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Card. Bassetti abre trabajos del Consejo Permanente de la CEI

 

Con su agradecimiento, en este nuevo año, por la gracia de este encuentro que reúne a todos los Obispos de Italia, el Cardenal Gualtiero Bassetti, Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana abrió los trabajos de la Sesión de invierno de su Consejo Permanente

 

 

14 enero 2019, 16:12 | María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano


 

 

A partir de hoy y hasta el próximo 16 de enero, se celebra en Roma la Sesión de invierno del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Italiana. Introdujo los trabajos su Presidente, el Cardenal Gualtiero Bassetti, quien comenzó con el agradecimiento, en este nuevo año, por la gracia de este encuentro que reúne a todos los Obispos de Italia.

 

Anuncio fiel y testimonio creíble del Evangelio

“Llevamos en nuestro corazón – afirmó el Purpurado – los esfuerzos y las esperanzas de nuestro pueblo, de nuestras Iglesias y de nuestros territorios, implicados como estamos en su exigencia de vida: una exigencia que nos interpela en primera persona”, y con respecto a la cual sentimos “la responsabilidad de no perdernos la aportación sustancial de esa experiencia cristiana que pasa por el anuncio fiel y el testimonio creíble del Evangelio”.

Por esta razón y con esta mirada – añadió – “queremos ayudarnos a interpretar este tiempo, atravesado por vientos que se dispersan, causando en muchos casos confusión y desconcierto, repliegue y cierre”.

 

Esforzarse para trabajar mejor centrándose en lo esencial

Tras destacar que en su calidad de “anciano”, es el primero en sentirse “a veces inadecuado”, el Cardenal Bassetti afirmó que entiende que en este contexto deben esforzarse para trabajar mejor, con pasión y centrándose en lo esencial. De manera que “si la confusión es grande – dijo – no debemos aumentarla; si nos sentimos provocados o criticados, debemos tratar de entender las razones; si somos ignorados, debemos volver a llamar con respeto y convicción y si somos arrastrados por la chaqueta, debemos reflexionar antes de consentir y hacer”.

Al afirmar que personalmente no teme tanto las dificultades cuanto “el desaliento y la desconfianza”, que constituyen “el terreno en el que el mal se arraiga y crece”, destacó que teme “la indiferencia” con la que el mal se apodera de nuestros miedos y los convierte en ira. A lo que añadió su temor ante la astucia que se sirve de la ignorancia; la vanidad que envenena a los arribistas o el horizonte estrecho de los lugares comunes y de las respuestas rápidas.

 

El Espíritu es fuego, libertad vigilante, sorpresa y encuentro

De ahí que tras afirmar “el mal ama el orden por sí mismo, el poder y la riqueza”, haya añadido que “el Espíritu, en cambio, es fuego, es libertad vigilante, es sorpresa y encuentro”. Y mientras “el mal envejece, enojado y cansado”; “el bien es una primavera joven”.

De manera que la relación cristiana no es una etiqueta o una lección de buenos modales, sino una disposición del corazón y de la mente, un descubrimiento de lo mucho que es posible afrontar, incluso los problemas más difíciles cuando se tiene amor. “Por eso rezamos: pensar mejor y actuar con discernimiento y concreción”, que corresponde a los criterios a los que el Santo Padre los llama repetidamente.

 

Fidelidad a su programa pastoral que es el Evangelio

Entre las decisiones que deben tomar, que deben seguir un método, el Purpurado destacó el hecho de utilizar de la mejor manera los recursos  materiales y financieros que los ciudadanos y los fieles ponen a disposición de la Iglesia; interactuar con las Instituciones de manera distinguida y colaborativa sin olvidar mirar hacia adelante “con confianza y empeño”. Sí, porque como destacó que no pueden “limitarse” a perseguir la actualidad con comunicados y entrevistas; no pueden “perder la capacidad de construir autónomamente” su agenda, abiertos a lo que sucede y comenzando por las emergencias que llaman cada día a la puerta. Sino que deben ser fieles a su programa pastoral, que es el Evangelio de Nuestro Señor, encarnado en este tiempo.

De ahí que sin proponer grandes reformas el Purpurado haya afirmado la necesidad de experimentar con renovada convicción la fuerza de su comunión, para hacer que las diferentes Conferencias Episcopales Regionales sean más protagonistas. Y destacó que con la llegada de Mons. Stefano Russo, sus estructuras recuperan toda su funcionalidad. De modo que la disponibilidad y la capacidad no faltan, por lo que es necesario ayudarse mutuamente a madurar ese arte de gobierno que hace a todos responsables y recompensa a los que hacen lo mejor para cumplir con su deber.

 

Volver a partir con un estilo sinodal

Entre los planes, la idea de llegar a la Asamblea de mayo con un proyecto común, para poder decir que “la Iglesia italiana no se queja, sino que se prepara para hacer más y mejor”. “Me gustaría – dijo el Cardenal Bassetti – que pudiéramos mostrarle al país que los católicos no abandonamos los exigentes desafíos de nuestro tiempo, convencidos como estamos de que pueden ser afrontados y superados”.

Y concluyó aludiendo al controvertido tema de la acogida afirmando que no es posible estar divididos en torno a los pobres, puesto “la propia posición geográfica de nuestro país y, más aún, nuestra historia y nuestra cultura, nos encomiendan una responsabilidad tanto en el Mediterráneo como en Europa”.

También agradeció a los periódicos que han trabajado para evitar la duplicación de los impuestos sobre las entidades que realizan actividades sin ánimo de lucro. Y recordando que más que nunca necesitan una sociedad civil organizada, con órganos intermedios y subsidiariedad “que responda a la pobreza y a las necesidades con la fuerza de la experiencia y la creatividad, la profesionalidad y las buenas relaciones”.

 

Trabajar juntos por la unidad

El llamamiento con el que concluyó fue “gobernar el país significa servirlo y cuidarlo como si fuera a ser entregado en cualquier momento”. Trabajando juntos por la unidad del país, en red, y compartiendo experiencias e innovaciones. A la vez que como Iglesia aseguró que harán su parte con paciencia y valor, sin buscar intereses comerciales, para merecer la plena consideración y estima de todo el pueblo italiano.