Servicio diario - 17 de mayo de 2020


 

Pandemia, “crisis alimentaria y ecología integral”: la acción de la Iglesia
Anita Bourdin

Santa Marta: “Dulzura, humildad, respeto, fraternidad”: ¡La fuente!
Anita Bourdin

´Regina Coeli´: “Jesús nos pide que lo amemos, que nos amemos”
Raquel Anillo

Regina Coeli: Comienza la Semana Laudato sí´
Raquel Anillo

Beata Blandina (María Magdalena) Merten, 18 de mayo
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

Pandemia, “crisis alimentaria y ecología integral”: la acción de la Iglesia

Caritas Internationalis en primera línea

mayo 17, 2020 09:28

Iglesia católica
Organismos internacionales

(zenit – 17 mayo 2020).- “COVID-19, crisis alimentaria y ecología integral: la acción de la Iglesia”: una conferencia de prensa sobre este tema en streaming, desde el Vaticano, este sábado 16 de mayo de 2020, el cardenal Peter Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio Integral de Desarrollo Humano, Mons. Bruno-Marie Duffé, secretario, y el Padre Augusto Zampini-Davies, secretario asistente, y Aloysius John, secretario general de Caritas Internationalis, en primera línea, informa Vatican News.

Aloysius John hizo un llamamiento a la comunidad internacional, haciendo hincapié en tres requisitos: poner fin a las sanciones económicas, cancelar la deuda, ayudar a los países en dificultades. Concretamente, recomendó “la eliminación de las sanciones económicas contra Irán, Líbano, Siria, Libia y Venezuela, para garantizar la ayuda a las poblaciones afectadas y que Caritas, a través de la Iglesia, pueda continuar desempeñando su papel de apoyo a los pobres y más vulnerables; la cancelación de deuda para los países más pobres o al menos la cancelación de pagos de intereses de la deuda para el 2020; una ayuda internacional a los países necesitados sin riesgo de desvío para otros fines”.

Aloysius John dijo que Caritas Internationalis “trabaja en estrecha colaboración con el dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral”, de acuerdo con el llamamiento del Papa Francisco.

En términos concretos, se creó un fondo especial COVID-19 para ayudar a 7,8 millones de personas en 14 países, incluidos Ecuador, India, Palestina, Bangladesh, Líbano y Burkina Faso.

Pero indicó la escasez: “Todavía faltan recursos para ayudar a 840,000 personas adicionales”.

Presentó esta evaluación: “Hasta ahora, se han recibido 32 proyectos y 14 ya han sido aprobados y financiados. Todos los demás proyectos aprobados serán financiados cuando las contribuciones adicionales lo permitan. Gracias a estos proyectos, muchas familias reciben una ayuda alimentaria básica, kits de higiene, artículos como jabón, pañales y asistencia en efectivo para subsidiar el alquiler y otras necesidades urgentes”.

Para el cardenal Turkson, “la pandemia de COVID-19 no es solo una crisis de salud, ha cambiado radicalmente varios aspectos de la existencia humana, desde la economía hasta los estilos de vida, desde la seguridad alimentaria hasta la investigación, de la política al papel de la inteligencia artificial”.

Pero, sobre todo, para el cardenal ghanés, la pandemia constituye “una oportunidad que no debe perderse para imaginar un futuro mejor”. Por eso con el apoyo del Papa Francisco, su dicasterio ha establecido una “Comisión del Vaticano COVID-19”, con la colaboración de Caritas Internationalis y otros dicasterios de la curia romana. Su misión es estudiar el impacto de esta crisis de salud en todo el mundo. Se basa en cinco grupos de trabajo, establecidos durante al menos un año, en colaboración con las iglesias locales, para ofrecer “reflexiones y respuestas creíbles al mundo pospandémico”.

Para el obispo Duffé, la crisis está teniendo efectos sociales, políticos, económicos e individuales: “Hoy estamos redescubriendo que la salud y la solidaridad son condiciones y pilares esenciales de nuestra economía”.

La misión de la comisión y de las iglesias locales será “escuchar y apoyar a las personas en su sufrimiento”, pero también “ofrecer una reflexión sobre el vínculo entre las dimensiones sanitarias, ecológicas, económicas y sociales de la crisis, porque todo está vinculado”, “para apoyar nuevas opciones para el cuidado de la naturaleza, la biodiversidad y el hombre”, y “para ofrecer esperanza, porque creemos, como nos dijo Jesucristo, que la vida es más fuerte que la muerte”.

