Servicio diario - 14 de marzo de 2019


 

Retiro de Cuaresma: "Estrechemos la mano", la misión de contribuir a una auténtica fraternidad
Rosa Die Alcolea

Muere el Cardenal Godfried Danneels, "pastor que sirvió a la Iglesia con dedicación"
Rosa Die Alcolea

Nicaragua: El Gobierno acepta la excarcelación de algunos presos políticos
Rosa Die Alcolea

Jornada de Oración por las Vocaciones: 'La valentía de arriesgar por la promesa de Dios'
Rosa Die Alcolea

Costa Rica: Los obispos confirman la expulsión de un seminarista por delitos de violación
Ana Paula Morales

Brasil: El Papa nombra obispo para la diócesis de Barra de Piraí- Volta Redonda
Redacción

Monseñor Enrique Díaz Díaz: 'Tu rostro, Señor'
Enrique Díaz Díaz

San Clemente María Hofbauer, 15 de marzo
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

14/03/2019-20:38
Rosa Die Alcolea

Retiro de Cuaresma: "Estrechemos la mano", la misión de contribuir a una auténtica fraternidad

(ZENIT — 14 marzo 2019).- El Abad de San Miniato al Monte en Florencia ha propuesto este jueves, 14 de marzo de 2019, 2 temas para las meditaciones en el retiro de Cuaresma que realizan el Papa Francisco y los sacerdotes de la Curia en la Casa del Divino Maestro de Ariccia: "Estrechemos la mano" y "La noche se llenó de estrellas", informa Vatican News en español.

Deteniéndose en el verso final de una poesía de Mario Luzi, el predicador dijo: "Estamos aquí por esto": "Estrechemos la mano, en las explanadas de la paz, en el signo de San Miniato". De este modo, el Abad Gianni anticipó su reflexión sobre la fraternidad, inspirada en la imagen de "las banderas de la paz" que el reconocido poeta italiano recuerda que fueron desplegadas en los muros de Florencia, en la época del político católico Giorgio La Pira.

El religioso llamó a los consagrados a tomar "en serio" la palabra "comunidad", a la vez que insistió en el papel y la misión de la Iglesia por su "posibilidad de contribuir en este mundo a la construcción de una auténtica fraternidad, solidaria, inspirada en un amor fuerte y duradero", como el que nos enseñó Jesús.

 

Banderas de paz y amistad

El padre Bernardo Francesco Maria Gianni propuso reflexionar en la meditación del miércoles, 13 de marzo, por la tarde sobre el sentido de la acogida que debe partir de una auténtica fraternidad. "Sus banderas de paz y amistad" es el nombre de la predicación que el benedictino olivetano pronunció el miércoles para el Papa y los cardenales y sacerdotes de la Curia, el día del 6° aniversario de la elección de Francisco.

El religioso benedictino propuso en sus meditaciones algunos conceptos extraídos del Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz de este año como punto de partida para el cuarto día de Ejercicios Espirituales para el Santo Padre y la Curia Romana en preparación a la Pascua.

La política es para la paz, señaló el abad italiano, si se expresa "en el reconocimiento de los carismas y de las capacidades de cada persona". Puesto que "cuando el ejercicio del poder político tiene como único objetivo salvaguardar los intereses de ciertos individuos privilegiados, el futuro se ve comprometido y los jóvenes pueden verse tentados por la desconfianza porque están condenados a permanecer al margen de la sociedad".

 

Regreso al Señor

El padre benedictino olivetano Bernardo Francesco Maria Gianni, afirmó que el misterio de tiempo cuaresmal se trata de "un regreso al Señor", "una comunión redescubierta con Él después de demasiada dispersión", recoge el medio de información vaticano.

De ahí que a su juicio el horizonte "verdaderamente pascual" para la conversión cuaresmal sólo puede ser "la imagen de la primitiva comunidad apostólica" y, más aún, "la experiencia de compartir plenamente vivida con Cristo por parte de los Doce" Apóstoles. Y esto — destacó — vale "para toda comunidad religiosa", "para cada célula eclesial" y "para la propia Curia Romana", llamada a "una especie de vida fraterna" en torno a "la figura, el Magisterio, la fidelidad y la lealtad al Papa".

 

Última meditación

Mañana, viernes 15 de marzo de 2109, día que concluirá el retiro, será "La ciudad en la montaña" la última meditación del padre Gianni, después de lo cual el Santo Padre regresará a la Ciudad del Vaticano. Allí, el Predicador de la Casa Pontificia, el Padre Raniero Cantalamessa ofrecerá en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólica su primera predicación de Cuaresma.

 

 

 

14/03/2019-13:56
Rosa Die Alcolea

Muere el Cardenal Godfried Danneels, "pastor que sirvió a la Iglesia con dedicación"

(ZENIT — 14 marzo 2019).- El cardenal Godfried Danneels, del Título de Santa Anastasia, arzobispo emérito de Mechelen-Brussel (Malinas-Bruselas), y Ordinario Militar emérito para Bélgica, ha fallecido este 14 de marzo de 2019 en Bruselas (Bélgica).

