Colaboraciones

 

¿Dónde están esas grandes personas cordiales que desprenden honestidad? ¡Basta ya de tantos abusos!

 

 

26 junio, 2019 | por José Ramón Talero


 

 

Ante la incertidumbre política, social y económica en que estamos encajados todos los españoles, ¿habrá forma de conseguir esa estabilidad en todos los aspectos, para que podamos avanzar y sobre todo atajar la infinidad de problemas cotidianos que nos atenazan?

Recuerdo a todos, esa inseguridad y a la vez realidad que nos acontece… Dice un refrán: “Donde hay saca y no pon, pronto se acaba el bolsón”

Admiten nuestros representantes políticos que estamos edificando entre todos los ciudadanos, una España mejor, más equitativa; pero no nos dicen y nos manipulan con sus discursos, que estamos endeudados hasta niveles inimaginables. La deuda per cápita en España en primer trimestre de 2019, fue de 25.673€ por habitante. España, está en el ranking mundial de Deuda Pública, entre los países con más deuda del mundo.

A pesar de la tranquilidad que tanto añoramos, y el percibir en los demás la bondad interior que cada uno puede transmitir de calor y alivio hasta lo más recóndito del espíritu, esta sociedad no consiente la calma de la espera, de la meditación, del aislamiento y sobre todo la del diálogo.

Saber escuchar a los demás es fundamental, de igual manera amar, pero para amar hay que conocer. Las grandes personas son siempre las más amables, están llenas de honradez e integridad.

¿Por qué nuestros representantes se aferran a intereses partidistas y no arriman el hombro para solucionar los problemas más inmediatos, que angustian y exasperan a la ciudadanía?

¿Dónde están esas grandes personas cordiales que desprenden honestidad?

La templanza persistente en la forma de ser, pone límites al conocimiento entregado de uno mismo hacía los demás.

¿No hay forma de conseguir ese equilibrio y exigir a los que nos gobiernan, esas grandes personas, que haya esa única realidad en su misión, servicio, que es el bien del pueblo?

En esta sociedad donde el fingimiento y el individualismo son de una desfachatez intolerable, donde la prerrogativa es endémica y si se le añade la necedad o desconocimiento junto a la falta de coexistencia, lo endémico se convierte en pandémico. ¡Basta ya de tantos abusos!