Para p. Augusto Zampini-Davies, la crisis alimentaria se ha exacerbado por la pandemia: “Las consecuencias sociales y económicas están aumentando de manera desproporcionada e incluso catastrófica”.

Menciona en particular los “370 millones de niños que corren el riesgo de perder sus comidas escolares” debido al “cierre de escuelas y problemas climáticos, que continúan interrumpiendo la producción agrícola y de alimentos”.

Sobre todo, cree que es urgente un cambio de rumbo: “Como nos recuerda Laudato si ‘, es hora de proceder con una conversión ecológica profunda y global que pueda inspirarnos más creatividad y entusiasmo”.

Una de las decisiones esenciales sería “no saquear los recursos que tenemos, así como apoyar las políticas que responden a la emergencia climática”, solicitando la contribución de cada ciudadano y “comenzar a cambiar nuestra dieta, comiendo alimentos de temporada y evitando productos altamente contaminantes. La COVID-19 ha demostrado que no necesitamos tanto como pensamos. Podemos ser más con menos”.

 

 

 

 

Santa Marta: “Dulzura, humildad, respeto, fraternidad”: ¡La fuente!

Lo que hace de los hombres una familia, no huérfanos

mayo 17, 2020 11:51

Papa y Santa Sede

(zenit – 17 mayo 2020).-  La fuente de la “dulzura”, de la “humildad”, del “respeto”, de la “fraternidad” es la certeza de tener un Padre y esto es lo que el Espíritu Santo viene a “recordar”, explica en esencia el Papa Francisco, comentando el evangelio (Jn 14, 15-21)  de este domingo 17 de mayo de 2020 en la capilla dedicada al Espíritu Santo de la Casa de Santa Marta en el Vaticano: “Esto es lo que hace que los hombres sean una familia”, y no “huérfanos”.

El Papa continuó el comentario sobre el “discurso de despedida” de Jesús en el Evangelio de San Juan al presentar el tema de “sentirse huérfano”: “En el discurso de despedida de Jesús a los discípulos, Jesús les da la paz y la tranquilidad con una promesa: “No os dejaré huérfanos”: los defiende frente a este dolor, a esta dolorosa sensación de ser huérfanos”.

El Papa señaló que esta es una característica del mundo actual: “Hoy existe una gran sensación en el mundo de ser huérfano: muchos tienen muchas cosas, pero les falta el Padre. Y esto se repite en la historia de la humanidad. Cuando falta el Padre, falta algo

Subrayó que es una aspiración profunda presente en las civilizaciones más antiguas: “Y existe el deseo de encontrarnos, de encontrar al Padre. Pensemos en mitos antiguos … Edipo, Telémaco, siempre en busca del Padre que falta”. Y hoy vivimos en una sociedad donde falta el Padre, es el sentido de ser huérfano lo que toca a la pertenencia y a la fraternidad.

Aquí, explicó el Papa, es el papel del Espíritu Santo: “Me voy”, dijo Jesús, “pero os envío otro Paráclito … que os recordará el acceso al Padre”. El Espíritu Santo no viene para hacernos “clientes”, sino para recordarnos el acceso al Padre que Jesús … hizo visible”.

Para el Papa, la presencia del Padre es también la fuente de la paz: “Solo con esta conciencia de hijos que no son huérfanos podemos vivir en paz entre nosotros. Siempre, las pequeñas o grandes guerras, tienen una dimensión de la sensación de ser huérfano: falta el Padre para hacer la paz”

La conciencia de ser hijos del mismo Padre es la fuente de la dulzura y la fraternidad: “El Espíritu Santo enseña la mansedumbre, la humildad de los hijos del Padre. No enseña insultos. Y una de las consecuencias del sentido de orfandad es el insulto, las guerras, porque si no está el Padre no hay hermanos, se pierde la hermandad”.

Es la fuente del sentimiento de pertenencia a la misma familia: “El respeto, la dulzura, la humildad, son actitudes de pertenencia, de pertenecer a una familia que tiene un Padre. “Yo ruego al Padre y os enviará otro Paráclito” y él os recordará el acceso al Padre. Él os recordará que tenemos un Padre que es el centro de todo, el origen de todo, la unidad de todos, la salvación de todos porque envió a su Hijo para salvarnos a todos. Ahora él envía al Espíritu Santo para recordarnos el acceso a Él, al Padre”.

Esta es la “gracia” que el Papa sugiere pedir en oración: “Y con esta paternidad, esta actitud de humildad, de dulzura, de paz, pidamos al Espíritu Santo que nos recuerde, siempre, siempre, este acceso al Padre … Que tenemos un Padre … Y que Él da a esta civilización que tiene un gran sentido de ser huérfano, que Él da el acceso al Padre”.

