Servicio diario - 29 de marzo de 2020


 

Santa Marta: “Llora con tu gente que está sufriendo en este momento”
Redacción

Ángelus: “Dejen que la Palabra de Dios devuelva la vida donde hay muerte”
Redacción

“Comunión espiritual”, con el Papa Francisco
Anita Bourdin

Ángelus: Evitar “tragedias” en las cárceles, llamamiento del Pontífice
Anita Bourdin

El Papa Francisco recibe a Virginia Raggi, alcaldesa de Roma
Anita Bourdin

Píldoras de esperanza (2): “El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”
Redacción

Archidiócesis de Madrid: Nace un teléfono diocesano de escucha activa
Redacción

¡Camino de esperanza en tiempos de confinamiento! (4)
Redacción

San Pedro Regalado, 30 de marzo
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

Santa Marta: “Llora con tu gente que está sufriendo en este momento”

“Que sea el domingo de las lágrimas”
(zenit – 29 marzo 2020).- Pienso en tanta gente “que llora: gente aislada, gente en cuarentena, los ancianos solos, personas hospitalizadas y personas en terapia, padres que ven que, como no reciben la paga, no podrán dar de comer a sus hijos, mucha gente llora”.

Esta es la introducción del Papa al comienzo de la Eucaristía de este domingo 29 de marzo de 2020 celebrada en la capilla de la casa Santa Marta y transmitida en directo.

Así nosotros también, desde nuestro corazón, los acompañamos. Y no nos hará mal llorar un poco con el llanto del Señor por todo su pueblo.

A continuación la homilía:

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Homilía del Santo Padre

Jesús tenía amigos. Amaba a todos, pero tenía amigos con los cuales tenía una relación especial, como se hace con los amigos, de más amor, de más confianza… Y muchas, muchas veces se quedaba en casa de estos hermanos: Lázaro, Marta, María… Y Jesús sintió dolor por la enfermedad y la muerte de su amigo. Llegó a la tumba y, se conmovió profundamente y muy turbado, preguntó: “¿Dónde lo habéis puesto?” (Jn 11,34). Y Jesús estalló en lágrimas. Jesús, Dios, pero hombre, lloró. En otra ocasión en el Evangelio se dice que Jesús lloró: cuando lloró por Jerusalén (Lc 19,41-42). ¡Y con cuanta ternura llora Jesús! Llora desde el corazón, llora con amor, llora con los suyos que lloran. El llanto de Jesús. Tal vez, lloró otras veces en la vida —no lo sabemos— ciertamente en el Huerto de los Olivos. Pero Jesús llora por amor, siempre.

Se conmueve profundamente y muy turbado lloró. Cuántas veces hemos escuchado en el Evangelio esta emoción de Jesús, con esa frase que se repite: “Viendo, tuvo compasión” (cf. Mt 9,36; Mt 14,14). Jesús no puede mirar a la gente y no sentir compasión. Sus ojos miran con el corazón; Jesús ve con sus ojos, pero ve con su corazón y es capaz de llorar.

Hoy, ante un mundo que sufre tanto, ante tanta gente que sufre las consecuencias de esta pandemia, me pregunto: ¿soy capaz de llorar, como seguramente lo habría hecho Jesús y lo hace ahora? ¿Mi corazón se parece al de Jesús? Y si es demasiado duro, si bien soy capaz de hablar, de hacer el bien, de ayudar, pero mi corazón no entra, no soy capaz de llorar, debo pedir esta gracia al Señor: Señor, que yo llore contigo, que llore con tu pueblo que en este momento sufre. Muchos lloran hoy. Y nosotros, desde este altar, desde este sacrificio de Jesús, de Jesús que no se avergonzó de llorar, pedimos la gracia de llorar. Que hoy sea para todos nosotros como el domingo del llanto.

 

Oración para la Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que no puedo recibirte sacramentalmente ahora, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a ti. No permitas que jamás me aparte de ti.

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

 

Ángelus: “Dejen que la Palabra de Dios devuelva la vida donde hay muerte”

Palabras del Papa antes del Ángelus
(zenit – 29 marzo 2020).- A las 12 del mediodía de hoy, quinto domingo de Cuaresma, el Papa Francisco dirige el rezo del Ángelus desde la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano.

