Servicio diario - 10 de enero de 2018


 

Audiencia general, 10 enero 2018 – Texto completo
Redacción

Audiencia general: Tomar conciencia de “estar en la presencia de Dios”
Rosa Die Alcolea

Audiencia general: Silencio para escuchar al corazón y al Espíritu Santo
Rosa Die Alcolea

Oriente Medio: Saludo del Papa Francisco en la audiencia general
Rosa Die Alcolea

Jóvenes: “Sed portadores del amor de Cristo”
Rosa Die Alcolea

El Papa Francisco invita a personas pobres al circo
Redacción

Sodalicio de Vida Cristiana: Mons. Londoño Buitrago es nombrado Comisario
Redacción

Mons. Felipe Arizmendi: Fin de una etapa episcopal
Felipe Arizmendi Esquivel

Santo Tomás de Cori, 11 de enero
Isabel Orellana Vilches


 

 

10/01/2018-14:22
Redacción

Audiencia general, 10 enero 2018 — Texto completo

(ZENIT — 9 enero 2018).- "¡Ojalá la liturgia se convierta para todos nosotros en una verdadera escuela de oración!", es el deseo que ha expresado el Papa Francisco en la audiencia general, dedicada a la Eucaristía y en concreto al "Gloria a Dios" y a la oración de la colecta.

El Santo Padre Francisco ha celebrado la audiencia general esta mañana, 10 de enero de 2018, en el aula Pablo VI, como es habitual en invierno, ante miles de peregrinos provenientes de Italia y de otros países del mundo.

La catequesis de hoy ha sido la 6a catequesis que Francisco dedica a la Santa Misa. La última de este ciclo, dedicado a la Eucaristía, tuvo lugar el pasado miércoles, 3 de enero de 2018, dedicada al acto penitencial, al que ha hecho referencia también al comienzo de la reflexión de hoy.

A continuación, les ofrecemos el texto completo de la catequesis del Santo Padre:

 

Catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el recorrido de las catequesis sobre la celebración eucarística hemos visto que el Acto penitencial nos ayuda a despojarnos de nuestras presunciones y a presentarnos ante Dios como realmente somos, conscientes de ser pecadores, con la esperanza de ser perdonados.

Precisamente del encuentro entre la miseria humana y la misericordia divina brota la gratitud expresada en el "Gloria", "un himno antiquísimo y venerable con el que la Iglesia, congregada en el Espíritu Santo, glorifica a Dios Padre y glorifica y le suplica al Cordero." (Instrucción General del Misal Romano, 53).

El inicio de este himno —"Gloria a Dios en el alto del cielo"- retoma el canto de los ángeles en el nacimiento de Jesús en Belén, el anuncio gozoso del abrazo entre el cielo y la tierra. Este canto también nos involucra reunidos en oración: "Gloria a Dios en el alto del cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad".

Después del "Gloria", o cuando no lo hay, inmediatamente después del Acto penitencial, la oración asume una forma particular en la llamada "colecta" que expresa el carácter propio de la celebración, variable según los días y tiempos del año (ver ibid., 54). Con la invitación "oremos", el sacerdote exhorta al pueblo a recogerse con él en un momento de silencio, para hacerse conscientes de que están en la presencia de Dios y para que emerjan, del corazón de cada uno, las intenciones personales con las que participa en la misa (cf. ibid., 54). El sacerdote dice "oremos"; y después hay unos instantes de silencio y cada uno piensa en lo que necesita, en lo que quiere pedir, en la oración.