"Atento a los desafíos de la Iglesia contemporánea", el Cardenal "ha sido llamado a Dios en este momento de purificación y de camino hacia la resurrección del Señor. Le pido a Cristo, vencedor del mal y de la muerte, que lo reciba en su paz y en su alegría", ha expresado el Papa Francisco.

El Santo Padre ha enviado un telegrama de pésame por su muerte, esta mañana, jueves, 14 de marzo de 2019, al cardenal Jozef De Kesel, arzobispo de Malines-Bruselas, escrito por el Secretario de Estado, monseñor Pietro Parolin.

El Papa envía al cardenal Jozef De Kesel sus "más sinceras condolencias, así como a su familia, a los obispos de Bélgica, al clero, a las personas consagradas y a todos los fieles afectados por este duelo".

"Este celoso pastor sirvió a la Iglesia con dedicación no solo en su diócesis sino también a nivel nacional como presidente de la Conferencia Episcopal de Bélgica, mientras era miembro de varios dicasterios romanos", indica en el mensaje.

Francisco envía, como "prenda de consuelo", una "bendición apostólica especial", así como a los familiares del difunto cardenal, a los pastores, los fieles y todas las personas que participarán en la celebración del funeral.

 

 

 

14/03/2019-19:53
Rosa Die Alcolea

Nicaragua: El Gobierno acepta la excarcelación de algunos presos políticos

(ZENIT — 14 marzo 2019).- El Gobierno y la Alianza Cívica de Nicaragua emitieron el pasado 13 de marzo de 2019 un comunicado, en el que informan de los últimos acontecimientos y acuerdos sobre el Diálogo Nacional, en el que ya no participan los obispos de la Conferencia Episcopal, solo el Nuncio Apostólico, Mons. Waldemar St. Sommertag.

En este último informe, las entidades políticas señalan que el próximo viernes 15 de marzo de 2019 "se producirá la excarcelación de un núcleo apreciable de personas".

Asimismo, señalan que el trabajo de la mesa de negociación se reiniciarla el jueves 14 de marzo de 2019, y aseguran que "la franqueza, respeto y confianza" siguen siendo un "signo común de todos los que en dicha mesa participan".

A continuación, ofrecemos el comunicado que el gobierno nicaragüense y la Alianza Cívica firmaron el 13 de marzo de 2019:

***

 

Comunicado del Gobierno y la Alianza Cívica

Como es de conocimiento público, en fecha 27 de febrero de 2019 se constituyó una mesa de negociación con la participación inicial del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, el Arzobispo de Managua y Presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, el Señor Cardenal Leopoldo José Brenes Solórzano y el Señor Nuncio Apostólico, Mons. Waldemar St. Sommertag.

Dicha mesa aprobó la Hoja de Ruta que permitiese establecer las normas de funcionamiento de la negociación y así avanzar en la solución de los problemas que Nicaragua enfrenta en diversas materias.

Con fecha 8 de marzo, la Conferencia Episcopal de Nicaragua declinó participar en dicha iniciativa y se comprometió con las siguientes palabras: "acompañaremos como pastores estos momentos cruciales de nuestra Patria, ejerciendo nuestra misión profética y dedicándonos 'a la oración y al ministerio de la Palabra' (Hechos 7,4)".

Con fecha 11 de marzo, la Alianza Cívica anunció que tomaría una pausa en su participación a los efectos de realizar consultas que orientaran su trabajo en dicha mesa.

Los días martes 12 y miércoles 13 de marzo, se realizaron en la Nunciatura Apostólica reuniones en las que participaron el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, la Alianza Cívica y el Señor Nuncio, Mons. Waldemar St. Sommertag, contándose además con la presencia del Enviado Especial de la Secretaria General de la OEA, Luis Angel Rosadilla.

En esas dos reuniones, los integrantes de la mesa de negociación intercambiaron intensamente diversas posiciones y la Alianza Cívica manifestó su disposición de regresar a esa mesa con un compromiso efectivo que su aspiración de la liberación de un núcleo apreciable de personas, que permanecen detenidas a raíz de los hechos acaecidos a partir de abril de 2018, sería contemplada.

Finalmente se acordó que

  • El jueves 14 de marzo, se reiniciará el trabajo de la mesa de negociación tal como fue aprobado en la Hoja de Ruta.
  • Existe conciencia y acuerdo en el conjunto de los integrantes de la mesa de que el viernes 15 de marzo del año en curso se producirá la excarcelación de un núcleo apreciable de personas.
  • Dejamos constancia de que la franqueza, respeto y confianza siguen siendo un signo común de todos los que en dicha mesa participan.

