Servicio diario - 19 de julio de 2020


 

Ángelus: La paciencia de Dios nos abre a la esperanza
Raquel Anillo

Ángelus: El Papa renueva el llamamiento a un alto al fuego
Raquel Anillo

Incendio de la catedral de Nantes: Comunicado de prensa de los obispos de Francia
Redacción zenit

El funeral del cardenal Grocholewski en San Pedro
Anne Kurian-Montabone

Beato Luigi Novarese, 20 de julio
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

Ángelus: La paciencia de Dios nos abre a la esperanza

Palabras antes del Ángelus

julio 19, 2020 12:59

Angelus

(zenit – 19 julio 2020).- A las 12 del mediodía de este domingo, 19 de julio de 2020, el Papa Francisco se ha asomado a la ventana del estudio del Palacio Apostólico vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.

El Papa nos dice que el Evangelio de hoy presenta dos modos de actuar y de vivir la historia: por un lado, la mirada del amo; por otro, la mirada de los siervos. Los criados se preocupan por un campo sin malezas, el amo por el buen trigo. El Señor nos invita a asumir su misma mirada, la que mira al buen grano, que sabe custodiarlo también en las malas hierbas.

Deteniéndose en la primera primera parábola, la de la cizaña, a través de la cual nos hace conocer la paciencia de Dios, abriendo nuestro corazón a la esperanza.

A continuación, sigue la traducción oficial de las palabras del Santo Padre al introducir el Ángelus ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el Evangelio de hoy (cfr Mt 13, 24-43) nos volvemos a encontrar a Jesús hablando a la multitud en parábolas sobre el Reino de los cielos. Me detengo solamente en la primera, la de la cizaña, a través de la cual nos hace conocer la paciencia de Dios, abriendo nuestro corazón a la esperanza.

Jesús cuenta que, en el campo en el que se ha sembrado la semilla buena, brota también la cizaña, un término que resume todas las malas hierbas, que infestan el terreno. Entre nosotros, podemos decir que también hoy el terreno está devastado por muchos herbicidas y pesticidas, que al final también hacen mal tanto a la hierba, como a la tierra y a la salud. Pero esto, entre paréntesis. Los siervos entonces van donde el amo para saber de dónde viene la cizaña, y él responde: “Algún enemigo ha hecho esto” (v. 28). ¡Porque nosotros hemos sembrado grano bueno! Un enemigo, uno que hace la competencia, ha venido a hacer esto. Ellos quieren ir enseguida a arrancar la cizaña que está creciendo, sin embargo el amo dice que no, porque se corre el riesgo de arrancar juntas las malas hierbas – la cizaña – y el grano. Es necesario esperar el momento de la cosecha: solo entonces se separan y la cizaña será quemada. Es también una historia de sentido común.

En esta parábola se puede leer una visión de la historia. Junto a Dios – el amo del campo – que esparce siempre y solo semilla buena, hay un adversario, que esparce la cizaña para obstaculizar el crecimiento del trigo. El amo actúa abiertamente, a la luz del sol, y su propósito es una buena cosecha; el otro, el adversario, sin embargo, aprovecha la oscuridad de la noche y obra por envidia, por hostilidad, para arruinar todo. El adversario tiene un nombre: es el diablo, el opositor de Dios por antonomasia. Su intención es obstaculizar la obra de salvación, para que el Reino de Dios sea obstaculizado por trabajadores injustos, sembradores de escándalos. De hecho, la buena semilla y la cizaña no representan el bien y el mal de forma abstracta, sino a nosotros los seres humanos, que podemos seguir a Dios o al diablo. Muchas veces, hemos escuchado que una familia que estaba en paz, después han comenzado las guerras, las envidias… Un barrio que estaba en paz, después han empezado cosas feas… Y nosotros estamos acostumbrados a decir: “Alquien ha venido ahí a sembrar cizaña”, o “esta persona de la familia, con los chismes, siembra cizaña”. Siempre es sembrar el mal lo que destruye. Y esto lo hace siempre el diablo o nuestra tentación: cuando caemos en la tentación de chismorrear para destruir a los otros.