El silencio no se limita a la ausencia de palabras; es estar dispuesto a escuchar otras voces: la de nuestro corazón y, sobre todo, la voz del Espíritu Santo. En la liturgia, la naturaleza del silencio sagrado depende del momento en que se observa: "En el acto penitencial y después de la invitación a orar, cada uno se recoge en sí mismo; pero terminada la lectura o la homilía, todos meditan brevemente lo que escucharon; y después de la Comunión, alaban a Dios en su corazón y oran" (ibid., 45). Por lo tanto, antes de la oración inicial, el silencio nos ayuda a recogernos en nosotros mismos y a pensar en por qué estamos allí. De ahí la importancia de escuchar nuestro ánimo para abrirlo luego al Señor. Tal vez venimos de días fatigosos, o de alegría, de dolor, y queremos decírselo al Señor, invocar su ayuda, pedirle que esté cerca de nosotros; tenemos familiares y amigos que están enfermos o que atraviesan pruebas difíciles; deseamos confiarle a Dios las suertes de la Iglesia y del mundo. Para esto sirve el breve silencio antes de que el sacerdote, recogiendo las intenciones de cada uno, exprese en voz alta a Dios, en nombre de todos, la oración común que concluye los ritos de introducción, haciendo la "colecta" de las intenciones individuales. Recomiendo encarecidamente a los sacerdotes que observen este momento de silencio y no vayan deprisa: "oremos", y que se haga silencio. Se lo recomiendo a los sacerdotes. Sin ese silencio corremos el peligro de descuidar el recogimiento del alma.

El sacerdote reza esta súplica, esta oración de colecta, con los brazos abiertos y la actitud del orante, asumido por los cristianos desde los primeros siglos — como demuestran los frescos de las catacumbas romanas- para imitar a Cristo con los brazos abiertos en el madero de la cruz. Está allí. ¡Cristo es el Orante y al mismo tiempo la oración!. En el Crucificado reconocemos al Sacerdote que ofrece a Dios el culto que le agrada, es decir la obediencia filial.
En el Rito romano las oraciones son concisas, pero repletas de significado: se pueden hacer tantas meditaciones hermosas sobre estas oraciones ¡Tan bellas! Volver a meditar sobre los textos, incluso fuera de la misa, puede ayudarnos a aprender cómo acudir a Dios, qué pedir, qué palabras usar. ¡Ojalá la liturgia se convierta para todos nosotros en una verdadera escuela de oración!

© Librería Editorial Vaticano

 

 

10/01/2018-10:11
Rosa Die Alcolea

Audiencia general: Tomar conciencia de "estar en la presencia de Dios"

(ZENIT — 10 enero 2018).- El Papa Francisco ha dedicado la catequesis de hoy, en la audiencia general, al canto del gloria y a la oración colecta que forman parte de los ritos introductorios de la Santa Misa.

Así, el Santo Padre ha retomado el ciclo de catequesis dedicadas a la Santa Misa, tras el tiempo litúrgico de Navidad. Hoy, 10 de enero de 2018, el Papa ha ofrecido la 6a catequesis sobre la Eucaristía (Leer la catequesis completa).

El Obispo de Roma ha indicado que el canto del gloria comienza con las palabras de los ángeles en el nacimiento de Jesús en Belén y continúa con aclamaciones de alabanza y agradecimiento a Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y representa, en cierto modo, "un abrirse de la tierra al cielo en respuesta al inclinarse del cielo sobre la tierra", ha señalado.

La oración llamada colecta viene después del Gloria. Con la expresión "oremos" —ha explicado el Papa— el sacerdote invita al pueblo a recogerse un momento en silencio, para que cada uno tome conciencia de estar en la presencia de Dios y formular en su espíritu sus deseos.

"Hacer silencio significa disponerse para escuchar la voz de nuestro corazón y sobre todo la del Espíritu Santo", ha aclarado Francisco.

La oración colecta está compuesta, primero, de una invocación del nombre de Dios, y en la que se hace memoria de lo que él ha hecho por nosotros, y en segundo lugar, de una súplica para que intervenga.

El sacerdote recita esta oración con los brazos abiertos imitando a Cristo sobre el madero de la cruz: "En Cristo crucificado reconocemos al sacerdote que ofrece a Dios el culto agradable, es decir, el de la obediencia filial", ha descrito el Pontífice en la audiencia.

