Servicio diario - 12 de diciembre de 2019


 

El Papa en la fiesta de la Virgen Guadalupe: María, "mujer, madre y mestiza"
Larissa I. López

Padre Ángel: "Tenemos que ser una Iglesia para curar el frío de dentro y el frío de fuera"
Rosa Die Alcolea

Papa Francisco: La paz, "objeto de nuestra esperanza" que "da alas para avanzar"
Larissa I. López

Virgen de Guadalupe: María "se mestizó para ser Madre de todos"
Larissa I. López

España: Francisco aprueba el martirio de 27 dominicos asesinados en la Guerra Civil
Larissa I. López

Congregación para las Causa de los Santos: Ver la santidad "de la puerta de al lado"
Larissa I. López

México: Mañanitas a la Virgen de Guadalupe: millones de corazones, una sola voz
Redacción

Hna. Zully Rojas: "Los líderes indígenas nos reconocen como aliados. Debemos actuar en consecuencia"
Redacción

Perú: El Santo Padre nombra al obispo auxiliar de la diócesis de Huari
Redacción

Ecuador: Mons. Segundo René Coba es nombrado obispo de Ibarra
Redacción

Premio de Poesía Mística Fernando Rielo: 10 poetas de España, Italia y Panamá, finalistas
Redacción

Colombia: El Papa acepta la renuncia del obispo de SOCOITO y San Gil
Redacción

Monseñor Enrique Díaz Díaz: "Señales"
Enrique Díaz Díaz

Beato Juan Marinoni, 13 de diciembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

12/12/2019-18:56
Larissa 1. López

El Papa en la fiesta de la Virgen Guadalupe: María, "mujer, madre y mestiza"

(ZENIT – 12 dic. 2019).- El Santo Padre sugirió tres títulos o adjetivos para la Virgen, “mujer, madre y mestiza”, y ha pedido que la Virgen nos hable como habló a Juan Diego “con ternura, con calidez materna y con la cercanía del mestizaje”.

Hoy, jueves 12 de diciembre de 2019, aproximadamente a las 18 horas, el Papa Francisco presidió en la basílica de San Pedro la Eucaristía en la Solemnidad de la Santísima Virgen María de Guadalupe.

 

Coro latinoamericano

Junto a Francisco concelebraron el Card. Marc Ouellet, el Card. Leonardo Sandri, Mons. Edgar Peña Parra, Mons. Octavio Ruiz Arenas, Mons. Ilson Montanari junto con otros cardinales, obispos y sacerdotes.

Antes de comenzar la Misa, el Papa incensó el cuadro de la Virgen de Guadalupe colocada para la ocasión bajo el baldaquino de Bernini en el templo vaticano.

El coro del Colegio Pío Latinoamericano entonó varios cantos en español, entre los que se encontraba el de “América, despierta”, canción popular que recuerda que María, emperatriz de las Américas, protege y acoge a su pueblo.

Los coros de la Capilla Sixtina y Mater Ecclesiæ, así como el maestro organista Juan Paradell  acompañaron también con sus cantos y música la celebración.

 

Liturgia de la palabra

La primera lectura del día, la carta de san Pablo a los Gálatas, fue leída en portugués y el salmo 66 fue cantado en italiano “Ti lodino i popoli, o Dio, ti lodino i popoli tutti” (“Que te alaben, Señor, todos los pueblos”).

El Evangelio, pronunciado en español (Lucas 1, 39-48), relata el encuentro de María con su prima Isabel. Esta última, llena del Espíritu Santo, le dice, “Bendita tú entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús”.

 

María “se mestizó con la humanidad”

Durante su homilía, el Papa Francisco apuntó que los demás títulos de María, como los de las letanías lauretanas, no son tan esenciales como los títulos de “mujer” y “madre”.

Asimismo, describió que, en la aparición a San Juan Diego (1474-1548), en 1531, en el cerro del Tepeyac, al noroeste de la Ciudad de México (México), la Virgen “se mestizó con la humanidad” para ser “Madre de todos” y “mestizó a Dios”.

El Pontífice también se refirió al papel de la mujer en la Iglesia y recomendó no reducirlo a “funciones”, sino mirar mucho más allá para no quedarse “a mitad de camino”.

La oración de los fieles fue realizada por un cantor, al que la asamblea respondió “En ti confiamos, Señor” y las ofrendas fueron entregadas por tres familias, 11 personas en total, de Filipinas, Ecuador y Colombia, respectivamente.

 

50º aniversario de la ordenación del Papa

Por último, antes de la bendición final, el cardenal Marc Ouellet, como presidente de la Comisión Pontificia para América Latina,  dirigió un saludo al Papa con motivo del 50 aniversario de su ordenación sacerdotal, que tendrá lugar mañana 13 de diciembre.

En él, el purpurado agradeció al Señor por “el don de sus cincuenta años de sacerdocio, vividos aún con mayor intensidad en sus años de ministerio petrino”, destacando en el Santo Padre su “espíritu de humildad y misericordia, en espíritu de reforma y santidad y dando prioridad y sumo cariño a los más necesitados de caridad y esperanza, y en especial a los pobres”.

Al mismo tiempo, el cardenal indicó al Pontífice que, aunque no todos “logran entender plenamente el alcance de sus gestos, palabras y decisiones, le puedo asegurar que el pueblo de Dios que camina en la fe se siente animado y consolado por su ejemplo y su magisterio”.

 

Con Anita Bourdin

 

 

 

 

12/12/2019-16:53
Rosa Die Alcolea

Padre Ángel: "Tenemos que ser una Iglesia para curar el frío de dentro y el frío de fuera"

(ZENIT — 12 dic. 2019).- "Tenemos que ser una Iglesia para curar el frío de dentro, que tenemos muchos, y el frío de fuera, que también tienen bastantes", explica el padre Ángel García Rodríguez, en una entrevista exclusiva a zenit, al inaugurar la iglesia abierta 24 horas en Roma, una iniciativa llamada "Iglesia siempre abierta".

El padre Ángel (Asturias, España, 1937) celebró el pasado día 9 en Roma la apertura de la primera iglesia abierta en Italia las 24 horas del día, la de los Santísimos Estigmas de San Francisco, proyecto llevado a cabo por su fundación Mensajeros de la Paz junto con la congregación de los Misioneros de María.

“Es una iglesia abierta, con las puertas abiertas, para que a las 4 de la tarde o 3 de la mañana pueda entrar alguien a hacer oración, o si pasa frío, a cobijarse”, aclara el sacerdote español.

“Más del 90 por ciento no duermen en la calle porque quieren”, asegura el párroco de la iglesia de San Antón, en Madrid, también abierta las 24 horas, “lo hacen porque no tienen a donde ir”. Y aclara que “no son delincuentes estos que duermen en nuestras calles o en nuestras iglesias. Son pobres, pero algunos los quieren confundir con delincuentes”.

 

Carta del Papa

El padre Ángel recibió una carta del Papa Francisco, en respuesta a su invitación para inaugurar la iniciativa. En el texto se puede leer la alegría del Santo Padre por este proyecto en Roma.

“Deseo que la Casa de Dios tenga siempre las puertas abiertas porque camina entre los pueblos, en la historia de los hombres y de las mujeres, de lo contrario las iglesias con puertas cerradas deberían ser llamadas museos”, escribe el Papa.

Francisco añade en la carta enviada al promotor de “Iglesia siempre abierta”: “La comunidad eclesial según el Evangelio es una tienda capaz de ampliar su espacio para que todos puedan entrar, un oasis de paz del amor de Dios, un lugar de acogida, reconciliación y perdón”.

A continuación, ofrecemos la entrevista que este medio ha realizado en exclusiva al padre Ángel García.

***

 

zenit: ¿Cómo surgió la iniciativa? ¿Le presentasteis al Papa la idea?

Padre Ángel: Sí, con el Papa habíamos coincidido cuando fue el Año Santo de los sin hogar, habíamos venido con las personas sin hogar a ganar el jubileo, a ver al Papa, a decirle esta iglesia un poco, que es la iglesia que él tantas veces dice: Abrir las puertas de las iglesias, para que no entre la tristeza, y sobre todo, cómo él nos invita a que sea como un hospital de campaña las iglesias con las puertas abiertas para curar las heridas que hay y llevábamos ya en Madrid, en España 4 años o 5, hay otra en Barcelona, que hemos abierto, y hay otra en México, en el Distrito Federal.

Y estábamos deseosos de abrir una en Roma, porque en Roma hay muchas iglesias, a ver si podíamos encontrar una, y fue esta de los padres misioneros de María que nos cedieron, por así decir, con ellos, porque ellos siguen estando, pues estamos colaborando y abriendo de forma que se puedan dar desayunos por la mañana, ropa, atención médica, de psicólogos, duchas, la cosa más limitada, no vamos a dar grandes títulos profesionales, pero sí que se puedan lavar o que puedan orinar en un sitio sin necesidad de pagar nada.

 

zenit: El Papa Francisco debe estar muy contento con este proyecto…

Padre Ángel: El Papa nos ha entregado una carta preciosa, que está publicada, diciendo que le encantan las iglesias abiertas, para que no parezcan museos, y también nos dijo que en el momento que pueda irá a estar en la iglesia. Este Papa va a orfanatos, a prisiones, a todos los lugares, con lo cual cualquier día se presenta en esta iglesia también. Es una bendición de Dios este Papa, estas iglesias y todas las demás. Esta iglesia no va a ser una competencia con ninguna, es una iglesia más pero distinta.

Ayer cuando yo salí a las 2 de la mañana, había cafeterías y había un montón de establecimientos abiertos también, que no tiene que ser ninguna novedad que haya una iglesia, hay miles de sitios abiertos.

 

zenit: ¿A quiénes invitáis a vuestra iglesia 24 horas abierta en Roma?

Padre Ángel: Generalmente los que van son los que no tienen donde dormir, donde estar, y después muchos de los que llegan a Roma, y llegan a horas intempestivas, si quieren hacer un poco de oración, que tengan un lugar para hacer un poco de oración, incluso yo mismo antes de ayer. Si eran las 2 de la mañana y no tienes donde dormir, pues podías sentarte en un banco esperando que sean las 8 de la mañana.

No queremos que sea una estación de tren, pero bueno, tampoco son malas las estaciones de los aeropuertos o de los trenes, ¿no? Es una iglesia. Una iglesia siempre tiene algo de especial, digan lo que digan los que a veces creen o no creen, algo tienen las iglesias, como tienen las sinagogas o como tienen el Congreso de los diputados, o del Senado. Son instituciones con un halo de algo distinto que te llena también.