“Esto es lo que da sentido a toda la vida y hace de los hombres una familia”, concluyó el Papa.

 

 

 

 

Regina Coeli: “Jesús nos pide que lo amemos, que nos amemos”

Palabras del Papa antes del Regina Coeli

mayo 17, 2020 14:00

Angelus y Regina Coeli

(zenit – 17 mayo 2020).- “Jesús vincula el amor por Él a la observancia de los mandamientos, y en esto insiste en su discurso de despedida: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (v. 15). Con estas palabras comienza el Papa en su mensaje antes de la oración del Regina Coeli de este domingo 17 de mayo, que ha dirigido desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano.

“Como yo os he amado, amaos también vosotros los unos a los otros” (Jn. 13,34). No dijo: “Ámame como te he amado”, sino “amaos unos a otros como yo os he amado”. Añadió el Papa.

Exhortando. “Los mandamientos no se nos dan como una especie de espejo, en el que ver reflejadas nuestras miserias e inconsistencias. No, la Palabra de Dios se nos da como la Palabra de vida, que transforma, que transforma el corazón, la vida, que renueva, que no juzga para condenar, sino que sana y que tiene como fin el perdón. Es la misericordia de Dios así”.

A continuación las palabras del Papa:

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Palabras del Papa antes del Regina Coeli

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (cf. Jn 14, 15-21) presenta dos mensajes fundamentales: la observancia de los mandamientos y la promesa del Espíritu Santo.

Jesús vincula el amor por Él a la observancia de los mandamientos, y en esto insiste en su discurso de despedida: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (v. 15); “El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama” (v. 21). Jesús nos pide que lo amemos, pero nos explica: este amor no termina en un deseo por Él, o en un sentimiento, no, requiere disponibilidad de seguir su camino, es decir, la voluntad del Padre. Y esto se resume en el mandamiento del amor recíproco, el primer amor, dado por el mismo Jesús: “Como yo os he amado, amaos también vosotros los unos a los otros” (Jn. 13,34). No dijo: “Ámame como te he amado”, sino “amaos unos a otros como yo os he amado”.  Él nos ama sin pedirnos nada a cambio, es un amor gratuito, y quiere que este amor gratuito se convierta en una forma concreta de vida entre nosotros: esta es su voluntad.

Para ayudar a los discípulos a recorrer este camino, Jesús promete que rogará al Padre que envíe “otro Paráclito” (v. 16), es decir, un Consolador, un Defensor que tome su lugar y les dé a ellos la inteligencia para escuchar y el valor para observar sus palabras. Este es el Espíritu Santo, que es el don del amor de Dios que desciende al corazón del cristiano después de que Jesús murió y resucitó. Su amor es dado a aquellos que creen en Él y son bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. El Espíritu mismo los guía, los ilumina, los fortalece, para que cada uno pueda caminar en la vida, incluso a través de las adversidades y las dificultades, en las alegrías y las penas, permaneciendo en el camino de Jesús. Esto es posible precisamente manteniéndose dócil al Espíritu Santo, de modo que con su presencia operante, no sólo consuele sino que transforme los corazones, abriéndolos a la verdad y al amor.

Ante la experiencia del error y del pecado – que todos hacemos – el Espíritu Santo nos ayuda a no sucumbir y nos hace comprender y vivir plenamente el significado de las palabras de Jesús: “Si me aman, guardarán mis mandamientos” (v. 15). Los mandamientos no se nos dan como una especie de espejo, en el que ver reflejadas nuestras miserias e inconsistencias. No, la Palabra de Dios se nos da como la Palabra de vida, que transforma, que transforma el corazón, la vida, que renueva, que no juzga para condenar, sino que sana y que tiene como fin el perdón. Es la misericordia de Dios así. Una palabra que es luz en nuestros pasos. ¡Y todo esto es obra del Espíritu Santo! Él es el don de Dios, es el mismo Dios, que nos ayuda a ser personas libres, personas que quieren y saben amar, personas que han comprendido que la vida es una misión para anunciar las maravillas que el Señor realiza en aquellos que confían en Él.

Que la Virgen María, modelo de la Iglesia que sabe escuchar la Palabra de Dios y acoger el don del Espíritu Santo, nos ayude a vivir el Evangelio con alegría, sabiendo que estamos sostenidos por el Espíritu, fuego divino que calienta nuestros corazones e ilumina nuestros pasos.

