IGLESIA | Venezuela

 

Mons. Rodríguez Méndez: Venezuela ha llegado al caos

 

La hermana nación venezolana “está tan destrozada que sólo un gobierno de unidad nacional con capacidad gerencial e impregnada de ética y la moral será capaz de emprender las acciones necesarias para reconstruirla y lograr la paz y el bienestar de todos”. Diócesis de San Carlos al pueblo que peregrina en Cojedes

 

 

13 marzo 2019, 17:27 | Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano


 

 

“En esta hora aciaga de la historia venezolana, es necesario que nos unamos para salvar la patria. La crisis del país es de tal magnitud que ningún grupo solo puede acabar con ella. Para superarla es imprescindible que todos los venezolanos, sin excluir a ninguno, participemos en la construcción de la Venezuela que queremos”: es el clamor que se levanta en la región centro occidental del país bolivariano, de mano del Obispo de la Diócesis de San Carlos en comunión con el Presbiterio que pide a “los hermanos” de “la comunidad internacional”, “vecinos del mundo”, que conocen los padecimientos y la “flagrante violación de los derechos humanos en Venezuela”, incluso “mejor que nosotros”, dice, “por cuanto gozan de libertad de prensa”, “una participación más contundente y concreta”.

 

Libertad e igualdad son desconocidos por quienes gobiernan

El obispo de San Carlos da testimonio de las miserias y sufrimientos, las vejaciones e injusticias del pueblo que pastorea, de las situaciones de pobreza y miseria, dolor e impotencia, injusticia y explotación. Y realiza un recuento de la crisis humanitaria que se vive en el país, “la peor”, dice, “de su historia republicana”.

Denuncia que han sido violados “derechos humanos”, como la “libertad y la igualdad”, que han sido “desconocidos por quienes gobiernan”, movidos por “ideologías que ya en el mundo se demostró que son contrarias al derecho y a la condición humana”.

“Frente a todo esto – comunica - he sido prudente en mis pronunciamientos. Sin embargo, ante el apagón eléctrico ocurrido en todo el país, entre el 7 y el 11 de marzo del año 2019, (el mensaje está fechado el 12 ndr.) no puedo quedarme callado. Ese hecho y las graves consecuencias que de él se derivan, me han llevado a fijar, públicamente, una posición clara y firme”.

 

Múltiples consecuencias del fallo energético

Así, enuncia las múltiples consecuencias del “trágico fallo energético” que incluso ha traído consigo “la pérdida de vidas humanas”. Entre ellas, en primer lugar menciona “la puesta en riesgo de la vida de los pacientes en los quirófanos y/o en unidades de cuidados intensivos, de los niños que permanecían en incubadoras y de los enfermos cuya vida dependía del funcionamiento de aparatos eléctricos que dejaron de funcionar tras el apagón”. Y la destrucción de “la poca cantidad de medicamentos que requieren de una cadena de frio”. La imposibilidad de trabajar para las pequeñas empresas y comercios ocasionando cuantiosas pérdidas al comercio local y el aumento de la delincuencia como consecuencia de la oscuridad. La imposibilidad de abastecimiento de combustible con la consecuencia de la mala prestación del servicio de transporte. La falta de agua potable, porque las plantas de tratamiento no siguieron bombeando debido a la falta de electricidad. La pérdida de los escasos alimentos que tenían algunas familias en sus neveras.

Como corolario necesario del panorama descrito – dice el prelado – concluimos que estamos en presencia de un ESTADO que no está cumpliendo con los cometidos que le están encomendados en la Constitución Nacional, viola y niega los postulados contenidos en el Articulo 2 sobre los principios fundamentales del Estado Venezolano, razón por la cual el pueblo que es víctima de tanta ineficiencia e indiferencia.

 

Manifestaciones del pueblo son catarsis a su angustia y desesperación

El prelado habla asimismo, de la conciencia del pueblo que expresa la voluntad de cambio a través de las “multitudes que frecuentemente se lanzan a las calles a manifestar su insatisfacción y su descontento, en forma pacífica”, una “especie de catarsis a su angustia y desesperación”. Una expresión que pretende que “quienes ostentan el poder, comprendan que el pueblo ya no les apoya en sus propuestas cargadas de injusticia, desigualdad, privilegios para aliados y afines y miseria y desolación para quienes piensan distinto”.

Antes de realizar su pedido a los “hermanos de la comunidad internacional”, – mencionado en el inicio de este artículo – el obispo pide a los políticos “que prioricen el interés del colectivo por encima de sus intereses individuales”, a los militares “que vuelvan al honorable rol que les espera en los cuarteles y dejen la vida civil para los civiles”.  Y pide además que se materialice “en el corto plazo”, la ayuda humanitaria, “pues la agonía de este pueblo que sufre y le duele, va cada día dejando victimas mortales en este camino al calvario que estamos transitando y que no se vislumbra solución consensuada por falta de voluntad política en quienes ostentan caprichosamente el poder y se niegan a abrir paso hacia la libertad y la democracia”.