Estas son las palabras del Papa al introducir la oración mariana:

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Palabras del Papa antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este quinto domingo de Cuaresma es el Evangelio de la resurrección de Lázaro… (cf. Jn 11, 1-45). Lázaro era el hermano de Marta y María; eran muy amigos de Jesús. Cuando Él llega a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días muerto; Marta corre a encontrarse con el Maestro y le dice: “¡Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto!” (v. 21). Jesús le responde: “Tu hermano resucitará” (v. 23); y añade: “Yo soy la resurrección y la vida; el que crea en mí, aunque muera, vivirá”. Jesús se hace ver como el Señor de la vida, Él es capaz de dar la vida y también la muerte (v. 25). Luego María y otras personas llegan, todos llorando, y Jesús – dice el Evangelio – “se conmovió profundamente y […] estalló en lágrimas” (vv. 33.35). Con este trastorno en el corazón, va a la tumba, agradece al Padre que siempre lo escucha, hace que la tumba se abra y grita con fuerza: “¡Lázaro, sal!” (v. 43). Y Lázaro salió con “los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario” (v. 44).

Aquí tocamos con nuestras manos que Dios es vida y da vida, pero asume el drama de la muerte. Jesús podría haber evitado la muerte de su amigo Lázaro, pero quería hacer suyo nuestro dolor por la muerte de nuestros seres queridos, y sobre todo ha querido mostrar el dominio de Dios sobre la muerte. En este pasaje del Evangelio vemos que la fe del hombre y la omnipotencia del amor de Dios se buscan y finalmente …se encuentran. Es como un doble camino, la fe del hombre y la omnipotencia del amor de Dios que al final se encuentran. Lo vemos en el grito de Marta y María y todos nosotros con ellas: “¡Si hubieras estado aquí!…”. Y la respuesta de Dios no es un discurso, la respuesta de Dios al problema de la muerte, es Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida… ¡Tengan fe! En medio del llanto sigan teniendo fe, aunque la muerte parece haber ganado. Quiten la piedra de su corazón!, dejen que la la Palabra de Dios devuelva la vida donde hay muerte”.

Aún hoy Jesús nos repite: “Quiten la piedra”. Dios no nos creó para la tumba, nos creó… para la vida, hermosa, buena, alegre. Pero “la muerte ha entrado en el mundo por la envidia del diablo” (Sap 2:24), dice el Libro de la Sabiduría, y Jesucristo ha venido a liberarnos de sus ataduras.

Por lo tanto, estamos llamados a quitar las piedras de todo lo que huele a muerte: por ejemplo la hipocresía con la que vivimos la fe, es muerte; la crítica destructiva a los demás, es muerte; la ofensa, la calumnia, es muerte; la marginación de los pobres, es muerte. El Señor nos pide que saquemos estas piedras de nuestros corazones, y la vida entonces florecerá a nuestro alrededor. Cristo vive, y quien lo acoge y se adhiere a Él entra en contacto con la vida. Sin Cristo, o fuera de Cristo, no sólo no hay vida sino que se vuelve a caer en el la muerte.

La resurrección de Lázaro es también un signo de la regeneración que tiene lugar en el creyente. a través del Bautismo, con la plena inserción en el Misterio Pascual de Cristo. Por la acción y la fuerza del Espíritu Santo, el cristiano es una persona que camina en la vida como una nueva criatura: una criatura para la vida y que va hacia la vida.

Que la Virgen María nos ayude a ser compasivos como su Hijo Jesús, que hizo suyo nuestro dolor. Que cada uno de nosotros esté cerca de los que están en la prueba, convirtiéndose para ellos en un reflejo del amor y la ternura de Dios, que libera de la muerte  hace vencer la vida.

 

 

 

 

“Comunión espiritual”, con el Papa Francisco

Oración de S. Alfonso de Ligorio
(zenit – 29 marzo 2020).- El Papa Francisco dijo una oración por la “comunión espiritual” de los bautizados que actualmente no pueden comulgar de manera sacramental, debido a la pandemia, y que siguieron su misa de las 7 de la mañana en Santa Marta, este domingo 29 de marzo de 2020, quinto domingo de Cuaresma.

La misa se transmite excepcionalmente en vivo todas las mañanas por Vatican News, debido a la pandemia.