 

 

 

14/03/2019-17:31
Rosa Die Alcolea

Jornada de Oración por las Vocaciones: 'La valentía de arriesgar por la promesa de Dios'

(ZENIT — 14 marzo 2019).- El 12 de mayo de 2019, IV domingo de Pascua, se celebra la LVI Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones cuyo tema es La valentía de arriesgar por la promesa de Dios.

El Pontífice, recordando sus palabras en la Jornada Mundial de la Juventud de Panamá, reflexiona en esta Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones sobre cómo la llamada del Señor "nos hace portadores de una promesa y, al mismo tiempo, nos pide la valentía de arriesgarnos con él y por él".

Francisco señala que lo explicará a través de estos dos aspectos, la "promesa" y el "riesgo", contemplando con vosotros la escena evangélica de la llamada de los primeros discípulos en el lago de Galilea.

"La llamada del Señor —asegura el Papa— no es una intromisión de Dios en nuestra libertad; no es una jaula' o un peso que se nos carga encima". Por el contrario, es la "iniciativa amorosa con la que Dios viene a nuestro encuentro y nos invita a entrar en un gran proyecto, del que quiere que participemos".

Publicamos a continuación el Mensaje que el Santo Padre Francisco ha enviado para esa ocasión a los obispos, sacerdotes, a los consagrados y a los fieles de todo el mundo.

***

 

Mensaje del Papa Francisco

La valentía de arriesgar por la promesa de Dios

 

Queridos hermanos y hermanas:

Después de haber vivido, el pasado octubre, la vivaz y fructífera experiencia del Sínodo dedicado a los jóvenes, hemos celebrado recientemente la 34a Jornada Mundial de la Juventud en Panamá. Dos grandes eventos, que han ayudado a que la Iglesia prestase más atención a la voz del Espíritu y también a la vida de los jóvenes, a sus interrogantes, al cansancio que los sobrecarga y a las esperanzas que albergan.

Quisiera retomar lo que compartí con los jóvenes en Panamá, para reflexionar en esta Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones sobre cómo la llamada del Señor nos hace portadores de una promesa y, al mismo tiempo, nos pide la valentía de arriesgarnos con él y por él. Me gustaría considerar brevemente estos dos aspectos, la promesa y el riesgo, contemplando con vosotros la escena evangélica de la llamada de los primeros discípulos en el lago de Galilea (Mc 1,16-20).

Dos parejas de hermanos —Simón y Andrés junto a Santiago y Juan—, están haciendo su trabajo diario como pescadores. En este trabajo arduo aprendieron las leyes de la naturaleza y, a veces, tuvieron que desafiarlas cuando los vientos eran contrarios y las olas sacudían las barcas. En ciertos días, la pesca abundante recompensaba el duro esfuerzo, pero otras veces, el trabajo de toda una noche no era suficiente para llenar las redes y regresaban a la orilla cansados y decepcionados.

Estas son las situaciones ordinarias de la vida, en las que cada uno de nosotros ha de confrontarse con los deseos que lleva en su corazón, se esfuerza en actividades que confía en que sean fructíferas, avanza en el "mar" de muchas posibilidades en busca de la ruta adecuada que pueda satisfacer su sed de felicidad. A veces se obtiene una buena pesca, otras veces, en cambio, hay que armarse de valor para pilotar una barca golpeada por las olas, o hay que lidiar con la frustración de verse con las redes vacías.

Como en la historia de toda llamada, también en este caso se produce un encuentro. Jesús camina, ve a esos pescadores y se acerca... Así sucedió con la persona con la que elegimos compartir la vida en el matrimonio, o cuando sentimos la fascinación de la vida consagrada: experimentamos la sorpresa de un encuentro y, en aquel momento, percibimos la promesa de una alegría capaz de llenar nuestras vidas. Así, aquel día, junto al lago de Galilea, Jesús fue al encuentro de aquellos pescadores, rompiendo la «parálisis de la normalidad» (Homilía en la 22a Jornada Mundial de la Vida Consagrada, 2 febrero 2018). E inmediatamente les hizo una promesa: «Os haré pescadores de hombres» (Mc 1,17).

La llamada del Señor, por tanto, no es una intromisión de Dios en nuestra libertad; no es una "jaula" o un peso que se nos carga encima. Por el contrario, es la iniciativa amorosa con la que Dios viene a nuestro encuentro y nos invita a entrar en un gran proyecto, del que quiere que participemos, mostrándonos en el horizonte un mar más amplio y una pesca sobreabundante.