El Papa, como cada miércoles en la audiencia general, ha enviado un saludo a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. Les ha exhortado: "Pidamos a la Virgen María que interceda por nosotros para que la Santa Misa sea de verdad una auténtica escuela de oración, en la que aprendamos a dirigirnos a Dios en cualquier momento de nuestra vida", y les ha deseado "que el Señor los bendiga".

 

 

10/01/2018-19:58
Rosa Die Alcolea

Audiencia general: Silencio para escuchar al corazón y al Espíritu Santo

(ZENIT — 10 enero 2018).- El Papa ha aclarado que "el silencio no se limita a la ausencia de palabras; es estar dispuesto a escuchar otras voces: la de nuestro corazón y, sobre todo, la voz del Espíritu Santo".

"¡Ojalá la liturgia se convierta para todos nosotros en una verdadera escuela de oración!", es el deseo que ha expresado el Papa Francisco en la audiencia general, dedicada a la Eucaristía y en concreto al "Gloria a Dios" y a la oración de la colecta.

El Santo Padre Francisco ha celebrado la audiencia general esta mañana, 10 de enero de 2018, en el aula Pablo VI, y ha pronunciado la 6a catequesis dedicada a la Santa Misa (Leer el texto completo).

En la liturgia —ha dicho— la naturaleza del silencio sagrado depende del momento en que se observa. Por lo tanto, antes de la oración inicial, el silencio nos ayuda a recogernos en nosotros mismos y a pensar en por qué estamos allí. De ahí la importancia de escuchar nuestro ánimo para abrirlo luego al Señor.

Francisco ha desarrollado principalmente tres ideas en la catequesis pronunciada hoy, miércoles 10 de enero: Por un lado, ha explicado el significado del canto del "Gloria", que retoma "el anuncio gozoso del abrazo entre el cielo y la tierra"; por otro, el Papa se ha detenido en la importancia que tiene el silencio en la liturgia "para escuchar otras voces: la de nuestro corazón y, sobre todo, la voz del Espíritu Santo"; y en tercer lugar, Francisco ha señalado la idea de como Cristo es el Orante y al mismo tiempo la oración, especialmente marcado en el momento de la colecta.

En este sentido, el Papa ha explicado que el canto del Gloria nos involucra reunidos en oración: "Gloria a Dios en el alto del cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad".

En relación al silencio, el Santo Padre ha anunciado la importancia de escuchar nuestro ánimo para abrirlo luego al Señor, y ha explicado que para esto sirve "el breve silencio antes de que el sacerdote, recogiendo las intenciones de cada uno, exprese en voz alta a Dios, en nombre de todos, la oración común que concluye los ritos de introducción, haciendo la 'colecta' de las intenciones individuales".

Finalmente, el Papa ha descrito el gesto del sacerdote al rezar la oración de colecta: con los brazos abiertos y la actitud del orante, asumido por los cristianos desde los primeros siglos "para imitar a Cristo con los brazos abiertos en el madero de la cruz". Está allí. ¡Cristo es el Orante y al mismo tiempo la oración!, ha destacado Francisco.

 

 

10/01/2018-11:00
Rosa Die Alcolea

Oriente Medio: Saludo del Papa Francisco en la audiencia general

(ZENIT — 10 enero 2018).- El Papa Francisco invita a volver a meditar los textos de las oraciones, incluso fuera de la misa, ya que "puede ayudarnos a aprender cómo acudir a Dios, qué preguntar, qué palabras usar".

Son las palabras que el Santo Padre ha dirigido a los visitantes de lengua árabe, a quienes ha saludado esta mañana, 10 de enero de 2018, en la audiencia general celebrada en el aula de Pablo VI, en particular a los provenientes de Oriente Medio.

"¡Que la liturgia se convierta para todos nosotros en una verdadera escuela de oración!", ha deseado el Papa a los peregrinos de lengua árabe.

