Servicio diario - 12 de abril de 2019


 

Viernes de la Misericordia: Francisco visita a las personas con Alzheimer de `Villaggio Emanuele'
Rosa Die Alcolea

ENTREVISTA al Obispo de Tortosa, recibido por Francisco: "Puedo decir que la Virgen de la Cinta ha salvado la vida de muchos niños"
Rosa Die Alcolea

España: El Papa llama a los cofrades de la Virgen de la Cinta a "llevar la fraternidad a todos los rincones de la sociedad"
Rosa Die Alcolea

Benedicto XVI: El antídoto contra el mal es entrar en el amor de Dios
Redacción

Andrea Tornielli: El gesto del Siervo de los siervos de Dios
Redacción

Sudan del Sur: Discurso del Papa a los dirigentes del país después de su retiro espiritual
Redacción

Venezuela: "Seguimos con problemas de luz"
Ana Paula Morales

Predicación de Cuaresma: "Dios ha elegido lo que es necio para el mundo para confundir a los sabios"
Raniero Cantalamessa

Scholas Occurrentes: Firma de acuerdo con Think Equal en Madrid, España
Redacción

Beata Margherita da Cittá di Castello, 13 de abril
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

12/04/2019-16:32
Rosa Die Alcolea

Viernes de la Misericordia: Francisco visita a las personas con Alzheimer de `Villaggio Emanuele'

(ZENIT – 12 abril 2019).- Continuando con sus emotivas visitas en el ámbito de los Viernes de la Misericordia, el Obispo de Roma ha visitado esta tarde, viernes, 12 de abril de 2019, una institución destinada a personas con Alzheimer llamada el Villaggio Emanuele, en las afueras de Roma, ha informado la Oficina de Prensa del Vaticano.

Este último viernes de Cuaresma, el Pontífice se ha trasladado al Villaggio Emanuele acompañado de Mons. Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, con la intención de "evidenciar el interés por la condición de exclusión social y de soledad que una enfermedad como el Alzheimer puede generar en las personas que la padecen así como de desorientación, malestar y sufrimiento en sus familiares", señala la Santa Sede.

La llegada inesperada del Papa en coche al patio del pueblo, fue motivo de sorpresa y alegría para los residentes, con los que el Santo Padre, -acompañado por el profesor honorario de la Fundación Roma, Emanuel, y por el presidente actual Franco Parasassi- departió y a algunos de los cuales visitó en sus habitaciones.

 

Villaggio Emanuele

El “villaggio” (pueblo en italiano) está realmente organizado como un pueblo y sus habitantes pueden vivir en condiciones normales, prosiguiendo muchos aspectos de su vida diaria, necesarios para aquellos que viven esta patología difícil, creando y manteniendo así  un puente de comunicación con el exterior.

El pueblo lleva el nombre de su fundador, el profesor Emanuele F.M. Emanuele, presidente honorario de la Fundación Roma, y un innovador en la atención domiciliaria de las personas con Alzheimer. es único en Italia y obedece a la constatación de que esa enfermedad, también debido al aumento de la expectativa de vida, se ha convertido en una prioridad social y necesita, por lo tanto, un modelo de asistencia que garantice una vida lo más normal y respetuosa posible.

 

Identidad propia

El Villaggio Emanuele está formado por 14 casas, cada una de las cuales con capacidad para seis personas. También hay un mini supermercado, bar, restaurante y salón de belleza. Los residentes pueden comprar en el supermercado, ayudar en la cocina, ocuparse de las tareas cotidianas conservando así el sentido de la realidad y su identidad propia.

Cada apartamento está amueblado de la forma más parecida al domicilio en que vivía el residente y no hay una “jornada típica”, ya que cada persona puede decidir cómo quiere pasar su día. En la estructura hay médicos, psicólogos, fisioterapeutas y diverso personal sanitario y la asistencia es completamente gratuita.

La iniciativa de los Viernes de la Misericordia se trata de una actividad pastoral que Francisco comenzó durante el Jubileo de la Misericordia, y que ha llevado al Santo Padre a hospitales, clínicas, casas de acogida o de rehabilitación para drogo dependientes, entre otras instituciones caritativas.

 

 

 

 

12/04/2019-17:52
Rosa Die Alcolea

ENTREVISTA al Obispo de Tortosa, recibido por Francisco: "Puedo decir que la Virgen de la Cinta ha salvado la vida de muchos niños"

(ZENIT — 12 abril 2019).- La Real Archicofradía de la Virgen de la Cinta, Patrona de Tortosa, ciudad al norte de España, que nace de una bella y antiquísima tradición transmitida a través de los libros litúrgicos, cumple 400 años de su fundación, motivo por el cual han sido recibidos en audiencia por el Santo Padre Francisco, este viernes, 12 de abril de 2019.

"Yo estoy convencido de que la presencia de la Virgen en sus diversas advocaciones, en su silencio, en su estar ahí, es una presencia evangelizadora para el pueblo cristiano y para la sociedad, porque gracias a la devoción a la Virgen, la fe, que es un afecto hacia la persona del Señor, es decir, y ante la Santísima Virgen, se transmite en el pueblo": es el testimonio que Mons. Enrique Benavent, obispo de Tortosa, diócesis española en Cataluña, ha ofrecido a Zenit, coincidiendo con su visita, acompañado de 86 personas de su diócesis, al Papa Francisco este viernes, 12 de abril de 2019.

 

`Cingulis Traditio"

Según la tradición, la noche del 24 al 25 de marzo del año 1178, cuando ya había concluido la construcción de la primitiva catedral, la Santísima Virgen se hizo visible a un sacerdote devoto que se disponía a celebrar el oficio de maitines y le hizo entrega del sencillo cíngulo con el que ceñía su manto, diciéndole: "porque habéis construido esta Iglesia en honor de mi Hijo y en el mío y porque os amo a vosotros los tortosinos, pongo sobre el altar este cíngulo con el que me ciño y os lo entrego para que lo conservéis como signo de mi amor".

Ese cíngulo, que materialmente es el de una muchacha pobre, es el tesoro más preciado que conserva nuestra catedral (lo nostre tresor). Desde hace siglos es el lazo que ata los corazones de los tortosinos al de la Virgen, uniéndolos en el cielo y en la tierra, en la vida y en la muerte. "Gracias a él la devoción a la Santísima Virgen y la fe se han transmitido en nuestra ciudad de generación en generación", detalló el obispo de Tortosa.

Este año se ha celebrado el 4° centenario de la fundación de la Real Archicofradía. "Gracias a ella se ha mantenido y ha crecido la devoción a la Virgen de la Cinta", asegura el obispo español.

 

Año jubilar en Tortosa

"Este año tuvimos distintos tipos de actos, un año jubilar para la diócesis, tuvimos actos culturales. Celebraciones religiosas, hubo un programa también de colaboración con Caritas y de atención a los más necesitados, y distintos actos a lo largo de todo el año, entre ellos, también la bendición de una imagen de la Virgen que presidirá la fachada principal de la Catedral, que es una fachada inacabada y la hornacina central estará presidida por una imagen de la Virgen de la Cinta", relató a Zenit.

"Los miembros de la Archicofradía vinieron a pedirme: ¿No sería posible una audiencia con el Papa? Realmente yo creía que era imposible, pero escribí la carta y se ve que aquí lo pensaron y de manera un poco sorprendente para mí me dijeron que habían aceptado la petición, y esto es lo que vamos a tener".

 

Peregrinación diocesana a Roma

"Yo intenté que fuera una peregrinación diocesana, que no fuera solo los miembros de la junta de la Archicofradía sino que personas de la Diócesis que quisieran participar en este encuentro con el Papa. Al final son unas 86 personas las que participarán. Le presentaré lo que es la Archicofradía, lo que ha sido la historia de la devoción a la Virgen de la Cinta en la ciudad de Tortosa y escucharemos las palabras que el Papa nos quiera decir".

Estas 86 personas que participan en la peregrinación a la tumba de San Pedro son personas de la Diócesis, abierta a personas de la ciudad, y es que la Virgen de la Cinta es la Patrona de la ciudad, no de la Diócesis, aclaró Mons. Benavent.

 

Protección del concebido no nacido

El obispo atestigua: "Yo puedo decir que la Virgen de la Cinta ha salvado la vida de muchos niños".

“La devoción de la Virgen se ha mantenido muy viva en la ciudad de Tortosa”, aseguro el prelado. “Como es el día de la Encarnación del Señor, la devoción a la Virgen de la Cinta está vinculada también a la protección sobre el ser humano concebido y no nacido. Entonces muchas madres que tienen su gestación con dificultad piden ayuda a la Virgen de la Cinta y en los tiempos que corren, es muy importantes escuchar los testimonios de muchas madres que confiadas en la protección de la Virgen, a pesar de las dificultades han conseguido y han llevado adelante su embarazo”.

 

Fundación de la Cofradía

El sacerdote nacido en Valencia, España, narra cómo se fundó la Archicofradía, que hoy cumple 400 años: “La Cofradía la funda el obispo Juan de Tena. Él descubre que es importante también para la Diócesis, para la ciudad, la devoción a la Virgen de la Cinta. Ciertamente también un poco inspirado en la espiritualidad, en el espíritu del Concilio del Trento. Ciertamente no quiere una devoción mágica a la cinta, sino que lo quiere es espiritualizar esa devoción, y de alguna manera intenta que se pase un poco de la devoción al cíngulo de la Virgen a una devoción a la Virgen de la Cinta. Y que se pase de la devoción de la cinta de la Virgen a una devoción a la Virgen de la Cinta. Es una manera de espiritualizar, de darle un significado más teológico a esta devoción”.

El Papa, en la Exhortación Evangelii Gaudim dedica varias páginas a la religiosidad popular que es como la expresión de la fe del pueblo, es una idea suya. Esto es cierto. Yo muchas veces pienso que todas estas expresiones de religiosidad popular llegan a muchas personas a las que no llegamos a través de nuestros sermones, de nuestras actividades pastorales… ¿Por qué? Porque tocan el corazón de las personas.

“Es una advocación que, por su origen (la fiesta de la Encarnación del Señor), lleva a valorar y a cuidar la vida del ser humano no nacido. Durante estos años he escuchado el testimonio de madres gestantes en dificultad, que han protegido la vida de sus hijos confiadas en la Virgen, y que han experimentado su protección sobre sus hijos no nacidos. Durante los años de crisis la Archicofradía ha colaborado con las instituciones caritativas de la diócesis: Cáritas diocesana e interparroquial, casa de acogida, y con diversos programas de atención a los más pobres. Si la devoción a la Madre del Señor es auténtica nos llevar a estar atentos a las necesidades de todos sus hijos.

 

Palabras al Papa

Monseñor Benavent ha agradecido al Papa su encuentro con ellos, esta mañana en el Vaticano: “Santo Padre, para mí como obispo de Tortosa y para toda la diócesis; para la ciudad, representada hoy en su alcaldesa; para la Archicofradía y la Corte de Honor; y para todos los que estamos aquí, este encuentro es una gracia inmerecida que refuerza más los vínculos con la Sede de Pedro, vínculos históricamente fuertes, porque su antecesor Adriano VI era obispo de Tortosa cuando fue elegido Papa y siempre conservó el afecto por la que había sido su diócesis. Este encuentro es otro signo de amor que la Santísima Virgen ha tenido con nosotros y es, sin duda, uno de los acontecimientos más importantes para la Archicofradía en sus 400 años de historia.

Le aseguro que oramos por usted a la Santísima Virgen, y le pedimos que le conceda fortaleza y sabiduría para continuar por muchos años guiando al Pueblo cristiano por los caminos del Evangelio”.

 

 

 

 

12/04/2019-12:15
Rosa Die Alcolea

España: El Papa llama a los cofrades de la Virgen de la Cinta a "llevar la fraternidad a todos los rincones de la sociedad"

(ZENIT — 12 abril 2019).- Con motivo del 400 aniversario de la fundación de la Archicofradía de la Virgen de la Cinta, el Santo Padre ha recibido en audiencia a los miembros de esta Real Archicofradía de Tortosa, diócesis al norte de España, el viernes 12 de abril de 2019, en el Palacio Apostólico.

Junto al obispo de Tortosa, Mons. Enrique Benavent, y a la señora Meritxell Roigé, alcaldesa de la ciudad, han participado en este encuentro 85 personas de la diócesis española en peregrinación a la tumba de San Pedro.

 

Presencia en la sociedad

“Mirando el ejemplo de María estamos llamados a llevar esa fraternidad a todos los rincones de la sociedad”, les ha invitado el Papa. Asimismo, ha valorado la presencia de los hermanos cofrades en “diferentes realidades eclesiales” en su diócesis, de manera que colaboran para que la Iglesia sea ante todo “casa, familia, lugar de acogida y de amor, en la que todos, especialmente los pobres y marginados, puedan sentirse parte y jamás verse excluidos ni rechazados”.

Viviendo de este modo la fraternidad se convierte en “misión”, que “interpela” y “no deja indiferentes” –ha añadido Francisco– pues el amor mutuo que sale y se dirige hacia los demás es nuestra carta de presentación. Así, incluso los que no tienen fe podrán decir aquel elogio de Tertuliano: «Miren cómo se aman» (Apologeticum, 39: PL I, 471).

 

Vínculo al sucesor de Pedro

“La cofradía de Nuestra Señora de la Cinta ha estado desde su comienzo vinculada al sucesor de Pedro”, ha indicado el Papa. Pocos meses después de la constitución de la hermandad, aprobada por el obispo de esa ciudad, Luis de Tena, quisieron que fuese confirmada por el Papa Pablo V. Y ahora, con esta peregrinación a la tumba de Pedro, “desean renovar ese vínculo de comunión”, ha confirmado Francisco.

Este gesto de adhesión –ha continuado– no es algo del pasado que suscita solo un mero interés histórico, sino que “mantiene viva su actualidad”.

