Tribunas

Évole en la Plenaria de los obispos

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

Cuando escribo estas líneas no se ha emitido aún el programa de Jordi Évole con el Papa Francisco. Que conste que no escribo ahora esta columna para no tener que escribirla después, aunque seguro que las respuestas del Papa van a dar mucho juego.

Desde hace unos días, en determinados ambientes, este es un tema recurrente de conversación. La pregunta que se hace la mayoría de la gente es quién ha asesorado al Papa, quién le ha informado y quién ha facilitado que se produzca esta entrevista, en pleno proceso de “omnipolitización” de la realidad española. Máxime si es cierto que en los ámbitos ordinarios de decisión comunicativa, españoles y romanos, este tema no estuvo sobre la mesa.

Preguntas que quedan el tintero, sobre las que hay algunas curiosas respuestas como hipótesis o rumores, de los que, claramente, no me voy a hacer eco.

Solo diré que no olvidemos a McLuhan cuando decía que el medio es el mensaje. Por tanto, el mensaje aquí también es el medio y el mediador. Pero supongo que, cuando se decidió conceder esta entrevista, quien o quienes la empujaron sabían esto.

Y que la agenda pública temática de los días siguientes a su emisión estaría condicionada por la imagen del periodista de “Salvados” cara a cara con el Papa Francisco, el Papa de las periferias, no lo olvidemos.

Bueno, seguro que el Papa reforzará el mensaje de algo así como “El Papa sí, la Iglesia también”. Un mensaje muy apropiado para la audiencia de ese medio. Esto quiere decir que cuando los obispos entren esa mañana, el lunes, en la Conferencia Episcopal, las preguntas serán sobre la entrevista de Évole. Que cuando el Secretario General se ponga delante de los micrófonos, las preguntas serán sobre la entrevista de Évole. Que cuando los obispos se sienten a comer, hablarán de la entrevista de Évole.

Es decir, que Jordi Évole ha sido invitado a la Plenaria de los obispos, lo quiera o no, lo quieran o no los obispos. Por lo tanto, debemos suponer que quien decidió la entrevista también pensó meterse de lleno en la Asamblea Plenaria de los obispos, suponiendo que no estuviera ya dentro.

Una Plenaria, por cierto, en la que esperemos que la agenda pública la marquen desde la calle Añastro y no se la dicten los medios. Será inevitable que se hable de la pederastia, de las elecciones, es decir, de los temas que preocupan a la sociedad. Por eso es importante que la experiencia de la Iglesia, su sabiduría acumulada, se ponga en valor en beneficio de todos.

Y que la imagen de los discípulos misioneros, de una Iglesia en salida, valiente, profética, esperanzada, prevalezca sobre la de una Iglesia sorprendida, asustada y asediada.

 

José Francisco Serrano Oceja