A algunos de los “sintecho” que duermen en el Vaticano los hemos invitado ya a que duerman en la iglesia en la que estamos, pero Roma es una de las ciudades en donde más personas hay durmiendo en la calle.

 

zenit: ¿Por qué cree usted que algunas personas prefieren dormir en la calle?

Padre Ángel: Bueno, primero porque a veces los albergues o las instituciones que se hacen no son las más adecuadas para los inmigrantes o para que el que no tiene casa. Estos no están hechos para tener un reglamento de lavarse las manos antes de comer o después de comer. Y a veces, prefieren dormir en la calle que estar atados a una disciplina, eso por una parte. Pero también más del 90 por ciento no duermen en la calle porque quieren, lo hacen porque no tienen a donde ir, ¿eh? No son delincuentes estos que duermen en nuestras calles o en nuestras iglesias. Son pobres, pero algunos los quieren confundir con delincuentes.

 

zenit: ¿Los misioneros de María se encargan del proyecto?

Padre Ángel: Sí, los misioneros de María están allí. Colaborando también con los hermanos de san Juan de Dios, ¡en Roma hay muchos religiosos! Yo creo que vamos a tener muchas voluntarias y voluntarios para poder colaborar y seguir, porque para mantener una iglesia abierta, a parte de que sea una idea bonita, hay que mantenerla, hay que tener turnos, voluntarios, en fin, esas cosas que a veces no son sencillas. Pero tenemos mucha ilusión, muchas ganas.

 

zenit: ¿Hay miembros o voluntarios de su fundación, Mensajeros de la Paz, trabajando en esta iglesia?

Padre Ángel: Sí, han ido 6 personas nuestras, de Mensajeros de la Paz, que están en Roma, y ahí estamos también haciendo un equipo con voluntarios y con religiosas y religiosos que se prestan a esta labor de colaboración.

 

zenit: Tamara Falcó participó en la inauguración de este bello proyecto. ¿Qué relación tiene usted con ella?

Padre Ángel: Yo la conocía desde hace muchos años, desde que era niña. Yo casé a algunos de su familia, y era amigo de su padre y de su madre, de Isabel, con lo cual, no fue una prioridad o una cosa por primera vez. Es una chica solidaria, buena, con ganas de hacer el bien a los demás. Ella participó en la inauguración porque ganó el premio de Masterchef, nos lo entregó y es con lo que empezamos a funcionar.

 

 

 

 

12/12/2019-12:15
Larissa 1. López

Papa Francisco: La paz, "objeto de nuestra esperanza" que "da alas para avanzar"

(ZENIT — 12 dic. 2019).- Francisco describe que "la paz, como objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda la humanidad", de manera que se trata de la virtud que "nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables".

Hoy, 12 de diciembre de 2019, a las 11.30 horas, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar la conferencia de prensa de presentación del Mensaje del Santo Padre para la 53a Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el 1 de enero de 2020.

Titulado "La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica", está dividido en cinco puntos.

 

Camino de esperanza

El primero de ellos se denomina "La paz, camino de esperanza ante los obstáculos y las pruebas". En él, Francisco resalta que la humanidad lleva consigo "los signos de las guerras y de los conflictos que se han producido, con una capacidad destructiva creciente, y que no dejan de afectar especialmente a los más pobres y a los más débiles".

Para él, "toda guerra se revela como un fratricidio que destruye el mismo proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana" y "nace en el corazón del hombre por el egoísmo y la soberbia, por el odio que instiga a destruir, a encerrar al otro en una imagen negativa, a excluirlo y eliminarlo".

 

Verdadera fraternidad

Igualmente, al recordar su reciente viaje a Japón, el Papa expuso que "la paz y la estabilidad internacional son incompatibles con todo intento de fundarse sobre el miedo a la mutua destrucción o sobre una amenaza de aniquilación total; solo es posible desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana de hoy y de mañana".

"En este sentido, incluso la disuasión nuclear no puede crear más que una seguridad ilusoria", continuó, por tanto, "no podemos pretender que se mantenga la estabilidad en el mundo a través del miedo a la aniquilación, en un equilibrio altamente inestable, suspendido al borde del abismo nuclear (...)", y "debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca".

 

La memoria, horizonte de esperanza

El segundo punto concibe la paz como "camino de escucha basado en la memoria, en la solidaridad y en la fraternidad" y en él el Obispo de Roma rememoró la historia de los Hibakusha, supervivientes de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, que suponen la "conciencia colectiva, testificando a las generaciones venideras el horror de lo que sucedió en agosto de 1945 y el sufrimiento indescriptible que continúa hasta nuestros días".

El mensaje define a la memoria, hoy, como "el horizonte de la esperanza: muchas veces, en la oscuridad de guerras y conflictos, el recuerdo de un pequeño gesto de solidaridad recibido puede inspirar también opciones valientes e incluso heroicas, puede poner en marcha nuevas energías y reavivar una nueva esperanza tanto en los individuos como en las comunidades".

Por ello, el Santo Padre subraya que "abrir y trazar un camino de paz es un desafío muy complejo, en cuanto los intereses que están en juego en las relaciones entre personas, comunidades y naciones son múltiples y contradictorios" y apela "a la conciencia moral y a la voluntad personal y política".

 

"Artesanos de la paz"

"La paz brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas y las comunidades" y que "el mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación", añade.

En esta línea, el Papa Francisco subraya que "el trabajo paciente basado en el poder de la palabra y la verdad puede despertar en las personas la capacidad de compasión y solidaridad creativa", motivo por el que la Iglesia "participa plenamente en la búsqueda de un orden justo, y continúa sirviendo al bien común y alimentando la esperanza de paz a través de la transmisión de los valores cristianos, la enseñanza moral y las obras sociales y educativas".

 

Respeto y perdón

Por otro lado, en el tercer punto, llamado "la paz, camino de reconciliación en la comunión fraterna", Francisco habla de la necesidad de abandonar "el deseo de dominar a los demás y aprender a verse como personas, como hijos de Dios, como hermanos" e indica que solo el camino del respeto podrá "romper la espiral de venganza y emprender el camino de la esperanza".

Además de practicar el respeto, el Papa invita "a encontrar en lo más profundo de nuestros corazones la fuerza del perdón y la capacidad de reconocernos como hermanos y hermanas", porque "aprender a vivir en el perdón aumenta nuestra capacidad de convertirnos en mujeres y hombres de paz".

 

Conversión ecológica

En el apartado número cuatro, "la paz, camino de conversión ecológica", el Pontífice reitera el mensaje de la Laudato si' en la que se afirma que es necesaria una "conversión ecológica".

También describe que el reciente Sínodo sobre la Amazonía "nos lleva a renovar la llamada a una relación pacífica entre las comunidades y la tierra, entre el presente y la memoria, entre las experiencias y las esperanzas", de manera que "este camino de reconciliación es también escucha y contemplación del mundo que Dios nos dio para convertirlo en nuestra casa común".

Al mismo tiempo, continúa el texto, "necesitamos un cambio en las convicciones y en la mirada, que nos abra más al encuentro con el otro y a la acogida del don de la creación, que refleja la belleza y la sabiduría de su Hacedor.

En definitiva, esta conversión "debe entenderse de manera integral, como una transformación de las relaciones que tenemos con nuestros hermanos y hermanas, con los otros seres vivos, con la creación en su variedad tan rica, con el Creador que es el origen de toda vida".

 

La paz requiere paciencia y confianza

Finalmente, en el último punto, "se alcanza tanto cuanto se espera", el Obispo de Roma apunta que "el camino de la reconciliación requiere paciencia y confianza. La paz no se logra si no se la espera".
"Se trata de creer en la posibilidad de la paz, de creer que el otro tiene nuestra misma necesidad de paz", aclara, y en esto "podemos inspirarnos en el amor de Dios por cada uno de nosotros, un amor liberador, ilimitado, gratuito e incansable".

Finalmente, Francisco remarca la importancia de "ir más allá de nuestros temores humanos, reconociéndonos hijos necesitados, ante Aquel que nos ama y nos espera, como el Padre del hijo pródigo (cf. Lc 15,11-24)" y declara que "la cultura del encuentro entre hermanos y hermanas rompe con la cultura de la amenaza. Hace que cada encuentro sea una posibilidad y un don del generoso amor de Dios. Nos guía a ir más allá de los límites de nuestros estrechos horizontes, a aspirar siempre a vivir la fraternidad universal, como hijos del único Padre celestial".

Sigue a continuación el mensaje completo del Papa.

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Mensaje del Santo Padre

 

LA PAZ COMO CAMINO DE ESPERANZA:
DIÁLOGO, RECONCILIACIÓN Y CONVERSIÓN ECOLÓGICA

 

1. La paz, camino de esperanza ante los obstáculos y las pruebas

La paz, como objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda la humanidad. Esperar en la paz es una actitud humana que contiene una tensión existencial, y de este modo cualquier situación difícil «se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino».[1] En este sentido, la esperanza es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables.

Nuestra comunidad humana lleva, en la memoria y en la carne, los signos de las guerras y de los conflictos que se han producido, con una capacidad destructiva creciente, y que no dejan de afectar especialmente a los más pobres y a los más débiles. Naciones enteras se afanan también por liberarse de las cadenas de la explotación y de la corrupción, que alimentan el odio y la violencia. Todavía hoy, a tantos hombres y mujeres, niños y ancianos se les niega la dignidad, la integridad física, la libertad, incluida la libertad religiosa, la solidaridad comunitaria, la esperanza en el futuro. Muchas víctimas inocentes cargan sobre sí el tormento de la humillación y la exclusión, del duelo y la injusticia, por no decir los traumas resultantes del ensañamiento sistemático contra su pueblo y sus seres queridos.
Las terribles pruebas de los conflictos civiles e internacionales, a menudo agravados por la violencia sin piedad, marcan durante mucho tiempo el cuerpo y el alma de la humanidad. En realidad, toda guerra se revela como un fratricidio que destruye el mismo proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana.

Sabemos que la guerra a menudo comienza por la intolerancia a la diversidad del otro, lo que fomenta el deseo de posesión y la voluntad de dominio. Nace en el corazón del hombre por el egoísmo y la soberbia, por el odio que instiga a destruir, a encerrar al otro en una imagen negativa, a excluirlo y eliminarlo. La guerra se nutre de la perversión de las relaciones, de las ambiciones hegemónicas, de los abusos de poder, del miedo al otro y la diferencia vista como un obstáculo; y al mismo tiempo alimenta todo esto.

