Cáritas | Cooperación internacional • 10/01/2020

 

El llanto se lleva por dentro

 

Diez años después del Terremoto, los haitianos recuerdan en silencio

 

 

Por JuanMa Parrondo. Representante de Cáritas Española en Haití


 

 

 

 

Hay una fecha que todos los haitianos llevan grabada en el alma. Cuando alguien menciona la frase “12 de enero” en una conversación, no hace falta mencionar el año, todo el mundo se transporta de inmediato a la tarde fatídica de aquel martes del horror. Cada persona rememora en su cabeza dónde estaba en el momento en que tembló la tierra; el desconcierto inicial, el miedo a morir, cómo escapó del peligro, y la angustia inmediata de preguntarse dónde estarían sus familiares y amigos.

Tres jóvenes haitianos del sector popular de La Saline de Puerto Príncipe conversan con Cáritas para comentar lo que vivieron entonces, y cómo han evolucionado sus vidas desde aquel día. Edrith Moratus tenía 25 años, Katiana Despeines 22 y Misline Manasse 17 años cuando sucedió todo. Se conocieron años después estudiando en la nueva Escuela de Artes y Oficios reconstruida después del terremoto, con aportes de varios donantes, incluida Cáritas Española.

Cuando les pregunto por su experiencia personal sucede lo mismo con los tres. No pueden hablar. No tienen palabras para expresar lo que vivieron y sintieron. El llanto se lleva por dentro. Edrith se emociona “Fue terrible, fue terrible”, es lo único que alcanza a decir. “Yo estaba en el colegio y el profesor nos dijo que estuviéramos en calma, pero nadie hizo caso, todos los alumnos comenzamos a correr en todas direcciones” comenta Katiana. El Seismo duró 52 segundos eternos. Por eso fue tan devastador. Edificios que hubieran aguantado medio minuto colapsaron con toda la gente dentro.

Diez años después dicen que recuerdan todo como si hubiera ocurrido el día anterior. Cuando dejó de temblar la tierra todo se llenó de un polvo blanco irrespirable. “Todos gritaban, los heridos, los que estaban atrapados, y todos los demás que estábamos asustados”, recuerda Misline “cuando llegué con mi familia mi madre me dio un fortísimo abrazo, mi casa estaba deteriorada”.

La Escuela de Artes y Oficios de La Saline fue creada en 1935, y estaba llena de alumnos y profesores la tarde del seísmo. Más de 200 murieron aplastados. En muchos edificios de la ciudad el rescate de los cadáveres fue imposible, y hubo que habilitar fosas comunes para enterrarlos. La ciudad colapsada. Sin energía eléctrica. Sin teléfonos. Sin agua, sin alimentos, y un ambiente de psicosis colectiva que se instaló como una losa entre los sobrevivientes. Las réplicas del temblor eran frecuentes. “En mi familia tardamos más de tres meses en volver a dormir dentro de la casa. Teníamos mucho miedo”, dice Katiana.

Cáritas se activó de inmediato tratando de organizar la ayuda. Pero los primeros 10 días fueron de caos absoluto, de ausencia de información, de rescates de supervivientes entre los escombros, de escasez. Los mismos empleados de Cáritas Haití habían sufrido pérdidas y se tardó al menos una semana hasta que se pudo organizar un equipo de respuesta.

Grupos de gente sin abrigo comenzaron a concentrarse en parques, casas, solares vacíos, y el número crecía cada día. Instalaron techos de lona, y pronto llegaron las tiendas de campaña de las organizaciones de ayuda de emergencia. Por toda la ciudad había más de 300 campamentos informales de damnificados. Los más grandes no fueron desmantelados hasta tres años después.

Un mar de refugiados abandonó la ciudad camino a las provincias donde el terremoto no afectó. Familias campesinas en zonas muy pobres vieron como sus parientes de la ciudad llegaban para instalarse por unas semanas, que luego fueron meses.

Cáritas Española organizó un suministro constante de alimentos y artículos de higiene durante seis meses desde la República Dominicana. Se enviaron 8 convoys de 5 camiones cada uno con enormes contenedores de 12 metros de largo llenos de alimentos. Un convoy partió cada quince días desde febrero hasta julio para llegar hasta la provincia Centro, a la ciudad de Hinche, 110 kilómetros al norte de Puerto Príncipe. 2,500 familias pudieron recomponer sus vidas con esta ayuda inicial.

Después de estos primeros seis meses llegó la larga etapa de reconstrucción, que ha continuado hasta el día de hoy. “La ayuda de España estaba con nosotros antes del terremoto, durante los años posteriores, y permanece hasta hoy” comenta Guedry Augustin coordinador de Cáritas Hinche.

La respuesta del pueblo español hacia Haití fue con diferencia la más importante de todas las crisis humanitarias de los últimos años. De la colaboración conjunta entre Cáritas Española y Cáritas de Haití se materializaron la construcción de 5 escuelas, la reparación de 3 hospitales, el acceso al agua de más de 15,000 personas, y la reforma completa del sistema de Formación Profesional en todo el país.

La Escuela de Artes y Oficios de los salesianos donde estudiaron Edtrih, Katiana y Misline fue reconstruida por completo, y fue inaugurada en julio del 2019. Todos los nuevos profesores fueron formados con un proyecto de Cáritas. Las heridas del terremoto en Dessalines han cicatrizado. Sin olvidar el pasado se trabaja en el presente.

Los estudiantes sin embargo se muestran preocupados por la situación política actual, de manifestaciones que han destrozado la convivencia en el sector donde se construyó la nueva Escuela de Artes y Oficios. “La gente tiene la impresión de que en estos años no se ha hecho nada”, comenta Edrith. “Yo siento que es necesario un gran cambio en este país. Especialmente en el gobierno,” aporta Misline.

Haití sigue esperando ese cambio que nunca termina de llegar. Las bandas de delincuentes han ocupado el espacio de La Saline y pelean entre ellas para controlar este barrio y la policía no es capaz de entrar. Hoy en día, 10 años después del terremoto, y seis meses después de haber sido reconstruida, la Escuela de Artes y Oficios está cerrada por la situación de inseguridad.

Dos pasos hacia adelante, un paso hacia atrás. Ese es el ritmo de avance. Los educadores saben que tarde o temprano la Escuela se abrirá de nuevo, que los alumnos regresarán, y que a la larga la solidaridad es más fuerte que la violencia de las mafias de la calle.

 

Foto: FERNAND ZAMBAN. Caritas Brasil

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