 

Recordar la unidad fraternal

“Ustedes se llaman hermanos, cofrades”, y de esa manera ponen de manifiesto la realidad fundamental de nuestras vidas, que “todos somos hijos de Dios”, ha explicado el Papa refiriéndose la palabra “cofradía”: “Etimológicamente, cofradía significa ‘unión de hermanos'”. Pero “no basta con decir que somos hermanos”, sino que “hay que recordar siempre esa unidad ‘fundacional’ que nos marca como tales”, ha advertido.

“Los hermanos –sabemos– con frecuencia discuten y se pelean por tantas cosas, pero aun cuando eso suceda, saben mantener siempre viva esa búsqueda de un bien que no puede excluir la paz y la concordia entre ellos. Y cuando no logran hacerlo, sufren”.

En este sentido, el Papa ha asegurado que “el vínculo de la caridad que en cuanto cofrades los une con su Obispo y, a través de él, con el Papa, constituye un don importante que los enriquece pero que también comporta una misión: la de ser fermento de solidaridad en la sociedad”.

 

Hermanos unidos

Vivir de esta manera, como hermanos unidos, supone esfuerzo y renuncia, pero les aseguro que merece la pena, porque es un signo ante la sociedad que siempre está dividida, no es moda de ahora, siempre estuvo y es un pecado social dividirnos. Por eso toda manifestación de hermandad, de solidaridad ayuda.  Los animo en su tarea para que sean signo ante el mundo de esa fraternidad que viene de Dios.

“Que el Señor los bendiga y sostenga siempre, y que la Virgen Santa los cuide y los acompañe en este trabajo de consolidar la fraternidad”, les ha bendecido el Santo Padre.

 

Aparición de la Virgen en 1178

En su saludo al Papa, el obispo de Tortosa Mons. Enrique Benavent Vidal, explicó que según una antíquisima tradición transmitida a través de los libros litúrgicos de la diócesis, la noche del 24 al 25 de marzo del año 1178, la Virgen se apareció a un sacerdote que estaba a punto de celebrar los maitines en la catedral y le entregó el cíngulo que ceñía su manto, diciéndole: “Porque habéis construido esta Iglesia en honor de mi Hijo y en el mío y porque os amo a vosotros los tortosinos, pongo sobre el altar este cíngulo con el que me ciño y os lo entrego para que lo conservéis como signo de mi amor”.

“Ese cíngulo, que materialmente es el de una muchacha pobre –dijo el obispo-  es el tesoro más preciado que conserva nuestra catedral (lo nostre tresor). Desde hace siglos es el lazo que ata los corazones de los tortosinos al de la Virgen, uniéndolos en el cielo y en la tierra, en la vida y en la muerte. Gracias a él la devoción a la Santísima Virgen y la fe se han transmitido en nuestra ciudad de generación en generación”.

 

Advocación en defensa de la vida

Después, refiriéndose a la tarea secular de la Real Archicofradía, el obispo español recordó que gracias a ella se ha mantenido y ha crecido la devoción a la Virgen de la Cinta. “Es una advocación que, por su origen (la fiesta de la Encarnación del Señor) lleva a valorar y a cuidar la vida del ser humano no nacido. Durante estos años he escuchado el testimonio de madres gestantes en dificultad, que han protegido la vida de sus hijos confiadas en la Virgen, y que han experimentado su protección sobre sus hijos no nacidos”, ha testimoniado Mons. Enrique Benavent.

Durante los años de crisis económica que ha asolado España en los últimos años (así como a Europa), la Archicofradía ha colaborado con las instituciones caritativas de la diócesis: Cáritas diocesana e interparroquial, casa de acogida, y con diversos programas de atención a los más pobres. “Si la devoción a la Madre del Señor es auténtica, nos llevará a estar atentos a las necesidades de todos sus hijos”.

 

 

 

 

12/04/2019-10:11
Redacción

Benedicto XVI: El antídoto contra el mal es entrar en el amor de Dios

(ZENIT- 12 abril 2019)- . En un amplio texto titulado "La Iglesia y los abusos sexuales" —filtrado este miércoles 11 de abril de 2019 por el New York Post— Benedicto XVI ofrece un contexto histórico sobre el problema de los abusos sexuales, también se refiere a los efectos en la vida de los sacerdotes y, en la parte final, hace una propuesta para una adecuada respuesta a este flagelo que ha dañado gravemente a la Iglesia.

A continuación se expone el texto completo del Papa Emérito Benedicto XVI:

***

 

La Iglesia y los abusos sexuales

"Del 21 al 24 de febrero, tras la invitación del Papa Francisco, los presidentes de las conferencias episcopales del mundo se reunieron en el Vaticano para discutir la crisis de fe y de la Iglesia, una crisis palpable en todo el mundo tras las chocantes revelaciones del abuso clerical perpetrado contra menores. La extensión y la gravedad de los incidentes reportados han desconcertado a sacerdotes y laicos, y ha hecho que muchos cuestionen la misma fe de la Iglesia. Fue necesario enviar un mensaje fuerte y buscar un nuevo comienzo para hacer que la Iglesia sea nuevamente creíble como luz entre los pueblos y como una fuerza que sirve contra los poderes de la destrucción.

Ya que yo mismo he servido en una posición de responsabilidad como pastor de la Iglesia en una época en la que se desarrolló esta crisis y antes de ella, me tuve que preguntar —aunque ya no soy directamente responsable por ser emérito— cómo podía contribuir a ese nuevo comienzo en retrospectiva. Entonces, desde el periodo del anuncio hasta la reunión misma de los presidentes de las conferencias episcopales, reuní algunas notas con las que quiero ayudar en esta hora difícil. Habiendo contactado al Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal (Pietro) Parolin, y al mismo Papa Francisco, me parece apropiado publicar este texto en el "Klerusblatt".

 

Mi trabajo se divide en tres partes.

En la primera busco presentar brevemente el amplio contexto del asunto, sin el cual el problema no se puede entender. Intento mostrar que en la década de 1960 ocurrió un gran evento, en una escala sin precedentes en la historia. Se puede decir que en los 20 años entre 1960 y 1980, los estándares vinculantes hasta entonces respecto a la sexualidad colapsaron completamente, y surgió una nueva normalidad que hasta ahora ha sido sujeta de varios laboriosos intentos de disrupción.

En la segunda parte, busco precisar los efectos de esta situación en la formación de los sacerdotes y en sus vidas.

Finalmente, en la tercera parte, me gustaría desarrollar algunas perspectivas para una adecuada respuesta por parte de la Iglesia".

 

1.

(1) El asunto comienza con la introducción de los niños y jóvenes en la naturaleza de la sexualidad, algo prescrita y apoyado por el Estado. En Alemania, la entonces ministra de salud, (Káte) Strobel, tenía una cinta en la que todo lo que antes no se permitía enseñar públicamente, incluidas las relaciones sexuales, se mostraba ahora con el propósito de educar. Lo que al principio se buscaba que fuera solo para la educación sexual de los jóvenes, se aceptó luego como una opción factible.

Efectos similares se lograron con el "Sexkoffer" publicado por el gobierno de Austria (N. DEL T. Materiales sexuales usados en los colegios austríacos a fines de la década de 1980). Las películas pornográficas y con contenido sexual se convirtieron entonces en algo común, hasta el punto que se transmitían en pequeños cines (Bahnhofskinos) (N. del T. cines baratos en Alemania que proyectaban pequeñas cintas cerca a las estaciones de tren).

Todavía recuerdo haber visto, mientras caminaba en la ciudad de Ratisbona un día, multitudes haciendo cola ante un gran cine, algo que habíamos visto antes solo en tiempos de guerra, cuando se esperaba una asignación especial. También recuerdo haber llegado a la ciudad el Viernes Santo de 1970 y ver en las vallas publicitarias un gran afiche de dos personas completamente desnudas y abrazadas.

Entre las libertades por las que la Revolución de 1968 peleó estaba la libertad sexual total, una que ya no tuviera normas. La voluntad de usar la violencia, que caracterizó esos años, está fuertemente relacionada con este colapso mental. De hecho, las cintas sexuales ya no se permitían en los aviones porque podían generar violencia en la pequeña comunidad de pasajeros. Y dado que los excesos en la vestimenta también provocaban agresiones, los directores de los colegios hicieron varios intentos para introducir una vestimenta escolar que facilitara un clima para el aprendizaje.

Parte de la fisionomía de la Revolución del 68 fue que la pedofilia también se diagnosticó como permitida y apropiada.

Para los jóvenes en la Iglesia, pero no solo para ellos, esto fue en muchas formas un tiempo muy difícil. Siempre me he preguntado cómo los jóvenes en esta situación se podían acercar al sacerdocio y aceptarlo con todas sus ramificaciones. El extenso colapso de las siguientes generaciones de sacerdotes en aquellos años y el gran número de laicizaciones fueron una consecuencia de todos estos desarrollos.

 

(2) Al mismo tiempo, independientemente de este desarrollo, la teología moral católica sufrió un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la sociedad. Trataré de delinear brevemente la trayectoria que siguió este desarrollo.

Hasta el Concilio Vaticano II, la teología moral católica estaba ampliamente fundada en la ley natural, mientras que las Sagradas Escrituras se citaban solamente para tener contexto o justificación. En la lucha del Concilio por un nuevo entendimiento de la Revelación, la opción por la ley natural fue ampliamente abandonada, y se exigió una teología moral basada enteramente en la Biblia.

Aún recuerdo cómo la facultad jesuita en Frankfurt entrenó al joven e inteligente Padre (Schüller) con el propósito de desarrollar una moralidad basada enteramente en las Escrituras. La bella disertación del Padre (Bruno) Schüller muestra un primer paso hacia la construcción de una moralidad basada en las Escrituras. El Padre fue luego enviado a Estados Unidos y volvió habiéndose dado cuenta de que solo con la Biblia la moralidad no podía expresarse sistemáticamente. Luego intentó una teología moral más pragmática, sin ser capaz de dar una respuesta a la crisis de moralidad.

Al final, prevaleció principalmente la hipótesis de que la moralidad debía ser exclusivamente determinada por los propósitos de la acción humana. Si bien la antigua frase "el fin justifica los medios" no fue confirmada en esta forma cruda, su modo de pensar si se había convertido en definitivo.

En consecuencia, ya no podía haber nada que constituya un bien absoluto, ni nada que fuera fundamentalmente malo; (podía haber) solo juicios de valor relativos. Ya no había bien (absoluto), sino solo lo relativamente mejor o contingente en el momento y en circunstancias.

La crisis de la justificación y la presentación de la moralidad católica llegaron a proporciones dramáticas al final de la década de 1980 y en la de 1990. El 5 de enero de 1989 se publicó la "Declaración de Colonia", firmada por 15 profesores católicos de teología. Se centró en varios puntos de la crisis en la relación entre el magisterio episcopal y la tarea de la teología. (Las reacciones a) este texto, que al principio no fue más allá del nivel usual de protestas, creció muy rápidamente y se convirtió en un grito contra el magisterio de la Iglesia y reunió, clara y visiblemente, el potencial de protesta global contra los esperados textos doctrinales de Juan Pablo II. (cf. D. Mieth, Kólner Erklárung, LThK, VI3, p. 196) (N. del T. El LTHK es el Lexikon für Theologie und Kirche, el Lexicon de Teología y la Iglesia, cuyos editores incluían al teólogo Karl Rahner y al Cardenal alemán Walter Kasper)

El Papa Juan Pablo II, que conocía muy bien y que seguía de cerca la situación en la que estaba la teología moral, comisionó el trabajo de una encíclica para poner las cosas en claro nuevamente. Se publicó con el título de Veritatis splendor (El esplendor de la verdad) el 6 de agosto de 1993 y generó diversas reacciones vehementes por parte de los teólogos morales. Antes de eso, el Catecismo de la Iglesia Católica (1992) ya había presentado persuasivamente y de modo sistemático la moralidad como es proclamada por la Iglesia.

Nunca olvidaré cómo el entonces líder teólogo moral de lengua alemana, Franz Bóckle, habiendo regresado a su natal Suiza tras su retiro, anunció con respecto a la Veritatis splendor que si la encíclica determinaba que había acciones que siempre y en todas circunstancias podían clasificarse como malas, entonces él la rebatiría con todos los recursos a su disposición.

Fue Dios, el Misericordioso, quien evitó que pusiera en práctica su resolución ya que Bóckle murió el 8 de julio de 1991. La encíclica fue publicada el 6 de agosto de 1993 y efectivamente incluía la determinación de que había acciones que nunca pueden ser buenas.

El Papa era totalmente consciente de la importancia de esta decisión en ese momento y para esta parte del texto consultó nuevamente a los mejores especialistas que no tomaron parte en la edición de la encíclica. Él sabía que no debía dejar duda sobre el hecho que la moralidad de balancear los bienes debe tener siempre un límite último. Hay bienes que nunca están sujetos a concesiones.

Hay valores que nunca deben ser abandonados por un valor mayor e incluso sobrepasar la preservación de la vida física. Existe el martirio. Dios es más, incluida la sobrevivencia física. Una vida comprada por la negación de Dios, una vida que se base en una mentira final, no es vida.

El martirio es la categoría básica de la existencia cristiana. El hecho que ya no sea moralmente necesario en la teoría que defiende Bóckle y muchos otros demuestra que la misma esencia del cristianismo está en juego aquí.

En la teología moral, sin embargo, otra pregunta se había vuelto apremiante: había ganado amplia aceptación la hipótesis de que el magisterio de la Iglesia debe tener competencia final ("infalibilidad") solo en materias concernientes a la fe y los asuntos sobre la moralidad no deben caer en el rango de las decisiones infalibles del magisterio de la Iglesia. Hay probablemente algo de cierto en esta hipótesis que garantiza un mayor debate, pero hay un mínimo conjunto de cuestiones morales que están indisolublemente relacionadas al principio fundacional de la fe y que tiene que ser defendido si no se quiere que la fe sea reducida a una teoría y no se le reconozca en su clamor por la vida concreta.