Es paradójico, como señalé durante el reciente viaje a Japón, que «nuestro mundo vive la perversa dicotomía de querer defender y garantizar la estabilidad y la paz en base a una falsa seguridad sustentada por una mentalidad de miedo y desconfianza, que termina por envenenar las relaciones entre pueblos e impedir todo posible diálogo. La paz y la estabilidad internacional son incompatibles con todo intento de fundarse sobre el miedo a la mutua destrucción o sobre una amenaza de aniquilación total; sólo es posible desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana de hoy y de mañana».[2]

Cualquier situación de amenaza alimenta la desconfianza y el repliegue en la propia condición. La desconfianza y el miedo aumentan la fragilidad de las relaciones y el riesgo de violencia, en un círculo vicioso que nunca puede conducir a una relación de paz. En este sentido, incluso la disuasión nuclear no puede crear más que una seguridad ilusoria.

Por lo tanto, no podemos pretender que se mantenga la estabilidad en el mundo a través del miedo a la aniquilación, en un equilibrio altamente inestable, suspendido al borde del abismo nuclear y encerrado dentro de los muros de la indiferencia, en el que se toman decisiones socioeconómicas, que abren el camino a los dramas del descarte del hombre y de la creación, en lugar de protegerse los unos a los otros.[3] Entonces, ¿cómo construir un camino de paz y reconocimiento mutuo? ¿Cómo romper la lógica morbosa de la amenaza y el miedo? ¿Cómo acabar con la dinámica de desconfianza que prevalece actualmente?

Debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca. El deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto.

 

2. La paz, camino de escucha basado en la memoria, en la solidaridad y en la fraternidad

Los Hibakusha, los sobrevivientes de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, se encuentran entre quienes mantienen hoy viva la llama de la conciencia colectiva, testificando a las generaciones venideras el horror de lo que sucedió en agosto de 1945 y el sufrimiento indescriptible que continúa hasta nuestros días. Su testimonio despierta y preserva de esta manera el recuerdo de las víctimas, para que la conciencia humana se fortalezca cada vez más contra todo deseo de dominación y destrucción: «No podemos permitir que las actuales y nuevas generaciones pierdan la memoria de lo acontecido, esa memoria que es garante y estímulo para construir un futuro más justo y más fraterno».[4]

Como ellos, muchos ofrecen en todo el mundo a las generaciones futuras el servicio esencial de la memoria, que debe mantenerse no sólo para evitar cometer nuevamente los mismos errores o para que no se vuelvan a proponer los esquemas ilusorios del pasado, sino también para que esta, fruto de la experiencia, constituya la raíz y sugiera el camino para las decisiones de paz presentes y futuras.

La memoria es, aún más, el horizonte de la esperanza: muchas veces, en la oscuridad de guerras y conflictos, el recuerdo de un pequeño gesto de solidaridad recibido puede inspirar también opciones valientes e incluso heroicas, puede poner en marcha nuevas energías y reavivar una nueva esperanza tanto en los individuos como en las comunidades.

Abrir y trazar un camino de paz es un desafío muy complejo, en cuanto los intereses que están en juego en las relaciones entre personas, comunidades y naciones son múltiples y contradictorios. En primer lugar, es necesario apelar a la conciencia moral y a la voluntad personal y política. La paz, en efecto, brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas y las comunidades.

El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación. De hecho, no se puede realmente alcanzar la paz a menos que haya un diálogo convencido de hombres y mujeres que busquen la verdad más allá de las ideologías y de las opiniones diferentes. La paz «debe edificarse continuamente»,[5] un camino que hacemos juntos buscando siempre el bien común y comprometiéndonos a cumplir nuestra palabra y respetar las leyes. El conocimiento y la estima por los demás también pueden crecer en la escucha mutua, hasta el punto de reconocer en el enemigo el rostro de un hermano.

Por tanto, el proceso de paz es un compromiso constante en el tiempo. Es un trabajo paciente que busca la verdad y la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que se abre, paso a paso, a una esperanza común, más fuerte que la venganza. En un Estado de derecho, la democracia puede ser un paradigma significativo de este proceso, si se basa en la justicia y en el compromiso de salvaguardar los derechos de cada uno, especialmente si es débil o marginado, en la búsqueda continua de la verdad. [6] Es una construcción social y una tarea en progreso, en la que cada uno contribuye responsablemente a todos los niveles de la comunidad local, nacional y mundial.

Como resaltaba san Pablo VI: «La doble aspiración hacia la igualdad y la participación trata de promover un tipo de sociedad democrática. [...] Esto indica la importancia de la educación para la vida en sociedad, donde, además de la información sobre los derechos de cada uno, sea recordado su necesario correlativo: el reconocimiento de los deberes de cada uno de cara a los demás; el sentido y la práctica del deber están mutuamente condicionados por el dominio de sí, la aceptación de las responsabilidades y de los límites puestos al ejercicio de la libertad de la persona individual o del grupo».[7]

Por el contrario, la brecha entre los miembros de una sociedad, el aumento de las desigualdades sociales y la negativa a utilizar las herramientas para el desarrollo humano integral ponen en peligro la búsqueda del bien común. En cambio, el trabajo paciente basado en el poder de la palabra y la verdad puede despertar en las personas la capacidad de compasión y solidaridad creativa.

En nuestra experiencia cristiana, recordamos constantemente a Cristo, quien dio su vida por nuestra reconciliación (cf. Rm 5,6-11). La Iglesia participa plenamente en la búsqueda de un orden justo, y continúa sirviendo al bien común y alimentando la esperanza de paz a través de la transmisión de los valores cristianos, la enseñanza moral y las obras sociales y educativas.

 

3. La paz, camino de reconciliación en la comunión fraterna

La Biblia, de una manera particular a través de la palabra de los profetas, llama a las conciencias y a los pueblos a la alianza de Dios con la humanidad. Se trata de abandonar el deseo de dominar a los demás y aprender a verse como personas, como hijos de Dios, como hermanos. Nunca se debe encasillar al otro por lo que pudo decir o hacer, sino que debe ser considerado por la promesa que lleva dentro de él. Sólo eligiendo el camino del respeto será posible romper la espiral de venganza y emprender el camino de la esperanza.

Nos guía el pasaje del Evangelio que muestra el siguiente diálogo entre Pedro y Jesús: «"Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?". Jesús le contesta: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete"» (Mt 18,21-22). Este camino de reconciliación nos llama a encontrar en lo más profundo de nuestros corazones la fuerza del perdón y la capacidad de reconocernos como hermanos y hermanas. Aprender a vivir en el perdón aumenta nuestra capacidad de convertirnos en mujeres y hombres de paz.

Lo que afirmamos de la paz en el ámbito social vale también en lo político y económico, puesto que la cuestión de la paz impregna todas las dimensiones de la vida comunitaria: nunca habrá una paz verdadera a menos que seamos capaces de construir un sistema económico más justo. Como escribió hace diez años Benedicto XVI en la Carta encíclica Caritas in veritate: «La victoria sobre el subdesarrollo requiere actuar no sólo en la mejora de las transacciones basadas en la compraventa, o en las transferencias de las estructuras asistenciales de carácter público, sino sobre todo en la apertura progresiva en el contexto mundial a formas de actividad económica caracterizada por ciertos márgenes de gratuidad y comunión» (n. 39).

 

4. La paz, camino de conversión ecológica

«Si una mala comprensión de nuestros propios principios a veces nos ha llevado a justificar el maltrato a la naturaleza o el dominio despótico del ser humano sobre lo creado o las guerras, la injusticia y la violencia, los creyentes podemos reconocer que de esa manera hemos sido infieles al tesoro de sabiduría que debíamos custodiar».[8]

Ante las consecuencias de nuestra hostilidad hacia los demás, la falta de respeto por la casa común y la explotación abusiva de los recursos naturales —vistos como herramientas útiles únicamente para el beneficio inmediato, sin respeto por las comunidades locales, por el bien común y por la naturaleza—, necesitamos una conversión ecológica.

El reciente Sínodo sobre la Amazonia nos lleva a renovar la llamada a una relación pacífica entre las comunidades y la tierra, entre el presente y la memoria, entre las experiencias y las esperanzas.

Este camino de reconciliación es también escucha y contemplación del mundo que Dios nos dio para convertirlo en nuestra casa común. De hecho, los recursos naturales, las numerosas formas de vida y la tierra misma se nos confían para ser "cultivadas y preservadas" (cf. Gn 2,15) también para las generaciones futuras, con la participación responsable y activa de cada uno. Además, necesitamos un cambio en las convicciones y en la mirada, que nos abra más al encuentro con el otro y a la acogida del don de la creación, que refleja la belleza y la sabiduría de su Hacedor.

De aquí surgen, en particular, motivaciones profundas y una nueva forma de vivir en la casa común, de encontrarse unos con otros desde la propia diversidad, de celebrar y respetar la vida recibida y compartida, de preocuparse por las condiciones y modelos de sociedad que favorecen el florecimiento y la permanencia de la vida en el futuro, de incrementar el bien común de toda la familia humana.

Por lo tanto, la conversión ecológica a la que apelamos nos lleva a tener una nueva mirada sobre la vida, considerando la generosidad del Creador que nos dio la tierra y que nos recuerda la alegre sobriedad de compartir. Esta conversión debe entenderse de manera integral, como una transformación de las relaciones que tenemos con nuestros hermanos y hermanas, con los otros seres vivos, con la creación en su variedad tan rica, con el Creador que es el origen de toda vida. Para el cristiano, esta pide «dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea».[9]

 

5. Se alcanza tanto cuanto se espera [10]

El camino de la reconciliación requiere paciencia y confianza. La paz no se logra si no se la espera.

En primer lugar, se trata de creer en la posibilidad de la paz, de creer que el otro tiene nuestra misma necesidad de paz. En esto, podemos inspirarnos en el amor de Dios por cada uno de nosotros, un amor liberador, ilimitado, gratuito e incansable.

El miedo es a menudo una fuente de conflicto. Por lo tanto, es importante ir más allá de nuestros temores humanos, reconociéndonos hijos necesitados, ante Aquel que nos ama y nos espera, como el Padre del hijo pródigo (cf. Lc 15,11-24). La cultura del encuentro entre hermanos y hermanas rompe con la cultura de la amenaza. Hace que cada encuentro sea una posibilidad y un don del generoso amor de Dios. Nos guía a ir más allá de los límites de nuestros estrechos horizontes, a aspirar siempre a vivir la fraternidad universal, como hijos del único Padre celestial.

