Perspectiva de Género

 

El escándalo de los niños “subrogados” bloqueados en Ucrania

 

Cientos de niños comprados vía vientres de alquiler se encuentran bloquedos debido al covid-19

 

 

15 mayo, 2020 | Infogender


 

 

 

 

Las tensiones provocadas por la pandemia están sacando a la luz problemas que habíamos ocultado hasta ahora con gran eficacia. Entre estos sórdidos problemas uno de los últimos en estallar ha sido el de la industria internacional de los vientres de alquiler.

Uno de los lugares en los que este negocio se ha desarrollado más es Ucrania. El alquiler de vientres es legal, las instalaciones médicas son buenas, el costo es relativamente bajo y abundan las mujeres jóvenes pobres dispuestas a someterse a estas prácticas. Países asiáticos como la India, Nepal, Tailandia y Camboya ya no acogen a parejas del extranjero.

Se estima que 500 parejas van a Ucrania cada año para recoger el bebé por el que han pagado. Pero con la llegada de la pandemia del covid-19, en Ucrania también se han cerrado las fronteras y ya no pueden ir a recoger a los bebés que han encargado.

Los niños, que ahora han quedado bloqueados en Ucrania, se acumulan y provocan nuevos problemas con los que nadie había contado: ¿Qué pasa con los bebés que nacen con problemas médicos? ¿Qué pasa con los clientes que pierden interés y renuncian al bebé que han comprado? ¿Y quién paga por los días de alojamiento y cuidados extra?

Pero sobre todo, ¿qué pasa con los bebés? Las escenas que nos llegan recuerdan a las horribles imágenes de los orfanatos rumanos tras la caída del comunismo. No están siendo amamantados, no están siendo abrazados, no están siendo amados… ¿Cómo afectará a estos bebés la falta de amor incondicional durante las semanas cruciales después del nacimiento?

La subrogación comercial siempre ha sido ética y psicológicamente peligrosa. La compraventa de bebés no se puede legitimar nunca. La pandemia del covid-19 se ha limitado a poner de manifiesto que estamos ante un caso de abuso infantil a escala industrial.

 

 

A partir de un artículo de Michael Cook publicado en Mercator.net