Francisco ha dedicado la catequesis a la Eucaristía, como ha venido haciendo desde noviembre, y en esta ocasión ha explicado en qué consiste el canto del Gloria y la oración de colecta.

 

 

10/01/2018-11:32
Rosa Die Alcolea

Jóvenes: "Sed portadores del amor de Cristo"

(ZENIT — 10 enero 2018).- El Papa Francisco ha invitado a los jóvenes a "ser portadores del amor de Cristo" entre sus compañeros.

El Santo Padre ha dirigido un pensamiento especial a los jóvenes, a los enfermos y a los nuevos matrimonios, en la audiencia general celebrada el 10 de enero de 2018, en el aula Pablo VI, dedicada a la Eucaristía.

En este contexto, el Francisco ha animado a los enfermos a encontrar "en la ternura de Dios apoyo en el dolor", y a su vez, ha exhortado a los recién casados a ser "testimonios de la belleza del Sacramento del Matrimonio" a través del fiel amor entre ellos.

 

 

10/01/2018-19:41
Redacción

El Papa Francisco invita a personas pobres al circo

(ZENIT — 10 enero 2018).- Más de 2.000 personas viviendo en las "periferias" disfrutarán de un especial "Circo de Solidaridad" el próximo 11 de enero de 2108, gracias al Papa Francisco, anunció el Vaticano el 10 de enero de 2018.

"El Santo Padre está ofreciendo un ticket una tarde llena de diversión a más de 2.000 personas pobres o sin hogar de Roma, varios refugiados, un grupo de prisioneros, y muchas familias en plena necesidad", señala Vatican News'.

El evento tendrá lugar en el Circo Medrano en el distrito del norte de Roma `Saxa Rubra'. Además del espectáculo en el circo, se les ofrecerá una bolsa con cena y atención médica disponible.


El Papa Francisco ha indicado que él es algo "fan" del circo, él recibió —en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano— a los miembros de la Asociación Nacional de Propietarios del Espectáculo Itinerante ( (ANESV), en el 70° aniversario del comienzo de la Asociación.

El Santo Padre agradeció a estos representantes del mundo del espectáculo itinerante por el trabajo que hacen con su talento artístico y alegría en tantos lugares y países.

El Papa les aseguró que tienen una misión: "Ofrecer a la gente, niños pero también adultos y mayores, la oportunidad de disfrutar de un entretenimiento sano y limpio. Es un entretenimiento saludable y limpio, sin la necesidad de "bajar para encontrar material para entretener a la gente.

Y, "¿cómo no va poder estar la mano de Dios" en esta vocación, en esta misión? "Dios nos ama y quiere que seamos felices", porque su huella está donde hay alegría simple y limpia. Por lo tanto, si ellos preservan estos valores, esta autenticidad y sencillez, ellos son mensajeros de Alegría que agrada a Dios, y eso viene de Él.

JF

Traducción de Rosa Die Alcolea

 

 

10/01/2018-18:28
Redacción

Sodalicio de Vida Cristiana: Mons. Londoño Buitrago es nombrado Comisario

(ZENIT — 10 enero 2018).- Mons. Noel Antonio Londoño Buitrago, redentorista, Obispo de Jericó (Antioquía, Colombia), ha sido nombrado Comisario Apostólico de Sociedad de vida apostólica Sodalitium Christianae Vitae (Sodalicio de Vida Cristiana).

La Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica ha promulgado hoy, miércoles 10 de enero de 2018, el Decreto en el que dispone el Comisariamento, según ha informado la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

El Cardenal Joseph William Tobin, redentorista, continuará siendo referente de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica en cuanto Delegado ad nutum en relación con Sodalitium Christianae Vitae, particularmente para las cuestiones de índole económica.

El Santo Padre Francisco ha seguido con preocupación todas las informaciones que, desde hace varios años, han ido llegando a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica sobre la situación del Sodalicio de Vida Cristiana (Leer artículo en Zenit).

