Conferencia Episcopal

 

Eutanasia: los obispos responden a 60 preguntas sobre el suicidio asistido "que daña a toda la sociedad"

 

La Conferencia Episcopal presenta el documento "Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de esta vida”

 

 

04/12/19


 

 

 

"La eutanasia y el suicidio asistido no hacen a la sociedad mejor ni más libre, ni son expresión de verdadero progreso, sino que dañan a toda la sociedad. La eutanasia daña a la medicina". Así de claros se muestran los obispos españoles en el texto sobre el final de la vida que, en la pasada Asamblea Plenaria, trabajaron y aprobaron con un acuerdo tal que incluso hubo quien propuso que llevara la firma de la Asamblea Plenaria.

Un documento de la Sub-Comisión Episcopal de Familia y Vida titulado “Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de esta vida”. El texto fue presentado en la Plenaria por el obispo de Bilbao, monseñor Mario Iceta, acreditado especialista en esta materia por sus estudios de medicina y su especialidad en cuidados paliativos.

 

Los obispos aclaran lo que está en juego

El documento consta de una Introducción y un Epílogo, y los siguientes siete capítulos: I. El debate social sobre la eutanasia, el suicidio asistido y la muerte digna; II. Ética del cuidado de los enfermos: dignidad, salud, enfermedad; III. La medicina paliativa ante la enfermedad terminal, IV. La ilicitud de la obstinación terapéutica, V. La eutanasia y el suicidio asistido son éticamente inaceptables; VI. Propuestas para fomentar una cultura del respeto a la dignidad humana y VII. La experiencia de fe y la propuesta cristiana.

A través de las respuestas a 60 preguntas, redactadas en un lenguaje comprensible y de forma pedagógica, los obispos no solo aclaran los conceptos fundamentales que están en juego en esta materia, sino que profundizan en las raíces antropológicas, culturales, sociales, ideológicas y médicas de este problema social.

 

Consecuencias sociales de la eutanasia

A la cuestión sobre las consecuencias sociales de la eutanasia, los obispos señalan que “la eutanasia y el suicidio asistido dañan a toda la sociedad. No es una cuestión meramente privada que atañe solo al enfermo y a su familia. El individualismo es un rasgo presente en la sociedad actual, pero no dejan de surgir y progresar relaciones interpersonales no interesadas que constituyen vínculos sociales verdaderos, ya que el ser humano es un ser constitutivamente relacional llamado a la comunión. Plantear la eutanasia a voluntad significa que estas relaciones pierden su valor y la vida social queda herida y debilitada: se atenúan los vínculos constitutivos de la sociedad que, de este modo, irremediablemente se deshumaniza”.

Los obispos consideran que “la eutanasia daña a la medicina. Los médicos, además de practicar la eutanasia, deberán atender a otros pacientes. La confianza entre médico y paciente es esencial. Si el médico considera eliminar al paciente como una opción válida, la confianza entre el médico y el paciente queda gravemente comprometida”.

Además, añaden que “la eutanasia no ofrece ni calidad de vida ni calidad de muerte. Por este motivo, la introducción de la eutanasia desnaturaliza la medicina. La degradación de la ética profesional que se encierra detrás de este cambio es enorme, y aquí conviene recordar el precepto hipocrático de no administrar veneno a un paciente, aunque lo pida. La medicina no puede renunciar a su finalidad y ceder a una compasión mal entendida; más aún hoy, cuando las posibilidades de alivio son inmensas”.

 

¿Qué hay detrás?

Una de las preguntas que subyacen a la mentalidad eutanásica es si es una conquista de la civilización, un signo de civilización y progreso. Los obispos declaran que un “signo de civilización es justamente lo contrario, es decir, la fundamentación de la dignidad de la persona en el hecho elemental de ser humana, con independencia de cualquier otra circunstancia como raza, sexo, religión, salud, edad, habilidad manual, capacidad mental o económica.

Esta visión esencial del ser humano significa un progreso cualitativo importantísimo, que distingue justamente a las sociedades civilizadas de las que se daban en tiempos ya superados, en las que la vida del prisionero, el esclavo, la persona discapacitada o el anciano, según épocas y lugares, era despreciada. La eutanasia y el suicidio asistido no hacen a la sociedad mejor ni más libre, ni son expresión de verdadero progreso”.

