Tribunas

La Iglesia en tiempos difíciles (y II)

 

Jesús Ortiz


 

 

 

 

 

Algunos fieles se encuentran desconcertados por voces que piden cambios en la doctrina, en la moral sexual, y en la vocación de los sacerdotes[1].

 

Presiones para que la Iglesia cambie

Sarah es africano y conoce bien que la solución a la escasez de clero pasa por la oración que pide humildemente a Dios vocaciones nativas, y pasa por ser hombres desposados con una sola mujer, la Iglesia, entregados en cuerpo y alma a todos los fieles. Donde esto se entiende y se predica hay vocaciones sacerdotales como en África donde han aumentado más del 30% en una década; en cambio en la Amazonia hay comunidades sin vocaciones desde hace un siglo.

El papa emérito y el cardenal afirman que más que clericalizar a varones probados o a mujeres acercándolas más al altar, lo que falta es oración y fervor apostólico en la comunidad. En Japón y Corea estuvieron dos siglos sin sacerdotes pero no inventaron atajos, pues fueron los laicos no clericalizados quienes transmitieron la fe desde la familia, con el Evangelio y la Cruz, con la catequesis y la comunidad orante. Ellos tuvieron claro que los sacerdotes de Jesucristo se caracterizan por: ser célibes, amar a la Virgen y obedecer al papa de Roma.

Por tanto la inculturación que algunos occidentales -por ejemplo en Alemania- invocan para la Amazonia, África y otros lugares, no consiste en adaptar el Evangelio, los sacramentos y el sacerdocio a su cultura, sino en transformarla con la fuerza de la gracia: oración, sacramentos, celo apostólico, formación de los laicos, y naturalmente la Cruz.

 

Claves sobre el sacerdocio

Algunas ideas que se repiten en esta obra son: el desafío eclesiológico actual está en superar la idea de una Iglesia meramente funcional o sociológica. El sacerdocio no es un derecho ni una obligación, ni una aspiración, porque es un don gratuito de Dios.

El celibato de los sacerdotes no es funcional sino ontológico y esponsal de Jesucristo con su Iglesia. El celibato no se entiende en un tiempo supersexualizado y positivista que no ve a Dios como realidad concreta. Por eso el mundo necesita sacerdotes célibes que sean un potente motor de evangelización. Entre todos -Jerarquía, sacerdotes y fieles- debemos potenciar el carisma femenino en la Iglesia y en la sociedad, con sus cualidades específicas de escucha, acogida, fidelidad, humildad, alabanza y espera, como la Virgen María. Hay que profundizar más en el potencial dinámico de carácter bautismal y de la Confirmación, porque la evangelización y el apostolado es tarea de todos.

Afirma Sarah que: «Entre el sacerdocio y el celibato existe un vínculo ontológico-sacramental. Cualquier debilitamiento de ese vínculo significaría poner en tela de juicio el magisterio del concilio y de los papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Suplico humildemente al papa Francisco que nos proteja definitivamente de esta posibilidad vetando cualquier debilitamiento de la ley del celibato sacerdotal, ni siquiera restringiéndolo a una u otra región».

 

Tres papas en sintonía

En efecto, esta es la enseñanza de los últimos pontífices en continuidad con el Magisterio de la Iglesia:

San Juan Pablo II: «la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia».

Benedicto XVI : «Nuestro mundo, que se ha vuelto totalmente positivista, en el cual Dios solo encuentra lugar como hipótesis pero no como realidad concreta, necesita apoyarse en Dios del modo más concreto y radical posible (..) Por eso precisamente hoy, en nuestro mundo actual, el celibato es tan importante, aunque su cumplimiento en nuestra época se vea continuamente amenazado y puesto en tela de juicio».

Francisco: «Prefiero dar mi vida antes que cambiar la ley del celibato. Personalmente, pienso que el celibato es un don para la Iglesia. Yo no estoy de acuerdo en permitir el celibato opcional».

Después de estas razones ¿habrá quién sea capaz de impulsar el abandono del celibato sacerdotal aunque sea restringido?, ¿habrá quienes sigan confundiendo a las mujeres con el sacerdocio ficción como si fuera una promoción?

Finalmente, en el apartado «A la sombra de la Cruz», esa obra concluye con una sentida oración, que incluye esas palabras: «Jesús crucificado, mira a la Iglesia, tu Esposa. Hazla hermosa y digna de ti. Qu sea conforme a tu corazón. Que todos puedan reconocer en ella tu rostro. Que todos los pueblos por fin reconozcan en ella la única casa común».

 

Jesús Ortiz López
Doctor en Derecho Canónico

 

 


[1] Robert Sarah. Con Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. Desde lo más hondo de nuestros corazones. Palabra. Madrid, 2020. 175 págs.