El deseo de Dios es que nuestra vida no acabe siendo prisionera de lo obvio, que no se vea arrastrada por la inercia de los hábitos diarios y no quede inerte frente a esas elecciones que podrían darle sentido. El Señor no quiere que nos resignemos a vivir la jornada pensando que, a fin de cuentas, no hay nada por lo que valga la pena comprometerse con pasión y extinguiendo la inquietud interna de buscar nuevas rutas para nuestra navegación. Si alguna vez nos hace experimentar una "pesca milagrosa", es porque quiere que descubramos que cada uno de nosotros está llamado —de diferentes maneras—, a algo grande, y que la vida no debe quedar atrapada en las redes de lo absurdo y de lo que anestesia el corazón. En definitiva, la vocación es una
invitación a no quedarnos en la orilla con las redes en la mano, sino a seguir a Jesús por el camino que ha pensado para nosotros, para nuestra felicidad y para el bien de los que nos rodean.

Por supuesto, abrazar esta promesa requiere el valor de arriesgarse a decidir. Los primeros discípulos, sintiéndose llamados por él a participar en un sueño más grande, «inmediatamente dejaron sus redes y lo siguieron» (Mc 1,18). Esto significa que para seguir la llamada del Señor debemos implicarnos con todo nuestro ser y correr el riesgo de enfrentarnos a un desafío desconocido; debemos dejar todo lo que nos puede mantener amarrados a nuestra pequeña barca, impidiéndonos tomar una decisión definitiva; se nos pide esa audacia que nos impulse con fuerza a descubrir el proyecto que Dios tiene para nuestra vida. En definitiva, cuando estamos ante el vasto mar de la vocación, no podemos quedarnos a reparar nuestras redes, en la barca que nos da seguridad, sino que debemos fiarnos de la promesa del Señor.

Me refiero sobre todo a la llamada a la vida cristiana, que todos recibimos con el bautismo y que nos recuerda que nuestra vida no es fruto del azar, sino el don de ser hijos amados por el Señor, reunidos en la gran familia de la Iglesia. Precisamente en la comunidad eclesial, la existencia cristiana nace y se desarrolla, sobre todo gracias a la liturgia, que nos introduce en la escucha de la Palabra de Dios y en la gracia de los sacramentos; aquí es donde desde la infancia somos iniciados en el arte de la oración y del compartir fraterno. La Iglesia es nuestra madre, precisamente porque nos engendra a una nueva vida y nos lleva a Cristo; por lo tanto, también debemos amarla cuando descubramos en su rostro las arrugas de la fragilidad y del pecado, y debemos contribuir a que sea siempre más hermosa y luminosa, para que pueda ser en el mundo testigo del amor de Dios.

La vida cristiana se expresa también en esas elecciones que, al mismo tiempo que dan una dirección precisa a nuestra navegación, contribuyen al crecimiento del Reino de Dios en la sociedad. Me refiero a la decisión de casarse en Cristo y formar una familia, así como a otras vocaciones vinculadas al mundo del trabajo y de las profesiones, al compromiso en el campo de la caridad y de la solidaridad, a las responsabilidades sociales y políticas, etc. Son vocaciones que nos hacen portadores de una promesa de bien, de amor y de justicia no solo para nosotros, sino también para los ambientes sociales y culturales en los que vivimos, y que necesitan cristianos valientes y testigos auténticos del Reino de Dios.

En el encuentro con el Señor, alguno puede sentir la fascinación de la llamada a la vida consagrada o al sacerdocio ordenado. Es un descubrimiento que entusiasma y al mismo tiempo asusta, cuando uno se siente llamado a convertirse en "pescador de hombres" en la barca de la Iglesia a través de la donación total de sí mismo y empeñándose en un servicio fiel al Evangelio y a los hermanos. Esta elección implica el riesgo de dejar todo para seguir al Señor y consagrarse completamente a él, para convertirse en colaboradores de su obra. Muchas resistencias interiores pueden obstaculizar una decisión semejante, así como en ciertos ambientes muy secularizados, en los que parece que ya no hay espacio para Dios y para el Evangelio, se puede caer en el desaliento y en el «cansancio de la esperanza» (Homilía en la Misa con sacerdotes, personas consagradas y movimientos laicos, Panamá, 26 enero 2019).

Y, sin embargo, no hay mayor gozo que arriesgar la vida por el Señor. En particular a vosotros, jóvenes, me gustaría deciros: No seáis sordos a la llamada del Señor. Si él os llama por este camino no recojáis los remos en la barca y confiad en él. No os dejéis contagiar por el miedo, que nos paraliza ante las altas cumbres que el Señor nos propone. Recordad siempre que, a los que dejan las redes y la barca para seguir al Señor, él les promete la alegría de una vida nueva, que llena el corazón y anima el camino.

Queridos amigos, no siempre es fácil discernir la propia vocación y orientar la vida de la manera correcta. Por este motivo, es necesario un compromiso renovado por parte de toda la Iglesia —sacerdotes, religiosos, animadores pastorales, educadores— para que se les ofrezcan, especialmente a los jóvenes, posibilidades de escucha y de discernimiento. Se necesita una pastoral juvenil y vocacional que ayude al descubrimiento del plan de Dios, especialmente a través de la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la adoración eucarística y el acompañamiento espiritual.