Todo esto permite ver cuán fundamentalmente se cuestiona la autoridad de la Iglesia en asuntos de moralidad. Los que niegan a la Iglesia una competencia en la enseñanza final en esta área la obligan a permanecer en silencio precisamente allí donde el límite entre la verdad y la mentira está en juego.

Independientemente de este asunto, en muchos círculos de teología moral se expuso la hipótesis de que la Iglesia no tiene y no puede tener su propia moralidad. El argumento era que todas las hipótesis morales tendrían su paralelo en otras religiones y, por lo tanto, no existiría una naturaleza cristiana. Pero el asunto de la naturaleza de una moralidad bíblica no se responde con el hecho que para cada sola oración en algún lugar, se puede encontrar un paralelo en otras religiones. En vez de eso, se trata de toda la moralidad bíblica, que como tal es nueva y distinta de sus partes individuales.

La doctrina moral de las Sagradas Escrituras tiene su forma de ser única predicada finalmente en su concreción a imagen de Dios, en la fe en un Dios que se mostró a sí mismo en Jesucristo y que vivió como ser humano. El Decálogo es una aplicación a la vida humana de la fe bíblica en Dios. La imagen de Dios y la moralidad se pertenecen y por eso resulta en el cambio particular de la actitud cristiana hacia el mundo y la vida humana. Además, el cristianismo ha sido descrito desde el comienzo con la palabra hodós (camino, en griego, usado en el Nuevo Testamente para hablar de un camino de progreso).

La fe es una travesía y una forma de vida. En la antigua Iglesia, el catecumenado fue creado como un hábitat en la que los aspectos distintivos y frescos de la forma de vivir la vida cristiana eran al mismo tiempo practicados y protegidos ante la cultura que era cada vez más desmoralizada. Creo que incluso hoy algo como las comunidades de catecumenado son necesarias para que la vida cristiana pueda afirmarse en su propia manera.

 

 

II.

Las reacciones eclesiales iniciales

 

(1) El proceso largamente preparado y en marcha para la disolución del concepto cristiano de moralidad estuvo marcado, como he tratado de demostrar, por la radicalidad sin precedentes de la década de 1960. Esta disolución de la autoridad moral de la enseñanza de la Iglesia necesariamente debió tener un efecto en los distintos miembros de la Iglesia. En el contexto del encuentro de los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo con el Papa Francisco, el asunto de la vida sacerdotal, así como la de los seminarios, es de particular interés. Ya que tiene que ver con el problema de la preparación en los seminarios para el ministerio sacerdotal, hay de hecho una descomposición de amplio alcance en cuanto a la forma previa de preparación.

En varios seminarios se establecieron grupos homosexuales que actuaban más o menos abiertamente, con lo que cambiaron significativamente el clima que se vivía en ellos. En un seminario en el sur de Alemania, los candidatos al sacerdocio y para el ministerio laico de especialistas pastorales (Pastoralreferent) vivían juntos. En las comidas cotidianas, los seminaristas y los especialistas pastorales estaban juntos. Los casados a veces estaban con sus esposas e hijos; y en ocasiones con sus novias. El clima en este seminario no proporcionaba el apoyo requerido para la preparación de la vocación sacerdotal. La Santa Sede sabía de esos problemas sin estar informada precisamente. Como primer paso, se acordó una visita apostólica (N. del T.: investigación) para los seminarios en Estados Unidos.

Como el criterio para la selección y designación de obispos también había cambiado luego del Concilio Vaticano II, la relación de los obispos con sus seminarios también era muy diferente. Por encima de todo se estableció la "conciliaridad" como un criterio para el nombramiento de nuevos obispos, que podía entenderse de varias maneras.

De hecho, en muchos lugares se entendió que las actitudes conciliares tenían que ver con tener una actitud crítica o negativa hacia la tradición existente hasta entonces, y que debía ser reemplazada por una relación nueva y radicalmente abierta con el mundo. Un obispo, que había sido antes rector de un seminario, había hecho que los seminaristas vieran películas pornográficas con la intención de que estas los hicieran resistentes ante las conductas contrarias a la fe.

Hubo —y no solo en los Estados Unidos de América— obispos que individualmente rechazaron la tradición católica por completo y buscaron una nueva y moderna "catolicidad" en sus diócesis. Tal vez valga la pena mencionar que en no pocos seminarios, a los estudiantes que los veían leyendo mis libros se les consideraba no aptos para el sacerdocio. Mis libros fueron escondidos, como si fueran mala literatura, y se leyeron solo bajo el escritorio.

La visita que se realizó no dio nuevas pistas, aparentemente porque varios poderes unieron fuerzas para maquillar la verdadera situación. Una segunda visita se ordenó y esa sí permitió tener datos nuevos, pero al final no logró ningún resultado. Sin embargo, desde la década de 1970 la situación en los seminarios ha mejorado en general. Y, sin embargo, solo aparecieron casos aislados de un nuevo fortalecimiento de las vocaciones sacerdotales ya que la situación general había tomado otro rumbo.

 

(2) El asunto de la pedofilia, según recuerdo, no fue agudo sino hasta la segunda mitad de la década de 1980. Mientras tanto, ya se había convertido en un asunto público en Estados Unidos, tanto así que los obispos fueron a Roma a buscar ayuda ya que la ley canónica, como se escribió en el nuevo Código (1983), no parecía suficiente para tomar las medidas necesarias. Al principio Roma y los canonistas romanos tuvieron dificultades con estas preocupaciones ya que, en su opinión, la suspensión temporal del ministerio sacerdotal tenía que ser suficiente para generar purificación y clarificación. Esto no podía ser aceptado por los obispos estadounidenses, porque de ese modo los sacerdotes permanecían al servicio del obispo y así eran asociados directamente con él. Lentamente fue tomando forma una renovación y profundización de la ley penal del nuevo Código, que había sido construida adrede de manera holgada.

Además y sin embargo, había un problema fundamental en la percepción de la ley penal. Solo el llamado garantismo (una especie de proteccionismo procesal) era considerado como "conciliar. Esto significa que se tenía que garantizar, por encima de todo, los derechos del acusado hasta el punto en que se excluyera del todo cualquier tipo de condena. Como contrapeso ante las opciones de defensa, disponibles para los teólogos acusados y con frecuencia inadecuadas, su derecho a la defensa usando el garantismo se extendió a tal punto que las condenas eran casi imposibles.

Permítanme un breve excurso en este punto. A la luz de la escala de la inconducta pedófila, una palabra de Jesús nuevamente salta a la palestra: "Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera si le hubieran atado al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y lo hubieran echado al mar (Mc 9,42).

La palabra "pequeños" en el idioma de Jesús significa los creyentes comunes que pueden ver su fe confundida por la arrogancia intelectual de aquellos que creen que son inteligentes. Entonces, aquí Jesús protege el depósito de la fe con una amenaza o castigo enfático para quienes hacen daño.

El uso moderno de la frase no es en sí mismo equivocado, pero no debe oscurecer el significado original. En él queda claro, contra cualquier garantismo, que no solo el derecho del acusado es importante y requiere una garantía. Los grandes bienes como la fe son igualmente importantes.

Entonces, una ley canónica balanceada que se corresponda con todo el mensaje de Jesús no solo tiene que proporcionar una garantía para el acusado, para quien el respeto es un bien legal, sino que también tiene que proteger la fe que también es un importante bien legal. Una ley canónica adecuadamente formada tiene que contener entonces una doble garantía: la protección legal del acusado y la protección legal del bien que está en juego. Si hoy se presenta esta concepción inherentemente clara, generalmente se cae en hacer oídos sordos cuando se llega al asunto de la protección de la fe como un bien legal. En la consciencia general de la ley, la fe ya no parece tener el rango de bien que requiere protección. Esta es una situación alarmante que los pastores de la Iglesia tienen que considerar y tomar en serio.

Ahora me gustaría agregar, a las breves notas sobre la situación de la formación sacerdotal en el tiempo en el que estalló la crisis, algunas observaciones sobre el desarrollo de la ley canónica en este asunto.

En principio, la Congregación para el Clero es la responsable de lidiar con crímenes cometidos por sacerdotes, pero dado que el garantismo dominó largamente la situación en ese entonces, estuve de acuerdo con el Papa Juan Pablo II en que era adecuado asignar estas ofensas a la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo el título de "Delicta maiora contra fidem".

Esto hizo posible imponer la pena máxima, es decir la expulsión del estado clerical, que no se habría podido imponer bajo otras previsiones legales. Esto no fue un truco para imponer la máxima pena, sino una consecuencia de la importancia de la fe para la Iglesia. De hecho, es importante ver que tal inconducta de los clérigos al final daña la fe.

Allí donde la fe ya no determina las acciones del hombre es que tales ofensas son posibles.

La severidad del castigo, sin embargo, también presupone una prueba clara de la ofensa: este aspecto del garantismo permanece en vigor.

En otras palabras, para imponer la máxima pena legalmente, se requiere un proceso penal genuino, pero ambos, las diócesis y la Santa Sede se ven sobrepasados por tal requerimiento. Por ello formulamos un nivel mínimo de procedimientos penales y dejamos abierta la posibilidad de que la misma Santa Sede asuma el juicio allí donde la diócesis o la administración metropolitana no pueden hacerlo. En cada caso, el juicio debe ser revisado por la Congregación para la Doctrina de la Fe para garantizar los derechos del acusado. Finalmente, en la feria cuarta (N. del T. la asamblea de los miembros de la Congregación) establecimos una instancia de apelación para proporcionar la posibilidad de apelar.

Ya que todo esto superó en la realidad las capacidades de la Congregación para la Doctrina de la Fe y ya que las demoras que surgieron tenían que ser previstas dada la naturaleza de esta materia, el Papa Francisco ha realizado reformas adicionales.

 

(1.) ¿Qué se debe hacer? ¿Tal vez deberíamos crear otra Iglesia para que las cosas funcionen? Bueno, ese experimento ya se ha realizado y ya ha fracasado. Solo la obediencia y el amor por nuestro Señor Jesucristo pueden indicarnos el camino, así que primero tratemos de entender nuevamente y desde adentro (de nosotros mismos) lo que el Señor quiere y ha querido con nosotros.

Primero, sugeriría lo siguiente: si realmente quisiéramos resumir muy brevemente el contenido de la fe como está en la Biblia, tendríamos que hacerlo diciendo que el Señor ha iniciado una narrativa de amor con nosotros y quiere abarcar a toda la creación en ella. La forma de pelear contra el mal que nos amenaza a nosotros y a todo el mundo, solo puede ser, al final, que entremos en este amor. Es la verdadera fuerza contra el mal, ya que el poder del mal emerge de nuestro rechazo a amar a Dios. Quien se confía al amor de Dios es redimido. Nuestro ser no redimidos es una consecuencia de nuestra incapacidad de amar a Dios. Aprender a amar a Dios es, por lo tanto, el camino de la redención humana.

Tratemos de desarrollar un poco más este contenido esencial de la revelación de Dios. Podemos entonces decir que el primer don fundamental que la fe nos ofrece es la certeza de que Dios existe. Un mundo sin Dios solo puede ser un mundo sin significado. De otro modo, ¿de dónde vendría todo? En cualquier caso, no tiene propósito espiritual. De algún modo está simplemente allí y no tiene objetivo ni sentido. Entonces no hay estándares del bien ni del mal, y solo lo que es más fuerte que otra cosa puede afirmarse a sí misma y el poder se convierte en el único principio. La verdad no cuenta, en realidad no existe. Solo si las cosas tienen una razón espiritual tienen una intención y son concebidas. Solo si hay un Dios Creador que es bueno y que quiere el bien, la vida del hombre puede entonces tener sentido.

Existe un Dios como creador y la medida de todas las cosas es una necesidad primera y primordial, pero un Dios que no se exprese para nada a sí mismo, que no se hiciese conocido, permanecería como una presunción y podría entonces no determinar la forma [Gestalt] de nuestra vida. Para que Dios sea realmente Dios en esta creación deliberada, tenemos que mirarlo para que se exprese a sí mismo de alguna forma. Lo ha hecho de muchas maneras, pero decisivamente lo hizo en el llamado a Abraham y que le dio a la gente que buscaba a Dios la orientación que lleva más allá de toda expectativa: Dios mismo se convierte en criatura, habla como hombre con nosotros los seres humanos.

En este sentido la frase "Dios es", al final se convierte en un mensaje verdaderamente gozoso, precisamente porque Él es más que entendimiento, porque Él crea —y es— amor para que una vez más la gente sea consciente de esta, la primera y fundamental tarea confiada a nosotros por el Señor.

Una sociedad sin Dios —una sociedad que no lo conoce y que lo trata como no existente— es una sociedad que pierde su medida. En nuestros días fue que se acuñó la frase de la muerte de Dios. Cuando Dios muere en una sociedad, se nos dijo, esta se hace libre. En realidad, la muerte de Dios en una sociedad también significa el fin de la libertad porque lo que muere es el propósito que proporciona orientación, dado que desaparece la brújula que nos dirige en la dirección correcta que nos enseña a distinguir el bien del mal. La sociedad occidental es una sociedad en la que Dios está ausente en la esfera pública y no tiene nada que ofrecerle. Y esa es la razón por la que es una sociedad en la que la medida de la humanidad se pierde cada vez más. En puntos individuales, de pronto parece que lo que es malo y destruye al hombre se ha convertido en una cuestión de rutina.

Ese es el caso con la pedofilia. Se teorizó solo hace un tiempo como algo legítimo, pero se ha difundido más y más. Y ahora nos damos cuenta con sorpresa de que las cosas que les están pasando a nuestros niños y jóvenes amenazan con destruirlos. El hecho de que esto también pueda extenderse en la Iglesia y entre los sacerdotes es algo que nos debe molestar de modo particular.