La intención de los siervos es la de eliminar enseguida el mal, es decir a las personas malvadas, pero el amo es más sabio, ve más lejos: estos deben saber esperar, porque soportar las persecuciones y las hostilidades forma parte de la vocación cristiana. El mal, por supuesto, debe ser rechazado, pero los malvados son personas con las que hay que tener paciencia. No se trata de esa tolerancia hipócrita que esconde ambigüedad, sino de la justicia mitigada por la misericordia. Si Jesús ha venido a buscar a los pecadores más que a los justos, a curar a los enfermos antes que a los sanos (cfr Mt 9,12-13), también nuestra acción como sus discípulos debe estar dirigida no para suprimir a los malvados, sino para salvarlos. Y ahí, la paciencia.

El Evangelio de hoy presenta dos modos de actuar y de vivir la historia: por un lado, la mirada del amo, que ve lejos; por otro, la mirada de los siervos, que ven el problema. Los criados se preocupan por un campo sin malezas, el amo se preocupa por el buen trigo. El Señor nos invita a asumir su misma mirada, la que mira al buen grano, que sabe custodiarlo también en las malas hierbas. No colabora bien con Dios quien se pone a la caza de los límites y de los defectos de los otros, sino más bien quien sabe reconocer el bien que crece silenciosamente en el campo de la Iglesia y de la historia, cultivándolo hasta la maduración. Y entonces será Dios, y solo Él, quien premie a los buenos y castigue a los malvados. La Virgen María nos ayude a comprender e imitar la paciencia de Dios, que no quiere que ninguno de sus hijos se pierda, que Él ama con amor de Padre.

 

 

 

 

Ángelus: El Papa renueva el llamamiento a un alto al fuego

Palabras después del Ángelus

julio 19, 2020 13:45

Angelus

(zenit – 19 julio 2020).- Tras el rezo del Ángelus, de este domingo, 19 de julio de 2020, el Papa Francisco expresa su “cercanía” a los que están afrontando la enfermedad y sus consecuencias económicas y sociales a causa de la pandemia. Dirige su pensamiento “especialmente a las poblaciones, cuyos sufrimientos se agravan por situaciones de conflicto”.

Después, saludó a los peregrinos y fieles reunidos en la plaza de San Pedro. A continuación sigue la traducción de las palabras del Pontífice tras la oración mariana ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas,

en este tiempo en el que la pandemia no muestra signos de detenerse, deseo asegurar mi cercanía a los que están afrontando la enfermedad y sus consecuencias económicas y sociales. Mi pensamiento va especialmente a esas poblaciones, cuyos sufrimientos se agravan por situaciones de conflicto.

En base de una reciente Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, renuevo el llamamiento a un alto el fuego global e inmediato, que permita la paz y la seguridad indispensables para proveer la asistencia humanitaria necesaria.

En particular, sigo con preocupación el agudizarse, en los días pasados, de las tensiones armadas en la región del Cáucaso, entre Armenia y Azerbaiyán. Mientras aseguro mi oración por las familias de aquellos que han perdido la vida durante los enfrentamiento, deseo que, con el compromiso de la comunidad internacional y a través del diálogo y la buena voluntad de las partes, se pueda alcanzar una solución pacífica duradera, que se preocupe por el bien de esas amadas poblaciones.

Dirijo mi saludo a todos vosotros, fieles de Roma y peregrinos procedentes de Italia y de otros países.

Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.

 

 

 

 

Incendio de la catedral de Nantes: Comunicado de prensa de los obispos de Francia

Es un símbolo de la fe católica que se daña

julio 19, 2020 11:17

Arte y Cultura

(zenit – 19 julio 2020).- En un comunicado de prensa publicado el 18 de julio de 2020, la Conferencia de los Obispos de Francia (CEF) brinda apoyo y oración a los fieles diocesanos de Nantes que presencian el incendio de su catedral. Después del incendio de Notre-Dame de Paris en abril de 2019 y el de esta misma catedral de Nantes en 1972, no solo es parte de la herencia religiosa que se destruye, sino también “un símbolo de la fe católica” cuya destrucción parcial hiere los corazones de todos aquellos para quienes estos edificios son lugares de oración, refugios espirituales, puntos de referencia de su fe

El CEF llama a todos los católicos a unirse en una oración de apoyo a los católicos de la diócesis de Nantes.

Desde Bruselas, el Presidente de la República, Emmanuel Macron habló con el Presidente de la Conferencia de Obispos de Francia, Mons. Eric de Moulins-Beaufort, para expresar su compasión. Deseaba expresar el vínculo que une a la comunidad nacional con la comunidad católica frente a esta nueva tragedia. Mons. Eric de Moulins-Beaufort expresó el deseo de que se tratara solo de un accidente (será necesaria una investigación), acogió con satisfacción el hecho de que ningún hombre hubiera muerto y añadió que esto hacía más urgente la aplicación del plan de seguridad discutido en el Foro de Diálogo entre el Gobierno y la Iglesia Católica en el Hotel de Matignon el 9 de marzo de 2020.

