Tribunas

Rebelión de los católicos en el PP

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

Cuando escribo estas páginas aún no ha concluido el plazo para proponer candidaturas a liderar el Partido Popular.

Pero lo que sabemos es que se ha producido una especie de rebelión de varios líderes católicos dentro del PP. De ahí que los primeros en dar el paso hayan sido quienes más han hablado últimamente, en los Comités Ejecutivos nacionales del partido, del olvidado voto católico: Pablo Casado y José Ramón García Hernández.

A los que, por cierto, hay que sumar el viejo demócrata-cristiano García Margallo.

Se podría decir que con esta espontánea reacción se ha producido una operación más o menos inconsciente de salvar al soldado Ryan, es decir, de salvar el alma cristiana del PP. Máxime ante el enterramiento definitivo de esa alma que supondría que se hicieran con el partido Sáenz de Santamaría o Cospedal.

Pablo Casado representa una nueva generación en política. Aunque sobre él pesa la alargada sombra del fuego interno amigo, que es el peor. Lo que es indiscutible, y él no lo esconde en las entrevistas a fondo que le están haciendo estos días, es que apuesta por la defensa de la vida y de la familia. Incluso se atreve a decir que hay que integrar a los jóvenes que están detrás de las iniciativas de la Fundación Villacisneros, etc. Es decir, a los cachorros de Mayor Oreja.

Una de las claves de Pablo Casado es su entorno de asesores, en el que destacan auténticas cabezas con experiencia y con sólidos fundamentos católicos en su pensar y en su actuar. Católico y moderno, dos referencias compatibles.

Así como Pablo Casado es poco clerical, y bien conocido por el clero de Madrid, no sé si por el episcopado, José Ramón García Hernández es un clásico en la diócesis de Ávila, en el entorno del Palacio episcopal y en el de la Universidad Católica de Ávila, por tanto, de las Cruzadas de Santa María.

Hay que decir en su favor que en las últimas reuniones nacionales del PP es el que ha hablado con más insistencia del perdido voto católico. Tiene las ideas claras y sabe lo que hay que hacer. De perfil menos mediático que el anterior, es un trabajador de fondo.

Y de García Margallo poco se puede añadir. Representa más que una proposición, un dique de contención frente a los desmanes de las baronesas. Bueno, de la primera dama, la madre de todas las batallas. García Margallo suena mucho a aquel Aznar que decía que en el PP hay líneas ideológicas que nunca se iban a traspasar, al menos, mientras él fuera presidente.

Habrá que esperar a que se produzca la elección. Entonces sabremos si en el PP hay salvación para la citada herencia y quién ha sido el que ha salvado el alma cristiana del partido de las derechas, y del centro derecha, y de la corrupción… y no se sabe de qué más. O sí. Que también eso se juega.

 

José Francisco Serrano Oceja