Sociedad y Familia

 

La inseguridad alimentaria en el mundo se agrava por los conflictos crónicos y las sequías

 

La FAO advierte de que “41 países necesitan ayuda alimentaria externa”. A las condiciones climáticas adversas y los conflictos en curso se suma la amenaza de la peste porcina africana, que se extiende por Asia

 

 

12 julio, 2019 | Víctor Ruiz


 

 

El reto de erradicar el hambre aguda en el mundo, que afecta a 113 millones de personas, se hace cada vez más complicado si tenemos en cuenta que la inseguridad alimentaria se agrava debido a los conflictos crónicos y las sequías.

Esa es la alerta que lanzaba el pasado 4 de julio la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que advierte de que, en el planeta, “41 países necesitan ayuda alimentaria externa” (31 de ellos en África).

Todos esos países carecen de los recursos para hacer frente a problemas críticos de inseguridad alimentaria, que tiene que ver con la falta de alimentos, la ausencia generalizada de acceso a éstos, o problemas graves de inseguridad alimentaria localizada.

Además, a las condiciones climáticas adversas y los conflictos en curso se suma la amenaza de la peste porcina africana, que se extiende por Asia oriental y el Sudeste asiático, según el informe ‘Perspectivas de Cultivos y Situación Alimentaria’ elaborado por la FAO.

El informe, que se publica cuatro veces al año y presta una atención especial a los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos (PBIDA), es un análisis sobre las tendencias de la seguridad alimentaria por regiones geográficas y pone el acento en las perspectivas de producción de cereales, la situación del mercado y las condiciones de seguridad alimentaria.


El mapa de la inseguridad alimentaria en el mundo

 

Los conflictos crónicos, generadores de hambre

En relación a los conflictos armados, el estudio destaca que, en Oriente Medio, a pesar de unas condiciones climáticas favorables para los cultivos, “los conflictos en curso en Siria y Yemen continuaron obstaculizando el potencial de producción agrícola al limitar la disponibilidad de insumos y aumentar el coste de producción”.

En Yemen, “en el período comprendido entre diciembre de 2018 y enero de 2019, alrededor de 15,9 millones de personas -que representan el 53% de la población-, se enfrentaron a una inseguridad alimentaria aguda severa”, cita el informe.

“Asimismo, en África, la grave situación de la seguridad alimentaria en diversos países -entre ellos la República Centroafricana, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur-, es resultado de la persistencia de los conflictos y la inseguridad”, añade.

“En Sudán del Sur, en particular, el número de personas en situación de inseguridad alimentaria severa se estimaba en casi 7 millones -el 60% de la población-, entre mayo y julio de 2019”, concluye en este apartado.

De hecho, en referencia a todo ello, el pasado 8 de mayo la FAO ya denunciaba que los conflictos impulsan el hambre en Oriente Medio y Norte de África, con más de 52 millones de afectados.

“Los conflictos y las brechas cada vez mayores entre las zonas rurales y urbanas dificultan los esfuerzos para acabar con el hambre antes de 2030”, advertía.


Mujeres cuidando el campo en Sudán del Sur para combatir la inseguridad alimentaria

 

Sin lluvias no hay alimentos

Por otra parte, la erosión del suelo, una de las cinco amenazas para la seguridad alimentaria, restringe la producción de alimentos, afecta al suministro del agua y contribuye al aumento de pobreza.

Al respecto, el informe de la FAO destaca que “la falta de lluvias socava la producción de alimentos” y contribuye a erosionar el suelo de forma cada vez más preocupante.

“Los daños causados por los ciclones y la falta de lluvias en 2019 causaron un déficit importante de la producción agrícola en África austral, lo que provocó un fuerte aumento de las necesidades de importación de cereales”, agrega.

Así, “las cosechas disminuyeron por segundo año consecutivo en Zimbabwe y Zambia, mientras que los países vecinos registraron también recortes en la producción, debido a las condiciones meteorológicas desfavorables, incluyendo Mozambique, que igualmente fue golpeado por un ciclón”, cita.