Como se ha hablado varias veces durante la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, debemos mirar a María. Incluso en la historia de esta joven, la vocación fue al mismo tiempo una promesa y un riesgo. Su misión no fue fácil, sin embargo no permitió que el miedo se apoderara de ella. Su sí «fue el "sí" de quien quiere comprometerse y el que quiere arriesgar, de quien quiere apostarlo todo, sin más seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa. Y yo les pregunto a cada uno de ustedes. ¿Se sienten portadores de una promesa? ¿Qué promesa tengo en el corazón para llevar adelante? María tendría, sin dudas, una misión difícil, pero las dificultades no eran una razón para decir "no". Seguro que tendría complicaciones, pero no serían las mismas complicaciones que se producen cuando la cobardía nos paraliza por no tener todo claro o asegurado de antemano» (Vigilia con los jóvenes, Panamá, 26 enero 2019).

En esta Jornada, nos unimos en oración pidiéndole al Señor que nos descubra su proyecto de amor para nuestra vida y que nos dé el valor para arriesgarnos en el camino que él ha pensado para nosotros desde la eternidad.

Vaticano, 31 de enero de 2019, Memoria de san Juan Bosco.

Francisco

 

 

 

14/03/2019-17:04
Ana Paula Morales

Costa Rica: Los obispos confirman la expulsión de un seminarista por delitos de violación

(ZENIT — 14 marzo 2019).- El pasado lunes 11 de marzo de 2019, los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, dieron a conocer que el seminarista Meza Chacón, fue expulsado del Seminario de Nuestra Señora de Los Ángeles en Paso Ancho, por haber reconocido delitos de violación múltiple a mujeres.

En el comunicado, el portavoz del Episcopado de Costa Rica, el padre Mauricio Granados Chacón, afirma que "las autoridades del Seminario de Nuestra Señora de Los Ángeles en Paso Ancho, fueron advertidas, mediante una llamada anónima, de acusaciones por supuestos delitos de violación múltiple a mujeres, hechos que datan del año 2008, por parte de uno de los seminaristas de la Diócesis de Tilarán Liberia, de apellidos Meza Chacón, quien cursaba el III Año del proceso formativo".

Así, el vocero de los obispos costarricenses que "A Meza Chacón se le confrontó y aceptó la existencia de dichas acusaciones, por lo cual, las autoridades del Seminario procedieron a expulsarlo de inmediato, dejando hoy mismo las instalaciones del Seminario".

Los prelados de Costa Rica declaran que, "anteriormente, ninguna persona, ni tampoco el ex seminarista Meza Chacón, dio indicios de dichas acusaciones, ni en el proceso vocacional en su diócesis, ni a partir de su ingreso al seminario en febrero del año 2017".

 

 

 

 

14/03/2019-17:41
Redacción

Brasil: El Papa nombra obispo para la diócesis de Barra de Piraí-Volta Redonda

(ZENIT — 14 marzo 2019).- El Papa Francisco ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Barra de Piraí-Volta Redonda (Brasil) presentada por Mons. Francesco Biasin.
El Papa ha nombrado obispo de Barra do Piraí-Volta Redonda (Brasil) a Mons. Luiz Henrique da Silva Brito, hasta ahora obispo titular de Zallata y auxiliar de San Sebastián de Río de Janeiro.

 

Mons. Luiz Henrique da Silva Brito

Mons. Luiz Henrique da Silva Brito nació el 19 de mayo de 1967 en San Gonzalo, en la archidiócesis de Niterói, en el Estado de Río de Janeiro.

Completó sus estudios de Filosofía en el Seminario Pablo VI de Nova Iguagu (1986) y en el Seminario de Sáo José en Río de Janeiro (1987), y los de Teología en el Instituto de Teología de la archidiócesis de Río de Janeiro (1987-1990). Luego obtuvo una Licenciatura en Derecho Canónico en el Instituto Superior de Derecho Canónico en Río de Janeiro (1991-1992) y una Licenciatura en Teología Moral en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma (2003-2005).

El 14 de diciembre de 1991 recibió la ordenación sacerdotal y fue incardinado en la diócesis de Campos, en la que llevó a cabo las siguientes tareas: administrador parroquial de Sáo Sebastiáo a Campos; párroco de las parroquias de Santo António de Pádua, Santa Helena y Sáo Benedito; Coordinador diocesano de la pastoral; juez y auditor; director espiritual del Seminario Diocesano María Imaculada; canciller diocesano; moderador de la Curia Diocesana; miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores. Además, ha sido defensor del vínculo en el Tribunal
Eclesiástico Interdiocesano de Niterói y profesor en la Facultad de Filosofía de Campos y en el seminario arzobispal de Niterói.

El 29 de febrero de 2012 fue nombrado obispo titular de Zallata y Auxiliar de Sáo Sebastiáo do Rio de Janeiro, recibiendo la ordenación episcopal el 12 de mayo siguiente.