¿Qué hay detrás del debate sobre la eutanasia y el suicidio asistido? La respuesta de los obispos es clara: “La eutanasia y el suicidio asistido son objeto en nuestro tiempo de campañas propagandísticas a su favor. El debate actual sobre estos asuntos no es propiamente planteado como una cuestión médica, sino más bien ideológica con una profunda raíz antropológica. Efectivamente, en el fondo nos encontramos ante una determinada concepción del ser humano y sus implicaciones familiares y sociales y un concepto de libertad concebida como voluntad absoluta desvinculada de la verdad sobre el bien” insisten.

 

Que la muerte no sea un tema tabú

Los obispos españoles alientan la promoción de propuestas destinadas “a ayudar a redescubrir la dignidad de todo ser humano, principalmente en el contexto de la situación de enfermedad grave o terminal”.

De entra ellas apuntan:

- Que la muerte no sea un tema tabú, sino un hecho natural que forma parte de la vida humana. Nadie —ni jueces, ni legisladores, ni médicos— se puede atribuir el derecho a decidir que algunos seres humanos no tienen derechos o los tienen en menor grado que los demás, debido a sus limitaciones, raza, sexo, edad, religión o estado de salud;

- Que la familia sea respetada y querida como ámbito natural de solidaridad entre generaciones, en el que, con independencia de cualquier condicionamiento, se acoge, se protege y se cuida a todos sus miembros;

- Que no se considere la organización hospitalaria como un ámbito en el podamos desentendernos de nuestras obligaciones con respecto a los enfermos y ancianos;

- Que la familia y el hogar sean el lugar de acogida natural en la enfermedad y ancianidad, y donde la proximidad de la muerte se viva con cariño y lucidez;

- Que surjan iniciativas sociales de atención a los enfermos terminales, en un ambiente respetuoso con la persona y sus familias, adecuadamente preparadas para afrontar dignamente la muerte;

- Que las profesiones sanitarias se orienten hacia una atención integral de la persona durante todo el arco vital;

- Que las instituciones públicas y los poderes del Estado tutelen de manera efectiva la vida de todo ser humano, desde la concepción hasta su muerte natural, con independencia de cualquier condicionamiento”.

 

El caso holandés

En otro apartado del documento, se refieren al caso Holandés. “La experiencia de Holanda anteriormente citada, -apuntan- donde está asentada una mentalidad permisiva de la eutanasia, es que se crea paralelamente una «solapada e insidiosa coacción moral» que lleva a los enfermos terminales o considerados «inútiles» a sentirse inclinados a solicitar la eutanasia.

Un grupo de adultos con discapacidades importantes manifestaba recientemente ante el Parlamento holandés: «Sentimos que nuestras vidas están amenazadas. Nos damos cuenta de que suponemos un gasto muy grande para la comunidad. Mucha gente piensa que somos inútiles. Nos damos cuenta a menudo de que se nos intenta convencer para que deseemos la muerte. Nos resulta peligroso y aterrador pensar que la nueva legislación médica pueda incluir la eutanasia»”.

La eutanasia no es una cuestión que inquiete solo a las personas religiosas, ni es un tema solo religioso. Para los obispos españoles, “la eutanasia y el suicidio asistido constituyen un drama humano, con hondas raíces antropológicas y con amplias repercusiones en el ámbito familiar, social, político y sanitario. En cuanto afecta a la vida humana y las diferentes esferas en las que se desarrolla, tienen una innegable repercusión en el ámbito religioso, pero es un asunto que pertenece principalmente a la concepción actual acerca del ser humano, de su libertad y de su destino”.

 

60 preguntas

Ofrecemos a continuación las 60 preguntas a las que da respuesta este importante documento. 1¿Qué subyace en el reciente debate social sobre la eutanasia y el suicidio asistido? 2. ¿Qué aspectos se promueven en las campañas favorables a la eutanasia y el suicidio asistido? 3. ¿Cuáles son los principales argumentos que se emplean para promover la legalización de la eutanasia y el suicidio asistido? 4. ¿La promoción de la eutanasia y el suicidio asistido es un fenómeno reciente? 5. La aceptación de la eutanasia y el suicidio asistido ¿no es un signo de civilización? 6. ¿Cuál es el fundamento ético de las profesiones sanitarias? 7. ¿Qué se entiende por salud y enfermedad? 8. El dolor y la muerte ¿forman parte de la vida humana o, por el contrario, son obstáculos para ella? 9. ¿Debería, entonces, toda persona renunciar a huir del dolor en general, y del dolor de la agonía en particular? 10. ¿Es importante buscar sentido a la vida y también a las situaciones de dolor y sufrimiento?