Para los discípulos de Cristo, este camino está sostenido también por el sacramento de la Reconciliación, que el Señor nos dejó para la remisión de los pecados de los bautizados. Este sacramento de la Iglesia, que renueva a las personas y a las comunidades, nos llama a mantener la mirada en Jesús, que ha reconciliado «todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz» (Col 1,20); y nos pide que depongamos cualquier violencia en nuestros pensamientos, palabras y acciones, tanto hacia nuestro prójimo como hacia la creación.

La gracia de Dios Padre se da como amor sin condiciones. Habiendo recibido su perdón, en Cristo, podemos ponernos en camino para ofrecerlo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Día tras día, el Espíritu Santo nos sugiere actitudes y palabras para que nos convirtamos en artesanos de la justicia y la paz.

Que el Dios de la paz nos bendiga y venga en nuestra ayuda.

Que María, Madre del Príncipe de la paz y Madre de todos los pueblos de la tierra, nos acompañe y nos sostenga en el camino de la reconciliación, paso a paso.

Y que cada persona que venga a este mundo pueda conocer una existencia de paz y desarrollar plenamente la promesa de amor y vida que lleva consigo.

Vaticano, 8 de diciembre de 2019

 

FRANCISCO

 

 

[1] Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi (30 noviembre 2007), 1.

[2] Discurso sobre las armas nucleares, Nagasaki, Parque del epicentro de la bomba atómica, 24 noviembre 2019.

[3] Cf. Homilía en Lampedusa, 8 julio 2013.

[4] Encuentro por la paz, Hiroshima, Memorial de la Paz, 24 noviembre 2019.

[5] Cono. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 78.

[6] Cf. Benedicto XVI, Discurso a los dirigentes de las asociaciones cristianas de trabajadores italianos, 27 enero 2006.

[7] Carta. ap. Octogesima adveniens (14 mayo 1971), 24.

[8] Carta enc. Laudato si' (24 mayo 2015), 200.

[9] lbíd., 217.

[10] Cf. S. Juan de la Cruz, Noche Oscura, II, 21, 8.

 

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12/12/2019-19:28
Larissa 1. López

Virgen de Guadalupe: María "se mestizó para ser Madre de todos"

(ZENIT – 1 oct. 2019).-  La Virgen “se mestizó para ser Madre de todos, se mestizó con la humanidad. ¿Por qué? Porque ella mestizó a Dios. Y ese es el gran misterio: María Madre mestiza a Dios, verdadero Dios y verdadero hombre, en su Hijo”, dijo el Papa Francisco.

Hoy, jueves 12 de diciembre de 2019, aproximadamente a las 18 horas, el Santo Padre presidió en la basílica de San Pedro la Eucaristía en la Solemnidad de la Santísima Virgen María de Guadalupe.

Efectivamente, en su homilía Francisco señaló que "los textos bíblicos que hemos escuchado, y la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe que nos recuerda el Nican mopohua" le sugerían "tres adjetivos para ella: señora-mujer, madre y mestiza".

Y subrayó que "los otros títulos —pensemos en las letanías lauretanas— son títulos de hijos enamorados que le cantan a la Madre, pero no tocan la esencialidad del ser de María: mujer y madre".

A continuación publicamos la homilía completa del Papa.

***

 

Homilía del Santo Padre

La celebración de hoy, los textos bíblicos que hemos escuchado, y la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe que nos recuerda el Nican mopohua, me sugieren tres adjetivos para ella: señora-mujer, madre y mestiza.

María es mujer. Es mujer, es señora, como dice el Nican mopohua. Mujer con el señorío de mujer. Se presenta como mujer, y se presenta con un mensaje de otro, es decir, es mujer, señora y discípula. A San Ignacio le gustaba llamarla Nuestra Señora. Y así es de sencillo, no pretende otra cosa: es mujer, discípula.

La piedad cristiana a lo largo de los tiempos siempre buscó alabarla con nuevos títulos: eran títulos filiales, títulos del amor del pueblo de Dios, pero que no tocaban en nada ese ser mujer-discípula.

San Bernardo nos decía que cuando hablamos de María nunca es suficiente la alabanza, los títulos de alabanza, pero no tocaban para nada ese humilde discipulado de ella. Discípula.

Fiel a su Maestro, que es su Hijo, el único Redentor, jamás quiso para sí tomar algo de su Hijo. Jamás se presentó como co-redentora. No, discípula.

Y algún Santo Padre dice por ahí que es más digno el discipulado que la maternidad. Cuestiones de teólogos, pero discípula. Nunca robó para sí nada de su Hijo, lo sirvió porque es madre, da la vida en la plenitud de los tiempos, como escuchamos a ese Hijo nacido de mujer.

María es Madre nuestra, es Madre de nuestros pueblos, es Madre de todos nosotros, es Madre de la Iglesia, pero es figura de la Iglesia también. Y es madre de nuestro corazón, de nuestra alma. Algún Santo Padre dice que lo que se dice de María se puede decir, a su manera, de la Iglesia, y a su manera, del alma nuestra. Porque la Iglesia es femenina y nuestra alma tiene esa capacidad de recibir de Dios la gracia, y en cierto sentido los Padres la veían como femenina. No podemos pensar la Iglesia sin este principio mariano que se extiende.

Cuando buscamos el papel de la mujer en la Iglesia, podemos ir por la vía de la funcionalidad, porque la mujer tiene funciones que cumplir en la Iglesia. Pero eso nos deja a mitad de camino.

La mujer en la Iglesia va más allá, con ese principio mariano, que “maternaliza” a la Iglesia, y la transforma en la Santa Madre Iglesia.

María mujer, María madre, sin otro título esencial. Los otros títulos —pensemos en las letanías lauretanas— son títulos de hijos enamorados que le cantan a la Madre, pero no tocan la esencialidad del ser de María: mujer y madre.

Y tercer adjetivo que yo le diría mirándola, se nos quiso mestiza, se mestizó. Pero no sólo con el Juan Dieguito, con el pueblo. Se mestizó para ser Madre de todos, se mestizó con la humanidad. ¿Por qué? Porque ella mestizó a Dios. Y ese es el gran misterio: María Madre mestiza a Dios, verdadero Dios y verdadero hombre, en su Hijo.

Cuando nos vengan con historias de que había que declararla esto, o hacer este otro dogma o esto, no nos perdamos en tonteras: María es mujer, es Nuestra Señora, María es Madre de su Hijo y de la Santa Madre Iglesia jerárquica y María es mestiza, mujer de nuestros pueblos, pero que mestizó a Dios.

Que nos hable como le habló a Juan Diego desde estos tres títulos: con ternura, con calidez femenina y con la cercanía del mestizaje. Que así sea.

 

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12/12/2019-10:10
Larissa 1. López

España: Francisco aprueba el martirio de 27 dominicos asesinados en la Guerra Civil

(ZENIT — 12 dic. 2019).- El Papa Francisco ha reconocido el martirio de los siervos de Dios Ángel Marina Álvarez y 19 compañeros de la Orden de Frailes Predicadores; de Juan Aguilar Donis y 4 compañeros, de la Orden de los Frailes Predicadores, y de Fructuoso Pérez Márquez, laico de la Tercera Orden de Santo Domingo; así como el de Isabel Sánchez Romero, religiosa de la Orden de Santo Domingo, todos ellos asesinados en la Guerra Civil española.

Igualmente, el Santo Padre aprobó las virtudes heroicas del siervo de Dios Gregorio Tomás Suárez Fernández, sacerdote de la Orden de San Agustín.

Ayer, 11 de diciembre de 2019, el Papa recibió en audiencia al cardenal Angelo Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. A lo largo de esta reunión se promulgaron, en total, 10 decretos.

Además de los citados, se reconoció el milagro de la venerable sierva de Dios María Luisa del Santísimo Sacramento, fundadora de las Hermanas Franciscanas Adoratrices de la Santa Cruz y las virtudes heroicas del venerable siervo de Dios Vincenzo Maria Morelli, de la Orden de los Clérigos Regulares Teatinos; del siervo de Dios Carlo Angelo Sonzini, sacerdote diocesano, fundador de la Congregación de las Hermanas Siervas de San José; y de Giulio Facibeni, sacerdote diocesano. Todos ellos son italianos.

Por otra parte, Francisco hizo lo propio con las virtudes heroicas del siervo de Dios Américo Monteiro de Aguiar, sacerdote diocesano portugués y de la sierva de Dios Ma de los Ángeles de Santa Teresa, religiosa brasileña del Instituto de las Hijas de María Religiosas de las Escuelas Pías.

 

Causa por martirio

Una causa de santidad introducida por motivo de martirio se centra en el momento de la muerte del siervo de Dios, pues se trata de demostrar que murió por odio a la fe.

Si la causa de beatificación se sigue por la vía de martirio, no se procede a la declaración de venerable. El reconocimiento del martirio abre el camino para la beatificación de ese siervo de Dios. Un milagro, posterior a la proclamación de beato, solo será necesario para la eventual canonización.

 

Venerable

El reconocimiento de las virtudes heroicas de una persona otorga el título de venerable. Esta condición ratifica que un fallecido vivió las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), las cardinales (fortaleza, prudencia, templanza y justicia) y todas las demás virtudes de manera heroica, es decir, extraordinaria.

Ser venerable consiste en el primer paso en el proceso oficial de la causa de los santos, antes de ser proclamado beato y santo. Los criterios por los que se consideraba "santa" a una persona son: su reputación entre la gente ("fama de santidad"); el ejemplo de su vida como modelo de virtud heroica; y su poder de obrar milagros, en especial aquellos producidos póstumamente sobre las tumbas o a través de las reliquias.

 

Decretos

A continuación se exponen los 10 nuevos Decretos autorizados por el Papa Francisco el 11 de diciembre y publicados hoy, 12 de diciembre, por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

— El milagro, atribuido a la intercesión de la Venerable Sierva de Dios María Luisa del Santísimo Sacramento (en el siglo: María Velotti), Fundadora de las Hermanas Franciscanas Adoratrices de la Santa Cruz; nacida el 16 de noviembre de 1826 en Soccavo (Italia) y fallecida el 3 de septiembre de 1886 en Casoria (Italia).

— El martirio de los Siervos de Dios Ángel Marina Álvarez y 19 compañeros de la Orden de Frailes Predicadores; asesinados, por odio a la fe, durante la Guerra Civil Española, en 1936 (España).

— El martirio de los Siervos de Dios Juan Aguilar Donis y 4 Compañeros, de la Orden de los Frailes Predicadores, y del Siervo de Dios Fructuoso Pérez Márquez, fiel laico de la Tercera Orden de Santo Domingo; asesinado, por odio a la fe, durante la Guerra Civil Española, en 1936 (España).

