Perspectiva de Género

 

¿Hormonas y cirugías para los transexuales? No está tan claro

 

 

19 noviembre, 2019 | Infogender


 

 

 

Reproducimos la noticia publicada por Giuliano Guzzo en La Nuova Bussola Quotidiana:

 

“El American Journal of Psychiatry publica una investigación sobre los transexuales en Suecia y algunos medios lo presentan como la prueba de que la cirugía de cambio de sexo funciona. Pero los datos del estudio dicen justo todo lo contrario. El sociólogo Mark Regnerus se ha dado cuenta: solo una de cada 49 cirugías evitaría el uso de terapias de salud mental.

¿Los efectos de la cirugía? “Mejora” la vida de los transexuales: era lo que, no sin cierto énfasis, solo hace unas semanas titulaban diversos medios al exponer los resultados de “Reduction in mental health treatment utilization among transgender individuals after gender-affirming surgeries”, un maxi estudio publicado en el American Journal of Psychiatry que, a partir de los registros de la población sueca, que contiene datos de más de 9.700.000 personas, examinaba, durante el período entre 2005 y 2015, las condiciones de los sujetos con experiencia de “incongruencia de género », esto es, transgénero, o personas con disforia de género.

A partir de esa inmensa muestra, examinando las condiciones de salud mental, se concluyó que las personas transexuales que optan por la cirugía tendrían menos problemas psicológicos en su futuro. “Ahora ya no podemos decir que no hay evidencia de los beneficios de las intervenciones quirúrgicas de cambio de sexo para las personas transgénero que las requieren”, afirmó John Pachankis, en una famosa rueda de prensa con aires triunfales en la Facultad de Medicina de Yale, quien, junto con Richard Bränström, es coautor de una investigación impresionante que, para ser sinceros, ofrece resultados no tan alentadores.

El sociólogo Mark Regnerus se dio cuenta: en un articulado artículo en Public Discourse ha señalado que el estudio publicado a principios de octubre en el American Journal of Psychiatry es un estudio metodológicamente excelente, de los que dejan satisfechos a los puristas del rigor estadístico, pero precisamente por esta razón sus resultados deben leerse tal como son, sin tonos injustificadamente engañosos. De hecho, el único elemento de sombra aparecido en los medios fue que en la salud de los sujetos con experiencia de “incongruencia de género” se habían encontrado beneficios quirúrgicos, beneficios de los que no se encontraba rastro, sin embargo, incluso después de los tratamientos hormonales.

Pero los datos de esa investigación dicen mucho más. Más en concreto, Regnerus se pregunta por qué Pachankis y Bränström pasaron de puntillas sobre tres aspectos, todo menos marginales. El primero se refiere a los “beneficios” para la salud mental derivados de una disminución del tratamiento psiquiátrico para los trastornos de ansiedad y estado de ánimo para los pacientes trans que se han sometido a cirugía. Estos “beneficios” en la investigación surgieron solo después de una década: no antes. Esto significa que hasta ese momento esas personas, a pesar del contexto social sueco ultralibertario, han experimentado una condición de sufrimiento dramático. ¿Realmente todo es culpa de la llamada transfobia?

Consideración número dos. A pesar de la inmensa cantidad de la muestra y de los mismos transexuales monitorizados (casi 2.700), los que se habían sometido a una operación quirúrgica diez años antes solo eran 19, y de estos, los que continuaron teniendo problemas eran cuatro. Ahora bien, aparte de que una muestra tan pequeña pone en peligro cualquier generalización de raíz, es suficiente que solo otros 3 sujetos de los 15 restantes, señaló Regnerus, acusen ciertos problemas para que ya no se pueda hablar de los “beneficios” de la cirugía. En resumen, estamos lejos de poder afirmar que “ahora ya no podemos decir que no hay evidencia de los beneficios de las operaciones quirúrgicas”. Una tercera y última cuestión planteada por el sociólogo se refiere al «number needed to treat», un índice destinado a cuantificar el impacto clínico de una intervención dada.

Al calcular este valor, Regnerus ha notado que solo un procedimiento quirúrgico de cada 49 parece mejorar el bienestar del paciente transexual, evitando así la necesidad de ayuda psicológica. Un número, concluye Regnerus, realmente demasiado pequeño para alimentar cualquier tipo de entusiasmo: “Si se tratara de un estudio clínico que busca establecer la eficacia de un tratamiento médico particularmente invasivo en comparación con un protocolo estándar no invasivo, no sería posible decir que estos resultados publicados favorecen el tratamiento invasivo, en este caso la “cirugía” de afirmación de género. Realmente difícil de replicar, aunque los medios no abandonarán  sus habituales consignas pro ideología de género.”