¿Por qué la pedofilia llegó a tales proporciones? Al final de cuentas, la razón es la ausencia de Dios. Nosotros, cristianos y sacerdotes, también preferimos no hablar de Dios porque este discurso no parece ser práctico. Luego de la convulsión de la Segunda Guerra Mundial, nosotros en Alemania todavía teníamos expresamente en nuestra Constitución que estábamos bajo responsabilidad de Dios como un principio guía. Medio siglo después, ya no fue posible incluir la responsabilidad para con Dios como un principio guía en la Constitución europea. Dios es visto como la preocupación partidaria de un pequeño grupo y ya no puede ser un principio guía para la comunidad como un todo. Esta decisión se refleja en la situación de Occidente, donde Dios se ha convertido en un asunto privado de una minoría.

Una tarea primordial, que tiene que resultar de las convulsiones morales de nuestro tiempo, es que nuevamente comencemos a vivir por Dios y bajo Él. Por encima de todo, nosotros tenemos que aprender una vez más a reconocer a Dios como la base de nuestra vida en vez de dejarlo a un lado como si fuera una frase no efectiva. Nunca olvidaré la advertencia del gran teólogo Hans Urs von Balthasar que una vez me escribió en una de sus postales: "¡No presuponga al Dios trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo, preséntelo!".

De hecho, en la teología Dios siempre se da por sentado como un asunto de rutina, pero en lo concreto uno no se relaciona con Él. El tema de Dios parece tan irreal, tan expulsado de las cosas que nos preocupan y, sin embargo, todo se convierte en algo distinto si no se presupone sino que se presenta a Dios. No dejándolo atrás como un marco, sino reconociéndolo como el centro de nuestros pensamientos, palabras y acciones.

 

(2) Dios se hizo hombre por nosotros. El hombre como Su criatura es tan cercano a Su corazón que Él se ha unido a sí mismo con él y ha entrado así en la historia humana de una forma muy práctica. Él habla con nosotros, vive con nosotros, sufre con nosotros y asumió la muerte por nosotros. Hablamos sobre esto en detalle en la teología, con palabras y pensamientos aprendidos, pero es precisamente de esta forma que corremos el riesgo de convertirnos en maestros de fe en vez de ser renovados y hechos maestros por la fe.

Consideremos esto con respecto al asunto central: la celebración de la Santa Eucaristía. Nuestro manejo de la Eucaristía solo puede generar preocupación. El Concilio Vaticano II se centró correctamente en regresar este sacramento de la presencia del cuerpo y la sangre de Cristo, de la presencia de Su persona, de su Pasión, Muerte y Resurrección, al centro de la vida cristiana y la misma existencia de la Iglesia. En parte esto realmente ha ocurrido y deberíamos estar agradecidos al Señor por ello.

Y sin embargo prevalece una actitud muy distinta. Lo que predomina no es una nueva reverencia por la presencia de la muerte y resurrección de Cristo, sino una forma de lidiar con Él que destruye la grandeza del Misterio. La caída en la participación de las celebraciones eucarísticas dominicales muestra lo poco que los cristianos de hoy saben sobre apreciar la grandeza del don que consiste en Su Presencia real. La Eucaristía se ha convertido en un mero gesto ceremonial cuando se da por sentado que la cortesía requiere que sea ofrecido en celebraciones familiares o en ocasiones como bodas y funerales a todos los invitados por razones familiares.

La forma en la que la gente simplemente recibe el Santísimo Sacramento en la comunión como algo rutinario muestra que muchos la ven como un gesto puramente ceremonial. Por lo tanto, cuando se piensa en la acción que se requiere primero y primordialmente, es bastante obvio que no necesitamos otra Iglesia con nuestro propio diseño. En vez de ello se requiere, primero que nada, la renovación de la fe en la realidad de que Jesucristo se nos es dado en el Santísimo Sacramento.

En conversaciones con víctimas de pedofilia, me hicieron muy consciente de este requisito primero y fundamental. Una joven que había sido acólita me dijo que el capellán, su superior en el servicio del altar, siempre la introducía al abuso sexual que él cometía con estas palabras: "Este es mi cuerpo que será entregado por ti".

Es obvio que esta mujer ya no puede escuchar las palabras de la consagración sin experimentar nuevamente la terrible angustia de los abusos. Sí, tenemos que implorar urgentemente al Señor por su perdón, pero antes que nada tenemos que jurar por Él y pedirle que nos enseñe nuevamente a entender la grandeza de Su sufrimiento y Su sacrificio. Y tenemos que hacer todo lo que podamos para proteger del abuso el don de la Santísima Eucaristía.

 

(3) Y finalmente, está el Misterio de la Iglesia. La frase con la que Romano Guardini, hace casi 100 años, expresó la esperanza gozosa que había en él y en muchos otros, permanece inolvidable: "Un evento de importancia incalculable ha comenzado, la Iglesia está despertando en las almas".

Se refería a que la Iglesia ya no era experimentada o percibida simplemente como un sistema externo que entraba en nuestras vidas, como una especie de autoridad, sino que había comenzado a ser percibida como algo presente en el corazón de la gente, como algo no meramente externo sino que nos movía interiormente. Casi 50 años después, al reconsiderar este proceso y viendo lo que ha estado pasando, me siento tentado a revertir la frase: "La Iglesia está muriendo en las almas".

De hecho, hoy la Iglesia es vista ampliamente solo como una especie de aparato político. Se habla de ella casi exclusivamente en categorías políticas y esto se aplica incluso a obispos que formulan su concepción de la Iglesia del mañana casi exclusivamente en términos políticos. La crisis, causada por los muchos casos de abusos de clérigos, nos hace mirar a la Iglesia como algo casi inaceptable que tenemos que tomar en nuestras manos y rediseñar. Pero una Iglesia que se hace a sí misma no puede constituir esperanza.

Jesús mismo comparó la Iglesia a una red de pesca en la que Dios mismo separa los buenos peces de los malos. También hay una parábola de la Iglesia como un campo en el que el buen grano que Dios mismo sembró crece junto a la mala hierba que "un enemigo" secretamente echó en él. De hecho, la mala hierba en el campo de Dios, la Iglesia, son ahora excesivamente visibles y los peces malos en la red también muestran su fortaleza. Sin embargo, el campo es aún el campo de Dios y la red es la red de Dios. Y en todos los tiempos, no solo ha habido mala hierba o peces malos, sino también los sembríos de Dios y los buenos peces. Proclamar ambos con énfasis y de la misma forma no es una manera falsa de apologética, sino un necesario servicio a la Verdad.

En este contexto es necesario referirnos a un importante texto en la Revelación a Juan. El demonio es identificado como el acusador que acusa a nuestros hermanos ante Dios día y noche. (Ap 12, 10). El Apocalipsis toma entonces un pensamiento que está al centro de la narrativa en el libro de Job (Job 1 y 2, 10; 42:7-16). Allí se dice que el demonio buscaba mostrar que lo correcto en la vida de Job ante Dios era algo meramente externo. Y eso es exactamente lo que el Apocalipsis tiene que decir: el demonio quiere probar que no hay gente correcta, que su corrección solo se muestra en lo externo. Si uno pudiera acercarse, entonces la apariencia de justicia se caería rápidamente.

La narración comienza con una disputa entre Dios y el demonio, en la que Dios se ha referido a Job como un hombre verdaderamente justo. Ahora va a ser usado como un ejemplo para probar quién tiene razón. El demonio pide que se le quiten todas sus posesiones para ver que nada queda de su piedad. Dios le permite que lo haga, tras lo cual Jon actúa positivamente. Luego el demonio presiona y dice: "¡Piel por piel! Sí, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Sin embargo, extiende ahora tu mano y toca su hueso y su carne, verás si no te maldice en tu misma cara". (Job 2,4f).

Entonces Dios le otorga al demonio un segundo turno. También toca la piel de Job y solo le está negado matarlo. Para los cristianos es claro que este Job, que está de pie ante Dios como ejemplo para toda la humanidad, es Jesucristo. En el Apocalipsis el drama de la humanidad nos es presentado en toda su amplitud.

El Dios Creador es confrontado con el demonio que habla a toda la humanidad y a toda la creación. Le habla no solo a Dios, sino y sobre todo a la gente: Miren lo que este Dios ha hecho. Supuestamente una buena creación. En realidad está llena de miseria y disgustos. El desaliento de la creación es en realidad el menosprecio de Dios. Quiere probar que Dios mismo no es bueno y alejarnos de Él.

La oportunidad en la que el Apocalipsis no está hablando aquí es obvia. Hoy, la acusación contra Dios es sobre todo menosprecio de Su Iglesia como algo malo en su totalidad y por lo tanto nos disuade de ella. La idea de una Iglesia mejor, hecha por nosotros mismos, es de hecho una propuesta del demonio, con la que nos quiere alejar del Dios viviente usando una lógica mentirosa en la que fácilmente podemos caer. No, incluso hoy la Iglesia no está hecha solo de malos peces y mala hierba. La Iglesia de Dios también existe hoy, y hoy es ese mismo instrumento a través del cual Dios nos salva.

Es muy importante oponerse con toda la verdad a las mentiras y las medias verdades del demonio: sí, hay pecado y mal en la Iglesia, pero incluso hoy existe la Santa Iglesia, que es indestructible. Además hoy hay mucha gente que humildemente cree, sufre y ama, en quien el Dios verdadero, el Dios amoroso, se muestra a Sí mismo a nosotros. Dios también tiene hoy Sus testigos ("martyres") en el mundo. Nosotros solo tenemos que estar vigilantes para verlos y escucharlos.

La palabra mártir está tomada de la ley procesal. En el juicio contra el demonio, Jesucristo es el primer y verdadero testigo de Dios, el primer mártir, que desde entonces ha sido seguido por incontables otros.

El hoy de la Iglesia es más que nunca una Iglesia de mártires y por ello un testimonio del Dios viviente. Si miramos a nuestro alrededor y escuchamos con un corazón atento, podremos hoy encontrar testigos en todos lados, especialmente entre la gente ordinaria, pero también en los altos rangos de la Iglesia, que se alzan por Dios con sus vidas y su sufrimiento. Es una inercia del corazón lo que nos lleva a no desear reconocerlos. Una de las grandes y esenciales tareas de nuestra evangelización es, hasta donde podamos, establecer hábitats de fe y, por encima de todo, encontrar y reconocerlos.

Vivo en una casa, en una pequeña comunidad de personas que descubren tales testimonios del Dios viviente una y otra vez en la vida diaria, y que alegremente me comentan esto. Ver y encontrar a la Iglesia viviente es una tarea maravillosa que nos fortalece y que, una y otra vez, nos hace alegres en nuestra fe.

Al final de mis reflexiones me gustaría agradecer al Papa Francisco por todo lo que hace para mostrarnos siempre la luz de Dios que no ha desaparecido, incluso hoy.

¡Gracias Santo Padre!

Benedicto XVI

 

Traducido por Aciprensa

 

 

 

12/04/2019-16:56
Redacción

Andrea Tornielli: El gesto del Siervo de los siervos de Dios

(ZENIT — 12 abril 2019).- "El gesto sorprendente y conmovedor de Francisco al concluir los dos días de retiro espiritual por la paz en Sudán del Sur que el Pontífice acogió en su casa, tiene un sabor evangélico", describe Andrea Tornielli, Director Editorial del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede, en su artículo publicado el 12 de abril de 2019 en Vatican News español.

Reproducimos el artículo íntegro, al día siguiente de concluir este Retiro Espiritual en la Casa de Santa Marta, en el Vaticano, para las principales autoridades políticas y religiosas de Sudán del Sur, comprometidas con la promoción de la paz, que el Papa Francisco clausuró con unas esperanzadoras palabras el 11 de abril de 2019, seguido de un gesto simbólico de paz: besó los pies de los 5 líderes civiles del país africano.

***

 

El gesto sorprendente y conmovedor de Francisco al concluir los dos días de retiro espiritual por la paz en Sudán del Sur que el Pontífice acogió en su casa, tiene un sabor evangélico. Y sucedió exactamente una semana antes de que el mismo gesto se repitiera en las iglesias de todo el mundo para conmemorar la Última Cena, cuando Jesús, ya en la víspera de su Pasión, lavó los pies a los apóstoles mostrándoles así el camino del servicio.

En la Casa Santa Marta, después de haber pedido "como hermano" a los líderes de este país que "permanecieran en paz", Francisco, con un sufrimiento visible, quiso inclinarse ante ellos para besar sus pies. Igualmente se postró delante del Presidente de la República de Sudán del Sur, Salva Kiir Mayardit, y de los vicepresidentes designados presentes, incluyendo a Riek Machar y Rebecca Nyandeng De Mabio.

Una imagen fuerte que sólo puede entenderse en el clima de perdón mutuo que caracterizó los dos días de retiro. No es una cumbre político-diplomática, sino una experiencia de oración y reflexión común entre líderes que, a pesar de haber firmado un acuerdo de paz, luchan con esfuerzo para que éste sea respetado.

La paz, para los creyentes, se invoca ante Dios. Y se invoca rezando aún más ante el sacrificio de tantas víctimas inocentes del odio y de la guerra.

Algo debe haber sucedido durante esas horas en Santa Marta, en primer lugar entre los líderes de Sudán del Sur que aceptaron la invitación del Obispo de Roma para participar de este retiro, cuyo título es "Siervo de los siervos de Dios". Arrodillado con dificultad para besar sus pies, el Papa se inclinó ante aquello que Dios había suscitado durante esta reunión de oración.

Gestos similares, imagen de evangelio de servicio, no son nuevos en la historia reciente del papado.

El 14 de diciembre de 1975, San Pablo VI, en la Capilla Sixtina, celebrando el décimo aniversario de la cancelación de las excomuniones mutuas entre las Iglesias de Roma y Constantinopla, bajó del altar al final de la Misa vistiendo nuevamente los ornamentos sagrados y se inclinó a los pies del Metropolitano de Calcedonia, representante del Patriarca Demetrio.

Un gesto que recordaba, además del lavado de los pies realizado por Jesús, también los acontecimientos del Concilio de Florencia, cuando en 1439 los patriarcas ortodoxos se negaron a besar los pies del Papa Eugenio IV.