El Papa se ha mostrado especialmente atento a la notable gravedad de las informaciones acerca del régimen interno, la formación y la gestión económica-financiera, motivo por el cual ha pedido con insistencia al Dicasterio una particular atención. A esto se han sumado últimamente las graves medidas adoptadas por la autoridad judicial peruana con respecto al Sr. Luis Fernando Figari. Después de un profundo análisis de toda la documentación, el Dicasterio ha promulgado el Decreto de Comisariamento.

 

 

10/01/2018-17:15
Felipe Arizmendi Esquivel

Mons. Felipe Arizmendi: Fin de una etapa episcopal

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de SCLC

 

VER

Ha concluido mi servicio como obispo en Chiapas, que duró 27 años: un poco más de 9 en Tapachula y 17 y medio en San Cristóbal de Las Casas. Regreso a mi diócesis de origen, Toluca, donde me dedicaré, mientras Dios me conceda salud y vida, a escuchar a las personas en confesión y en asesoría espiritual, de acuerdo con el obispo diocesano y la comunidad presbiteral y laical. Mi sucesor es Mons. Rodrigo Aguilar Martínez, hermano, amigo y pastor de plena confianza.

Regreso contento, porque Dios me ha concedido ver muchos buenos frutos. Es un regalo inmerecido e impensado. En comunión eclesial y en un trabajo pastoral muy de conjunto, con un hermoso espíritu sinodal, entre todos los integrantes de la diócesis procuramos continuar la línea marcada en el III Sínodo Diocesano, aprobado por mi antecesor Mons. Samuel Ruiz García, de ser una Iglesia autóctona, liberadora, evangelizadora, servidora, en comunión y bajo la guía del Espíritu. En sintonía con este Sínodo y tomando en cuenta los retos actuales, hicimos el primero y el segundo Plan Diocesano de Pastoral.

Con nuestras innegables diferencias humanas, psicológicas, eclesiales, teológicas y sociales, fuimos creando un ambiente de fraternidad y de respeto entre las diferentes tendencias eclesiales que hay en la diócesis y en la misma sociedad. Una de mis preocupaciones fundamentales fue promover la unidad en la diversidad.

Avanzamos en la consolidación de una Iglesia autóctona. Todos los diáconos permanentes, las y los catequistas son chiapanecos, la mayoría indígenas; casi todos los servidores son nativos de estas tierras; aumentan las religiosas originarias de aquí; casi todos los seminaristas son locales, y más de la mitad indígenas; aumentan los sacerdotes procedentes de parroquias nuestras, y ya son 12 los sacerdotes indígenas, algunos de los cuales ocupan cargos de dimensión diocesana. El proceso del diaconado permanente en ambiente indígena recibió la aprobación de la Congregación para el Clero.

Hemos caminado hacia una inculturación como pide la Iglesia, en comunión con Roma y con la Conferencia Episcopal, tanto en las celebraciones litúrgicas como en las traducciones bíblicas y litúrgicas.

El Seminario Diocesano se ha consolidado, sobre todo por el aumento de vocaciones. En este curso, empezamos con 71 alumnos: 24 en Teología, 11 en Filosofía, 14 en el Curso Introductorio y 22 en el Menor. La pastoral juvenil y vocacional da sus frutos.

Hay muchísimos fieles laicos en los diferentes servicios parroquiales y diocesanos, con el protagonismo apostólico que la Iglesia reclama para ellos. Se ha continuado apoyando la promoción de la mujer, así como la defensa y promoción de los indígenas, para que ocupen su lugar en la sociedad y en la Iglesia.

Nos esforzamos por dar una debida atención integral a los miles de migrantes que pasan por nuestro territorio, construyendo varios albergues para ellos. Se promovió una pastoral integral de la Madre Tierra, para proteger la Casa Común.

