Colaboraciones

 

El parloteo y el dominio de uno sobre otro

 

 

29/11/2018 | por Jordi-Maria d’Arquer


 

 

Se habla, se dice… y al final se enmaraña uno con lo que habla y dice. Mucho tiene que ver con la soberbia, con sentirse superior o intentar serlo. Si bien hay veces que es cierto el nudo de lo que se dice, no es el momento ni el tono en que convendría decirlo, ni uno sabe bien si lo que ha acabado diciendo es con rigor la verdad. Es el parloteo.

Resulta entonces que, cuando le preguntan a uno sobre lo que ha dicho, se da cuenta de que no era decir eso lo oportuno o no quiere que noten que no sabe tanto como querría, en resumidas cuentas, y se va por la tangente para no aclarar lo que se le pide que aclare. Y yéndose por las ramas, aún lo enmaraña más todo. Es el parloteo.

Quiere tapar lo que ha dicho, o bien intenta dárselas de sabio no dando más información, la que se le pide, o no reconociendo por las buenas que no sabe más, que no es capaz de responder a eso. Quiere pasar por ininteligible sabelotodo y decidido, y se piensa que dejándolo todo en suspenso quedará como pretende. Es el parloteo.

El colmo ya es cuando el que pregunta se interesa por saber la verdad, si aquello que se le ha dicho es cierto o simplemente matizarlo según sus legítimos intereses, pues no ha sido suficientemente aclarado; y de esta manera se vuelve inquisidor, a los ojos del discursista. Entonces éste sube el tono, la voz, grita, lanza improperios y llega hasta a descalificarlo e insultarlo, aunque el otro se mantenga razonable. El nivel alcanzado dependerá del hambre de esconder o de la soberbia del discursista, siempre, claro está, en función de cómo siga hurgando a sus ojos el “inquisidor”. Ha hecho su aparición la soberbia.

El desenlace de este “modélico” y prototípico intercambio de ideas dependerá de que uno de los dos participantes se retire o no; o de que el “inquisidor” le plante en la cara o no al discursista que su actitud no es la correcta (aun diciéndole con comprensión y buenas palabras), o le diga simplemente: “Tú no quieres responderme”. Llegados a este punto, ya, si el “inquisidor” no se retira, todo estalla. Pero, tanto sí como no, se ha roto una amistad o un amor, o prosigue el dominio de uno sobre el otro. Por el parloteo. -¿O por la soberbia?