— El martirio de la Sierva de Dios Isabel Sánchez Romero (en religión: Ascensión de San José), monja profesa de la Orden de Santo Domingo; asesinada, por odio a la fe, durante la Guerra Civil española, el 17 de febrero de 1937 en Huéscar (España).

— Las virtudes heroicas del Venerable Siervo de Dios Vincenzo Maria Morelli, de la Orden de los Clérigos Regulares Teatinos, arzobispo de Otranto; nacido en Lecce (Italia) el 25 de abril de 1741 y fallecido en Sternatia (Italia) el 22 de agosto de 1812.

— Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Carlo Angelo Sonzini, sacerdote diocesano, fundador de la Congregación de las Hermanas Siervas de San José; nacido el 24 de junio de 1878 en Malnate (Italia) y fallecido en Varese (Italia) el 5 de febrero de 1957.

— Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Américo Monteiro de Aguiar, sacerdote diocesano; nacido en Salvador de Galegos (Portugal) el 23 de octubre de 1887 y fallecido el 16 de julio de 1956 en Oporto (Portugal).

— Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Giulio Facibeni, sacerdote diocesano, nacido el 28 de julio de 1884 en Galeata (Italia) y fallecido el 2 de junio de 1958 en Florencia (Italia);

— Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Gregorio Tomás Suárez Fernández, sacerdote profeso de la Orden de San Agustín; nacido el 30 de marzo de 1915 en La Cortina (España) y fallecido el 23 de abril de 1949 en Salamanca (España).

— Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios María de los Ángeles de Santa Teresa (en el siglo Dináh Amorim), religiosa profesa del Instituto de las Hijas de María Religiosas de las Escuelas Pías; nacida el 8 de agosto de 1917 en Claudio (Brasil) y fallecida el 1 de septiembre de 1988 en Río de Janeiro (Brasil).

 

 

 

12/12/2019-13:20
Larissa 1. López

Congregación para las Causa de los Santos: Ver la santidad "de la puerta de al lado"

(ZENIT — 12 dic. 2019).- El Papa Francisco invitó a "ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo", esto es, "la santidad 'de la puerta de al lado', de los que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios".

En la mañana de hoy, 12 de diciembre de 2019, el Santo Padre recibió en audiencia a los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos, entre los que se encontraba el cardenal Angelo Becciu, prefecto del dicasterio, con ocasión del 50° aniversario de su institución.

 

Santidad, "verdadera luz de la Iglesia"

Así, Francisco recordó como en 1969 Pablo VI decidió reemplazar la Congregación de los Ritos Sagrados por dos Dicasterio, el de la Congregación para las Causas de los Santos y el de la Congregación para el Culto Divino: "Con esta decisión, permitió dedicar los recursos adecuados de las personas y trabajar en dos grandes áreas claramente diferenciadas, para corresponder mejor tanto a las solicitudes cada vez más numerosas de las Iglesias particulares como a la sensibilidad conciliar", explicó.

También se refirió a que, en medio siglo de actividad la Congregación, "ha examinado un gran número de perfiles biográficos y espirituales de hombres y mujeres para presentarlos como modelos y guías de vida cristiana", destacando que "las numerosas beatificaciones y canonizaciones que se han celebrado en las últimas décadas significan que los santos no son seres humanos inalcanzables, sino que están cerca de nosotros y pueden sostenemos en el camino de la vida".

Igualmente, el Pontífice indicó que el consabido dicasterio debe verificar las distintas modalidades de santidad, "la que resplandece más visible como la más oculta y menos aparente, pero igualmente extraordinaria", ya que "la santidad es la verdadera luz de la Iglesia" y "debe ser colocada en el candelabro para que pueda iluminar y guiar el camino hacia Dios de todo el pueblo redimido".

 

Continuar el camino trazado

Por último, exhortó a los superiores, cardenales y obispos miembros del Dicasterio y a todos los oficiales a "continuar por el camino trazado y seguido durante unos cuatro siglos por la Congregación de los Sagrados Ritos, y continuado durante los últimos cincuenta años por la Congregación de las Causas de los Santos".

En concreto, el Obispo de Roma pidió a los consultores históricos, teológicos y médicos que realizaran su trabajo "con plena libertad de conciencia, estudiando cuidadosamente los casos que se les confían y formulando los juicios pertinentes con madura reflexión, de forma imparcial y sin tener en cuenta ningún condicionamiento, cualquiera que sea su procedencia".

A los postuladores, por su parte, les llamó a "ser cada vez más conscientes de que su función requiere una actitud de servicio a la verdad y de cooperación con la Santa Sede, sin "dejarse guiar por visiones materiales e intereses económicos" y sin "olvidar nunca que las Causas de beatificación y canonización son realidades de naturaleza espiritual, no solamente procesal, espiritual".

Con respecto al resto de miembros del dicasterio, Francisco apuntó que deben estar "al lado especialmente de los obispos para apoyar su compromiso de difundir la conciencia de que la santidad es la exigencia más profunda de todo bautizado, el alma de la Iglesia y el aspecto primario de su misión".

A continuación reproducimos el discurso completo del Papa.

***

 

Discurso del Santo Padre

Me alegra encontrarme con la gran familia de la Congregación de las Causas de los Santos, que desarrolla su labor al servicio de la Iglesia universal en lo que se refiere al reconocimiento de la santidad de quienes han seguido fielmente a Cristo. Saludo con afecto al cardenal Angelo Becciu, Prefecto del Dicasterio, y le agradezco sus palabras.

Saludo a los cardenales y obispos miembros, al Secretario Monseñor Marcello Bartolucci, al Subsecretario, a los oficiales, a los consultores y a los postuladores.

Una ocasión significativa motiva nuestro encuentro de hoy: la Congregación de las Causas de los Santos celebra este año medio siglo de vida. Efectivamente, el 8 de mayo de 1969, San Pablo VI decidió sustituir la Congregación para los Sagrados Ritos por dos Dicasterios: la Congregación para las Causas de los Santos y la Congregación para el Culto Divino. Con esta decisión hacía posible dedicar los recursos humanos y laborales adecuados a dos grandes áreas claramente diferenciadas, para responder mejor tanto a las peticiones cada vez numerosas de las Iglesias particulares como a la sensibilidad conciliar.

En este medio siglo de actividad, vuestra Congregación ha examinado un gran número de perfiles biográficos y espirituales de hombres y mujeres para presentarlos como modelos y guías de vida cristiana. Las numerosas beatificaciones y canonizaciones que se han celebrado en las últimas décadas significan que los santos no son seres humanos inalcanzables, sino que están cerca de nosotros y pueden sostenemos en el camino de la vida. De hecho, "son personas que han experimentado la fatiga cotidiana de la existencia con sus éxitos y sus fracasos, encontrando en el Señor la fuerza de volver a levantarse siempre y continuar el camino" (Ángelus, 1 de noviembre de 2019). Y es importante medir nuestra coherencia evangélica con diferentes tipologías de santidad, ya que "cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio" (Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate, 19).

El testimonio de los beatos y de los santos nos ilumina, nos atrae y nos interpela, porque es "palabra de Dios" encarnada en la historia y cercana a nosotros. La santidad impregna y acompaña siempre la vida de la Iglesia peregrina en el tiempo, a menudo de manera oculta y casi imperceptible. Por lo tanto, debemos aprender a "ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo". Es muchas veces la santidad "de la puerta de al lado", de los que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios" (ibíd., 7).

Vuestro Dicasterio está llamado a verificar las diversas modalidades de la santidad heroica, la que resplandece más visible como la más oculta y menos aparente, pero igualmente extraordinaria. La santidad es la verdadera luz de la Iglesia: como tal, debe ser colocada en el candelabro para que pueda iluminar y guiar el camino hacia Dios de todo el pueblo redimido. Se trata de una verificación que cumple diariamente vuestro Dicasterio, llevada a cabo desde la antigüedad con escrupulosidad y exactitud en la investigación, con seriedad y pericia en el estudio de las fuentes procesales y documentales, con objetividad y rigor en el examen y en cada nivel de juicio, concerniente al martirio, a la heroicidad de las virtudes, al ofrecimiento de la vida y al milagro. Son criterios fundamentales, requeridos por la seriedad del tema, por la legislación y por las justas expectativas del pueblo de Dios, que se encomienda a la intercesión de los santos y se inspira en su ejemplo de vida.

Siguiendo este camino, el trabajo de la Congregación permite despejar el campo de cualquier ambigüedad o duda, logrando una plena certeza en el anuncio de la santidad. Por lo tanto, sólo puedo exhortar a cada uno de vosotros a continuar por el camino trazado y seguido durante unos cuatro siglos por la Congregación de los Sagrados Ritos, y continuado durante los últimos cincuenta años por la Congregación de las Causas de los Santos. En esto animo a los superiores, cardenales y obispos que son miembros del Dicasterio, y a todos los oficiales.

Los consultores, en el ámbito histórico, teológico y médico, están llamados a realizar su trabajo con plena libertad de conciencia, estudiando cuidadosamente los casos que se les confían y formulando los juicios pertinentes con madura reflexión, de forma imparcial y sin tener en cuenta ningún condicionamiento, cualquiera que sea su procedencia. El Reglamento y la praxis del Dicasterio, así como la vigilancia de los superiores, favorecen una relación de absoluta independencia entre los autores de los votos individuales y los que forman o coordinan los congresos particulares. Se trata de tener siempre presentes las finalidades específicas de las Causas, que son la gloria de Dios y el bien espiritual de la Iglesia, y están estrechamente vinculadas con la búsqueda de la verdad y de la perfección evangélica.

Por su parte, los postuladores deben ser cada vez más conscientes de que su función requiere una actitud de servicio a la verdad y de cooperación con la Santa Sede. No deben dejarse guiar por visiones materiales e intereses económicos, no deben buscar su afirmación personal y, sobre todo, deben evitar todo aquello que esté en contradicción con el significado de la labor eclesial que realizan. Los postuladores no deben olvidar nunca que las Causas de beatificación y canonización son realidades de naturaleza espiritual, no solamente procesal, espiritual. Por eso deben ser tratadas con una marcada sensibilidad evangélica y con rigor moral. De hecho, una vez, con el Cardenal Amato, hablamos de la necesidad del milagro. Se necesita un milagro porque es precisamente el dedo de Dios allí. Sin una clara intervención del Señor, nosotros no podemos seguir adelante con las causas de la canonización.

