugares de difícil acceso, donde la gente tiene unos ingresos muy bajos y con frecuencia no pueden pagar los servicios que necesitan".

El problema de las disparidades en materia de salud afecta especialmente a "los países en vías de desarrollo" y las zonas rurales, ha precisado el representante del Dicasterio: "en África, en Asia y en América latina, el problema es más grave".

La cuestión del acceso a la atención médica, dijo Alessandro Signorini, director general de la Fundación Poliambulancia de Brescia, también se está volviendo actual, "considerando todo", en Europa y en Italia: "la evolución social, epidemiológica, política y económica también nos crea dificultades para acceder a la atención médica".

"Nuestro objetivo es ofrecer un servicio de salud que sea de alta calidad, fiable, que tenga un precio razonable y capaz de ofrecer excelentes resultados. Y continuaremos nuestra lucha en esta dirección" ha asegurado.
Paralelamente a los trabajos, una reunión se dedicará a las terapias antirretrovirales para los pacientes jóvenes con el virus del VIH.

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

14/11/2017-15:29
Rosa Die Alcolea

Colombia: El Papa nombra a Mons. Pablo Emiro Salas arzobispo de Barranquilla

(ZENIT — 14 Nov. 2017).- El Papa ha nombrado arzobispo de Barranquilla, en Colombia, a Mons. Pablo Emiro Salas Anteliz, hasta la fecha obispo de Armenia (Colombia).

Así lo dice el comunicado emitido esta mañana por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la arquidiócesis de Barranquilla, presentada por Monseñor Jairo Jaramillo Monsalve, a sus 76 años, así como la renuncia al oficio de obispo auxiliar de esta misma arquidiócesis (Colombia), presentada por Mons. Victor Antonio Tamayo Betancourta los 80 años de edad.

 

Mons. Pablo Emiro Salas Anteliz

Mons. Pablo Emiro Salas Anteliz nació en Valledupar el 9 de junio de 1957. Completó sus estudios de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de Bucaramanga. Obtuvo la Licenciatura en Filosofía y Ciencias Religiosas en la Universidad "Santo Tomás" de Bogotá, la Licencia en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y la Licenciatura en Teología Espiritual en el Instituto Pontificio de Espiritualidad Teresianum de Roma.

Recibió la ordenación sacerdotal para la diócesis de Valledupar el 2 de diciembre de 1984.

Ha sido párroco de "San Francisco de Asís de la Paz", capellán de la escuela normal " María Inmaculada" de Manaure, delegado episcopal para la pastoral de las vocaciones, párroco de "La Inmaculada Concepción" de Valledupar,canciller de diócesis, rector de la iglesia catedral de "Nuestra Señora del Rosario" de Valledupar, profesor de Teología dogmática en el Seminario Juan Pablo II de Valledupar y vicario de pastoral diocesana.

El 24 de octubre de 2007 fue nombrado obispo de Espinal, en Colombia, y recibió la ordenación episcopal el 2 de diciembre siguiente. El 18 de agosto de 2014 fue nombrado obispo de la diócesis colombiana de Armenia.

 

 

14/11/2017-17:00
Enrique Soros

EEUU: Los Obispos de la Conferencia Episcopal se reúnen en Asamblea General

(ZENIT — 14 Nov. 2017).- En esta semana se está desarrollando la Asamblea General de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, USCCB, por su abreviatura en inglés, que tiene lugar todos los años en noviembre, en la ciudad de Baltimore.

Este año, se conmemoran los 100 años de la fundación de dicho cuerpo episcopal. Por tal razón, la Asamblea contó con la presencia del Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, quien tuvo a cargo la homilía de la Misa de apertura.

En dicha ocasión, el cardenal expresó que "la Iglesia en su país está abocada a brindar no solo asistencia material, sino también el balsamo espiritual de sanación, confort y esperanza a nuevas olas de migrantes y refugiados que llegan golpeando a la puerta de Estados Unidos".

Sobre el liderazgo en la Iglesia, agregó: "ustedes, como cuerpo, han tomado iniciativas de gran perspectiva, como la Convocatoria de Líderes Católicos (en Orlando, Florida, en julio 2017, con 3.300 participantes), y los Encuentros nacionales de pastoral hispana, con el objeto de fomentar el diálogo y coorperación en todos los ámbitos vitales de la Iglesia en Estados Unidos. En este sentido, apuntan a conquistar ese espíritu misionero que el Papa Francisco considera el corazón de la nueva evangelización".

Sobre el espíritu misionero en la Iglesia, el Cardenal Parolin expresó: "Permítanme citar aquí al Santo Padre directamente, cuando afirma en Evangelii Gaudium que sueña con una 'opción misionera, capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación'. (#27)" "Si toda la Iglesia hace suyo el impulso misionero", remató, "tiene que salir en busca de todos, sin excepción (cft. #48)".

