Cáritas | Nuestro día a día • 27/07/2020

 

«Somos canalizadores de una corriente social de solidaridad»

 

El presidente de Cáritas Española analiza la actual situación socioeconómica y la respuesta de Cáritas en Nueva Economía Fórum

 

 

Por Manuel Bretón, presidente de Cáritas Española


 

 

 

 

 

Manuel Bretón, presidente de Cáritas Española participó el pasado viernes 24 de julio en Nueva Economía Fórum hablando abiertamente de la situación económica, social y política que ha dejado la pandemia de la Covid19 en nuestro país. En la intervención, colofón al foro de debate referente en España durante más de tres meses de confinamiento en el que han estado presentes 85 participantes del mundo político y empresarial, Manuel Bretón quiso ser testimonio del esfuerzo diario de Cáritas por ser el principal apoyo de muchas familias en estos momentos y de cómo la Confederación prepara sus recursos  para seguir siéndolo durante un largo tiempo:

«La historia de nuestra Confederación desde su fundación siempre ha estado marcada por la importancia de proteger los derechos básicos de las personas más vulnerables. Cuando el número de personas en situación de exclusión o al borde de ella se ha multiplicado a causa del coronavirus y sus circunstancias de precariedad y vulnerabilidad han aumentado exponencialmente, se convierte en algo vital.

La pandemia ha dejado sin fuente de recursos a personas que ya antes de su impacto venían arrastrando graves carencias en vivienda, educación, salud o alimentación. Es el caso de las familias víctimas de desahucios, con todos sus miembros en paro y sin ningún tipo de ingreso económico, los inmigrantes indocumentados, los temporeros de algunas zonas de Huelva, Almería, Lleida o Tenerife o las empleadas del hogar. Esta crisis social y económica ha dejado a todas estas personas completamente atrás y en unos pocos meses se han perdido todos los síntomas de incipiente recuperación que comenzaban a asentarse tras la devastadora crisis del 2008.

Pero gracias a la respuesta ciudadana, la colaboración con empresas e instituciones, y el aporte humano de voluntarios y de otros muchos agentes de la caridad, que no han dejado de multiplicarse desde el primer momento, somos canalizadores de una corriente social de solidaridad pocas veces experimentada antes. Los límites de la imaginación no alcanzan a calcular la cantidad de preciosas iniciativas que han surgido desde cada rincón para apoyar nuestra actividad; y es tan solo un ejemplo.

 

La solidaridad no se improvisa

Nuestras cifras indican que, el número de peticiones de ayuda a las Cáritas diocesanas se ha incrementado un 77% durante el confinamiento y una de cada tres personas no había acudido nunca antes. Nuestra ayuda en estos momentos es emergente y tras ello una parte de la población dejará de necesitar nuestro apoyo, pero otra gran parte seguirá necesitando ese acompañamiento a más largo plazo. Todo dependerá de cómo evolucione la situación económica y social, aunque, por desgracia, todo indica que estamos ante una crisis de largo recorrido y que en los próximos meses seguiremos atendiendo altas cifras de personas acuciadas por la precariedad provocada por la falta de empleo y la desaparición de sus medios de vida.

Entre un mar de incertidumbre, algunos rayos de luz también hacen por destacar. Es el caso de la aprobación por el Gobierno del Ingreso Mínimo Vital, una medida que Cáritas llevaba muchos años pidiendo y que supone un paso decisivo contra la lucha de la pobreza severa y el refuerzo del sistema de garantías sociales de nuestro país. Sabemos el alivio que esta medida va a suponer para las extremas condiciones de vida de cientos de miles de hogares españoles –muchos de ellos acompañados por Cáritas— que carecen de ingresos y que a partir de ahora van a poder acceder a una medida protectora capaz de garantizar sus derechos básicos.

Si de algo no cabe duda es de que la actual situación pone de manifiesto la naturaleza eminentemente voluntaria de Cáritas y su misión samaritana como servicio organizado de la caridad, que como no hemos dejado de repetir a lo largo de estos meses, “no cierra nunca”, porque la solidaridad no se improvisa. Desde una colaboración leal de nuestra comunidad se ha sabido conjugar de manera admirable la calidez con la calidad para multiplicarse en unas acciones de acogida, escucha y respuesta cada vez mayores y más exigentes. La dedicación impagable y la suma de voluntades para la construcción del bien común merecen, hoy y siempre, nuestro reconocimiento profundo y gratitud».