 

 

 

14/03/2019-13:42
Enrique Díaz Díaz

Monseñor Enrique Díaz Díaz: 'Tu rostro, Señor'

Génesis 15, 5-12. 17-18: "Dios hace una alianza con Abram"

Salmo 26: "El Señor es mi luz y mi salvación"

Filipenses 3, 17-4,1: "Cristo transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso como el suyo"

Lucas 9, 28-36: "Mientras oraba su rostro cambió de aspecto"

Rogelio ha cambiado por completo su vida. Quien lo haya conocido antes, con dificultad logrará reconocerlo ahora. Atrás han quedado las bravuconadas, el alcohol, las insolencias y la agresividad. Es difícil que él explique su historia y casi siempre rehuye las preguntas sobre su vida anterior. Sumido en las drogas y las ambiciones no tenía tiempo para su familia ni para la colonia. Siempre negativo y siempre metiendo dudas y cizaña. ¿Qué lo hizo cambiar? Los alcohólicos anónimos se aprestan a atribuirse el cambio; otros en cambio dicen que es la Palabra de Dios que escucha con frecuencia y los grupos en los que reflexiona. Él solamente se limita a sonreír y a nadie desmiente dejando que cada quien crea su versión.

Pero un buen día, sin mediar preguntas ni pedir explicaciones, empieza a decir: "La cara de un niño fue la que me movió el corazón. No sé ni por qué lo miré. Todo sucio y descosido, sin zapatos y hambriento. Empezó a recoger sobras de comida de entre la basura y se las metía entre su camisa. Y primero pensé (¿Y si fuera mi hijo?' y después continué pensando: (¿Y si fuera Jesús?' Nunca lo había imaginado así. Pero me parecía mirar sus ojos y su rostro fijos en mí: ¿Y si fuera Jesús? Entonces pensé que tenía que cambiar, que no podía llevar así mi vida. Claro que me ayudaron los alcohólicos anónimos y los grupos de reflexión, pero yo digo que me cambió el rostro de Jesús en un niño".

Hoy llegamos al segundo domingo de cuaresma y a nosotros, como a los discípulos, nos hace la invitación Jesús para acompañarlo, seguirlo y permanecer con Él. ¿Por qué a nosotros? Porque al igual que a aquellos tres discípulos a nosotros nos parece muy difícil su misión y nuestro seguimiento. Pedro ha hecho la gran confesión respondiendo a la pregunta de Jesús: "¿Y ustedes quién dicen que soy yo?" Con sabiduría y valentía ha afirmado: "Tú eres el Cristo de Dios", pero después se ha quedado desconcertado cuando escucha a Jesús hablar de que el Hijo del hombre tiene que sufrir y ser rechazado, que lo condenarán a muerte y que a los tres días resucitará. También añade Jesús que si alguien quiere seguirlo, debe negarse a sí mismo, tomar su cruz de cada día y seguirlo. Todo esto ha sonado para Pedro, y también para nosotros, como un desatino. Se espera un Mesías, se le busca con ansia como al verdadero libertador, como alguien poderoso y no suela lógico ante las expectativas de los discípulos, que le ocurra una suerte tan trágica. Cargar cruces y negarse a uno mismo parece incomprensible en la mentalidad de Pedro y sus compañeros. También para nosotros es difícil entender que quien pierda su vida la ganará y quien quiera salvarse a sí mismo se perderá. Por eso hay desconcierto entre los discípulos, por eso también hay
desconcierto entre nosotros que pretendemos una vida cómoda, tranquila y sin sobresaltos. Todo lo contrario a lo que propone Jesús. ¿Cómo entenderlo? Sólo si nos dejamos llevar por Jesús, si aceptamos su compañía, podremos comprenderlo. Hoy también, en esta cuaresma, nos invita Jesús a que estemos con Él.

El monte es la cercanía con Dios, es el ponerse en presencia de Dios y mirar las cosas como Dios las ve, con "sus ojos y su corazón". Cuando permanecemos a ras de suelo, nuestros propósitos e intereses se vuelven rastreros. Hay que subir al monte, hay que levantar la vista, hay que despegar los ojos y el corazón de los bienes materiales para poder entender el sentido de la vida.

Cristo los lleva al monte para que eleven sus metas, para que entiendan el sentido de su "éxodo", y de la subida a Jerusalén. En un ambiente de oración, de compartir el corazón, podremos decir nuestros temores, pero también recibir la consolación y la "explicación" que da Jesús a su vida. Sus explicaciones son experiencias vividas en su presencia. Su rostro se transforma al igual que el de Moisés cuando estaba en la presencia del Señor, aparecen Elías y el mismo Moisés hablando de la muerte, "el éxodo", que le esperaba en Jerusalén. Pedro y sus compañeros vencen el sueño para contemplar la escena y pretenden quedarse solamente contemplando. Pero el Reino de Dios no es sólo contemplar, sino construir y cargar la cruz. Transformar los rostros de los hermanos sufrientes, en rostros de Jesús vivo.