La diócesis ha acompañado los procesos de los pueblos, para lograr el respeto a sus tierras y a sus derechos, promoviendo su participación activa en peregrinaciones, ayunos, oraciones y denuncias oportunas contra el alcoholismo, la indebida explotación minera y forestal, las cárceles injustas, etc.

Se avanzó en un sano ecumenismo con personas de otras confesiones cristianas.

Sin embargo, persisten muchas situaciones de pobreza y marginación, y falta mucho por hacer para su promoción integral, tanto por parte de los gobiernos, como de la sociedad y de la misma Iglesia. Persisten también, en algunos sectores de la sociedad, actitudes de no aceptación de corazón hacia los indígenas y no comprensión de sus culturas. Todavía hay racismos y discriminaciones. Se van perdiendo idiomas y buenas costumbres. La nueva cultura mediática invade y desequilibra toda su vida personal y familiar.

Nos duele el desplazamiento de cientos de indígenas pobres del municipio de Chalchihuitán, así como las divisiones políticas en varias partes. Hay un deterioro de la democracia, con luchas implacables por el poder; se degeneran las campañas en oferta de dádivas y en promesas difíciles de cumplir.

Muchas familias se están desintegrando y muchos adolescentes y jóvenes vagan sin rumbo de vida, lo que los orilla a frecuentes casos de suicidio. El alcoholismo y la drogadicción tienen campo abierto, sin normas eficaces que regulen su uso y venta. Aún persiste marginación hacia la mujer, en particular hacia las indígenas, con casos de violencia intrafamiliar.

 

PENSAR

El Papa Francisco ha dicho: "Nosotros, discípulos de Jesús, no debemos buscar título de honor, de autoridad o de supremacía. Yo os digo que a mí personalmente me duele ver a personas que psicológicamente viven corriendo detrás de la vanidad de las condecoraciones. Nosotros, discípulos de Jesús, no debemos hacer esto, ya que entre nosotros debe haber una actitud sencilla y fraterna. Todos somos hermanos y no debemos, de ninguna manera, dominar a los otros y mirarlos desde arriba. No. Todos somos hermanos. Si hemos recibido cualidades del Padre celeste, debemos ponerlas al servicio de los hermanos, y no aprovecharnos para nuestra satisfacción e interés personal. No debemos considerarnos superiores a los otros; la modestia es esencial para una existencia que quiere ser conforme a la enseñanza de Jesús, que es manso y humilde de corazón y ha venido no para ser servido sino para servir" (5-XI-2017).

 

ACTUAR

Me encomiendo a sus oraciones, para que pueda dar un buen servicio en esta otra etapa de mi ministerio episcopal, y me pongo a sus órdenes en lo que pueda servirles. Viviré en una casa de la diócesis, junto al Seminario y a la Casa de la Sagrada Familia.

 

NOTA:

Este es mi último artículo semanal. En adelante, ofreceré este servicio evangelizador sólo en forma ocasional.

 

 

10/01/2018-08:03
Isabel Orellana Vilches

Santo Tomás de Cori, 11 de enero

«Este franciscano emprendió el camino de su consagración con la decisión irrevocable de ser santo. En él se incluyeron cuatro décadas de aridez y ausencia de consuelos, colmadas de oración, fe y caridad por Dios bendecidas»

Fue un ejemplo de humildad y de caridad. Creció y vivió con la convicción de que tenía que ser santo. Nacido el 4 de junio de 1655 en Cori, Italia, su infancia estuvo marcada por la pérdida de sus padres y la responsabilidad de cuidar de sus hermanas. Aprendió el oficio de pastor y gustó de la presencia de Dios, de la que también le hablaba el espléndido entorno de la campiña en la que pasaba largas horas al día saboreando una fecunda soledad, cual manto en el que envolvía el divino coloquio que sostenía con el Altísimo. En el entorno le habían dado el nombre de el santico por su manifiesta piedad.