En relación con los otros hermanos cristianos, como en el caso de los que se dejan tocar el corazón y aceptan gestos de reconciliación y de paz, los Papas "Siervos de los siervos de Dios" no tienen miedo de humillarse para imitar a su Maestro.

 

 

 

12/04/2019-10:59
Redacción

Sudan del Sur: Discurso del Papa a los dirigentes del país después de su retiro espiritual

(ZENIT- 12 abril 2019).- Ayer 11 de abril de 2019, en la Casa de Santa Marta, en el Vaticano, concluyó el Retiro espiritual en el que han participado las autoridades civiles y eclesiásticas de Sudán del Sur, iniciado el día 10 y organizado de común acuerdo entre la Secretaría de Estado Vaticana y la Oficina del arzobispo de Canterbury, Su Gracia Justin Welby.

Después de su discurso, el Santo Padre besó los pies al Presidente y a los vicepresidentes de Sudán del Sur, un signo extraordinario para suplicar el compromiso de los líderes de Sudán del Sur por la paz.

Sucesivamente, los participantes recibieron una Biblia firmada por el Santo Padre Francisco, Su Gracia Justin Welby y el reverendo John Chalmers, ex moderador de la Iglesia Presbiteriana de Escocia, con el lema: "Busca lo que une. Supera lo que divide ". A los líderes de Sudán del Sur, que han asumido un compromiso común por la paz también se les ha impartido la bendición.

Publicamos a continuación el discurso pronunciado por el Santo Padre al final del retiro.

 

Discurso del Santo Padre

 

Saludo inicial

1. Doy una cordial bienvenida a cada uno de vosotros, los aquí presentes: al Presidente de la República, a la vicepresidenta y los vicepresidentes de la futura Presidencia de la República, quienes, de conformidad con los términos del Revitalised Agreement on the Resolution of Conflict in South Sudan asumirán altos cargos de responsabilidad nacional el próximo 12 de mayo. También saludo fraternalmente a los miembros del Consejo de las Iglesias de Sudán del Sur, que acompañan espiritualmente el camino de la grey que se les ha confiado en sus respectivas comunidades. Doy gracias a todos por la buena voluntad y el corazón abierto con el que aceptaron mi invitación a participar en este retiro en el Vaticano. Quisiera dirigir un saludo especial al arzobispo de Canterbury, Su Gracia Justin Welby, que concibió esta iniciativa,- es un hermano que va siempre adelante en la reconciliación- y al ex moderador de la Iglesia Presbiteriana de Escocia, el reverendo John Chalmers. Junto a vosotros alabo a Dios, con el corazón agradecido y exultante por permitirnos compartir estos dos días de gracia en su santa presencia, para implorar y recibir su paz.

Quiero dirigirme a todos vosotros con las palabras del Señor resucitado “¡La paz con vosotros!” (Jn 20:19). Este saludo, al mismo tiempo alentador y consolador, fue el que Jesús dirigió en el cenáculo  a sus discípulos, atemorizados y desolados, cuando se les apareció después de su resurrección. Es extremadamente importante para nosotros recordar  que “paz” fue la primera palabra pronunciada por la voz del Señor, el primer don ofrecido a los apóstoles después de su dolorosa pasión y su triunfo sobre la muerte. Yo también os dirijo ese mismo saludo a los que venís de un contexto de gran tribulación para vosotros  y para vuestro pueblo, un pueblo muy probado por las consecuencias de los conflictos. Que esas palabras resuenen en el cenáculo de esta casa, como las palabras del Maestro, para que todos y cada uno de vosotros tome nuevas fuerzas para alcanzar  el progreso tan deseado de vuestra joven nación y,  como el fuego de Pentecostés en la joven comunidad cristiana, se encienda una nueva luz de esperanza para todos los habitantes de Sudán del Sur. Por eso, llevando todo esto en mi corazón os digo:  “¡La paz con vosotros!”

La paz es el primer don que el Señor nos ha dado y es la primera tarea que los líderes de las naciones deben perseguir: es la condición fundamental para el respeto de los derechos de cada hombre y para el desarrollo integral de todo el pueblo. Jesucristo, a quien Dios Padre envió al mundo como el Príncipe de la Paz, nos dio el modelo a seguir. Él, pasando por el sacrificio y la obediencia, dio su paz al mundo. Por eso, ya desde el momento de su nacimiento, el coro de ángeles entonó el canto celestial: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra, paz a los hombres, en quienes  él se complace” (Lc 2:14).¡ Qué alegría si todos los miembros del pueblo  de Sudán del Sur pudieran cantar con una sola voz el canto que se hace eco de aquel del ángel!: “Oh Dios, te rogamos y te glorificamos por tu gracia en favor de Sudán del Sur, tierra de gran abundancia; mantennos juntos y en armonía “(Primera estrofa del Himno Nacional de Sudán del Sur). ¡Y cómo me gustaría que las voces de toda la familia humana se unieran a este coro celestial para proclamar gloria a Dios y promover la paz entre los hombres!

 

Mirada de Dios

2. Somos muy conscientes de que la naturaleza de este encuentro nuestro es muy especial y, de alguna manera, única, porque aquí no se trata de un común y habitual encuentro  bilateral o diplomático entre el Papa y los Jefes de Estado y tampoco de una iniciativa ecuménica entre los representantes de las diferentes comunidades cristianas: se trata, de hecho, de un retiro espiritual. La palabra “retiro” ya indica un alejamiento voluntario de un ambiente o de una actividad hacia un lugar apartado. Y el adjetivo “espiritual” sugiere que este nuevo espacio de experiencia se caracteriza por el recogimiento interior, la oración confiada, la reflexión ponderada y los encuentros reconciliadores, que dé buenos frutos para uno mismo y, en consecuencia, para las comunidades a las que pertenecemos.

El propósito de este retiro es estar juntos ante Dios y discernir su voluntad; es reflexionar sobre nuestra vida y sobre la misión común que se nos confía; es tomar conciencia de la enorme corresponsabilidad por el presente y el futuro del pueblo de Sudán del Sur; es comprometerse, revitalizados y reconciliados, en la construcción de vuestra nación. Queridos hermanos y hermanas, no olvidemos que a nosotros, líderes políticos y religiosos, Dios ha confiado la tarea de ser líderes de su pueblo: nos ha confiado mucho, y precisamente por eso, ¡requerirá mucho más de nosotros! Nos pedirá cuentas  de nuestro servicio y de nuestra administración, de nuestro esfuerzo en favor de la paz y del bien cumplido con los miembros de nuestras comunidades, especialmente los más necesitados y marginados, en otras palabras, nos pedirá cuentas de nuestra vida pero también de la vida de los demás (ver Lc 12,48).

El gemido de los pobres que tienen hambre y sed de justicia nos obliga en conciencia y nos compromete en nuestro servicio. Son pequeños a los ojos del mundo pero son preciosos a los ojos de Dios. Cuando uso esta expresión “los ojos de Dios”, pienso en la mirada del Señor Jesús. Cada retiro espiritual, así como el examen diario de conciencia, deben hacernos sentir con todo nuestro ser, con toda nuestra historia, con todas nuestras virtudes y también nuestros defectos, que estamos ante la mirada del Señor, el Único que puede ver la verdad en nosotros y guiarnos completamente a ella. La Palabra de Dios nos da un hermoso ejemplo de cómo el encuentro con la mirada de Jesús puede marcar los momentos más importantes en la vida de uno de sus discípulos. Son las tres miradas del Señor al apóstol Pedro, que me gustaría recordar.

La primera mirada de Jesús a Pedro fue cuando su hermano Andrés lo había llevado ante Él , diciéndole que era el Mesías: Jesús fija su mirada en Simón y le dice que de ahora en adelante se llamará Pedro (ver Jn 1, 41-42). ). Sucesivamente, le anunciará que sobre esa “piedra” construirá su Iglesia, mostrándole así que cuenta  con él para llevar a cabo el plan de salvación para su pueblo. La primera mirada, por lo tanto, es la mirada de la elección que despertó el entusiasmo por una misión especial.
La segunda mirada es la de la noche del Jueves Santo. Pedro ha negado a su Señor por tercera vez. Jesús, a quien se llevan con la fuerza los soldados, lo mira de nuevo, esta vez despertando en él un arrepentimiento doloroso pero saludable. El apóstol se escapó y “lloró amargamente” (Mt 26, 75) por haber traicionado la vocación, la confianza y la amistad del Maestro. La segunda mirada de Jesús, por lo tanto, tocó el corazón de Pedro y causó su conversión.

Finalmente, después de la resurrección, en la orilla del lago de Tiberíades, Jesús fija otra vez su mirada en Pedro, pidiéndole tres veces que le declare su amor  y confiándole de nuevo la misión de pastor de su rebaño, indicándole también cómo esta misión habría culminado con el sacrificio de su vida (ver Jn. 21: 15-19).

De alguna manera, podemos decir que todos hemos sido llamados a la vida de fe, hemos sido elegidos por Dios, pero también por el pueblo, para servirlo fielmente, y en este servicio, quizás, hayamos cometido errores, algunos más pequeños, otros más grandes. El Señor Jesús, sin embargo, siempre perdona los errores del que se arrepiente y siempre renueva su confianza, pidiéndonos, a nosotros en particular, una total dedicación a la causa de su pueblo.

Queridos hermanos y hermanas, la mirada de Jesús se posa también ,aquí  y ahora, en cada uno de nosotros. Es muy importante cruzarse con ella en nuestro interior preguntándonos: ¿Cuál es hoy la mirada de Jesús sobre mí? ¿A qué me llama? ¿Qué quiere perdonarme el Señor y qué me pide que cambie en mi actitud? ¿Cuál es mi misión y la tarea que Dios me confía para el bien de su pueblo? Efectivamente el pueblo es suyo, no nos pertenece, al contrario, nosotros mismos somos miembros del pueblo, solo que tenemos una responsabilidad y una misión particular: la de servirlo. Tengamos la  seguridad, queridos hermanos, de que todos estamos bajo la mirada de Jesús: nos mira con amor, nos pide algo, nos perdona algo y nos da una misión. Nos demuestra una gran confianza, escogiéndonos para ser sus colaboradores en la construcción de un mundo más justo. Tengamos la seguridad de que su mirada nos conoce profundamente, nos ama y nos transforma, nos reconcilia y nos une. Su mirada benévola y misericordiosa nos alienta a abandonar el camino que conduce al pecado y a la muerte y nos sostiene para tomar el camino de la paz y el bien. Hay un ejercicio que es bueno para nosotros y que siempre se puede hacer en casa: pensar que la mirada de Jesús está sobre nosotros y que será precisamente esta mirada llena de amor la que nos reciba en el último día de nuestra vida terrenal.

 

Y después, la mirada del pueblo

3. La mirada de Dios está especialmente puesta en vosotros y es una mirada que os ofrece la paz. Pero hay también otra mirada puesta sobre vosotros: la mirada de vuestro pueblo y es una mirada que expresa el ardiente deseo de justicia, de reconciliación y de paz. En este momento, deseo asegurar mi cercanía espiritual a todos vuestros compatriotas, en particular a los refugiados y a los enfermos, que se han quedado en el país con grandes expectativas y conteniendo el aliento a la espera del resultado de este día histórico. Estoy seguro de que ellos, con gran esperanza y oración intensa en sus corazones,  han acompañado este encuentro. Y como Noé esperó a que la paloma le trajera la rama de olivo para mostrar el final del diluvio y el comienzo de una nueva era de paz entre Dios y los hombres (ver Gen 8:11), así vuestro pueblo espera vuestro regreso a la patria, la reconciliación de todos sus miembros y una nueva era de paz y prosperidad para todos.

Mis pensamientos se dirigen principalmente a las personas que han perdido a sus seres queridos y sus hogares, a las familias que se han separado y nunca se han vuelto a encontrar, a todos los niños y ancianos, a las mujeres y a los hombres que sufren terriblemente por causa de los conflictos y de la violencia que ha sembrado la muerte, el hambre, el dolor y las lágrimas. Hemos escuchado con fuerza ese grito de los pobres y de los necesitado que penetra en los cielos hasta el corazón de Dios Padre, que quiere hacerles justicia y darles la paz. Pienso muy a menudo en estas almas que sufren e imploro que el fuego de la guerra se apague de una vez por todas, que puedan regresar a sus hogares y vivir con serenidad. Suplico a Dios todopoderoso que llegue la paz a vuestra tierra, y también me dirijo a los hombres de buena voluntad para que llegue la paz a vuestro pueblo.

Queridos hermanos y hermanas, la paz es posible. ¡Nunca me cansaré de repetir que la paz es posible! Pero este gran don de Dios es, al mismo tiempo, también un fuerte compromiso de sus responsables con el pueblo. Los cristianos creemos y sabemos que la paz es posible porque Cristo ha resucitado y ha vencido al mal con el bien, ha asegurado a sus discípulos la victoria de la paz sobre esos cómplices de la guerra que son la soberbia, la avaricia, la sed de poder, la mentira y la hipocresía  (ver Homilía en la celebración por la paz en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo, 23 de noviembre de 2017).

Nos deseo a  todos que sepamos responder a la elevada  vocación de ser artesanos de la paz, en un espíritu de fraternidad y solidaridad con cada miembro de nuestro pueblo, un espíritu noble, recto, firme y valiente en la búsqueda de la paz, a través del diálogo, el negociado  y el perdón. Por lo tanto, os  exhorto a buscar lo que os une, a partir de la pertenencia al mismo pueblo, y a superar todo lo que os divide. La gente está cansada y exhausta de las guerras pasadas: ¡por favor, recordad que con la guerra se pierde todo! Hoy vuestra gente anhela un futuro mejor, que pasa por la reconciliación y la paz.