"Este es mi Hijo, mi escogido, escúchenlo". Es la voz que se escucha y es el programa que se ofrece a quien se acerca a esta escena. Podríamos decir que es el tema central de esta "teofanía" o manifestación de Dios. Sí, ha dejado ver su gloria y los discípulos han sido cubiertos por la nube, pero todo tiene una finalidad: escuchar la voz del hijo, oír su buena nueva. Dejarse impactar por su mensaje y transformar, cambiar nuestras vidas.

Es la clave del relato: para estar en cercanía a Jesús no es necesario armar tiendas, sino escucharlo, vivir de su palabra. La peregrinación no ha terminado, estamos en camino aunque la transfiguración ilumine brevemente el escándalo de la cruz anunciada. Cada uno de nosotros en nuestro éxodo hacia el cielo miramos el monte, como Israel miraba el Sinaí en su éxodo. En ese monte, en la figura de Jesús, en sus palabras, en su muerte y resurrección encontraremos el camino de la transfiguración. No quisiéramos la muerte, pero la muerte es signo del amor. Y, si la muerte es el mayor de los absurdos, desde Cristo, desde su muerte y su resurrección, hoy vislumbrada en la Transfiguración, jugarse la vida, gastarla en la lucha por la justicia y la solidaridad, por la verdad y la vida, es el acontecimiento fructífero por excelencia, ya que Cristo asocia a sí mismo a una multitud de hermanos.

En el marco de la cuaresma la transfiguración de Jesús viene a hacernos comprender también nuestra propia transfiguración y la transfiguración del mundo en que vivimos. Si afirmamos que todo hombre y toda mujer son el rostro de Jesús, tendremos que reconocer que lo hemos desfigurado tanto en nosotros como en los demás y que será difícil reconocer el rostro de Jesús con esa caricatura de rostro que ofrecen los hombres de nuestro tiempo: la miseria, la violencia, la pobreza extrema y la marginación, siguen haciendo muecas del rostro de Jesús. Pero también son muecas de ese mismo rostro, los rostros cubiertos de riqueza y poder, los rostros disimulados bajo los velos de los lujos, los rostros carcomidos por el odio y la guerra, los rostros desencajados por el placer o por la compraventa de personas. Hoy, nuestro reto es descubrir el rostro de Jesús en cada persona y devolver la verdadera dignidad a cada uno de ellos. Hoy también nuestro rostro debe "reflejar esa serenidad y presencia de Dios. Que la cuaresma sea un tiempo de oración y de escucha atenta a la voz del Hijo amado.

Señor, Padre santo, que nos mandaste escuchar a tu amado Hijo, alimenta nuestra fe con tu palabra y purifica los ojos de nuestro espíritu, para que podamos alegrarnos en la contemplación de tu gloria y descubrir su rostro en cada uno de los hermanos. Amén.

 

 

 

14/03/2019-08:39
Isabel Orellana Vilches

San Clemente María Hofbauer, 15 de marzo

«Este gran redentorista, apóstol de Viena, poseía la fe de la que habla el Evangelio y así llegó a predicar en templos vacíos dirigiéndose a los bancos. Y cientos de miles recibían de sus manos los sacramentos. Por su fe fue perseguido y desterrado»

Se llamaba Hansl (Juan), era el noveno de doce hermanos y nació el día 26 de diciembre de 1751 en Tasswitz, Moravia. Al morir su padre cuando él tenía 7 años, su madre, dando muestras de gran entereza, le puso delante del cruficijo advirtiéndole: «Mira, hijo, en adelante éste será tu padre. Guárdate de afligirle con un pecado». El sueño del niño fue el sacerdocio. Pero ese instante exacto previsto por Dios no llegó hasta que superó la treintena.

Antes, siempre hubo alguna contingencia que lo impidió. Su adolescencia estuvo compartida con dos acciones: ayudar a misa al bondadoso párroco, y trabajar como panadero. Por su corta edad no pudo seguir los pasos de su hermano mayor para convertirse en miembro de la caballería húngara y librar la batalla contra los turcos. Su lucha estaría en otros campos.

Como su vocación sacerdotal se había afianzado por completo en su corazón, y le acompañaba la gracia divina, la falta de recursos económicos no le impidió cumplir su anhelo. El vicario parroquial, ya con cierta edad, generosamente le enseñó latín. Cuando falleció, el sacerdote que le sucedió en la misión no pudo prestarle ayuda, y Clemente optó por ganarse la vida amasando pan para los Padres Blancos de Kloster Bruck; así continuó su aprendizaje.