Cuando sus hermanas se desposaron, pudo abrazar la regla franciscana ya que estaba familiarizado con la comunidad de frailes que se hallaba en su ciudad natal. Después de realizar el noviciado en Orvieto, y de cursar los estudios reglamentarios, en 1683 fue ordenado sacerdote. Su primera misión fue la de maestro de novicios en el convento de la Trinidad de esa localidad. Pero Tomás amaba la vida eremítica. Por eso cuando supo que esa vía comenzaba a despuntar en la Orden, y que las previsiones de gobierno de sus superiores incluían la posibilidad de poner en marcha un Retiro en el convento que existía en Civitella (actual Bellegra), se ofreció para esta misión. Aquéllos, que conocían sus dotes singulares, lo destinaron allí. Llamó a la puerta del convento en 1684 con una carta personal de presentación, clara y escueta; rezumaba humildad: «Soy fray Tomás de Cori y vengo para hacerme santo».

Con excepción de un pequeño paréntesis de seis años en los que fue guardián del convento de Palombara, donde llegó con el objetivo de instaurar otro retiro, el resto de su vida lo pasó en Bellegra. Entre sus muchas virtudes se destaca su vivencia de la oración continua, y su amor sin reservas a la Eucaristía; la clave de su vida radicaba en las interminables horas de postración ante el Santísimo. «Si el corazón no está en oración, la lengua trabaja en vano», solía decir, aconsejando a los frailes que leyesen con devoción el oficio divino. Por su fecundidad fue denominado el «apóstol del sublacense». Durante más de cuarenta años experimentó la aridez y ausencia de consuelos.

Exquisito en su caridad, se ofrecía a todos de manera servicial y respondía con paciencia a los hermanos que no veían con buenos ojos la radicalidad de la vivencia de la regla franciscana. Incluso llegaron a dejarle solo para atender el convento. Con tan celeste bagaje recorría los caminos, administraba los sacramentos y veía florecer los milagros a su paso. Fue un apóstol incansable que transmitía el evangelio con la transparencia de quien lo ha hecho vida en sí mismo. Con claridad y sencillez, conmoviendo con sus palabras a quienes iban a escucharle, su voz resonaba fundamentalmente entre las gentes que poblaban el Lacio.

Como buen franciscano, no ocultaba su predilección por los pobres. Para éstos reservaba también esos actos de caridad con los que ha jalonado su biografía, dejando plasmados rasgos de fe que atraían del cielo bendiciones divinas extraordinarias. Así se cuenta, que habiendo dejado vacías las despensas del convento de pan por haber repartido todo entre los necesitados, al llegar sus hermanos hallaron cubiertas todas las necesidades que tenían. En el «Epistolario» de su autoría se detecta su exquisitez y atención a cada una de las personas que se acercaron a él, junto a las que dispensaba a los hermanos de su comunidad.

Fue agraciado con muchos favores celestiales, entre otros, los éxtasis que en ocasiones se producían públicamente. Uno de ellos sucedió mientras se hallaba repartiendo la Sagrada Comunión y fue elevado hasta el techo portando el copón en sus manos para volver a descender poco más tarde ante los atónitos ojos de los fieles, a los que pudo continuar dando la comunión con toda naturalidad. Falleció el 11 de enero de 1729, mientras dormía, con el sublime gozo de haberse entregado enteramente a Cristo y a los demás; ese mismo día, como era su costumbre, atendió a los penitentes en el confesionario durante horas. Fue beatificado por Pío VI el 3 de septiembre de 1786, y canonizado por Juan Pablo II el 21 de noviembre de 1999. Ese día este pontífice recordó que el santo «fue imagen viva del buen Pastor. Como guía amoroso, supo conducir a los hermanos encomendados a su cuidado hacia las verdes praderas de la fe, animado siempre por el ideal franciscano», haciendo notar que vivió «la realeza del amor y del servicio, según la lógica de Cristo».