Y, como cada mañana ahora, después de la comunión, el Santísimo Sacramento está expuesto en la custodia, en el altar de la Capilla del Espíritu Santo, de la Casa Santa Marta en el Vaticano, por un tiempo de adoración silenciosa, que termina al mismo tiempo que la Misa con la bendición del Santísimo Sacramento: el Papa bendice solemnemente en todas las direcciones, el mundo, más allá de los muros del Vaticano.

“Las personas que no pueden comulgar ahora hacen la comunión espiritual”, dijo el Papa antes de decir, en italiano, una oración.

Ayer fue la oración del cardenal Rafael Merry del Val. Hoy fue la oración de San Alfonso de Ligorio (1696-1787), en italiano.

 

Oración de S. Alfonso de Ligorio

“Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado, ven a lo menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén”.

Antes de salir de la Capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antigua antífona mariana Ave Regina Caelorum (“Ave Reina del Cielo”).

 

 

 

 

Ángelus: Evitar “tragedias” en las cárceles, llamamiento del Pontífice

Prisiones superpobladas
(zenit – 29 marzo 2020).- “Pido a las autoridades que sean sensibles a este grave problema y tomen las medidas necesarias para evitar futuras tragedias”, dijo el Papa, lamentando las condiciones de vida en las prisiones superpobladas, en este momento de pandemia.

El Papa lanzó este llamado después del Ángelus, este domingo 29 de marzo de 2020, desde la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano.

También habló de las dificultades de confinamiento para diferentes categorías: “Por el momento, mis pensamientos se dirigen de manera particular a todos aquellos que sufren la vulnerabilidad de verse obligados a vivir en grupos: casas de retiro, cuarteles … I Quisiera mencionar especialmente a las personas que están en prisión”.

El Papa evoca la señal de alarma lanzada por la Comisión de Derechos Humanos: “He leído un memorando oficial de la Comisión de Derechos Humanos que habla del problema de las prisiones superpobladas, que podrían convertirse en un tragedia. Pido a las autoridades que sean sensibles a este grave problema y que tomen las medidas necesarias para evitar futuras tragedias”.

El Papa concluyó con sus deseos: “Les deseo a todos un buen domingo. No se olviden de rezar por mí; yo lo hago por ustedes. Buen almuerzo y adiós”.

Posteriormente, al Ángelus había pedido previamente la paz mundial.

Luego, el Papa se dirigió a su despacho, cuya ventana da a la plaza san Pedro, que se encontraba desierto, aparte del policía italiano que hace su ronda allí, para bendecir la ciudad.

 

 

 

 

El Papa Francisco recibe a Virginia Raggi, alcaldesa de Roma

“Las palabras del Papa son un bálsamo…”
(zenit – 29 marzo 2020).- El Papa Francisco, que no está afectado por la enfermedad Covid-19, –dice su portavoz, Matteo Bruni– continúa sus audiencias diarias con las necesarias precauciones sanitarias. De este modo, recibió a la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, el sábado 28 de marzo de 2020.

En la tarde del viernes, 27 de marzo, al final de la excepcional bendición Urbi et Orbi, la Sra. Raggi tuiteó en su cuenta @virginiaraggi: “Las palabras del Papa Francisco son un bálsamo para todos nosotros en este momento de sufrimiento. Roma une su oración. Permanezcamos juntos en esta tormenta porque nadie se salva”.

El Vaticano anunció este sábado que el Papa también recibió a otras cuatro personas. Por un lado, al director de L’Osservatore Romano, Andrea Monda, que acaba de renunciar a su versión en papel para preservar la salud de sus empleados y al cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación de Obispos.

Por otro lado, Francisco se reunió con Paolo Papanti-Pelletier, juez del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano, y con Franco Anelli, rector de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, que «informó al Papa de las actividades sanitarias en las que participan también los estudiantes de especialización de la Facultad de Medicina y Cirugía de la sede romana de la Universidad», dijo la Conferencia Episcopal Italiana.

El jueves 26 de marzo, el Papa recibió a Marco Impagliazzo, presidente de la Comunidad de Sant’Egidio, comprometido desde su fundación al servicio de los pobres. Durante la conversación, el Papa, entre otras cosas, se encargó de agradecer, a través de la Comunidad, “a todos los voluntarios que, durante la emergencia sanitaria vinculada al coronavirus, trabajan actualmente para ayudar a los pobres, a los sin techo, a los ancianos y a todos los frágiles”, informó la organización eclesial.