11. ¿La enfermedad puede ser ocasión de plantearse el sentido de la vida? 12. ¿Es natural el miedo a morir y al modo de morir? 13. Como algunos creen ¿no serían más indignos una muerte dolorosa o un cuerpo muy degradado que una muerte rápida, producida cuando cada uno lo dispusiera? 14. ¿En la actitud que se adopte ante el dolor y muerte, hay, por tanto, una cuestión antropológica de base? 15. ¿Cuáles son las necesidades que presentan los enfermos en situación terminal? 16. ¿Qué es la medicina paliativa? 17. ¿Cómo está organizada la medicina paliativa? 18. ¿En qué consiste la «adecuación de los cuidados»? 19. ¿No es muy sutil la línea divisoria entre la eutanasia y la adecuación de los cuidados? 20. ¿A qué aludimos con la expresión «cuidados generales básicos»?

21. ¿Dentro de los cuidados básicos hay que incluir la nutrición por vía enteral o parenteral y la hidratación parenteral? 22. ¿Existen, por tanto, unos derechos del enfermo en situación terminal? 23. ¿Cómo se puede paliar el sufrimiento del enfermo en situación terminal? 24. ¿Cómo abordar adecuadamente el tratamiento del dolor? 25. ¿Es lícito el tratamiento del dolor, aunque pueda derivarse un acortamiento de la expectativa de vida? 26. ¿Qué otros aspectos son esenciales cuidar en los pacientes graves o en situación terminal? 27. ¿Qué dimensiones o ámbitos de la persona deben ser atendidos en los cuidados que se le deben dar al final de su vida? 28. ¿Qué es la sedación paliativa? 29. ¿En qué consiste la sedación paliativa profunda? 30. En la situación de incapacidad mental del enfermo, ¿es válido el documento de voluntades anticipadas?

31. ¿Qué es la obstinación terapéutica? 32. ¿En qué consiste la obstinación terapéutica en el contexto de un enfermo en situación terminal? 33. ¿Qué es la eutanasia? 34. ¿Es valiosa la distinción entre eutanasia activa y pasiva? 35. ¿Qué se quiere decir cuando se utiliza la expresión «dejar morir al paciente»? 36. ¿Por qué la eutanasia y el suicidio asistido son éticamente inaceptables? 37. ¿La eutanasia afecta a la relación médico-paciente? 38. ¿Cómo afecta la eutanasia a la familia? 39. ¿Qué consecuencias tiene la eutanasia sobre la práctica médica? 40. ¿La admisión de la eutanasia y del suicidio asistido para casos extremos abre la puerta a que se aplique a situaciones cada vez menos extremas?

41. ¿Se puede considerar el «caso holandés» como significativo de la legalización de la eutanasia y del suicidio asistido? 42. Si lo que se admitiera fuera solo la eutanasia voluntaria y el suicidio asistido: ¿no se producirían efectos sociales positivos? 43. El ejercicio aceptado de la eutanasia y del suicidio asistido ¿termina por debilitar y relajar las garantías legales? 44. ¿Qué consecuencias tienen la eutanasia y el suicidio asistido sobre la sociedad? 45. ¿Es necesario redescubrir la raíz que sustenta la dignidad humana? 46. ¿Es necesaria la educación para valorar adecuadamente la originalidad y el valor de la vida humana? 47. ¿Es necesario favorecer la solidaridad con los que sufren? 48. ¿Se atiende suficientemente a formar al personal sanitario en el arte de aliviar y consolar? 49. ¿En qué aspectos es necesario incidir para extender una cultura de la vida? 50. ¿Qué aporta la fe al cuidado de los enfermos en situación terminal?

51. ¿Cómo concibe el cristianismo la dignidad de la vida humana? 52. ¿Ayuda la fe a encontrar un sentido a la vida y, de modo particular, al sufrimiento? 53. ¿Cuál es la doctrina de la Iglesia sobre el sufrimiento y la muerte? 54. ¿En qué puede colaborar un cristiano para promocionar una cultura de respeto de la vida humana? 55. ¿Qué es el Sacramento de la Unción de los Enfermos? 56. ¿Cuál debe ser la actitud de un cristiano ante la muerte? 57. La eutanasia y el suicidio asistido ¿son cuestiones religiosas? 58. En determinadas situaciones ¿no se plantean los profesionales sanitarios o los familiares creyentes, unos problemas morales muy difíciles de resolver? 59. ¿Se puede resumir en pocas palabras cuál es la doctrina de la Iglesia sobre la actitud ante el final de esta vida? 60. ¿En qué puede contribuir un cristiano a acrecentar el respeto y valoración de toda vida humana?