Con gran confianza, supe en septiembre pasado que los más altos representantes políticos de Sudán del Sur habían estipulado un acuerdo de paz. Por lo tanto, hoy me congratulo con los firmantes de ese documento, tanto con vosotros, los aquí presentes,  como con los ausentes, sin excluir a nadie; en primer lugar, con el Presidente de la República y los jefes de los partidos políticos, por la elección del camino del diálogo, por la voluntad de compromiso, por la determinación de lograr la paz, por la prontitud para reconciliarse y por la voluntad de poner en práctica lo que se ha concluido. Espero de todo corazón que cesen definitivamente las hostilidades, que se respete el armisticio,-¡por favor, que se respete el armisticio!- que se superen las divisiones políticas y étnicas y que la paz sea duradera, por el bien común de todos los ciudadanos que sueñan con comenzar a construir la nación.

Es inapreciable el compromiso común de los hermanos cristianos, dentro de las diversas iniciativas ecuménicas en el seno del Consejo de las Iglesias de Sudán del Sur, en favor de la reconciliación y de la paz, de los pobres y de los marginados, en beneficio del progreso de todo el pueblo de Sudán del Sur. Recuerdo con alegría y gratitud el reciente encuentro con la Conferencia Episcopal de Sudán y de Sudán del Sur en el Vaticano, con motivo de la visita ad limina Apostolorum. Me impresionaron su optimismo, basado en la fe viva y expresado en sus esfuerzos incansables, así como sus preocupaciones en medio de numerosas dificultades políticas y sociales. A todos los cristianos de Sudán del Sur que, ayudando a los más necesitados, vendan las heridas del cuerpo de Jesús, les deseo la abundancia de gracias celestiales y les aseguro mi recuerdo permanente en la oración. ¡Que sean operadores de paz en el pueblo de Sudán del Sur, con la oración y el testimonio, con la guía espiritual y la asistencia humana de cada uno de sus miembros, incluidos los líderes!.

En conclusión, renuevo a todos vosotros, autoridades civiles y eclesiásticas de Sudán del Sur mi gratitud y mi agradecimiento por participar en este retiro; y a todo el querido pueblo de Sudán del Sur, expreso fervientes votos de paz y prosperidad. ¡Qué la abundancia de la gracia y la bendición de Dios misericordioso llegue al corazón de cada hombre y cada mujer en Sudán del Sur y dé frutos de paz duradera y exuberante, de la misma manera que las aguas del río Nilo, que atraviesan vuestro país hacen que la vida crezca y florezca! Finalmente, confirmo mi deseo y mi esperanza de que, con la gracia de Dios, pueda ir pronto a vuestra amada nación, junto con mis queridos hermanos aquí presentes, el arzobispo de Canterbury y el ex moderador de la Iglesia Presbiteriana.

 

Oración final

4. Por último, me gustaría concluir esta meditación con una oración, respondiendo a la invitación del apóstol San Pablo: “Ante todo recomiendo que se hagan plegarias,  oraciones, súplicas  y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible,  con toda piedad  y dignidad”.(1 Tim 2: 1-2).

Padre santo, Dios de infinita bondad, nos llamas a renovarnos en tu Espíritu y manifiestas tu omnipotencia sobre todo en la gracia del perdón. Reconocemos tu amor de Padre cuando doblegas la dureza del hombre y en un mundo desgarrado por la lucha y la discordia, lo dispones  a la reconciliación. Muchas veces los hombres hemos quebrantado tu alianza; pero tú, en vez de abandonarnos, has sellado de nuevo con la familia humana, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, un pacto tan sólido que ya nada lo podrá romper.

Te rogamos que actúes, con la fuerza del Espíritu, en lo más profundo de los corazones para que los enemigos se abran al diálogo, los adversarios se den la mano y los pueblos busquen la concordia. Por tu acción, Oh Padre, la búsqueda sincera de la paz extinga las disputas, el amor venza al odio y la venganza se desarme con el perdón, para que, confiándonos únicamente a tu misericordia encontremos el camino de regreso a Ti y, abriéndonos a la acción del Espíritu Santo vivamos en Cristo la nueva vida, en la alabanza perenne de tu nombre y en el servicio a los hermanos. Amén (ver Prefacio de Oraciones Eucarísticas para la Reconciliación I y II).

Queridos hermanos y hermanas, ¡la paz sea con nosotros y con nosotros permanezca siempre!

Y a vosotros tres, que habéis firmado el Acuerdo de Paz, os pido como hermano: permaneced en la paz. Os lo pido de corazón. Sigamos adelante. Habrá tantos problemas, pero no os asustéis, seguid adelante, resolved los problemas. Habéis empezado un proceso: que termine bien. Habrá peleas entre vosotros dos, sí. Que las haya en el despacho, pero ante el pueblo, ¡con las manos unidas! Así, de simples ciudadanos os convertiréis en Padres de la Nación. Permitidme pedíroslo de corazón, con mis sentimientos más profundos.

 

© Librería Vaticana

 

 

 

 

12/04/2019-15:10
Ana Paula Morales

Venezuela: "Seguimos con problemas de luz"

(ZENIT- 12 abril 2019)-. El pasado 8 de abril de 2019, 'Zenit' conversó con el Padre Néstor Briceño, presidente de `Signis', asociación católica mundial para la comunicación en Venezuela, sobre la situación actual del país tras el corte de luz que sufre el país desde el mes pasado.

A continuación, ofrecemos las declaraciones realizadas por el sacerdote ante la crisis humanitaria y la desinformación que sufre la población de su país.

 

No ha habido ataque cibernético

"Desde hace un mes tenemos problemas de luz y hay veces en las que nos quedamos una semana sin ella, como a principios de marzo, un par de días u horas. Ciertamente, el daño es muy grande, pero no como han querido hacer ver Maduro y compañía, pues no ha sido un ataque cibernético, ni mucho menos. Los equipos de los generadores que tenemos en Venezuela son equipos analógicos, por lo tanto, un ataque cibernético difícilmente nos afectaría. Simplemente, según dice la gente de la propia empresa de ingeniería CORPOELEC, ha sido la falta de mantenimiento.

El Presidente de esta empresa, designado por Maduro y compañía, es un militar que tiene poco conocimiento en cuanto al trabajo que hay que desarrollar allí y se menospreció la tarea de mantenimiento de todos estos generadores. Sin embargo, gente que ha trabajado en la empresa y que está en el exterior, también ha expresado que al principio la falla no hubiera sido tan difícil de arreglar si, ciertamente, se hubiera dispuesto la pericia técnica necesaria".

 

Emergencia nacional

"Ahora el problema de todo esto es que estamos, como ha declarado el presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó, en una emergencia nacional. Es decir, estamos en un momento bien difícil, una emergencia en la que los hospitales están sin luz. Hay clínicas que han cerrado. Obviamente, los abastecimientos de comida están también cerrados, muchos de ellos, la mayoría, y algunos otros han estado abiertos. Y, como todo momento de crisis, esto saca lo mejor y lo peor de nosotros.

Ciertamente, algunos han especulado con el momento de necesidad. Sin embargo, son muchísimos más los que están prestando sus servicios de manera voluntaria y gratuitamente. Lo están haciendo con buen corazón, con toda la disponibilidad posible. Están prestando servicios de solidaridad de cualquier forma. Incluso, algunas empresas de Telecomunicaciones han abierto su señal Wifi para que haya internet. En definitiva, realmente ha habido solidaridad, gente que se ha reunido en restaurantes para que no se dañe la comida y se han puesto a hacer comida para los indigentes".

 

Descifrar la información veraz

"Si seguimos las redes de los periodistas venezolanos que han intentado realmente sacar adelante toda la buena información y han buscado destruir, como lo hemos hecho también nosotros, esa matriz informativa del gobierno de Maduro, entonces podemos enterarnos de lo que realmente está sucediendo. La de Maduro ha sido una matriz informativa desde el interés comunista, un interés que busca mostrar un país que no existe en la realidad, sino en la mente de ellos y que obvia los problemas".

Importante es que sepamos discernir la información, que sepamos ver que el interés del gobierno es hacer creer que esto se debe a un ataque de Estados Unidos, cosa que realmente no es. Si Estados Unidos lo quisiera, esto se hubiera solucionado de otra forma. Simplemente, es falta de mantenimiento".

 

Empieza a faltar el agua y la comida

"No sabemos, en este momento, cuánta es la cantidad de muertos en los hospitales del país. No sabemos cuántos han sido también asesinados por el "hampa". En diferentes partes del país y en diversos sectores se ha desatado este "hampa". El lunes 11 de marzo, a las 5 de la tarde, había muchísimas manifestaciones y no solamente manifestaciones pacíficas, sino también saqueos a comercios debido a que el desespero de la gente es grande. Empieza a faltar el agua, empieza a faltar la comida".

Por otro lado, aquí en Caracas, está el río Guaire, un río que recibe toda la podredumbre de la ciudad y se utiliza para recoger agua para distintas necesidades. Obviamente, esto será fuente de nuevas infecciones y enfermedades en la población".

 

Los neonatos fallecen en el hospital

"En el hospital de los niños J. M. de los Río han declarado que han fallecido muchísimos neonatos. Incluso, se cuenta con algún médico expedido para dar esta información. Hay una matriz informativa que, repito, a Maduro y sus secuaces no les interesa dar a conocer y que nosotros como país debemos conocer y debemos dar a conocer al exterior, para que se sepa la importancia de este momento para todos nosotros".

 

Petición de ayuda: orar y difundir la información certera

"¿Cómo salir del momento? No sabemos. Simplemente estamos confiando en lo que el presidente encargado Guaidó y la Asamblea Nacional están haciendo y sabemos que están luchando para que podamos recuperar el rumbo de esta nación tan generosa. Así que, queridos hermanos, les invito a que no solamente oren por nosotros, sino que den a conocer la información certera del difícil momento que estamos viviendo. No crean las informaciones que intenta propagar el gobierno usurpador de Nicolás Maduro y compañía. Y que podamos informarnos correctamente, para dar a conocer la realidad de nuestro país".

 

Solidaridad entre vecinos

"La gente me pregunta: `Si no tienes electricidad, ¿cómo te has podido conectar? Y ¿cómo tienes el celular?' Pues, precisamente, porque la bondad de la gente es grande. Y bueno, mi vecino tiene una planta que prende unas seis horas al día y nos está prestando un cable para la nevera. Estamos aprovechando de ir cargando, por turnos, los celulares. Así que, bueno. Eso es importante, también, hacerlo resaltar. Que hay gente que está facilitando el apoyo a los demás".

 

Con Larissa I. López

 

 

 

12/04/2019-11:55
Raniero Cantalamessa

Predicación de Cuaresma: "Dios ha elegido lo que es necio para el mundo para confundir a los sabios"

(ZENIT- 12 abril 2019). -Esta mañana, a las 9:00, en la Capilla Redemptoris Mater, el Predicador de la Casa Pontificia, el Reverendo Padre Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap., ha pronunciado el quinto y último sermón de Cuaresma.

El tema de las meditaciones de Cuaresma ha sido el siguiente: "Dios ha elegido lo que es necio para el mundo para confundir a los sabios".

A continuación, ofrecemos el texto completo de la meditación del Padre Cantalamessa.

***

 

Juan y Pablo: dos miradas diferentes sobre el misterio

En el Nuevo Testamento y en la historia de la teología hay cosas que no se entienden si no se tiene en cuenta un dato fundamental, es decir, el de la existencia de dos enfoques diferentes, aunque complementarios, hacia el misterio de Cristo: el de Pablo y el de Juan.

Juan ve el misterio de Cristo a partir de la Encarnación. Jesús, Verbo hecho carne, es para él el supremo revelador del Dios vivo, aquel fuera del cual «nadie va al Padre». La salvación consiste en reconocer que Jesús «ha venido en carne» (2 Jn 7) y en creer que él «es el Hijo de Dios» (1 Jn 5,5); «Quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo, no tiene la vida» (1 Jn 5,12). En el centro de todo, como se ve, está «la persona» de Jesús hombre-Dios.

La peculiaridad de esta visión joánica salta a los ojos si la comparamos con la de Pablo.

Para Pablo, en el centro de atención no está tanto la persona de Cristo, entendida como realidad ontológica; está, más bien, la obra de Cristo, es decir, su misterio pascual de muerte y resurrección. La salvación no está tanto en creer que Jesús es el Hijo de Dios venido en carne, cuanto en creer en Jesús «muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación» (cf. Rom 4,25). El acontecimiento central no es la encarnación, sino el misterio pascual.

Sería un error fatal ver en ello una dicotomía en el origen mismo del cristianismo. Cualquiera que lee sin prejuicios el Nuevo Testamento comprende que, en Juan, la encarnación es en vistas del misterio pascual, cuando Jesús finalmente derrame su Espíritu sobre la humanidad (Jn 7,39), y entiende que para Pablo el misterio pascual supone y se basa en la Encarnación. Aquel que se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz, es uno que «tenía la forma de Dios», igual a Dios (cf. Flp 2,5ss). Las fórmulas trinitarias en las que Jesucristo es mencionado junto al Padre y al Espíritu Santo, son una confirmación de que, para Pablo, la obra de Cristo tiene sentido por su persona.

La distinta acentuación de los dos polos del misterio refleja el camino histórico que la fe en Cristo ha hecho después de la Pascua. Juan refleja la fase más avanzada de la fe en Cristo, aquella que se tiene al final, no al comienzo de la redacción de los escritos neotestamentarios. Él está al final de un proceso de remontarse a las fuentes del misterio de Cristo. Esto se nota observando desde dónde comienzan los cuatro Evangelios. Marcos comienza su evangelio desde el bautismo de Jesús en el Jordán; Mateo y Lucas, que vinieron después, dan un paso atrás y hacen comenzar la historia de Jesús desde su nacimiento de María; Juan, que escribe el último, hace un salto decisivo hacia atrás y coloca el comienzo de la historia de Cristo no ya en el tiempo, sino en la eternidad: «En el principio era el Verbo y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios» (Jn 1,1).

