El sinsentido del suicidio

 

13/09/2019 | por Grupo Areópago


 

 

 

Desde el año 2003, cada 10 de septiembre se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, al encontrarse éste entre las veinte principales causas de muerte en todo el mundo.

La Organización Mundial de la Salud indica la existencia de un suicido cada 40 segundos, lo que representa más de 800.000 muertes anuales, con una tasa anual de mortandad muy por encima de la que se produce por accidentes de tráfico; en los últimos 45 años las tasas de suicidio han aumentado en un 60% a nivel mundial, según la OMS.

Los datos no dejan de ser muy alarmantes tanto por el aumento de casos como porque afecta a personas de cualquier edad y clase social, siendo los jóvenes uno de los grupos de mayor riesgo.

Ante este grave problema social, hay quienes se limitan a manifestar la pesadumbre por aquellos que nos han dejado demasiado pronto, en ocasiones por no haber sabido gestionar el paso del éxito al olvido profesional o social. Se oculta o se enmascara el verdadero drama que supone la pérdida en sí de la vida humana de aquel que decidió dejar de vivir.

Cada vida humana es única e irrepetible y tiene valor por sí misma, al margen de la actividad que cada ser humano desarrolle en la sociedad. Tan valiosa es la vida del  artista, del político, del deportista como la del recién nacido; Tanto vale la vida del anciano como la del joven, del que tiene salud como de quién se encuentra gravemente enfermo.

No es aventurado afirmar que el suicida pone fin a su vida porque no puede soportar una vida carente de sentido; La desesperación es una de las mayores pobrezas de nuestro mundo a lo que se une el individualismo en que vivimos.

Urge quitar las vendas de nuestros ojos y acercarnos a aquellos que sufren el sinsentido de sus vidas. El ser humano solo encuentra sentido a su existencia si ama y es amado, por ello no hay mejor terapia para el que carece de sentido de la vida que experimentar que es amado, también en sus miserias y descubrir que también él está llamado a amar, para bien de los otros.

Estas personas necesitarán en muchos casos ayuda médica especializada, pero ello no suple la urgente necesidad de salir de nuestro individualismo y estar al lado de cada ser humano que sufre.

Desde la experiencia de amar y ser amado, el suicidio será siempre un sinsentido.

 

GRUPO AREÓPAGO