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¿Para qué sirve un nuncio apostólico?

 

A finales de agosto, Mons. Celestino Migliore fue acreditado como nuncio apostólico ante la República francesa. Una función que combina diplomacia y búsqueda de la comunión eclesial.

 

 

21 sep 2020, 11:04 | La Croix


 

 

 

 

 

¿A cuándo se remonta la función de nuncio?

Desde los primeros siglos del cristianismo, los papas han enviado representantes personales ante los soberanos. Entonces estaban encargados de mensajes o misiones particulares, lo más a menudo, o de mediación, o de defensa de los intereses papales o de la fe. Entre los siglos XV y XVI, nace la diplomacia moderna entre los Estados europeos.

Cabeza de la Iglesia y cabeza de los Estados pontificios, el papa toma parte de este movimiento, y envía sus embajadores ante las cortes europeas, bajo la denominación de nuncio apostólico (del latín, nuntiare, anunciar, dar a conocer). Según la Convención de Viena de 1961, que regula actualmente las relaciones diplomáticas internacionales, el nuncio tiene rango de embajador en el país donde está acreditado. Es el «jefe de misión» diplomática, es decir, que representa oficialmente a la Santa Sede ante el Estado donde ejerce su misión.

En la actualidad, la Sede apostólica tiene relaciones bilaterales con 183 países, a los que se añaden la Unión europea y la Orden de Malta, cuya soberanía es reconocida. Entre los 13 países que no tienen relaciones diplomáticas oficiales con la Santa Sede, figuran Arabia Saudita, China continental o Vietnam. Sin embargo, con este último, las negociaciones avanzan positivamente y se espera llegar al establecimiento de una nunciatura en Hanói y una embajada en Roma.

 

¿Para qué sirve un nuncio apostólico?

«La función del nuncio tiene un doble aspecto», explica un sacerdote en servicio en la diplomacia pontificia. «El nuncio es a la vez un embajador como los otros, y muy diferente de los otros», según un diplomático francés. En el mundo de la diplomacia, donde la discreción es la regla de oro, los dos prefieren permanecer anónimos. Como todos los embajadores, el nuncio apostólico lleva a cabo un trabajo de información recíproca, estudia los dossiers bilaterales y representa la potencia que le acredita, en este caso, la Santa Sede.

Sin embargo, la misión no se limita a la diplomacia, pues también es el representante del papa «ante las Iglesias particulares o también ante los Estados», como afirma el código de Derecho canónico. El padre Baowendsida Noël Nana, autor de una tesis recientemente publicada sobre el tema (1), señala además una evolución del derecho canónico: el Código de 1917 hablaba primero de la función de representación ante los Estados, el de 1983 de la representación ante las Iglesias locales. Para el padre Nana, este «reequilibrio» subraya que la función del nuncio es primariamente eclesial.

«El nuncio es ante todo el representante del papa, ministro de la unidad, ante la Iglesia local y es la manifestación de vínculo jerárquico», reconoce el diplomático francés. El nuncio también está encargado de las relaciones entre los obispos locales y la Curia romana, y debe preocuparse de que el magisterio papal sea transmitido en el país. El ejemplo más evidente de la función eclesial del nuncio apostólico es el nombramiento de obispos. Es él quien se encarga de hacer la encuesta sobre los posibles candidatos y de redactar los dossiers sobre ellos. A continuación, estos documentos se transmiten al dicasterio romano competente, y después al papa.

 

¿Por qué los Estados aceptan acreditar un nuncio?

Para un Estado, un nuncio no es de ninguna manera un embajador como otro: no es el representante de otro estado, sino de la jerarquía de una religión. De hecho, el nuncio no es un diplomático del pequeño estado de la Ciudad del Vaticano, sino de la Santa Sede, que no es una potencia territorial y económica, sino una entidad religiosa particular.

Más allá de legados históricos, estima el padre Nana, «si los estados tienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede, es porque reconocen su valor moral sobre cuestiones como la paz, la estabilidad, el desarrollo». «El Vaticano juega un papel considerable en la escena internacional en razón de la autoridad moral del papa, explica el diplomático francés. La diplomacia de influencia –el soft power– del papa es considerable en los asuntos del mundo, y por eso hablamos con él». Desde la ecología al nuclear, pasando por conflictos en todo el mundo y la deuda de los países pobres, los desafíos internacionales, sobre los que no falta la voz del Vaticano.

 

¿El nuncio es también un pastor?

Él mismo antiguo nuncio, el cardenal Jean-Louis Tauran, fallecido en 2018, afirmaba que «para ser nuncio, primero hay que ser un buen sacerdote». Después del Concilio Vaticano II, subraya por su parte el padre Noël Nana, «los papas acentúan cada vez más la finalidad pastoral». Así, continúa, si algunos padres sinodales habían pedido la supresión de los nuncios, Pablo VI les ha mantenido «para hacer de la diplomacia un utensilio del anuncio de la Buena nueva».

«La verdadera autoridad de la Iglesia de Roma es la caridad de Cristo, no hay otra. (…) La misión del representante pontificio requiere la búsqueda de pastores auténticos, con la inquietud de Dios y con la perseverancia mendicante de la Iglesia», decía el papa Francisco en 2015 a los alumnos de la Academia Pontificia eclesiástica.

Esta inquietud pastoral se manifiesta en todos los desplazamientos del nuncio apostólico en el país donde está en misión. Sin embargo, el papa Francisco ha querido avanzar todavía más en esta inquietud pastoral. El pasado mes de febrero ha decidido que la formación de los futuros nuncios debía completarse con un año de servicio en territorio de misión. El objetivo, según el Vaticano, era que «se ensuciaran las manos en el trabajo pastoral, en las Iglesias de las periferias».

 

Xavier Le Normand, La Croix.

 

(1) Nonce apostolique et ambassadeur - Quels profils juridiques?, L’Harmattan, 2020, 216 p.