En su alocución en la noche del domingo de apertura de la Asamblea, recordó el Cardenal Parolin que el Santo Padre expresó el año pasado, al dirigirse a obispos estadounidenses, el desafío "de crear una cultura de encuentro, que motiva a individuos y a grupos a compartir la riqueza de nuestras tradiciones y experiencias, a derribar muros y a construir puentes. La Iglesia en Estados Unidos, como en todas partes, está llamada a abandoner la zona de confort, y a ser levadura de comunión".

La Asamblea fue abierta oficialmente el lunes con una alocución del Nuncio Apostólico, el arzobispo Christophe Pierre. En la misma, se refirió a la importancia de ser apasionado en la evangelización, recordando que "en la Convocatoria de Líderes Católicos, el Cardenal Wuerl remarcó cuatro características del nuevo evangelista: coraje, conectividad, urgencia y alegría." Sobre la fuente que alimenta tal pasión, el Nuncio expresó que "tenemos que vaciarnos de nosotros mismos, de tantas distracciones que ofrece la vida moderna, para hacer lugar a Cristo y al Espíritu en las profundidades de nuestra existencia".

Acto seguido tuvo lugar la presentación del presidente de la Conferencia Episcopal, Cardenal Daniel DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston, en la que expresó que la agenda de la Asamblea refleja cuestiones fundamentales para la vida del país, como ser "cómo cuidar mejor de los enfermos, los no nacidos, los pobres, los inmigrantes y refugiados, los desempleados y los que tienen un empleo insuficiente, en ciudades y pueblos a lo largo y lo ancho de Estados Unidos. Pero para nosotros la pregunta es muy clara: como gente de fe, ¿cuál será nuestra contribución?" Y responde: "Quiero contestar inequívocamente: Nuestra contribución es siempre ser testimonios del Evangelio", concluyendo que esa fue la forma de actuar de la Conferencia de Obispos, por cien años, y lo seguirá siendo por el próximo siglo.

Diversas comisiones episcopales presentaron un reporte ante la asamblea, de entre ellos, el arzobispo Wilton Gregory (Atlanta), sobre el trabajo de la comisión de Culto Divino; el Cardenal Daniel DiNardo (Galveston-Houston), sobre el 15° Sínodo de Obispos; el Cardenal Timothy Dolan (Nueva York), sobre el trabajo de la comisió Pro Vida; el Obispo Joe Vásquez (Austin), sobre los avances de la comisión de Migración; el Obsipo George Murry (Youngstown), sobre el comité ad hoc Contra el Racismo; y el Arzobispo José Gómez (Los Angeles) y el Obispo Joe Vásquez (Austin), como grupo de trabajo sobre Asuntos de Migración.

 

 

14/11/2017-13:09
Antonio Rivero

P. Antonio Rivero: Cristo nos pedirá cuentas sobre nuestros talentos

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO

Ciclo A

Textos: Prov 31, 10-13.19-20.30-31; 1 Tes 5, 1-6; Mateo 25, 14-30

Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.

Idea principal: Dios nos da a cada quien unos talentos según nuestra capacidad: a uno, cinco; a un segundo, dos; y al tercero, uno. Talentos materiales y naturales, talentos humanos y espirituales.

Síntesis del mensaje: Ante esos talentos caben estas posturas: o hacerlos rendir con responsabilidad y tesón, o malgastarlos por frivolidad e infantilismo, o esconderlos por pereza y negligencia. Pero Cristo al final de los tiempos nos pedirá cuentas de la administración de esos talentos, destinados a producir, en unos el cien por ciento; en otros, el cincuenta o el veinte por ciento. En esto nos jugamos la santidad aquí y la salvación eterna allá.

 

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, comentemos lo que son los talentos. Si vamos a la isla de Creta, por el mar Egeo, y visitamos el palacio rojo de Minos podremos encontrar en el museo los talentos: unos bloques planos, más o menos cuadrados y lobulados, de unos 45 centímetros de lado y peso de 26 a 36 kilos. No son moneda de bolsillo, sino peso de pago y que, según tiempos y culturas, fueron de oro, plata o bronce. Un talento era un peso. Equivalía a 21.000 gramos de plata. Para entender esto, si un denario equivalía a 4 gramos de plata, entonces un talento equivalía a 6.000 denarios. Un jornalero judío ganaba un denario en todo un día de trabajo (Mateo 20, 2). Si un jornalero quisiera ganar tan solo un talento, tendría que trabajar 6.000 días, o mejor dicho, ¡casi 20 años! Si hacemos los cálculos correctos, podremos entender que el siervo que recibió cinco talentos en realidad recibió un sueldo de 100 años, el que recibió dos recibió lo equivalente a un sueldo de 40 años y el que recibió uno solo estaba recibiendo el sueldo de 20 años de trabajo.