Queridos hermanos y hermanas, os doy las gracias por vuestro diligente servicio a toda la Iglesia. A través de vuestra obra, estáis al lado especialmente de los obispos para apoyar su compromiso de difundir la conciencia de que la santidad es la exigencia más profunda de todo bautizado, el alma de la Iglesia y el aspecto primario de su misión. Confío vuestro trabajo cotidiano a la intercesión maternal de María, Reina de los Santos, y mientras os pido que recéis por mí, os imparto de todo corazón la bendición apostólica.

 

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12/12/2019-18:59
Redacción

México: Mañanitas a la Virgen de Guadalupe: millones de corazones, una sola voz

El momento más anhelado está por llegar. Faltan 30 minutos para la medianoche, y muchos los peregrinos comienzan a alzar sus cobijas o a recoger sus casas de campaña.

Buscan colocarse lo más cerca posible de la entrada principal de la Basílica para hacerle saber a la Virgen de Guadalupe, su Madre del Cielo, que no le han fallado este año, y que pese al frío y el cansancio, están ahí para cantarle como siempre las Mañanitas y agradecerle su maternal cuidado y protección.

Faltan escasos minutos, y el Atrio de las Américas se ha convertido en una alfombra humana; se intensifican los vivas y los aplausos, mientras que en el interior del recinto nadie se quiere mover; los peregrinos se aferran a sus espacios porque se niegan a apartarse de los ojos de la Morenita; quieren que Ella vea que son los primeros en "despertarla" el día de su fiesta.

Comienzan a desfilar hacia el altar los miembros del Venerable Cabildo de Guadalupe presididos por el rector del santuario, monseñor Salvador Martínez, quien por segunda ocasión ha tenido la ingente encomienda de ser anfitrión de millones de devotos guadalupanos de México y de muchas otras partes del mundo. Están a punto de iniciar las Mañanitas.

Comienza la cuenta regresiva: 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1... En esta ocasión nadie se ha adelantado con su canto, nadie se ha esforzado por acoplar la letra al ritmo de las campanas del carillón; todos se han acompañado con el sonido ambiental de la Basílica que se escucha en el atrio; hoy no ha habido voces dispares; todo ha sido un armónico concierto del corazón a la Morenita del Tepeyac. porras, y para los que están afuera del santuario, es momento de entrar a saludar a la Reina. Saben que les llevará bastante tiempo llegar hasta sus pies, pero para eso han venido, y la espera acrecienta su deseo.

No faltan los grupos que han preparado anticipadamente su entrada, y para "llamar la atención" de la Virgen, algunos brincan, o se agachan, o levantan las manos, o gritan porras, o le cantan; lo importante es que Ella los vea ingresar en su casita.

Mañanitas y más Mañanitas; fotografías y más fotografías; porras y más porras al interior de la Basílica de Guadalupe, y la banda eléctrica a los pies de la Virgen está a su máxima capacidad, aproximadamente 300 peregrinos por minutos; unos 1.800 por hora, y así será durante toda la madrugada y parte del día de este 12 de diciembre, Solemnidad de Santa María de Guadalupe, Emperatriz de América, y madre y consuelo de todos los mexicanos.

 

Ver artículo en Desde la fe

 

 

 

12/12/2019-15:03
Redacción

Hna. Zully Rojas: "Los líderes indígenas nos reconocen como aliados. Debemos actuar en consecuencia"

(ZENIT — 12 dic. 2019).- Ahora se trata de sumar y ser reflejo de la Iglesia misionera y en salida que pide Francisco, pues su figura imprime, en ella y en otros muchos, fortaleza y alegría por seguir caminando con la Amazonía y sus gentes. "El liderazgo del Papa hace mucho bien a la Iglesia, abre ventanas y esperemos que pronto abra puertas", opina.

Es la hermana misionera dominica Zully Rojas. Una mujer que, ante todo, escucha. De temperamento tranquilo y reflexivo, fue una de las 35 mujeres que participó en el Sínodo de la Amazonía y, desde que el 27 de octubre se diera por concluido el evento, no deja de compartir y planificar para seguir navegando hacia aguas más profundas.

A continuación, se expone la entrevista realizada por Beatriz García para el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP).

***

 

Beatriz García: Roma quedó atrás, el Sínodo ya se celebró y ahora toca aterrizar de nuevo en la realidad, en la gente, en la Amazonía. ¿Qué decir después del Sínodo? ¿Cómo está viviendo este post sínodo?

Hna. Zully Rojas: Sí, ya ha pasado más de un mes. ¿Y qué decir? Creo que era necesario "dejar reposar" la experiencia vivida y, ahora que ya hemos iniciado el tiempo de Adviento, es muy bueno relacionarlo desde la fe y poder, al menos, "balbucear" lo que está suscitando en mí este acontecimiento eclesial. Ambos son motivo de esperanza y de comunión. Agradezco, de corazón, esta posibilidad de compartir. Considero que desde la realidad concreta de la vida en la Amazonía, el Sínodo Amazónico ha sido verdaderamente un tiempo de gracia, de búsqueda y encuentro, que trasciende las críticas que se han hecho con respecto a él. Críticas que, por supuesto, entendemos e interpretamos dentro de la pluralidad de voces que vivimos en la Iglesia universal y en la humanidad. Haciendo un ejercicio de contemplación, desde el Adviento y desde lo acontecido en el corazón de la Iglesia en Roma, siento que mis razones de esperanza se fortalecen. Este tiempo litúrgico, en el que nos preparamos para acoger el nacimiento de Jesús y tener la gracia de dar razón de la encarnación del Hijo de Dios en nuestra historia, en nuestros pueblos, en nuestras diversas culturas. Hago mías las palabras del salmista: "El señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres". Alegre y agradecida por todo lo vivido y compartido, por los aprendizajes, por las nuevas amistades, por la diversidad y la unidad que somos, por los retos que tenemos. En fin, por las oportunidades de transmitir la experiencia en diversos espacios y con diversos hermanos y hermanas.

 

Beatriz García: Sobre el documento final del Sínodo, ¿cómo se ha recibido? ¿Qué percibe en el ambiente?

Hna. Zully Rojas: He sentido una gran expectativa, mucha gente quería conocer por nuestra voz y experiencia lo que se trabajó en Roma. En nuestro vicariato ya hemos tenido asambleas zonales de Madre de Dios y La Convención, tanto en Puerto Maldonado como en Quillabamba. Ahí hemos estudiado el documento para, desde lo que ahí se indica, incorporar elementos que complementan el diagnóstico del Plan de Pastoral.

 

Beatriz García: Y también ha estado unos días por Lima, con una agenda bastante apretada, ¿verdad?

Hna. Zully Rojas: Así es. En Lima me ha sorprendido gratamente el interés de diferentes personas y colectivos que han organizado eventos, contactando con quienes hemos participado en el Sínodo para hacer las réplicas respectivas. Sin temor a equivocarme, puedo afirmar que es un indicativo del nivel de conciencia y de compromiso que vamos teniendo con la Amazonía; y lo importante es que se vive así, desde otras zonas geográficas. Es una razón de esperanza, pues sabemos que históricamente la Amazonía, en nuestro país, ha contado muy poco.

 

Beatriz García: ¿Cómo calificaría el documento final que nos dejó, como fruto, el Sínodo?

Hna. Zully Rojas: Es una expresión colectiva de quienes participamos en el Sínodo. Expertos y expertas, consultoras, auditores y auditoras... Pero también es una expresión colectiva que nace de los aportes de miles de hermanos y hermanas que participaron en toda la etapa presinodal, en la llamada 'escucha' y cuyos sentires configuraron el Instrumentum Labori. Creo que, todas esas voces, están representadas en el documento final. La estructura, que cuenta con introducción, cinco capítulos y conclusión, recoge lo esencial de la realidad en la Amazonía, con sus luces y sombras. Recoge también el deseo de construir nuevos caminos como Iglesia, que reconoce la necesidad de ver y escuchar para cambiar o fortalecer las buenas iniciativas que contribuyan al Buen Vivir de los pueblos originarios.

 

Beatriz García: ¿Recoge los grandes temas que preocupan a la Amazonía y que estuvieron presentes en el Aula Pablo VI?

Hna. Zully Rojas: Sabemos bien que un escrito no siempre recoge la totalidad de lo que se dijo, ni tampoco agota la temática abordada. Lo importante es que hemos visibilizado, que hemos mostrado al mundo la diversidad que somos, la realidad de vida y muerte, las amenazas, las pérdidas que estamos viviendo y la urgencia de actuar ya. Los líderes indígenas han reconocido a la Iglesia como aliada en la defensa de sus derechos y tenemos que actuar en consecuencia, desde la escucha a la conversión, en las diferentes dimensiones que se señalan. Probablemente, en el proceso, iremos descubriendo nuevos aspectos y encontrando nuevos elementos que nos permitirán concretar más y mejor las sugerencias que recoge el documento final. Un documento que cobrará mayor significado con la exhortación que nos vendrá del Papa Francisco.

 

Beatriz García: Hemos escuchado muy buenas opiniones sobre la figura del Papa durante el Sínodo ¿Cómo sintió usted esa presencia? ¿Qué significó?

Hna. Zully Rojas: Hay que destacar, en primer lugar, su cercanía y sencillez. Como buen pastor de la Iglesia, su interés y preocupación por la Amazonía. Su visita al Perú el 2018, especialmente a Puerto Maldonado, ayudó a visibilizar una realidad que duele y que, a la vez, generó una dinámica de corresponsabilidad que compromete, no solo a la Iglesia, sino también a los líderes indígenas, para sumar esfuerzos en el cuidado de la Casa Común. El Papa tuvo algunas intervenciones en el aula Paulo VI que nos confirmaban el seguimiento que iba haciendo día a día del Sínodo. Fueron pocas sus ausencias, solo los días miércoles porque debía estar en las audiencias. Sin embargo, eso no fue obstáculo, para plantear con claridad lo que esperaba del Sínodo. Más bien todo lo contrario.

 

Beatriz García: Recibía saludos, obsequios y, sobre todo, peticiones de fotos a diario, ¿no?

Hna. Zully Rojas: Sí. Eso hay que destacarlo: su disponibilidad y, sobre todo, paciencia para recibir cada día el saludo de quienes lo esperábamos a la entrada del aula o en el tiempo de receso. Recibía con cariño los pequeños regalos que le ofrecimos, nos concedía con alegría cuantas fotos se le pedían. La forma de ejercer su liderazgo hace mucho bien a la Iglesia, va abriendo ventanas y confiamos que también abrirá puertas.

 

Beatriz García: Parece que pronto llegará su exhortación, ¿qué espera de ella?