El obispo Eric de Moulins-Beaufort también publicó esta declaración: “Me entristece saber del incendio en la catedral de Nantes. Saludo el trabajo de los bomberos. Este edificio que expresa el alma de una ciudad está dañado. ¡Que la fe, la esperanza y la caridad que en él se expresan nos hagan vivir cada vez más!”

 

 

 

 

El funeral del cardenal Grocholewski en San Pedro

El Papa preside los últimos ritos

julio 19, 2020 12:11

Roma

(zenit – 19 julio 2020).- El funeral del cardenal polaco Zenon Grocholewski, prefecto emérito de la Congregación para la Iglesia Católica, que murió el 17 de julio de 2020 a la edad de 80 años, tuvo lugar al día siguiente en la basílica de San Pedro. Al final de la celebración, el Papa Francisco presidió los ritos funerarios de la Ultima Commendatio y Valedictio.

En su homilía, informada por Vatican Media, el Cardenal Leonardo Sandri, Vice-Decano del Colegio Cardenalicio, saludó a un “peregrino de la fe y en la fe” que dio su vida en el sacerdocio; y a un experto – que firmó más de 550 publicaciones – con una gran sonrisa.

El Cardenal Grocholewski, añadió, “pidió cada día la gracia de que lo que celebraba en el altar se convirtiera en la fuente de sus pensamientos y acciones cotidianas”, en su servicio “humilde y atento” en Roma, donde enseñó Derecho Canónico, trabajó en el Tribunal de la Signatura Apostólica y finalmente en el Dicasterio para la Educación Católica.

Para concluir, el Cardenal Sandri confió el alma del difunto a la misericordia divina, a la Virgen Negra de Czestochowa, y a la intercesión de San Juan Pablo II, con quien colaboró.

“A Dios, en la Santísima Trinidad, escribió el Cardenal Grocholewski en su testamento espiritual, expreso mi profunda gratitud y homenaje por el don de mi vida, mi sacerdocio, y por todas las gracias recibidas. Bendito sea Dios. Profundamente convencido de que el único camino verdadero de la vida en la tierra y la única verdadera grandeza del hombre es la santidad, y al mismo tiempo consciente de mis debilidades, negligencias y pecados, me humillo ante la divina Majestad confiándome a su infinita Misericordia. Que el Señor se apiade de mí como pecador. Les pido a todos que recen por mí. Nos vemos en la casa del Padre”.

 

 

 

 

Beato Luigi Novarese, 20 de julio

Apóstol de los enfermos

julio 19, 2020 09:00

Testimonios

 

“Apóstol de los enfermos, curado milagrosamente por la mediación de María Auxiliadora. Su compromiso y acciones a favor de los aquejados por el sufrimiento influyó en la legislación sanitaria italiana”

Luigi superó los vaticinios de los galenos que le atendieron poniendo a su vida fecha de caducidad. Es un genuino portador de esperanzas. Su vivencia del dolor hizo de él un apóstol de los enfermos. La solidaridad universal, que hermana a quienes pasan por trances de envergadura, se multiplicó a través de las acciones que impulsó pensando exclusivamente en ellos.

Nació en Casale Monferrato, Italia, el 29 de julio de 1914. No había cumplido 9 meses, cuando su padre murió a consecuencia de una neumonía que no se trató de forma adecuada. Teresa, su madre, tenía 30 años y nueve hijos que atender; Luigi era el benjamín. Los bienes que poseían poco a poco se fueron diezmando. La piedad y el espíritu mariano que presidía el hogar, alentado por Teresa, suscitaba en el pequeño un cúmulo de emociones que le instaron a recibir la primera comunión por su cuenta, haciendo creer al párroco del lugar que la había tomado mucho antes, cuando éste quiso asegurarse de que no era un neófito. La picaresca del niño, envuelta en un inocente anhelo de apresurarse a obtener esa gracia, causó gran disgusto a su madre cuando le vio en el altar. Pero el buen sacerdote, después de plantearle algunas cuestiones del catecismo, muy satisfecho de las respuestas tranquilizó a Teresa diciéndole: “Su hijo, señora, conoce mejor el catecismo que nosotros. Déjelo que de ahora en adelante comulgue”.

