Tribunas

La claridad de los obispos gallegos

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

Los obispos de Galicia, que conforman una ejemplar Provincia eclesiástica, han hecho pública una interesante carta con motivo del proceso de la matrícula de religión en los colegios.

Suele ser frecuente que este colegio episcopal haga públicos sus discernimientos con ocasiones varias. Y lo hagan de forma colegiada, como un servicio tanto a los fieles como a la sociedad. Con lo que se demuestra que no pasa nada porque los obispos hablen de los temas que afectan a la conciencia cristiana.

Todo lo contrario, el pueblo fiel espera el discernimiento, una palabra de aliento, una clarificación, y una orientación en no pocas ocasiones urgente y necesaria. Dar por supuesto que las conciencias están formadas y que las ideas están claras, en este mundo de niebla baja, es mucho supuesto.

Ahora los obispos gallegos, bueno, de Galicia, porque hay alguno que no es gallego, han enviado una sencilla y clarificadora carta a los padres. Dividida en tres momentos, se refieren a la enseñanza de la religión católica como una necesidad, un derecho y una responsabilidad.

Una necesidad en el sentido en que “la finalidad más profunda de la educación es potenciar todas las dimensiones de la vida, también la religiosa que es parte esencial de toda persona y de nuestra cultura. En una sociedad donde lo religioso es, a veces, criticado o despreciado, os pedimos que no os dejéis llevar por una mal llamada modernidad que pretende desterrar la religión de la vida, de la sociedad y de los centros educativos  y procuréis proporcionar a vuestros hijos unas actitudes y valores indispensables para llevar una vida con sentido en una sociedad, a veces, tan carente de valores personales, sociales y religiosos”.

Un derecho constitucional, que, por cierto, está en entredicho en determinados territorios de la política.

Y una responsabilidad de los padres que afecta decisivamente al deseo de felicidad de sus hijos. Dicen los obispos a este respecto que “la fe y el mensaje del evangelio no son enemigos de la felicidad personal ni del bien de la sociedad. Los cristianos creemos que en Jesucristo y su Palabra encontramos aquellos valores que pueden darnos el pleno sentido de la vida, del mundo y de la historia”.

 

José Francisco Serrano Oceja