 

 

 

 

Regina Coeli: Comienza la Semana Laudato sí´

Palabras del Papa después del Regina Coeli

mayo 17, 2020 16:27

Angelus y Regina Coeli

(zenit – 17 mayo 2020).- Después del rezo del Regina Coeli, el Papa ha recordado la fiesta de San Juan Pablo II que se celebrará mañana. También “ha saludado a los niños y niñas que en estas fechas no podrán celebrar la Primera Comunión a causa de la pandemia” y “la reanudación de la Santa Misa en algunos países”.

Ha recordado “el comienzo de la Semana Laudato sí´,que terminará el próximo domingo. Esperando que toda la reflexión y compromiso común ayuden a crear y fortalecer actitudes constructivas para el cuidado de la creación”.

Estas son las palabras del Papa después del Regina Coeli:

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Palabras del Papa

¡Queridos hermanos y hermanas!,

Mañana se celebra el centenario del nacimiento de San Juan Pablo II, en Wadowice, Polonia. Lo recordamos con mucho afecto y gratitud. Mañana por la mañana, a las 7:00 horas, celebraré la Santa Misa, que será transmitida a todo el mundo, en el altar donde descansan sus restos mortales. Que desde el cielo continúe intercediendo por el Pueblo de Dios y por la paz en el mundo.

En algunos países se han reanudado las celebraciones litúrgicas con los fieles; en otros se está considerando esta posibilidad; en Italia, a partir de mañana se podrá celebrar la Santa Misa con el pueblo; pero por favor, vayamos adelante con las normas, las prescripciones que nos dan, para salvaguardar la salud de cada uno y del prójimo.

En el mes de mayo, es una tradición en muchas parroquias celebrar las misas de Primera Comunión. Claramente, debido a la pandemia, este hermoso momento de fe y celebración ha sido pospuesto. Por lo tanto me gustaría enviar un pensamiento afectuoso a los niños y a las niñas que deberían haber recibido por la primera vez la Eucaristía. Queridos amigos, os invito a vivir este tiempo de espera como una oportunidad para prepararse mejor: rezando, leyendo el libro de catecismo para profundizar en el conocimiento de Jesús, creciendo en la bondad y en el servicio a los demás. ¡Que tengáis un buen camino!.

Hoy comienza la Semana Laudato sí´,que terminará el próximo domingo, en la que recordamos el quinto aniversario de la publicación de la Encíclica. En estos tiempos de pandemia, en los que estamos más consciente de la importancia de cuidar nuestro hogar común, espero que toda la reflexión y compromiso común ayuden a crear y fortalecer actitudes constructivas para el cuidado de la creación.

Y les deseo a todos un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. Feliz almuerzo y el adiós.

 

 

 

 

Beata Blandina (María Magdalena) Merten, 18 de mayo

El dolor, “la mejor escuela de amor”

mayo 17, 2020 09:00

Testimonios de la Fe

 

“Valerosa ofrenda victimal de la propia vida. Otro enfoque frente al dolor. Al profesar como religiosa ursulina añadió a los votos de pobreza, castidad y obediencia, el de ser víctima. Se la denominado una oculta esposa de Cristo”

“Dios no requiere obras extraordinarias; solo desea amor”, hizo notar esta religiosa. La suya fue otra vida de ocultamiento en Cristo, sendero que en 1987 le llevó a los altares, tras haberlo recorrido sobrenaturalizando las acciones cotidianas. Nació el 10 de julio de 1883 en la localidad germana de Düppenweiler de Saarland. Era la penúltima de diez hermanos. Sus padres, John y Catherine, humildes campesinos, habían fraguado la educación de sus hijos al abrigo de la fe. Y Magdalena fue sumando años viendo como algo natural cómo se vivían en su hogar las prácticas piadosas que compartía con gran fervor: la misa, la recepción de los sacramentos y el rezo del rosario. Fueron germen de su vocación.

Culminó brillantemente sus estudios de magisterio en el Instituto de Marienau en Vallendar, y ejerció la docencia en Morscheid, Hunsrück desde 1902 a 1908. Era una reputada profesional que iba dejando a su paso la estela de su bondad, suscitando la estima de sus alumnas. Prudente, entregada, y singularmente devota de la Eucaristía, sobre todo desde que a sus 12 años recibió la primera comunión casi seguida de la confirmación, tenía su corazón dispuesto a cumplir la voluntad divina. Los niños, particularmente los indigentes, estuvieron en su punto de mira. Su labor con ellos era completa: vestido, alimento, enseñanza…, realizado todo en medio de proverbial delicadeza, exquisitez y generosidad. A su buen hacer académico añadía la riqueza de una visión alumbrada por la fe, que le instaba a orientar a sus alumnas a transitar por el camino del amor a Cristo Redentor y a María, así como la devoción por la Eucaristía. En ella se cumplía lo que dice el evangelio: «de la abundancia del corazón habla la boca».