Al final de su conversación, el Pontífice le dio a Impagliazzo “la imagen de un san José moderno, que lleva a Jesús sobre sus hombros durante la huida a Egipto, símbolo de los refugiados, con una oración en la espalda que hace eco del tema elegido para el próximo Día Mundial de los Migrantes y Refugiados: ‘Forzado a huir como Jesucristo’”.

Del mismo modo, ese mismo viernes, el Santo Padre recibió, entre otros, a don Guillermo León Arboleda Tamayo, presidente de la Congregación de Subiaco-Casino de la Orden de San Benedicto.

 

 

 

 

Píldoras de esperanza (2): “El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”

Lunes de la V Semana de Cuaresma
Reflexión sobre los Evangelios diarios

Lunes 30 de marzo de 2020

Invocamos al Espíritu Santo

Espíritu Santo ven a estos momentos donde nos disponemos de corazón y mente para escuchar el mensaje de Dios y ponerlo en acción en nuestra vida. Amén

 

Evangelio según San Juan 8, 1-11

Jesús fue al monte de los Olivos.

Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.

Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?”.

Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”. E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.

Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?”.

Ella le respondió: Nadie, Señor”. Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante”.

Palabra de Dios

 

¿Qué dice el texto?

¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen tu atención, tu interés?

¡La culpa es de los otros! Eso es lo que hicieron estos hombres en este texto del Evangelio, querían culpar a la mujer y para eso recurren a las Sagradas Escrituras.

Jesús no dice nada, sólo escribe en el suelo. Finalmente, todos se van. Nadie condena a la mujer.

¿Qué nos dice Dios en este texto hoy?

Cuando estamos en momentos de desesperación, la primera reacción que se nos viene a la mente y al corazón es culpar a los demás. Es fácil ver en los demás los errores, pero es muy difícil encontrarlos en cada uno. Lo importante según Jesús no son los errores, ni la condena, sino el amor.

La mujer no tenía ninguna esperanza, pero Jesús le dice: “Yo tampoco te condeno”.

Nos pasa hoy en la sociedad que queremos condenar a los que no están haciendo las cosas bien para frenar una pandemia, a los países, a las comunidades, a los de tal o cual lugar, etc. Y aquí nos encontramos nosotros, que al igual que Jesús podemos cambiar la historia. Ante tantas noticias difíciles de estos días, nosotros podemos dar un mensaje de esperanza, porque Jesús vino perdonar, vino a redimir.

Te invito hoy a llenar tu vida de esperanza, porque tú puedes abrir la puerta al Señor. Repite esa breve frase que dice: “Sagrado Corazón de Jesús, dame un corazón semejante al tuyo”. Tal vez creas que no basta una frase, pero toma un tiempo tranquilo, deja que la paz del Señor te llene, sólo debes abrirte a la presencia de Jesús. Él, que todo lo puede, te inundará de paz, de amor y de esperanza. Sólo permítele a Él entrar en tu corazón desterrando miedos y cambiar tu frecuencia cardíaca hacia el amor, la paz, el perdón. Repite muchas veces a ritmo lento y cree firmemente que tu corazón se asemeja al de Jesús: “Sagrado Corazón de Jesús, dame un corazón semejante al tuyo”.

Te invito a conocer más de nuestro trabajo diario sobre la Lectura Orante de la Biblia.

 

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Archidiócesis de Madrid: Nace un teléfono diocesano de escucha activa

Durante el Estado de alarma
El Arzobispado de Madrid, Cáritas Diocesana de Madrid y los Religiosos Camilos han puesto en marcha la Coordinadora de Centros de Escucha en Estado de Alarma, ha anunciado este domingo la Archidiócesis de Madrid.

Se trata de un servicio de acompañamiento, desde la escucha activa de forma telefónica e individual, a personas que están atravesando situaciones de crisis, como la enfermedad o la pérdida de un ser querido, o que están en proceso de dificultad, bloqueo, soledad, sufrimiento, etc. También habrá una sección especial de escucha para profesionales sanitarios.

 

A partir del 30 de marzo

A partir del próximo lunes, 30 de marzo, a cualquier hora del día se podrá llamar al 616414839. Bastará con dejar un mensaje en el contestador, indicando nombre y un teléfono de contacto, y un voluntario se pondrá en contacto con la persona en breve y la atenderá telefónicamente.