El motivo de este desplazamiento de interés es bien conocido. La fe, entretanto, entró en contacto con la cultura griega y ésta está más interesada en la dimensión ontológica que en la histórica. Lo que importa para ella no es tanto el desarrollo de los hechos, cuanto su fundamento (arché). A este factor ambiental se añadían los primeros síntomas de la herejía doceta que cuestionaba la realidad de la Encarnación. El dogma cristológico de las dos naturalezas y de la unidad de la persona de Cristo estará casi enteramente basado en la perspectiva de san Juan del Logos hecho carne.

Es importante tener en cuenta esto para comprender la diferencia y la complementariedad entre teología oriental y teología occidental. Las dos perspectivas, la paulina y la joánica, aunque fusionándose juntas (como vemos que sucede en el Credo Niceno-Constantinopolitano), conservan su distinta acentuación, como dos ríos que, confluyendo uno en otro, conservan durante un largo trecho el distinto color de sus aguas. La teología y la espiritualidad ortodoxa se basa predominantemente en Juan; la occidental (la protestante más aún que la católica) se basa principalmente en Pablo. Dentro de la misma tradición griega, la escuela alejandrina es más joánica, la antioqueña más paulina. Una hace consistir la salvación en la divinización, la otra en la imitación de Cristo.

 

La cruz, sabiduría de Dios y poder de Dios

Ahora quisiera mostrar qué comporta todo esto para nuestra búsqueda del rostro del Dios vivo. Al término de las meditaciones de Adviento hablé del Cristo de Juan que, en el mismo momento en que se hace carne, introduce en el mundo la vida eterna. Al final de estas meditaciones de Cuaresma, querría hablar del Cristo de Pablo que, en la cruz, cambia el destino de la humanidad.

Escuchemos enseguida el texto donde aparece más clara la perspectiva paulina sobre la cual queremos reflexionar:

«Y puesto que, en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen. Pues los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados —judíos o griegos—, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres» (1 Cor 1,21-25).

El Apóstol habla de una novedad en el actuar de Dios, casi un cambio de ritmo y de método. El mundo no ha sabido reconocer a Dios en el esplendor y en la sabiduría de la creación; entonces él decide revelarse de modo opuesto, a través de la impotencia y la necedad de la cruz. No se puede leer esta afirmación de Pablo sin recordar el dicho de Jesús: «Te bendigo, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las revelado a la gente sencilla» (Mt 11,25).

¿Cómo interpretar este vuelco de valores? Lutero hablaba de un revelarse de Dios « sub contraria specie», es decir, a través de lo contrario de lo que uno se esperaría de él [1]. Él es potencia y se revela en la impotencia, es sabiduría y se revela en la necedad, es gloria y se revela en la ignominia, es riqueza y se revela en la pobreza.

La teología dialéctica de la primera mitad del siglo pasado llevó esta visión a sus últimas consecuencias. Entre el primer y el segundo modo de manifestarse de Dios no existe, según Karl Barth, continuidad, sino ruptura. No se trata de una sucesión sólo temporal, como entre Antiguo y Nuevo Testamento, sino de una oposición ontológica. En otras palabras, la gracia no construye sobre la naturaleza, sino contra ella; toca al mundo «como la tangente al círculo», es decir lo roza, pero sin penetrar dentro, como, en cambio, hace la levadura con la masa. Es la única diferencia que, según dice el mismo Barth, le retenía de llamarse católico; todas las demás le parecían, en comparación, de poca monta. A la analogía entis, él oponía la analogía fidei, es decir, a la colaboración entre naturaleza y gracia, la oposición entre la palabra de Dios y todo lo que pertenece al mundo.

Benedicto XVI, en su encíclica «Deus Caritas Est», muestra las consecuencias que tiene esta distinta visión a propósito del amor. Karl Barth escribió: «Donde entra en escena el amor cristiano, comienza inmediatamente el conflicto con el otro amor [el amor humano] y este conflicto no tiene fin» [2]. Benedicto XVI escribe, por el contrario:

«Eros y agapé —amor ascendente y amor descendente— nunca llegan a separarse completamente [...]. La fe bíblica no construye un mundo paralelo o contrapuesto al fenómeno humano originario del amor, sino que asume a todo el hombre, interviniendo en su búsqueda de amor para purificarla, abriéndole al mismo tiempo nuevas dimensiones» [3].

La oposición radical entre naturaleza y gracia, entre creación y redención, fue atenuándose en los escritos posteriores del mismo Barth y ahora ya no encuentra casi seguidores. Por tanto, podemos acercarnos con más serenidad a la página del Apóstol para entender en qué consiste realmente la novedad de la cruz de Cristo.

Dios se ha manifestado en la cruz, sí, «bajo su contrario», pero bajo lo contrario de lo que los hombres han pensado siempre de Dios, no de lo que Dios es verdaderamente. Dios es amor y en la cruz se produjo la suprema manifestación del amor de Dios por los hombres. En cierto sentido, sólo ahora, en la cruz, Dios se revela «en la propia especie», en lo que le es propio. El texto de la primera Carta a los Corintios sobre el significado de la cruz de Cristo debe ser leído a la luz de otro texto de Pablo en la Carta a los Romanos:

«En efecto, cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rom 5,6¬8).

El teólogo medieval bizantino Nicolás Cabasilas (1322-1392) nos proporciona la clave mejor para entender en qué consiste la novedad de la cruz de Cristo. Escribe:

«Dos cosas dan a conocer al amante verdadero y le aseguran el triunfo sobre el amado: hacerle todo el bien que le es posible y tolerar por su amor los más terribles tormentos: el sufrimiento es aún mayor prueba de amistad que el llenar de sus bienes. Pero Dios era inaccesible para todo sufrimiento y no podía ofrecer al hombre la prueba suprema de amor [...]. Tenía que darnos alguna prueba y, pues nos amaba con locura, manifestarnos lo extremado de su amor. Para esto inventa y lleva a cabo este anonadamiento maravilloso. Y encuentra en ello la manera de poder sufrir los más atroces tormentos. Y habiéndole mostrado con su tortura la intensidad del amor, obliga al hombre, que antes le huía por el temor de su odio, a que se le acerque confiado» [4].

En la creación Dios nos ha llenado de dones, en la redención ha sufrido por nosotros. La relación entre las dos cosas es la de un amor de beneficencia que se hace amor de sufrimiento.

Pero, ¿qué ha ocurrido tan importante en la cruz de Cristo para hacer de ella el momento culminante de la revelación del Dios vivo de la Biblia? La criatura humana busca instintivamente a Dios en la línea de la potencia. El título que sigue al nombre de Dios es casi siempre «omnipotente». Y he aquí que, abriendo el Evangelio, se nos invita a contemplar la impotencia absoluta de Dios en la cruz. El Evangelio revela que la verdadera omnipotencia es la total impotencia del Calvario. Hace falta poca potencia para proseguir, en cambio, se requiere mucha para ponerse a un lado aparte, para borrarse. ¡El Dios cristiano es esta ilimitada potencia de ocultamiento de si!

La explicación última está, pues, en el nexo indisoluble que existe entre amor y humildad. «Se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte» (Flp 2,8). Se humilló haciéndose dependiente del objeto de su amor. El amor es humilde porque, por su naturaleza, crea dependencia. Lo vemos, en pequeño, por lo que ocurre cuando dos personas humanas se enamoran. El joven que, según el ritual tradicional, se arrodilla ante una chica para pedir su mano, hace el acto más radical de humildad de su vida, se hace mendigo. Es como si dijera: «Yo no me basto a mí mismo, necesito de ti para vivir». La diferencia esencial es que la dependencia de Dios respecto de sus criaturas nace únicamente por el amor que tiene hacia ellas, la de las criaturas entre sí, de la necesidad que tienen la una de la otra.

«La revelación de Dios como amor, escribió Henri de Lubac, obliga al mundo a revisar todas sus ideas sobre Dios» [5]. La teología y la exégesis están aún lejos, creo, de haber sacado de ello todas las consecuencias. Una de dichas consecuencias es ésta. Si Jesús sufre de forma atroz en la cruz no lo hace principalmente para pagar en lugar de los hombres su deuda insoluta. (¡Con la parábola de los dos siervos, en Lucas 7,41ss., explicó anticipadamente que la deuda de diez mil talentos fue cancelada por el rey gratuitamente!). No, Jesús muere crucificado para que el amor de Dios pudiera llegar al hombre en el punto más remoto en el cual se había alejado rebelándosele, es decir, en la muerte. Incluso la muerte está habitada por el amor de Dios. En su libro sobre Jesús de Nazaret, Benedicto XVI, escribió:

«La injusticia, el mal como realidad no puede simplemente ser ignorado, dejado estar. Debe ser eliminado, vencido. Esta es la verdadera misericordia. Y que ahora, puesto que los hombres no son capaces de ello, que lo haga Dios mismo: esta es la bondad incondicional de Dios» [6].

El motivo tradicional de la expiación de los pecados mantiene, como se ve, toda su validez, pero no el motivo último. El motivo último es «la bondad incondicional de Dios», su amor.

Podemos identificar tres etapas en el camino de la fe pascual de la Iglesia. Al comienzo hay solamente dos hechos escuetos: «Ha muerto, ha resucitado». «Vosotros lo crucificasteis, Dios lo ha resucitado», grita a las multitudes Pedro el día de Pentecostés (cf. Hch 2,23-24). En una segunda fase, se plantea la pregunta: «¿Por qué murió y por qué ha resucitado?», y la respuesta es el kerygma: «Murió por nuestros pecados; ha resucitado para nuestra justificación» (cf. Rom 4,25). Faltaba aún una pregunta: «Y, ¿por qué ha muerto por nuestros pecados? ¿Qué le ha empujado a hacerlo?» La respuesta (unánime, en este punto, de Pablo y de Juan) es: «Porque nos ha amado».

«Me amó y se entregó a sí mismo por mí», escribe Pablo (Gál 2,20); «Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo», escribe Juan (Jn 13,1).

 

Nuestra respuesta

¿Cuál será nuestra respuesta frente al misterio que hemos contemplado y que la liturgia nos hará revivir en la Semana Santa? La primera y fundamental respuesta es la de la fe. No una fe cualquiera, sino la fe mediante la cual nos apropiamos de lo que Cristo ha adquirido para nosotros. La fe que "arrebata" el reino de los cielos (Mt 11,12). El Apóstol concluye con estas palabras el texto del que hemos partido:

«Cristo Jesús [se convertió] para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención. Y así —como está escrito—: el que se gloríe, que se gloríe en el Señor» (1 Cor 1,30-31).

Lo que Cristo ha llegado a ser «para nosotros» —justicia, santidad y redención— nos pertenece; ¡es más nuestro que si lo hubiéramos hecho nosotros! Yo no me canso de repetir, a este respecto, lo que escribió san Bernardo:

«Yo, en verdad, tomo con confianza para mí (usurpo!) lo que me falta de las entrañas del Señor, porque rebosan misericordia. [...] Mi mérito, por lo tanto, es la misericordia del Señor. No careceré seguramente de mérito mientras el Señor no carezca de misericordia. Si las misericordias del Señor son muchas, yo también soy muy grande por lo que respecta a los méritos [...] ¿Cantaré acaso mi justicia? "Señor, recordaré sólo tu justicia" (cf. Sal 71,16). Ella es, en verdad, también mía; porque tú te has hecho para mí justicia que viene de Dios (cf. 1 Cor 1,30)» [7].

No dejemos pasar la Pascua sin haber hecho, o renovado, el golpe de audacia de la vida cristiana que nos sugiere san Bernardo. San Pablo exhorta a menudo a los cristianos a "despojarse del hombre viejo" y «revestirse de Cristo» [8]. La imagen del desvestirse y revestirse no indica una operación sólo ascética, consistente en abandonar ciertos «hábitos» y sustituirlos con otros, es decir, en abandonar los vicios y adquirir las virtudes. Es, ante todo, una operación que hay que hacer mediante la fe. Uno se pone ante el crucifijo y, con un acto de fe, le entrega todos sus pecados, la propia miseria pasada y presente, como quien se despoja y arroja en el fuego sus trapos sucios. Luego se reviste de la justicia que Cristo ha adquirido para nosotros; dice, como el publicano en el templo: «¡Oh Dios ten piedad de mí, pecador!, y vuelve a casa como él, «justificado» (cf. Lc 18,13-14). ¡Esto sería realmente un «hacer la Pascua», realizar el santo «tránsito»!

Naturalmente, no todo termina aquí. De la apropiación debemos pasar a la imitación. Cristo —señalaba el filósofo Kierkegaard a sus amigos luteranos— no es sólo «el don de Dios que hay que aceptar mediante la fe»; es también «el modelo a imitar en la vida» [9]. Quisiera destacar un punto concreto sobre el que tratar de imitar el actuar de Dios: lo que Cabasilas destacó con la distinción entre el amor de beneficencia y el amor de sufrimiento.

En la creación, Dios ha demostrado su amor por nosotros llenándonos de dones: la naturaleza con su magnificencia fuera de nosotros, la inteligencia, la memoria, la libertad y todos los demás dones dentro de nosotros. Pero no le bastó. En Cristo quiso sufrir con nosotros y por nosotros. Así sucede también en las relaciones de las criaturas entre ellas. Cuando brota un amor, se siente inmediatamente la necesidad de manifestarlo haciendo regalos a la persona amada. Es lo que hacen los novios entre sí. Pero sabemos cómo funcionan las cosas: una vez casados, afloran los límites, las dificultades, las diferencias de carácter. Ya no basta hacer regalos; para avanzar y mantener vivo el matrimonio, hay que aprender a «llevar los pesos uno del otro» (cf. Gál 6,2), y a sufrir el uno por el otro y el uno con otro. Así el eros, sin menguar en sí mismo, se convierte también en ágape, amor de donación y no sólo de búsqueda. Benedicto XVI, en la encíclica citada (n.7) , se expresa así:

Si bien el eros inicialmente es sobre todo vehemente, ascendente —fascinación por la gran promesa de felicidad—, al aproximarse la persona al otro se planteará cada vez menos cuestiones sobre sí misma, para buscar cada vez más la felicidad del otro, se preocupará de él, se entregará y deseará «ser para» el otro. Así, el momento del agapé se inserta en el eros inicial; de otro modo, se desvirtúa y pierde también su propia naturaleza. Por otro lado, el hombre tampoco puede vivir exclusivamente del amor oblativo, descendente. No puede dar únicamente y siempre, también debe recibir. Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don.