En segundo lugar, ¿qué tenemos que hacer con esos talentos espirituales, intelectuales, profesionales, deportivos, culturales...que Dios generosamente nos dio gratuitamente? En el evangelio se nos da la clave: negociar. Es decir, colocar el dinero en el banco, darlo a préstamo con interés, invertirlo en valores. A los dos criados que lo hicieron, el dueño les alabó, y echó fuera al que no lo hizo. ¿Qué hubiera hecho al que hubiese desperdiciado a tontas y a locas, o le hubiesen robado el talento por negligencia? No quiero ni pensarlo, pues se me pone la piel de gallina. Este evangelio aboga por el sistema "capitalismo -10jo!- espiritual'. El amo de la parábola es el Hijo de Dios que, antes de partir para su destino extranjero, que es el cielo, nos dejó una fortuna —la vida y una patria, la familia, los amigos, la inteligencia, la voluntad, la afectividad, la sexualidad, los amigos, la salud, la fe, las virtudes teologales y cardinales, los sacramentos, el perdón, el amor, la justicia, el matrimonio, el sacerdocio o la vida religiosa, etc. ¡Y a negociar! Y, si no, de la parábola aprendamos que otros harán lo que nosotros dejamos de hacer y se cumplirá el evangelio: pasará la fortuna a otros para que negocien y, el que no, que se atenga a las consecuencias de su pereza, de su despilfarro y de su inconsciencia y superficialidad.

Finalmente, una cosa es el talento, la letra del evangelio y otra la música, que es el talante. Jesús estaba hablando a sus discípulos, pero estaban escuchando los fariseos. El fariseo era bien cumplidor: tenía 613 mandamientos y los cumplía, ¡vaya que sí! A rajatabla. Para talante inmovilista, el suyo. Pero Cristo pedía talante inversionista, creativo, esforzado. Y aquí viene la parte que nos pide Cristo ante esos talentos: nuestro ingenio para invertir honestamente en el banco de la voluntad esos talentos que Él nos dio gratuitamente y con tanto amor y esperanza. Negociar, emprender, comprometerse. Con riesgo y todo. Sin miedo al miedo de jugarse la salvación, que sólo se arriesga cuando, como condena Jesús en el evangelio, uno se apunta a conservador, prudente y segurón, vago y cobarde. Y así, de un evangelio, que a primer golpe de vista, parece capitalista, resulta que es un evangelio, no de talentos sólo, sino de talantes.

Para reflexionar: ¿Estoy haciendo rendir los talentos naturales y espirituales que Cristo me ha dado? ¿Tendré que escuchar de Él: "Servidor malo y perezoso"? ¿O escucharé, por el contrario: "Te felicito, servidor bueno y fiel"?

Para rezar: Señor, gracias por los talentos que me has dado, sin yo merecerlos. Perdóname si al presente he desperdiciado, malgastado o enterrado alguno de ellos. Dame voluntad, ingenio, talante y responsabilidad para de ahora en adelante invertirlos para Gloria tuya, bien de la humanidad y mi propia santificación. Amén.

 

 

14/11/2017-08:50
Isabel Orellana Vilches

San Alberto Magno, 15 de noviembre

«Aclamado obispo, doctor de la Iglesia y doctor universal. Uno de los más insignes maestros de la teología medieval. Patrono de la Jornada Mundial de la Juventud, de la ciencia y de los científicos»

Nació en 1206 en el castillo de Lauingen, Baviera. Era hijo de los condes de Bollstádt, quienes se hallaban al servicio del monarca Federico II. Contaba con 16 años cuando inició los estudios universitarios de derecho. Pasó por Bolonia y Venecia, y finalmente recaló en Padua, lugar donde residía un tío suyo. En ese momento la ciudad era sede de una de las más prestigiosas universidades. Hizo acopio de una vasta preparación decantándose por las ciencias naturales. Solía acudir al templo de los dominicos y en 1223 conoció al beato Jordán de Sajonia, que era entonces el segundo maestro general de la Orden de predicadores. El inquieto joven, profundamente conmovido por el testimonio de vida y palabra del beato, no dudó en seguir el llamamiento de Cristo que se produjo en su interior, y en 1224 se abrazó a este carisma, junto a otros nueve novicios, uno de ellos hijo de un noble, como lo era él.