Abiertos los brazos a Cristo, a sus 25 años dio un paso decisivo tendente a su consagración. El 2 de abril de 1908, junto a su hermana Elise, se convirtió en religiosa ursulina del convento de Calvarienberg en Ahrweiler. Allí tomó el nombre de Blandina (en honor de una mártir cristiana de la primera era) del Sagrado Corazón. Profesó en 1910. Su director espiritual, el jesuita padre Merk, le dio el visto bueno para que añadiera a sus votos de pobreza, castidad y obediencia, el de «ser víctima». Hacen falta altas dosis de valentía y fortaleza, muchísimo amor para enfrentarse al dolor a cara descubierta. Magdalena estaba en posesión de estas gracias. Le sobraban arrestos para acoger lo que Dios hubiese dispuesto para su vida. Ella misma recogió por escrito su impresión de que Cristo aceptaba su ofrenda al profesar perpetuamente el 4 de noviembre de 1913. Entonces hizo notar: “En este día me consagré al Divino Redentor y creo que Él aprobó el sacrificio”.

Adoptaba frente al dolor una actitud infrecuente, ofreciéndose en libación por exclusivo amor a Dios. Cuando lo habitual es –si no se ofrece resistencia al sufrimiento– aceptarlo sin más, un tercer y selecto grupo que no está afectado por patología alguna, integrado también por personas anónimas que no han alcanzado la gloria de Bernini, da un paso edificante, poderosamente conmovedor. Porque no conviene olvidar que no hay nada a lo que se le tema más en esta vida que a cualquier gama de dolor físico, o el global sufrimiento en el que aquél se inscribe. Cristo mismo tembló en el Huerto de los Olivos. De modo que un gesto como el de la beata, y de quienes han determinado, no ya unir sus sufrimientos a los de Cristo, sino reclamarlos por amor a Él, no es baladí precisamente. Magdalena no pondría cota alguna a su particular holocausto. Y a ello le ayudaría la oración y la contemplación de la Eucaristía. De otro modo no podría haber soportado, como lo hizo, con paciencia y completo abandono en las manos del Padre, lo que debió afrontar.

Como religiosa su misión siguió estando en la enseñanza. Era una persona entrañable que ejercía de forma competente su labor, y sabía infundir en las alumnas las virtudes evangélicas que ella practicaba, ya que, por encima de todo, se dejaba llevar por sus ansias de santidad. Los rasgos de inocencia, modestia y piedad hicieron que ya desde niña fuese tomada como una especie de ángel por quienes la conocieron. Se distinguía por su fe, espíritu de oración –aunaba contemplación y acción–, que enriquecida por la Eucaristía y devoción mariana, alentaban el quehacer apostólico que realizaba en el aula.

Fue destinada a la escuela de Saarbrücken, y allí aparecieron los primeros síntomas de la enfermedad pulmonar, incurable en la época, que le llevaría precozmente a la muerte; Dios se apiadaría de ella acortando su vida. De regreso a Trier en 1910, ciudad a la que se trasladó por consejo médico con objeto de hacer frente a la tuberculosis, no desatendió su trabajo. Además de ejercer la docencia, asumió nuevas responsabilidades hasta que la enfermería se hizo completamente indispensable y vivía recluida en ella. En otoño de 1916 la lesión avanzaba de manera implacable y fue trasladada al hospital de Merienhaus. Su ofrenda victimal tomaba forma. Colindante la enfermería a la capilla, con gran sentido del humor –que nunca perdió, como tampoco la alegría–, altas dosis de conformidad, paciencia y paz interior, hacía notar: “Jesús y yo somos vecino”». En ese tiempo aprendió que“el dolor es la mejor escuela de amor”. Así es.

Con gran esperanza asumió que pronto llegaría su muerte considerando que era una “alegre noticia”. Murió en el convento de Trier el 18 de mayo de 1918. Tenía 35 años, y llevaba 11 de vida religiosa. Seguramente por su forma de morir a sí misma, como indica el evangelio, rodeada de esa fulgurante luz que desprende la falta de notoriedad cuando todo discurre en el anonimato a los pies del Redentor, ha sido denominada por su biógrafo una oculta esposa de Cristo. Fue beatificada por Juan Pablo II el 1 de noviembre de 1987.