Según detallan los impulsores de la iniciativa, la atención será gratuita y telefónica. Nunca se pedirá dinero y nunca se harán presentes en los domicilios, aunque, cuando termine el Estado de alarma, se abrirá la posibilidad de continuar la atención presencialmente desde alguno de los centros más cercanos.

En caso de ser necesario, a través del mismo teléfono también se podrá derivar a los servicios de Cáritas Diocesana de Madrid en el territorio o al Servicio de Asistencia Religiosa Católica de Urgencia (SARCU).

 

 

 

 

¡Camino de esperanza en tiempos de confinamiento! (4)

Un “pasaje a la resurrección y a la vida”
El Señor es nuestro socorro!

Así que aquí estamos en este último domingo de Cuaresma durante el cual tuvimos que hacer la oración de los escrutinios de nuestros catecúmenos. Permítales recibir la fuerza para avanzar resueltamente hacia el bautismo que pueden recibir después de la fase de confinamiento. El Evangelio de este domingo nos hace reconocer a Jesús como la fuerza vital. Difícil acto de fe en estos tiempos cuando uno tiene la impresión de que la muerte diezma nuestra humanidad. Ciertamente, muchos son los hombres y mujeres que retoman el grito de Marta y María “Si hubieras estado aquí, él no habría muerto”. Se constata, en todo creyente en el desarrollo de la muerte el hecho de una oración de esperanza.

Gran pregunta: ¿cómo cambia la resurrección de Jesús nuestra forma de enfrentar la prueba principal de la existencia humana? La pandemia que asola el mundo plantea una pregunta para el creyente. Sí, si creo que la vida de Cristo resucitado ha estado abierta para mí desde mi bautismo, entonces las dificultades de la enfermedad, el sufrimiento de la muerte que experimentaré algún día no es la última palabra de Dios sino el pasaje a la resurrección y la vida: “Quien cree en mí, nos dice que Jesús, aunque muera, vivirá”.  Palabra de esperanza que prepara a los catecúmenos para recibir esta nueva vida. Palabra de esperanza para todos nosotros que se ve en la resurrección de Jesús.

Este largo relato evangélico de este domingo adquiere hoy un magnífico espesor de humanidad, por lo que la Iglesia confía al Dios de la Vida “a nuestros hermanos que se durmieron con la esperanza de la Resurrección y a todos los hombres que abandonaron esta vida…”.

 

Canónigo Denis METZINGER

– 29 de marzo de 2020.

 

 

 

 

San Pedro Regalado, 30 de marzo

Flor de la reforma franciscana
“Flor de la reforma franciscana. Fue discípulo aventajado de Pedro de Villacreces. Pasó su vida consumido en oración y sacrificios, sosteniendo el rigor de la Regla que había heredado. Hizo muchos milagros”

Pedro Regalado y de la Costanilla nació en Valladolid, España, hacia 1390. Perdió a su padre siendo muy pequeño. Su madre lo llevaba temprano al convento de San Francisco donde actuaba como monaguillo, por lo que fácilmente se estableció un vínculo entrañable con los religiosos a los que acompañaba en la santa misa, despertando en él una temprana vocación. A los 13 años ingresó en el convento.

Era jovencísimo cuando le impusieron el hábito. Los muros de los claustros albergaban a personas sin escrúpulos ni vocación. Se habían recluido en esos recintos con variadas y distintas intenciones, lo cual se evidenciaba en una falta de espíritu religioso. A nada de ello fue ajeno el momento histórico que propició numerosos arribismos de esta naturaleza. En esa época, el venerable fray Pedro de Villacreces, egregio maestro en teología por las universidades de París, Toulouse y Salamanca, estaba dispuesto a actuar para renovar la vida monástica que se había impregnado de muchas sombras proyectadas en ella al margen de la consagración. Con este objetivo, el obispo de Osma le autorizó a fundar por tierras burgalesas.

En 1404 llegó a Valladolid. Procedía de las cuevas de Arlanza y del eremitorio de La Salceda donde se hallaba buscando seguidores para secundarle en tan delicada misión. Cuando Pedro Regalado lo conoció a sus 14 años, entró en inmediata sintonía con él. La diferencia de edad –el fraile superaba los 60–, nunca fue un muro entre ambos; todo lo contrario. Y es que los dos compartían el anhelo de conquistar la santidad, y ante este altísimo fin nada se interpone. Entonces fray Pedro ya era considerado santo por muchos, y fue instructor del joven que aprendió a estimar junto al fraile el cumplimiento de la observancia franciscana.