La conmoción familiar que se desató al conocer la noticia alcanzó cotas preocupantes. Su padre, en particular, estaba tan enfurecido que determinó aplicar la fuerza, si era preciso, para desligarlo de los frailes mendicantes. Alberto no pensaba claudicar. Pero, en todo caso, y con la más que probable idea de evitar males mayores, los superiores le trasladaron a Colonia. Allí impartió clases en 1228 y en 1229; éste último año tomó el hábito. Por esa época el enojo paterno se había aplacado. Era un profesor tan brillante que sus alumnos desbordaban las aulas tanto en las universidades de Colonia, como en las de Hildesheim, Friburgo, Ratisbona, Estrasburgo, y en la Sorbona de París, lugares donde también enseñó. Además, en París había estudiado teología. Algunas veces, cuando el auditorio crecía al punto de exceder el espacio del aula, se vio obligado a impartir clases al aire libre. El texto que tenía como base era el Liber Sententiarum, de Pedro Lombardo. En Colonia, donde fue enviado en 1248 para regir como rector la nueva universidad puesta en marcha por los dominicos, tuvo como discípulo al Aquinate, su más excelso alumno, por el que tuvo predilección. Consciente de su valía, hizo notar: «Ustedes llaman a Tomás 'buey mudo', pero yo les digo que los mugidos de este buey se escucharán en todo el mundo».

Pero si notables fueron las cualidades intelectuales de Alberto, insigne científico, teólogo y filósofo, autor de numerosas obras, no palidecían ante ellas sus excelsas virtudes. Vivía henchido de gozo porque era un hombre de intensa y continua oración. Su penetrante análisis sobre la ciencia y la filosofía estaban encarnados en ella, por eso su magistral exposición enardecía a sus enfervorizados seguidores. Se le considera impulsor de la escolástica. Pero no se dejó tentar por la vanagloria y, con espíritu sencillo y humilde elevó sus súplicas a Dios: «Señor Jesús pedimos tu ayuda para no dejarnos seducir de las vanas palabras tentadoras sobre la nobleza de la familia, sobre el prestigio de la Orden, sobre lo que la ciencia tiene de atractivo».

Se dejó guiar de este sentimiento de plena aquiescencia con la voluntad divina: «Querer todo lo que yo quiero para gloria de Dios, como Dios quiere para su gloria todo lo que él quiere». Destacaba por su amor a la Eucaristía y su devoción por María. Se cuenta que en su juventud, experimentando gran dificultad para el estudio, pensó fugarse del colegio a través de una escalera que pendía sobre la pared. Y la Virgen, saliéndole al encuentro, le ofreció su amparo vaticinando lo que le ocurriría al final de sus días: « Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a mí, que soy 'Causa de la Sabiduría'? Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y para que sepas que fui yo quien te la concedo cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías». Ella había sido la que guió sus pasos a la Orden dominicana. Le dedicó el Mariale.

En 1254 fue designado provincial de Alemania recorriendo el vasto territorio a pie mientras mendigaba. El pontífice le encomendó diversas misiones y tuvo que combatir graves tendencias y abusos. Defendió el derecho a la enseñanza de las órdenes mendicantes, y fue encargado de redactar el plan de estudios para todos los dominicos. Cuando se aceptó su renuncia, se centró en el estudio, la docencia y la escritura. En 1260 fue nombrado obispo de Ratisbona, lugar donde emprendió la reforma del clero y erradicó las costumbres licenciosas. No consiguió que el papa Alejandro IV le liberase del oficio, pero sí lo hizo Urbano IV encomendándole que predicara la Cruzada desde 1261 a 1263. Fue un gran pacificador. En 1274 participó en el Concilio de Lyon que había convocado Gregorio X y, entre otras cosas, tuvo ocasión de salir en defensa de las tesis de su amado Tomás de Aquino que habían sido objeto de críticas infundadas.

En 1278, mientras impartía clase en Colonia, perdió la memoria. Y desde ese momento se recluyó en su celda, en oración. Diariamente acudía a la tumba que mandó erigir para rezar el Oficio de difuntos. En 1279 redactó su testamento. Murió el 15 de noviembre de 1280 serenamente, sobre su mesa. Fue beatificado en 1622 por Gregorio XV, y canonizado por Pío XI el 16 de diciembre de 1931, quien lo proclamó doctor de la Iglesia. En 1941 Pio XII lo declaró patrono de los científicos. Ha recibido el título de «magnus» (grande), y de «doctor universal» por la extensión de su saber que engloba las disciplinas filosófico teológicas y las científicas.

Como señaló Benedicto XVI, Alberto «tiene mucho que enseñarnos aún [...] muestra que entre fe y ciencia no hay oposición, a pesar de algunos episodios de incomprensión que se han registrado en la historia [...] recuerda que entre ciencia y fe hay amistad, y que los hombres de ciencia pueden recorrer, a través de su vocación al estudio de la naturaleza, un auténtico y fascinante recorrido de santidad».