Hna. Zully Rojas: Tengo la esperanza de que la exhortación post sinodal sea expresión del proceso que estamos viviendo. Deseamos seguir abriendo nuevos caminos, respaldadas en el magisterio de Francisco, y con la participación del pueblo de Dios.

 

Beatriz García: El Papa Francisco y otros padres sinodales han reconocido y valorado la participación de la mujer en el Sínodo que, por cierto, su denominación oficial es 'Sínodo de obispos'. Sin embargo, no se les permitió votar. ¿Qué nos dice al respecto?

Hna. Zully Rojas: Creo que es expresión del proceso al interior de la Iglesia. Hemos participado, por primera vez en un sínodo 35 mujeres. Comparado con otras experiencias, hemos crecido en representatividad. Estas son las ventanas que va abriendo el Papa. El votar es un acto importante, pues a través de él se expresan con libertad las convicciones. Varias de nosotras, públicamente, hemos manifestado que nos hubiera gustado votar para apoyar lo que habíamos debatido en libertad en los diferentes grupos de trabajo, pero no se dio, esta vez. Las apreciaciones sobre las intervenciones que tuvimos las mujeres nos comprometen y seguiremos aportando al camino sinodal e incorporando los nuevos aprendizajes. Seguiremos insistiendo, siempre desde el respeto, para que nuestra participación en los diferentes espacios eclesiales sea en condiciones de igualdad.

 

Beatriz García: ¿Algún mensaje final?

Hna. Zully Rojas: Señalé, al inicio, que este tiempo de Adviento es buen abono para volver a lo acontecido en el Sínodo, no como simple hecho de lo que fue, sino como expresión de encuentro con el Señor, que nos desafía a descubrir su presencia en esta porción de Reino, y en relación con la situación de "emergencia" en que nos encontramos. Deseo, para mí y para los hermanos y hermanas que comparten nuestra fe, que estemos vigilantes, porque el Señor sale a nuestro encuentro día a día y nos hace escuchar su voz a través de toda su creación. Afinemos nuestros sentidos para poder responder con amor y gratuidad lo que nos viene de Él, y hagamos posible la vida en abundancia para el pueblo.

 

 

 

12/12/2019-18:07
Redacción

Perú: El Santo Padre nombra al obispo auxiliar de la diócesis de Huari

(ZENIT — 12 dic. 2019).- El Papa ha designado un nuevo obispo auxiliar de la diócesis de Huari, en Perú, ha informado la Oficina de Prensa del Vaticano, este jueves, 12 de diciembre de 2019, en un comunicado.

Se trata del Rev. Giorgio Barbetta, del clero de la diócesis de Gubbio (Italia), fidei donum en la diócesis de Huari y allí rector del Seminario Señor de Pomallucay, asignándole la sede titular de Isola.

 

Rev.do Giorgio Barbetta

El Rev. Giorgio Barbetta nació el 1 de septiembre de 1971 en la Provincia de Sondrio, Italia, y fue ordenado sacerdote el 20 de septiembre de 1998, después de su formación en el Seminario Regional Pontificio de Pío XI, Asís, incardinándose en la diócesis de Gubbio.

Cargos desempeñados como sacerdote: párroco de Scheggia y Pascelupo en la diócesis de Gubbio, Italia (1998-2000); párroco de Piscobamba, diócesis de Huari, Perú (2001-2002); colaborador en la parroquia de Shilla, diócesis de Huari, Perú (2003-2007).

Desde 2007 es rector del Seminario Diocesano de Huari Señor de Pomallucay.

 

 

 

12/12/2019-17:54
Redacción

Ecuador: Mons. Segundo René Coba es nombrado obispo de Ibarra

(ZENIT — 12 dic. 2019).- Esta mañana, la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha informado de un nuevo nombramiento por parte del Papa Francisco en Ecuador: Mons. Segundo René Coba Galarza, hasta ahora obispo castrense de Ecuador, será obispo de Ibarra.

Mons.Segundo René Coba Galarza nació en Quito el 26 de septiembre de 1957 y fue ordenado sacerdote el 3 de julio de 1982 para la archidiócesis de Quito.

En la Pontificia Universidad Católica del Ecuador obtuvo la Licenciatura en Teología Pastoral.

En su ministerio sacerdotal ha sido párroco, vicario general y secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal para el Clero y la Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal del Ecuador.

El 11 de agosto de 2006 fue elegido obispo titular de Vegesela de Bizacena y auxiliar de Quito y el 18 de junio de 2014 fue nombrado Obispo castrense de Ecuador.

Actualmente es Secretario General de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.

 

 

 

12/12/2019-09:07
Redacción

Premio de Poesía Mística Fernando Rielo: 10 poetas de España, Italia y Panamá, finalistas

(ZENIT — 12 dic. 2019).- En su )000Xa edición han resultado finalistas del Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística diez poetas procedentes de España (8), Italia (1) y Panamá (1).

Dichas obras han sido seleccionadas de entre 248 poemarios de 25 países y optarán al galardón hoy, 12 de diciembre de 2019, en el Aula Magna de la Universidad Pontificia de Salamanca (España).

El solemne acto contará con un concierto de guitarra a diez cuerdas a cargo del maestro Alfredo Vicent, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y alumno, entre otros, de Lopátegui, Brouwer y Narciso Yepes.

 

Finalistas y jurado

Los poetas finalistas y sus obras son: Terrible ángel de sed, de Miguel Sánchez Robles ( Caravaca de la Cruz, Murcia, España); El alma que me diste, de Antonio Bocanegra Padilla (San Fernando, Cádiz, España); El Respiro, Tu Espíritu dentro de mí de Theresia Bothe (Partinico, Sicilia, Italia); El pastor resplandeciente, de Javier Alvarado (Panamá); Tu presencia es trigal de mi esperanza, de Luis García Pérez (Ciudad Real, España); Monte de las Bienaventuranzas, de Lucrecio Serrano Pedroche (Albacete, España); Aspira a lo celeste de Iván Cabrera Cartaya (Tacoronte, Tenerife, España); Tu clara presencia, de Teresa de Jesús Rodríguez Lara (Santa Cruz de Tenerife, España); Con los párpados vencidos, de Carlos González García (Fresnedillas de la Oliva, Madrid, España); Donde nace la sed, de Beatriz Villacañas Palomo (Boadilla del Monte, Madrid, España)

El Jurado está compuesto por Jesús Fernández Hernández, presidente de la Fundación y del Jurado; Jaime Siles Ruiz, catedrático de latín de la Universidad de Valencia y poeta; Ma Jesús Mancho Duque, catedrática de Lengua Española de la Universidad de Salamanca; David Gregory Murray, crítico literario; y José Ma López Sevillano, secretario permanente del Premio.

 

Premio

El premio, para obras inéditas tanto en español como en inglés, está dotado con 7.000 euros y la publicación de la obra. En su larga trayectoria, ha sido fallado en foros como la ONU; la UNESCO; el Senado francés y el Campidoglio romano.

Esta edición se celebrará en el Aula Magna de la Universidad Pontificia de Salamanca (España). Cada año cuenta con el apoyo de un amplio Comité de Honor compuesto por académicos de la Lengua, de la Historia y de las Ciencias Morales y Políticas, así como por escritores, poetas, hispanistas y rectores universitarios.

 

Poesía mística

La necesidad de la poesía en el mundo actual, y de la poesía mística en particular, la expresó Fernando Rielo en 1985, en un discurso ante la UNESCO: "la poesía es forma de una cultura que pasa por una espiritualidad insobornable; privada de este paso, no puede darnos el fruto de la paz. (...) la cultura es sabiduría que eleva a sistema las intuiciones de la vida. Su lenguaje, la poesía; su fruto, la paz."

La universalidad del hecho místico y de la poesía mística le confieren al premio un carácter ecuménico. De hecho, lo han obtenido poetas tanto de las distintas confesiones cristianas -la mayoría- como de credos no cristianos, demostrando la capacidad de la poesía mística para unir a las culturas y a las religiones.

 

 

 

12/12/2019-17:44
Redacción

Colombia: El Papa acepta la renuncia del obispo de Socorro y San Gil

(ZENIT — 12 dic. 2019).- El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Socorro y San Gil (Colombia), presentada por Mons. Carlos Germán Mesa Ruiz, según ha indicado la Oficina de Prensa de la Santa Sede, este jueves, 12 de diciembre de 2019.

De este modo, ha nombrado obispo de Socorro y San Gil (Colombia) al reverendo Luis Augusto Campos Flórez, del clero de la archidiócesis de Bogotá (Colombia), hasta ahora vicario episcopal de la zona archidiocesana del Espíritu Santo.

 

Rey. Luis Augusto Campos Flórez

El Rev.do. Luis Augusto Campos Flórez nació en Bogotá el 23 de agosto de 1958. Completó sus estudios filosóficos y teológicos en el Seminario Mayor de San José en Bogotá. Se licenció en Filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y se doctoró en Filosofía en el Instituto Católico de París.

Fue ordenado sacerdote el 8 de diciembre de 1982, incardinándose en la archidiócesis de Bogotá.

Posteriormente ha ocupado los siguientes cargos: vicario parroquial en Soacha, administrador parroquial de San Francisco de Paula, formador y profesor en el Seminario Mayor de San José en Bogotá, rector del Seminario Mayor de San José en Bogotá, párroco de San Tarsicio y, desde 2011, vicario episcopal de la zona archidiocesana del Espíritu Santo.

 

 

 

12/12/2019-08:00
Enrique Díaz Díaz

Monseñor Enrique Díaz Díaz: "Señales"

 

Isaías 35, 1-6.10: "Dios mismo viene a salvarnos"
Salmo 145: "Ven, Señor, a salvarnos"
Santiago 5, 7-10: "Manténganse firmes, porque el Señor está cerca"
San Mateo 11, 2-11: "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?"

"¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?" Es la pregunta que desde la cárcel por medio de sus mensajeros hace Juan y quizás es la pregunta que nosotros hoy haríamos a Jesús. ¿Debemos esperar a otro? Es extraño, después de haber preparado el camino a Aquel que ha de venir, el mensajero está ahora encerrado, consumido por las dudas y envía una expedición de sus discípulos para pedirle a Jesús que manifieste su identidad, que presente señales ciertas que permitan reconocerlo, que se explique mejor, pues no parece responder a los esquemas de Mesías que se tenían sobre él. Pero Jesús no responde directamente a la pregunta sino que remite a sus obras y a la Escritura. Ahí está la historia de todos conocida: él cura al pueblo de sus heridas, enfermedades y carencias; le da vida y anuncia la Buena Noticia a los pobres. La respuesta de Jesús orienta a Juan y a todos los demás. Es respuesta a los oráculos de los profetas y a la vida sencilla del pueblo, pero no todos están de acuerdo con su estilo de vida ni con la forma de vivir su mesianismo. De ahí que el mismo Jesús tenga que proclamar: "Dichoso aquel que no se sienta defraudado por mi". No todos aceptan las señales que Jesús ofrece.