Unidos partieron rumbo a La Aguilera, lugar colindante a Aranda de Duero, para fundar un convento. Con sumo gozo, y sin temor a la austeridad porque buscaba la gloria de Dios con todas sus fuerzas, se abrazó el muchacho al rigor de la regla. Y no era baladí. De las veinticuatro horas que tiene el día, diez estaban destinadas a la oración comunitaria y personal, trabajo y limosna. Éste era, en esencia, el plan cotidiano. El bondadoso fraile se ocupó de formar a Pedro Regalado para el sacerdocio. Éste celebró su primera misa en la ermita del convento en 1412. De algún modo era su credencial para realizar el apostolado en la cuenca media del Duero. Su virtud, percibida en palabras y gestos, era bendecida con hechos prodigiosos por los que fue reconocido como “el santo del Duero”. Nadie quedaba indiferente ante sus dotes taumatúrgicas. Fray Pedro de Villacreces podía respirar tranquilo; Dios había bendecido a la Orden con un gran santo. Durante once años cumplió con alegría las humildes misiones que le encomendaron. Ofrecía limosnas a los pobres que llegaban al convento, trabajó en la cocina como ayudante, y fue sacristán, entre otras.

En 1415 cuando fray Pedro fundó El Abrojo en la provincia de Valladolid, su discípulo estaba tan bien formado y había dado tales muestras de virtud que no dudó en elegirlo maestro de novicios. Y como tal prosiguió su vida de intensísima mortificación y penitencia. Recorría el entorno como un consumado predicador. Con su sencillez y ardor apostólico arrebataba numerosas conversiones. Todos acudían a él con el corazón contrito y la certeza de que saldrían plenamente renovados después de mostrarle las huellas de sus heridas. Nada tiene de particular que en octubre de 1422, cuando se produjo la muerte de Villacreces, tras el capítulo de Peñafiel los religiosos de las dos casas fundadas por él pensaran en Pedro Regalado para que siguiera al frente de todos como prelado o vicario. Y no se equivocaron. La reforma se extendió como un floreciente rosario de nuevas fundaciones, conocidas como “las siete de la fama”.

Pedro, con su inflamada devoción por la Eucaristía, la Pasión de Cristo y María, hilvanaba las jornadas consumiéndose en oración y sacrificios, sosteniendo el rigor de la regla que había heredado. Toda disciplina cabía en su acontecer. Los habitantes del lugar sabían de su severo ascetismo. Veían su escuálida figura perfilada sobre el cerro del Águila, rebosante de austeridades, portando los símbolos del Redentor: cruz, corona de espinas y soga, mientras realizaba el Via Crucis.

Los milagros se sucedían, como también los favores celestiales que recibía. Uno de ellos, quizá el más renombrado, alude a un 25 de marzo, festividad de la Anunciación; estuvo vinculado a su amor por María. Fue Ella quien debió colmar el anhelo del santo de poder postrarse ante su imagen en la iglesia de La Aguilera mientras rezaba maitines. El lugar distaba unos ochenta km. del Abrojo. Pero los ángeles hicieron posible este sueño de Pedro trasladándole en un santiamén al templo, mientras una estrella que simbolizaba a la Virgen los conducía. Devuelto del mismo modo al convento, una vez hubo cumplido su anhelo, todo se produjo en tan brevísimo espacio de tiempo que ninguno de sus hermanos llegó a percatarse de su ausencia, ignorando lo concerniente a este hecho prodigioso.

En 1456 Pedro viajó a San Antonio de Fresneda, cerca de Belorado, y se reunió con un religioso antiguo compañero suyo que se hallaba enfermo. También él regresó al Abrojo debilitado. Ante la cercanía de su muerte, se trasladó a La Aguilera y el 30 de marzo de ese año entregó su alma a Dios. Cuando en el estío de 1493 la reina Isabel la Católica visitó el convento, se dirigió a las damas de su séquito y aludiendo a la tumba de Pedro, dijo: “Pisad despacio, que debajo de estas losas descansan los huesos de un santo”. Fue beatificado por Inocencio XI el 17 de agosto de 1683. Benedicto XIV lo canonizó el 29 de junio de 1746. Es el Patrón de Valladolid.