Tribunas

Los Benedictinos del Valle hacen las maletas

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

 

 

 

Antes de que pase a sostener la tesis de que los Benedictinos del Valle ya pueden ir haciendo las maletas porque la Comunidad de San Egidio se está preparando para ir a ocupar su sitio, con un proyecto de resignificación teológica y pastoral del lugar acorde con lo que plantea el Gobierno, permítanme un desahogo.

Es cierto lo que dice el cardenal Juan José Omella. El Gobierno bien podía estar dedicado a solucionar los problemas reales de los españoles –pandemia, efectos económicos…- y no a sacar a pasear estos temas que distraen la atención y crean conflicto civil y religioso.

Pero permítanme que les diga que no he oído aún a eclesiástico alguno relevante una mínima referencia al buen trabajo que han hecho los Benedictinos del Valle a los largo de los años de su presencia, a su oración por la reconciliación de los españoles, su fecunda actividad cultural, entre otros datos con la magnífica Escolanía… ¿Acaso no se acuerdan los obispos cuando por turnos subían a celebrar las misas al Valle? Por cierto que en uno de esos viajes se mató en accidente de tráfico monseñor Puchol, obispo de Santander.

Al menos habría que agradecer a los Benedictinos, que pueden estar en miles de sitios –anda, que no hay monasterios con solera abandonados en España-, el hecho de que hayan sufrido calumnias, que hayan aguantado en lugar tan emblemático como inhóspito y poco agradable para vivir entre estrecheces económicas, por cierto.

Pero volvamos a la cuestión. Voy a los indicadores periodísticos, que son relevantes.

El pasado día 18, el periodista de “La Razón”, José Beltrán, publicaba una noticia del encuentro sin foto de los cardenales españoles con el Papa en la que decía, refiriéndose al Valle, “Omella y Osoro han viajado hasta Roma justo cuando se presentaba en Madrid el nuevo anteproyecto de ley de Memoria Democrática que planea la resignificación del Valle de los Caídos, con la salida de los benedictinos del monasterio, la creación de un cementerio civil y con una propuesta de diálogo desde La Moncloa para de esta manera garantizar la asistencia religiosa de la basílica y estudiar la viabilidad de una presencia permanente en el recinto distinta a la de los actuales monjes”.

Date. Propuesta de diálogo de la Moncloa con la Iglesia para garantizar la asistencia religiosa de la Basílica. Claro, los Benedictinos deben garantizar otra cosa.

Días después, o por los mimos días, Carlos García de Andoain, destacado socialista cristiano o cristiano socialista, miembro eximio que fue de la Comisión del Valle en época de Zapatero, hablaba, en la revista Vida Nueva, de la solución de llevar a la Basílica del Valle a la Comunidad de San Egidio.

Blanco y en botella. Mejor dicho, en el Valle de los Caídos.

Añado dos cuestiones. La salida de los Benedictinos del Valle tiene repercusiones jurídicas, tanto civiles como canónicas. Quien ha estudiado la documentación afirma que lo que pretende el Gobierno, y cómo lo pretende, afecta a los Acuerdos Iglesia y Estado. No se puede hacer si el placet de la Iglesia, y prefiero no precisar.

Por lo tanto. Si afecta a los Acuerdos, y el Gobierno tiene voluntad de llevar este tema adelante, la Iglesia, o para los pies al Gobierno o renuncia a su derecho reconocido en los Acuerdos, con lo que tendría unos efectos nada halagüeños para los propios Acuerdos y los supuestos conflictos jurídicos posteriores que se pudieran dar.

Y segundo. Si en el futuro el Valle tiene que ser un lugar de reconciliación, de esencias, de pureza evangélica, ¿qué ha sido hasta hora? ¿Pero no era el monumento a la reconciliación entre los españoles? ¿Pero la oración de los monjes no era eso? ¿Pero la cruz no significa esa reconciliación? ¿Pero las misas que se celebraban todos los días no eran eso? ¿Qué pasa, que el Valle y sus monjes son el baluarte del nacionalcatolicismo y hay que resignificar también la historia de la Iglesia en la España contemporánea? En fin…

 

José Francisco Serrano Oceja