Quizás nosotros nos sintamos defraudados por Él y estemos esperando "otro". Cada año llega el Adviento y la Navidad, sin embargo dejamos para otro año, el abrir el corazón y manifestar con señales que el Mesías ha llegado. Para transformar nuestro mundo y nuestro ambiente esperamos otra época, otras situaciones, condiciones más claras y dejamos para otra ocasión nuestro compromiso. Para atender al pobre, lo dejamos para otra ocasión, para otro pobre menos fastidioso, para un después que nunca llega. ¿Creemos realmente que Jesús ha llegado? Las señales que nos proporciona Jesús son muy claras: "los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de la lepra, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio", pero hoy Él quiere hacerlas a través de nuestras manos, de nuestro anuncio, de nuestra participación. Quiere que nosotros ofrezcamos esas señales.

Y ¿Si cambiáramos la pregunta? ¿Realmente somos cristianos? ¿Somos los cristianos esperados? ¿Se debe esperar a otros cristianos? Quizás la verdadera pregunta que nos debamos hacer es si somos esos cristianos esperados, en los que ha calado hondo el sermón del monte y que prefieren la locura del Mesías a la prudencia de los poderosos que viven en los palacios, que se visten de lujosos ropajes y que cierran sus ventanas para no escuchar los gemidos del pueblo. La interrogante será si acaso no nos hemos convertido en cañas dobladas por cualquier vientecillo, duda o comodidad. Si en lugar de Buena Nueva, estamos recriminando, destruyendo y apagando la mecha que aún humea. Debemos mirar muy dentro de nosotros si somos los cristianos esperados que se comprometen con la causa de los pobres, que luchan a corazón abierto contra la injusticia, que denuncian con valor las hipocresías, que tienen la suficiente humildad para reconocer las propias culpas antes de constituirse en jueces de los otros.
¿Seremos estos cristianos nosotros, o se debe esperar a otros?

Los incontables Juanes que están en la cárcel, que viven en la miseria, que sufren las injusticias, que están aguardando, quizás ya desilusionados y cansados de esperar, necesitan que alguien vaya a contarles no sólo que ha escuchado o leído, sino las señales que ha visto, las señales que hemos hecho con nuestros pobres esfuerzos. Es fácil el discurso, es más difícil el actuar. Pero en este Adviento no necesitamos discursos ni palabras bonitas, necesitamos señales que anuncien la venida inminente del Salvador.

Nuevamente Isaías se nos presenta con su grito de alegría y de esperanza: "Regocíjate yermo sediento. Que se alegre el desierto y se cubra de flores, que florezca como un campo de lirios..." Dios quiere la felicidad de los hombres. Los cristianos deberíamos reconocer que la Buena Nueva es siempre un mensaje de salvación, un mensaje de alegría y de liberación. Hemos construido un mundo cada vez más rico de posibilidades, pero también cada vez más hundido en un torbellino de contradicciones: más riqueza pero más pobres, más medios para la salud pero más muertos por enfermedades; más alimentos pero más hambre. En este mundo absurdo se requieren cristianos que anuncien que es posible construir la nueva humanidad fundada en la victoria de Cristo, que a pesar de todas las contradicciones es posible construir el Reino de Dios, que hay muchos pequeñitos e insignificantes que lo han tomado en serio y están en el camino. Pero eso afirma Isaías que hay que fortalecer las manos cansadas, afianzar las rodillas vacilantes y animar los corazones vacilantes.

Es Adviento, es tiempo de dar señales verdaderas de conversión, de amor y de fraternidad. ¿Cómo estamos construyendo este mundo que gime y grita en busca de salvación? ¿Hemos cerrado nuestros oídos a los dolores, al sufrimiento y a la injusticia? ¿Qué señales estamos dando de una Nueva Noticia?

Padre Bueno, mira al pueblo que en medio del dolor espera la Venida de tu Hijo, concédele celebrar el gran misterio de la Navidad con un corazón nuevo y una inmensa alegría. Amén

 

 

 

12/12/2019-15:25
Isabel Orellana Vilches

Beato Juan Marinoni, 13 de diciembre

«Considerado maestro de los teatinos. Colaborador y compañero del fundador de la Orden, san Cayetano de Thiene, fue un gran apóstol en Nápoles. Pensando en los pobres y desvalidos impulsó una importante red: los Montes de Piedad»

Hoy festividad de santa Lucía, también se celebra la vida del beato Marinoni, en el que pobres y desvalidos tuvieron uno de sus grandes valedores.

Nació en Venecia, Italia, el 25 de diciembre de 1490. Era hijo de una ilustre familia que poseía grandes bienes y que tenía sus raíces en Bergamo. Fue el benjamín de seis hermanos, y lo bautizaron con el nombre de Francisco. Su madre Elisabetta le transmitió su devoción por la Inmaculada. Creció en un hogar donde floreció la fe alumbrada en particular por el influjo de la piedad materna. Tres hermanas, que no contrajeron matrimonio, se dedicaron a las obras de caridad, y sus dos hermanos fueron sacerdotes.

Marinoni se convirtió en un joven atractivo, con innegable elegancia natural, que dejaba traslucir una educación exquisita a la que acompañaban sus finos modales. Cursó derecho en la universidad de Padua, pero desestimó la carrera judicial en la que hubiera llegado lejos, y optó por el sacerdocio. Renunció a su herencia y a sus privilegios, repartiendo parte de sus bienes entre los pobres tras dejar otra porción en manos de su familia. Era integrante del clero en la colegiata de San Pantaleón, sacristán de la basílica de San Marcos —misión que ya ostentaba en 1515—, y uno de sus canónigos. Durante un tiempo fue capellán y superior del hospital de Incurables. En esta época combinó esta acción apostólica con la predicación y la enseñanza a los niños.

La fundación de Clérigos Regulares iniciada por san Cayetano de Thiene daba sus primeros pasos, y el beato, que quería consagrar su vida a Cristo como religioso, iba quedando seducido por ese carisma. Así que renunció a su canonjía y se integró en la Orden en 1528. Profesó en mayo de 1530 tomando el nombre de Juan. Le impuso el hábito Gian Pietro Carafa, obispo de Chieti y futuro pontífice Pablo IV, ante la presencia del fundador san Cayetano; a partir de entonces comenzó a colaborar estrechamente con él. De hecho, tres años más tarde, a solicitud del papa Clemente VII, ambos Cayetano y él —porque así lo juzgó el superior general Carafa considerándolo idóneo para acompañar al fundador—, se trasladaron a Nápoles y abrieron la primera casa. La establecieron en santa María de la Misericordia, reemplazada luego por el hospital de Incurables al que siguieron otras residencias, hasta que en 1538 se afincaron definitivamente en San Pablo el Mayor. Ambos se fueron relevando sucesivamente en las labores de gobierno.

Marinoni era un hombre admirado por su sencillez, caridad y humildad. Era un gran penitente. Solía aprovechar el tiempo al máximo; no desperdiciaba ni un segundo. Alegre, ponderado y prudente, ponía de manifiesto que vivía unido a Dios. Fue un gran confesor; tenía sabiduría para la dirección espiritual y la formación de los futuros sacerdotes, por lo que es considerado «maestro de los teatinos». Siempre se le hallaba a merced de quienes acudieran a él, disponible, abierto a la escucha. Bajo su enseñanza, entre otros egregios sacerdotes, se apasionaron por Cristo y aprendieron los matices del carisma fundador: el beato cardenal Paolo Burali, Giacomo Tormo, Salvatore Caracciolo, que fue arzobispo de Conza, y san Andrea Avellino, primer biógrafo suyo; fue quien le asistió en el momento de su muerte. Avellino retrató a su maestro diciendo que: «...siempre fue de naturaleza amable, por lo que era querido, respetado y admirado por los fieles quienes le rendían honores y lo tenían por un santo...». Ciertamente ejerció un liderazgo espiritual entre los religiosos porque otras insignes figuras de la Iglesia se forjaron junto a él, subrayando el imponente carisma que tenía. De hecho, se le considera también maestro de santos.

Era un orador excepcional que conmovía a los fieles con sus encendidas palabras; ponían de manifiesto su amor a Cristo. Promovió la fundación de santuarios, monasterios, orfanatos y hogares para jóvenes. Se caracterizó por su devoción a la Pasión, y su sensibilidad por los necesitados. Para poder atenderlos en 1539, de acuerdo con el fundador, alentó los «Montes de Piedad» que tanto bien hicieron en estos colectivos desfavorecidos, rescatándolos con ellos de oportunistas y desaprensivos usureros; tuvieron tanto éxito que se convirtieron luego en el Banco de Nápoles. En el impulso de esta loable tarea respondieron a la llamada de Marinoni: Aurelio Paparo, Gian Domenico di Lega y Leonardo Palma, que pusieron parte del capital inicial; eran discípulos suyos. También las mujeres que dirigía emprendieron iniciativas de gran calado, como hizo Giovanna Scorziata que quiso ofrecer a las niñas una selecta educación cristiana para lo cual fundó II Tempio. A su vez, las cuatro hermanas Palescandalo, que se habían nutrido de las enseñanzas del beato, fundaron el monasterio de San Andrea delle Dame.

En la ejemplar acción apostólica que llevaba a cabo junto a san Cayetano, combatió movimientos contrarios a la Iglesia. En 1547 tras la muerte del fundador quedó al frente de la comunidad napolitana. Pablo IV le ofreció ocupar la sede de Nápoles como arzobispo y cardenal en varias ocasiones, pero sintiéndose indigno de ese honor declinó aceptar la misión. Hasta el final de sus días estuvo orando por todos y creando nuevas vías de ayuda para los pobres y los ancianos. Fue en ese periodo cuando abrió hospicios para ellos y puso en marcha hospitales. En cinco ocasiones fue prepósito de la casa de San Pablo de Nápoles, y en ella murió el 13 de diciembre de 1562. Había sembrado con su celo apostólico las calles de la ciudad durante veintinueve años. Avellino, que se había convertido en su confesor en la última etapa de su vida, quedó muy afectado por su pérdida. Los restos de Marinoni recibieron sepultura en la cripta de la basílica napolitana de San Pablo el Mayor, y se conservan junto a las reliquias de su fundador, san Cayetano. Su culto fue confirmado por Clemente XIII el 11 de septiembre de 1762.