En este oficio, que desempeñó en varios lugares, tuvo ocasión de ser testigo de primera mano del drama de los desahuciados por la guerra y la carestía sufrida por los productos básicos para vivir; constató que mucha gente no tenía ni un trozo de pan que llevarse a la boca.

En su interior crecía el ansia de entregarse a Dios manteniéndole presente por encima de todo a través de la oración. Por eso, cuando viajó a Tívoli en 1771 eligió ser ermitaño en el santuario de Nuestra Señora de Quintiliolo. Con el permiso del obispo tomó el hábito y el nombre de Clemente en honor al prelado de Ancira, añadiendo el de María por su devoción a la Madre de Dios. No duró mucho tiempo en el lugar porque se percató de que esa vida no era para él y tuvo la intuición de que sería otra. Volvió con los Padres Blancos retomando su oficio de panadero.

Pudo seguir estudiando, pero nuevas dificultades de sesgo político pusieron freno a tan ansiada ordenación sacerdotal. Así que, otra vez se convirtió en ermitaño en Muehlfraun. En ese impasse, que duró dos años, su espíritu se curtió en la oración, severas penitencias y mortificaciones. Su madre le reclamó. De modo que regresó a Viena y a la panadería, la única profesión que dominaba. La Providencia puso en su camino a dos benefactoras que posibilitaron sus estudios en la universidad. A partir de entonces ni siquiera el veto impuesto por el gobierno a los que cursaban la carrera eclesiástica le impidió seguir alentando sus sueños.

Thaddeus Huebl, un entrañable amigo que compartía su ideal, se trasladó junto a él a Roma con el único objetivo de dirimir en qué Orden tenían que ingresar. Y algo tan simple como el tañido de una campana, la primera que escuchaban y que procedía del templo de los redentoristas, les instó a dirigir sus pasos hacia él. Fue el reclamo utilizado por la divina Providencia eligiendo esta simple fórmula para llevarlos a la congregación en la que se desenvolvería su vida religiosa. El 19 de marzo de 1785 Thaddeus y Clemente, que tenía ya 34 años, profesaron. San Alfonso María de Ligorio vio que tenían madera de sacerdotes, y fueron ordenados diez días más tarde en la catedral de Alatrí.

Pasados unos meses, la misión de ambos fue Europa. Así lo determinó el superior general, padre de Paola. La situación de la Iglesia era comprometida a causa de la insidiosa opresión política. Sin embargo, Clemente difundió el evangelio con admirable celo. Fue expulsado repetidamente de distintas ciudades, pero nada le venció. Suiza y Polonia supieron de su ardor apostólico.

Impulsó el albergue del Niño Jesús para los pequeños que recogía en las calles; se dedicó a pedir limosna para que no les faltase nada, e incluso volvió a amasar el pan para ellos. Era incansable, como todos los santos. Sin desfallecer, ni dejarse llevar por el desánimo, si los templos estaban vacíos, no dudaba en predicar dirigiéndose a los desnudos bancos. ¡Tan admirable era su fe! Le animaba este sentimiento: «Nos abandonamos al querer de Dios... Que Él sea glorificado». Junto a los religiosos que le acompañaban, realizó una portentosa labor.

En 1787 administró los sacramentos a unas 100.000 personas, y esto no es más que una simple muestra de su inmensa fecundidad. Cuando la guerra estalló en Varsovia, todos se enfrentaron valientemente a la muerte. Se salvaron milagrosamente de las tres bombas que cayeron sobre el templo sin destruirlo. Pero la violencia arreció, y el padre Thaddeus murió a causa de las torturas y golpes que le infligieron tras haber sido atropellado por un carruaje. Venía de atender a un enfermo ficticio que le había mandado llamar. Su muerte asestó un duro golpe a Clemente.

El escarnio les perseguía teniendo como escenario hasta los teatros. A ello se añadía el veto a la predicación. Al final el padre Hofbauer se quedó solo y lo expulsaron, pero no abandonó Viena. Seguía aferrado al cumplimiento de la voluntad divina: «Todo lo que a nosotros nos parece contrario, nos conduce donde Dios quiere».

Durante trece años tuvo la misión de capellán del hospital y de las ursulinas. En la parroquia italiana abierta en la ciudad predicaba de tal modo que la gente se conmovía, sin tener dotes de oratoria dignas de mención. Su corazón ardientemente enamorado de Dios se filtraba a través de cualquiera de sus gestos y de sus palabras. Era difícil no claudicar ante este poderoso torrente de amor al que acompañaban todas las bendiciones del cielo. Y de hecho, muchos estudiantes e intelectuales se convirtieron ingresando en la Orden.

Pío VII logró frenar nuevo decreto de expulsión y el santo pudo fundar en Viena, donde murió el 15 de marzo de 1821. Fue beatificado el 29 de enero de 1888 por León XIII, y canonizado el 20 de mayo de 1909 por Pío X. En 1914 este pontífice le concedió el título de apóstol y patrón de Viena.