Al respecto, “es probable que la inseguridad alimentaria en Zimbabwe aumente considerablemente en 2019, agravada por los fuertes incrementos de los precios de los alimentos básicos y la recesión económica. A principios de 2019, ya se estimaba que unos 3 millones de personas en el país padecían inseguridad alimentaria”.

Al mismo tiempo, “en África oriental, la grave sequía afectó negativamente a las cosechas de la primera temporada y provocó una degradación de las condiciones de los pastizales”.

El informe señala que “las mayores disminuciones interanuales de la producción de cereales en 2019, en términos relativos, se prevén en Kenia, Somalia y Sudán, donde se esperan cosechas por debajo de la media”.

Por todo ello, cabe recordar que erradicar el hambre en África se ha convertido en un reto cada vez más difícil. De hecho, un total de 257 millones de personas padecen hambre en ese continente.

De ese total, hay “237 millones de personas afectadas en el África subsahariana”; y más de 80 millones de niños menores de 5 años se llevan la peor parte, denunciaba el pasado mes de febrero la FAO.

Entre las principales causas de esos estragos, el cambio climático tiene un especial protagonismo con diferentes variables, entre ellas las constantes sequías.

Volviendo al actual informe de la FAO, “en Asia, se prevé que la producción de trigo y cebada de la República Popular Democrática de Corea sea inferior a la media de 2018/19, […] debido sobre todo a las menores precipitaciones y a la escasa disponibilidad de agua de riego”, señala.

“Según la reciente Misión de evaluación rápida de la seguridad alimentaria de la FAO y el PMA en 2019, más de 10 millones de personas -es decir, el 40% de la población total-, se encuentran actualmente en situación de inseguridad alimentaria y necesitan ayuda alimentaria con urgencia”, destaca el informe.


Frenar la inseguridad alimentaria de los niños, máxima prioridad para la FAO

 

Mejores perspectivas en América Latina y Europa

En sentido diferente, el informe “prevé que la producción de cereales en América Latina y el Caribe en 2019 alcance un record histórico de 274 millones de toneladas”.

Principalmente, el aumento previsto refleja “una fuerte recuperación de la producción de maíz en América del Sur”, debido a “la ampliación de las plantaciones y, en segundo lugar, a la mejora de los rendimientos”.

En cuanto a Europa, el estudio considera que “la producción de trigo en 2019 debería repuntar en la Unión Europea, la Federación de Rusia y Ucrania, debido sobre todo a las condiciones climáticas favorables y al incremento de las siembras”.

 

La amenaza de la peste porcina

Otra cuestión que analiza la FAO en una sección especial es la evolución de la peste porcina africana (PPA), una enfermedad contagiosa que afecta a los cerdos domésticos y silvestres.

El motivo de preocupación es que la PPA “se está extendiendo por Asia oriental y el Sudeste asiático” y amenaza la subsistencia y la seguridad alimentaria de millones de personas que dependen de la cría de ganado porcino.

“En China, a mediados de junio, la enfermedad había sido señalada en 32 de las 34 divisiones administrativas provinciales, y más de 1,1 millones de cerdos han perecido o han sido sacrificados”, advierte el informe.

Además, “se ha detectado esta plaga en Vietnam, Camboya, Mongolia, la República Popular Democrática de Corea y la República Democrática Popular Lao, afectando a millones de cerdos”, añade.

Entre las causas, cita las explotaciones en pequeña escala que conforman la estructura de gran parte de la industria porcina de la zona, lo que dificulta la aplicación de normas de bioseguridad que pueden contribuir a frenar la expansión de la enfermedad.

También contribuye a propagarla el comercio intrarregional de productos de carne porcina que podrían estar contaminados, con lo que los expertos consideran que la PPA irá a más en los próximos meses.

Una preocupación añadida es que, como resultado de la disminución de la producción de carne de cerdo y el agotamiento de las actuales existencias congeladas, los precios tenderán a dispararse, “lo que conllevará una presión añadida para la seguridad alimentaria de las poblaciones más vulnerables”, concluye el informe.