El año 1923 una caída con funestas consecuencias dio un vuelco a su vida. Tenía 9 años, un crudo diagnóstico: coxitis tuberculosa con una larga veintena de abscesos abiertos y una pesada escayola que le mantuvo apresado en el lecho. Comenzaba a comprender una de las páginas de la vida que tarde o temprano llega a todos: el dolor. Mientras sus amigos jugaban, su escenario eran los hospitales, todos a los que su madre acudió negándose a aceptar lo que decían era irremediable. Así transcurrió su adolescencia y juventud. La oración, la Eucaristía y su devoción a María le convirtieron en un apóstol entre los hospitalizados de su edad. Siempre ejemplar, se esforzaba por enderezarles en la vía del bien y les enseñaba el catecismo. Los médicos no fueron capaces de cortar la infección que generaba casi un litro diario de emponzoñado líquido. Aconsejaban a Teresa que se rindiera; para qué proseguir con tanto gasto si Luigi iba a morir. Éste la ayudaba a costear tratamiento y hospitales cosiendo botones y ojales. Pero fue más lejos. Escribió al salesiano padre Rinaldi y se encomendó a sus oraciones. Solicitaba una cadena engarzada con la fe de los muchos que suplicarían su curación a la Virgen. Y en mayo de 1931, cuando tenía 17 años, se produjo el milagro, aunque la pierna afectada quedó 15 cm. más corta que la sana. Él supo que se obraría la gracia que solicitó porque vio en sueños a María Auxiliadora. Ella le aseguró, siempre en ese estado de vigilia, que se restablecería en el mes dedicado a su celebración y que sería sacerdote, dando respuesta a estas dos preguntas que Luigi formuló. También quiso saber si iría al cielo, pero la Madre simplemente sonrió. Le prometió que dedicaría su vida entera a socorrer a las personas que sufrían y a evitar que los enfermos recibieran el trato deficiente que él mismo padeció. Don Bosco, Luís María Grignion de Monfort y José Cottolengo tuvieron gran peso en su vida.

En 1938 fue ordenado sacerdote. Pasó por varias parroquias y en 1942 dio el salto al ámbito diplomático de manos del futuro Pablo VI, que le introdujo en la Secretaria de Estado del Vaticano. Tenía tantas virtudes y cualidades que lo eligieron Camarero secreto supernumerario en 1952, y prelado doméstico de Pío XII en 1957. Antes, en 1943 creó la Liga Sacerdotal Mariana (LSM), y a partir de ese año inició el apostolado de los voluntarios del sufrimiento, impulsó la publicación «El áncora», emitió semanalmente a través de la radio Vaticana un programa infundiendo esperanza a los enfermos, y en 1950 creó los Silenciosos Operarios de la Cruz. Encabezó peregrinaciones con discapacitados y enfermos, congregó a varios miles recibidos en audiencia por Pío XII, abrió talleres, etc.

En 1964 se ocupó de la oficina para asistencia espiritual hospitalaria de la Conferencia Episcopal Italiana. Ello le permitió conocer de primera mano la situación y necesidades de enfermos, sanatorios y hospitales que solía visitar. Su experiencia e implicación en la subsanación de las deficiencias influyó en la legislación italiana que tomó conciencia de los problemas. Paralelamente, impulsó acciones de gran calado dentro de la pastoral del sufrimiento.

Atendiendo al carácter integral de la persona ponía el acento no solo en el aspecto físico, sino en el espiritual. Sabía que sin este ámbito, que enseña a encontrar un sentido al sinsentido del dolor, no cabía esperar óptimos resultados. Fue consciente del potencial que tienen en su mano los enfermos que pueden poner a los pies de Cristo su sufrimiento. Luchó para que se restableciera su dignidad y logró que no se abandonara a los discapacitados. Quiso llevar a todos a Cristo y a María. Hacía notar: “Conocer, amar y servir a Jesús: conociendo bien a Jesús se ama más; amándolo más se sirve mejor; sirviendo mejor se lleva con mas impulso hacia los demás hermanos enfermos”. Amaba la cruz y se propuso implicar a enfermos y discapacitados en un apostolado que sabía sería fecundísimo si se abrazaban a ella. Murió el 20 de julio de 1984 en Rocca Priora. El cardenal Bertone, como Delegado de Benedicto XVI, lo beatificó el 11 de mayo de 2013.