La imitación del actuar de Dios no se refiere sólo al matrimonio y a los casados; en un sentido distinto, nos toca a todos nosotros, los consagrados antes que a cualquier otro. El progreso, en nuestro caso, consiste en pasar de hacer muchas cosas por Cristo y por la Iglesia, a sufrir por Cristo y por la Iglesia. Sucede en la vida religiosa lo que sucede en el matrimonio y no hay que asombrarse de ello, desde el momento que es también un matrimonio, un desposorio con Cristo.

Una vez la Madre Teresa de Calcuta hablaba a un grupo de mujeres y las exhortaba a sonreír a su marido. Una de ellas la objetó: «Madre, usted habla así porque no está casada y no conoce a mi marido». Ella le respondió: «Te equivocas. También yo estoy casada y te aseguro que a veces no es fácil tampoco para mí sonreír a mi Esposo». Después de su muerte se ha descubierto a qué aludía la santa con aquellas palabras. Tras la llamada a ponerse al servicio de los más pobres de los pobres, emprendió con entusiasmo el trabajo por su divino Esposo, poniendo en pie obras que maravillaron al mundo entero.

Muy pronto, sin embargo, la alegría y entusiasmo disminuyeron, ella cayó en una noche oscura que la acompañó durante todo el resto de la vida. Llegó a dudar si tenía todavía fe, hasta el punto de que cuando, tras su muerte, fueron publicados sus diarios íntimos, alguien totalmente desconocedor de las cosas del Espíritu, habló incluso de un «ateísmo de la Madre Teresa». La santidad extraordinaria de la Madre Teresa está en el hecho de que vivió todo esto en el más absoluto silencio con todos, escondiendo su desolación interior bajo una sonrisa constante del rostro. En ella se ve lo qué significa pasar de hacer las cosas para Dios, al sufrir por Dios y por la Iglesia.

Es una meta muy difícil, pero afortunadamente Jesús en la cruz no solo nos ha dado el ejemplo de este tipo nuevo de amor; nos ha merecido también la gracia de hacerlo nuestro, de apropiárnoslo mediante la fe y los sacramentos. Prorrumpa, pues, en nuestro corazón, durante la Semana Santa, el grito de la Iglesia: «Adoramus Te, Christe, et benedicimus Tibi, quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum». Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz has redimido el mundo.

¡Santo Padre, venerables Padres, hermanos y hermanas: feliz y santa Pascua!

 

© Traducido del original italiano por Pablo Cervera Barranco

 

 

[1] Cf. Martin Lutero, De servo arbitrio: WA, 18, 633; cf. también WA, 56, pp. 392. 446-447.

[2] Karl Barth, Dommatica eclesiale, IV, 2, 832-852. La incompatibilidad entre amor humano y amor divino es la tesis de Anders Nygren, Eros y ágape, Sagitario, Barcelona 1969. (Edición original sueca (Estocolmo 1930).

[3] Benedicto XVI, Deus Caritas Est, nn. 7-8.

[4] Nicolás Cabasilas, Vida en Cristo, VI, 2: PG 150, 645 [trad.esp. La vida en Cristro (Rialp, Madrid 41999) 189 ].

[5] H. de Lubac, Histoire et esprit, Paris 1950, Ch.5.

[6] Cf. J. Ratzinger — Benedicto XVI, Gesú di Nazaret, Parte II (Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del VAticano 2011) 151 [trad. esp. Jesús de Nazaret (BAC, Madrid 2015)].

[7] San Bernardo de Claraval, Sermones sobre el Cantar, 61, 4-5: PL 183,1072.

[8] Cf. Col 3,9; Rom 13,14; Gál 3,27; Ef 4,24).

[9] Cf. Seiren Kierkegaard, Diarios, Xl, A, 154 (año 1849).

 

 

 

12/04/2019-06:00
Redacción

Scholas Occurrentes: Firma de acuerdo con Think Equal en Madrid, España

(ZENIT- 12 abril 2019).- Scholas Occurrentes y Think Equal han anunciado su alianza con el objetivo de promover un cambio global a través de la educación para proporcionar las herramientas para enseñar los valores de niños y jóvenes, capacitándolos para convertirse en ciudadanos globales inclusivos. Esta alianza refuerza la presencia y el trabajo de Scholas y Think Equal en los cinco continentes, permitiendo a los niños y jóvenes de todo el mundo aprender a través de un modelo educativo diferente e innovador basado en el arte, el deporte, la tecnología y el aprendizaje emocional.

"Este acuerdo demuestra la importancia de trabajar en equipo, de generar alianzas para transformar la educación y llegar a más jóvenes". Nuestro trabajo conjunto permitirá a los jóvenes experimentar la experiencia de Scholas, adquirir las herramientas necesarias para acompañar a los niños pequeños, en esta etapa fundamental de su desarrollo" dijo José María del Corral, director mundial de Scholas Occurrentes.

Por su lado, Leslee Udwin, Fundadora y CEO de Think Equal, manifestó: "Mi maravilloso equipo, y yo estamos doblemente bendecidos. Primero, nos sentimos profundamente honrados de colaborar con Scholas, cuyo impacto y trabajo importante admiramos. Además, la colaboración está bajo la guía benéfica de su Santidad el Papa Francisco, el Papa más ilustrado e inspirador hasta el momento. Esta es una alegría inimaginable y redobla mi determinación de llevar el programa Think Equal a todos los niños. Enseñar a nuestros niños a amar, no a odiar".

A través de este acuerdo, Scholas busca incorporar las técnicas y valores de Think Equal en su programa "Escuela de Educadores", donde los jóvenes que ya han participado en el programa "Scholas Ciudadanía" asumen su capacidad y responsabilidad creativa. Esta segunda etapa se presenta como un llamado a los jóvenes, donde comienzan un viaje como educadores compartiendo sus pasiones y aprendiendo con otros, a través del arte, el juego y el pensamiento.

El programa Think Equal tiene como objetivo proporcionar a los niños una inmersión profunda en la empatía, los valores, la igualdad, la resolución pacífica de conflictos, el pensamiento crítico, la sensibilidad de género, la alfabetización emocional, la autorregulación y la ética.

El acuerdo se firmó el pasado 21 de marzo de este año, en la sede de Scholas en la Ciudad del Vaticano, con la presencia de Su Santidad el Papa Francisco; José María del Corral, presidente de Scholas Ocurrentes, Agustín Dellagiovanna, director global de Desarrollo Sostenible de Académicos; Leslee Udwin, CEO de Think Equal, y Giulia D'Amico, directora de programas de Think Equal.

 

Sobre Think Equal

La misión de Think Equal es producir un cambio en el sistema de la educación para poner fin a la mentalidad discriminatoria y al ciclo de violencia en todo el mundo. Creemos que hay una asignatura faltante en el currículo escolar de los primeros años. Think Equal hace un llamamiento a los gobiernos y ministros de educación para que adopten su programa tangible y gratuito que medie todos los aspectos del aprendizaje emocional y social basado en valores, para niños de 3 a 6 años (incluida la empatía, la alfabetización emocional, la resiliencia, la autorregulación, el pensamiento crítico, igualdad de género, resolución pacífica de conflictos, autoestima, etc.).

 

Sobre Scholas

Scholas Occurrentes, es una Organización Internacional de Derecho Pontificio creada por decreto de Su Santidad, el Papa Francisco, presente ya en 190 países y que a través de su red integra a medio millón de escuelas y redes educativas. Su misión es lograr la integración de todos los alumnos del mundo a través de propuestas tecnológicas, deportivas y artísticas que promueven la educación desde la cultura del encuentro.

 

 

 

12/04/2019-07:00
Isabel Orellana Vilches

Beata Margherita da Cittá di Castello, 13 de abril

«La vida de esta beata, tan maltratada por la naturaleza y por su cercano entorno, brilla en todo su fulgor enseñándonos lo que sucede cuando el infortunio de nacer malherida se troca en gracia y misericordia divinas»

Tan mal considerada fue esta beata en su más cercano entorno que, exceptuando las humildes personas de bondadoso corazón que la ayudaron, incluidos los dominicos, durante un tiempo pocos pudieron entrever la finísima obra de orfebrería que Dios realizaba en ella cincelando su espíritu con la deslumbrante e inigualable luz de su belleza.

Con el ejemplo de su vida, y las gracias de las que fue adornada, se asesta un mazazo a los prejuicios, a la fría conceptualización de una persona por su aspecto externo que, en este caso concreto, fue acompañada de una falta de piedad inaudita. Porque Margherita nació en 1287 en el castillo de Metola (perteneciente entonces a la Massa Trabaria), provincia de Pesaro y Urbino, Italia, con dolorosas deformidades.

Afectada de ceguera, lisiada —con ostensible cojera y una prominente joroba—simplemente por su debilidad, y no es poco, debería haber polarizado en ella toda la ternura de sus padres Parisio y Emilia. Además, siendo nobles y pudientes podrían haberla colmado de atenciones. No fue así. Su llegada parecía obedecer a una desgracia más que a una bendición.

Una joven hermosa y saludable habría encajado perfectamente en tan selecto entorno. Pero no era su caso. Siendo la primogénita, la pobre criatura defraudó las esperanzas de su padre que hubiera deseado un varón, y se hizo acreedora de su desdén. La confiaron a una persona del servicio y fue bautizada por el capellán de la fortaleza con absoluta discreción, por no decir casi de forma clandestina. No había lugar para ella en el castillo.

Para mantenerla a resguardo de miradas ajenas, fue recluida en una celda. Cuando fortuitamente fue descubierta por unos invitados, la trasladaron a un habitáculo construido en las inmediaciones de la fortaleza, en una zona boscosa, con un ventanuco para introducir la comida. Tenía 6 años y sus padres no habían vuelto a verla desde que nació.

Así que la condenaron a vivir en una fría cárcel. ¡Cuánta desgracia junta! Tan solo el capellán, que le enseñó a orar, pudo apreciar la inteligencia que le adornaba y cómo iba creciendo pertrechada en la sabiduría que proviene de la gracia divina.

Nueve años permaneció en tan inhóspito lugar, sola, contando únicamente con la visita puntual del sacerdote y alguna esporádica de Emilia. En ese tiempo ya había aprendido a reconocer el amor de Dios que acoge a sus hijos con infinita misericordia al margen de defectos y debilidades. En Cristo crucificado halló el modelo a seguir para abrazarse a la cruz, gozosa de poner a sus pies sus particulares sufrimientos regados con muchas lágrimas.

El estallido de la guerra obligó a sus padres a aceptarla en la fortaleza, aunque la trataron como a una prisionera manteniéndola en el sótano en pésimas condiciones. Confortada por el capellán, soportaba tanta ignominia con entereza y confianza.

Hacia los 15 años un día fue conducida por sus padres a Cittá di Castello para solicitar la mediación de un franciscano, (puede que fuese el lego fray Giacomo, fallecido poco tiempo antes con fama de santidad, y ante cuya tumba se produjeron algunos milagros) y lograr su curación. Para ello hicieron un fatigoso viaje atravesando los Apeninos. Da la impresión de que buscaban, sobre todo, librarse de tan embarazosa presencia. Como no obtuvieron lo que deseaban, dejaron a la muchacha en una iglesia abandonada, a su libre albedrío.

La ceguera del corazón, infinitamente más tenebrosa que la física, era atuendo de los padres de Margherita. Obviamente, Dios en su infinita misericordia no iba a desentenderse de esta hija predilecta, tan cruelmente tratada. Y como hace con todos, de forma especial con los que están inmersos en el drama del sufrimiento, la bendeciría de forma singular. Así pues, aunque la joven deambuló llena de angustia como una vagabunda, mendigos, y luego campesinos de gran corazón, se apiadaron de ella.

Se cumplía su honda impresión de que, aunque sus padres la desampararon, Dios nunca la abandonaría. Hacia sus 20 años ingresó en un convento, parece que regido por oblatas, que prescindieron de ella al no soportar la presencia de tanta virtud en un claustro de costumbres algo laxas, como era aquél en esos momentos. Para vivir con un santo hace falta disponerse a la exigente entrega consignada en el evangelio, de lo contrario se corre el riesgo de sucumbir ante las propias flaquezas. Es lo que entonces ocurrió.

De nuevo en la calle, Margherita fue acogida por un bondadoso matrimonio compuesto por Venturino y Grigia. La Orden de predicadores la aceptó como laica y durante treinta años vistió el hábito de la Tercera Orden de santo Domingo feliz al poder encarnar la riqueza de este carisma.

Gran penitente, acostumbrada a la austeridad, a las mortificaciones y a la oración, fue escalando las altas vías de la contemplación. Con su ejemplo conmovía a la gente que acudía a ella en busca de consejo. Era especialmente devota de la Sagrada Familia y tuvo debilidad por los pobres y los enfermos, a los que socorrió junto a los reclusos y a los moribundos.

Aprendió de memoria el Salterio y solía meditar en el misterio de la Encarnación. Fue agraciada con éxtasis, junto a los dones de profecía y milagros. Murió el 13 de abril de 1320. Según parece, en su corazón encontraron tres perlas que tenían esculpidas respectivamente las imágenes de Jesús, María y José.

Quienes la conocían le habían escuchado decir en numerosas ocasiones:

«¡Oh, si supierais el tesoro que guardo en mi corazón, os maravillaríais!». Su cuerpo, que se conserva incorrupto —como se constató al abrir el ataúd para darle nueva sepultura el 9 de junio de 1558—, se venera bajo el altar mayor de la basílica de San Domenico en Cittá di Castello. Pablo V la beatificó el 19 de octubre de 1609. El prelado que se hallaba en Urbino en 1988 la proclamó patrona de los ciegos para esa diócesis.