CARTA DEL OBISPO

 

UN CORAZÓN ORANTE Y MISIONERO

 

 

 

SANTANDER | 30.04.2019


 

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Queridos hermanos y hermanas:

 

El domingo de la Santísima Trinidad, la Iglesia en España celebra la Jornada de la Vida contemplativa. Todo el pueblo de Dios agradece este año 2019 el corazón orante y misionero de los que no dejan de contemplar el rostro de Dios y nos ayudan a abandonar los hábitos de vida mundana para vivir como hijos del Padre.

En la vida ordinaria de los monasterios se ora intensamente. En la oración los monjes y las monjas buscan el rostro de Dios y se convierten en el corazón orante de la Iglesia. Rezan no sólo por ellos mismos, sino sobre todo por tantos hombres y mujeres que sufren y a veces no saben expresar su dolor y por los que no saben, no quieren o no pueden orar. Interceden ante el Señor por el bien de la Iglesia y de la humanidad entera. Así se convierten para nosotros en testimonio y profecía. Porque nos enseñan a perseverar en la búsqueda del rostro de Dios, nos recuerdan que el Señor ha de ser nuestro tesoro, nuestro bien principal, lo único que es necesario: "sólo Dios basta". También testimonian cómo se pueden ver los acontecimientos con los ojos de Dios.

Los contemplativos tenéis una hermosa misión: "La Iglesia —os ha recordado el papa Francisco— aprecia mucho vuestra vida y vuestra entrega total. La Iglesia cuenta con vuestra oración y con vuestra ofrenda para llevar la buena noticia del Evangelio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. La Iglesia os necesita".

Los monjes y monjas de clausura no sólo tienen una hermosa misión, sino que nos impulsan a vivir la dimensión misionera de toda la Iglesia. Son como faros, antorchas y centinelas, nos dice el Papa actual. Son como faros en el mar porque indican la ruta para llegar al puerto ansiado. Son antorchas que nos iluminan en la travesía que debemos recorrer a lo largo de nuestra vida, aunque tengamos que atravesar noches oscuras y tinieblas. Son como centinelas que vigilan mientras nosotros dormimos o andamos demasiado agitados entre quehaceres y responsabilidades de cada día. Su constante oración vigilante nos protege muchas veces de manera imperceptible de riesgos y tentaciones.

"Evangelizar constituye la dicha y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar", nos enseñó el papa S. Pablo VI. Desde sus monasterios, los monjes y las monjas animan y sostienen a los misioneros de lejos o de cerca. No en vano una monja de clausura, Santa Teresita del Niño Jesús es la Patrona de las misiones. Todos ellos contribuyen a hacer realidad el sueño de Francisco: una "Iglesia en salida misionera'.

Agradezcamos a Dios el regalo de la vida contemplativa y pidamos que el Señor nos bendiga con nuevas vocaciones a la vida contemplativa también en nuestra diócesis.

 

Con mi afecto y mi bendición.

 

+Manuel Sánchez Monge,
Obispo de Santander