Servicio diario - 12 de octubre de 2020


 

PAPA FRANCISCO
El Papa Francisco recibe al cardenal Pell
Deborah Castellano Lubov
Primera vez tras ser absuelto

ANÁLISIS
Teología para Millenials: Carlo Acutis, “beato e influencer”
Mario Arroyo Martínez
Modelo de gran actualidad

ESPIRITUALIDAD
Fiesta de la Virgen del Pilar
Redacción zenit
Artículo de D. Alejandro Gratacós

TESTIMONIOS
Beata Alexandrina María da Costa, 13 de octubre
Isabel Orellana Vilches
Laica salesiana


 

 

 

El Papa Francisco recibe al cardenal Pell

Primera vez tras ser absuelto

octubre 12, 2020 18:35

Papa Francisco

(zenit – 12 oct. 2020).- El Papa Francisco se ha reunido con el cardenal George Pell.

El Santo Padre recibió al ex prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano en la mañana de hoy, 12 de octubre de 2020, según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Esta es la primera vez que el Santo Padre se reúne con el prelado australiano desde que el cardenal Pell fue juzgado, condenado y, finalmente, absuelto por completo por los tribunales australianos de los cargos de abuso, después de una larga estancia en prisión,.

La corresponsal de zenit en el Vaticano, Deborah Lubov, y el corresponsal interno del Vatican Insider, Salvatore Cernuzio, pudieron saludar brevemente al cardenal Pell alrededor de las 11:55 hora de Roma, después de la audiencia.

Preguntando cómo había ido el encuentro con el Santo Padre, Su Eminencia respondió: “Molto bene” (muy bien).

La Oficina de Prensa de la Santa Sede no ha emitido ninguna declaración sobre el encuentro.

 

 

 

 

Teología para Millenials: Carlo Acutis, “beato e influencer”

Modelo de gran actualidad

octubre 12, 2020 18:20

Análisis

(zenit – 12 oct. 2020).- Hoy, en “Teología para Millennials”, el sacerdote mexicano Mario Arroyo Martínez, reflexiona sobre la figura del “influencer de Dios” Carlo Acutis, recientemente proclamado beato.

Carlo Acutis fue un joven italiano de 15 años, que murió en 2006 ofreciendo todos sus sufrimientos por la Iglesia y por el Papa.

***

 

La actualidad del beato Carlo Acutis está fuera de duda. Su vida y su mensaje suponen una bocanada de aire fresco para la Iglesia, pues confirman lo que afirmó hace años Benedicto XVI: “la Iglesia está viva y es joven”. En efecto, la finalidad de la Iglesia es la santidad, y las nuevas generaciones, los millennials han tomado la estafeta y han alcanzado la santidad. Carlo Acutis, beatificado este 10 de octubre, es el primer ejemplo de ello.

Acutis ha sido propuesto como “patrono de internet”, pues alcanzó una gran competencia en la informática, convirtiéndose en el “ciberapóstol de la Eucaristía”, gracias a la exposición virtual sobre milagros eucarísticos que realizó. Ahora bien, más allá de su notable exposición sobre la Eucaristía, aquello que realmente lo convierte en un modelo de gran actualidad, es lo que afirma Nicola Gori, el postulador de su causa: “nunca usó internet para algo que no fuera hacer el bien”. En efecto, una parte de su proceso de canonización consistió en el análisis, por parte de técnicos especializados, de su computadora, para revisar los sitios web que había visitado. Todo estaba en orden, lo cual es admirable, pues basta un clic para acceder a sitios incompatibles con el amor de Dios. El no haber hecho ningún clic desafortunado es ya una clara muestra de santidad.

Ser patrono de internet tiene esas dos facetas complementarias: usarlo para el bien, evitar servirse de él para el mal. Lo segundo es mucho más difícil que lo primero, pues los buenos deseos son bastante generalizados, gracias a Dios el hombre es más bueno muchas veces de lo que suponemos. Pero también es furiosamente frágil, e internet y sus seducciones suelen apelar a esta debilidad. La coherencia en el uso de las redes sociales y el ciberespacio en general es una de las palestras donde más se ejercitan las virtudes cardinales de la fortaleza y la templanza, y sólo es posible hacerlo si uno actúa movido por una ardiente caridad.

Eso fue lo que hizo Carlo Acutis, lanzarse vehementemente al ciberespacio, pero con el deseo de redimirlo, de convertirlo en un instrumento de evangelización y de servicio. Como todas las personas estuvo tentado de darle un mal uso, pero fue más fuerte su amor. Encontró en su vocación informática una manera excelente de servir a Dios, de amarlo a Él y al prójimo, de forma que tenía el alma y el corazón llenos, sin espacio para las tristes compensaciones sensuales que ofrece la red. Mostró así, prácticamente, una idea muy querida por san Josemaría: “la vocación humana es parte, y una parte importante, de nuestra vocación divina”.

En efecto, el nuevo beato encarnó muy bien lo que predicaba “el santo de lo ordinario” (como calificó san Juan Pablo II a san Josemaría), que el secreto de la santidad está en “vivir santamente la vida ordinaria”, en “hacer endecasílabo de la prosa de cada día”. La madre del beato Carlo Acutis señala, en una entrevista que “Carlo vivía lo ordinario en forma extraordinaria; lograba transformar lo ordinario en extraordinario”. Esta buena mujer captó muy bien la síntesis de la santidad de vida, que es accesible y heroica a la vez.

Ahora bien, ¿cómo fue eso posible? ¿Cómo es que un influencer llegó a las cimas de la unión con Dios?, ¿cómo alguien inmerso en el mundo digital no fue presa de los vicios que suelen acompañar oscuramente a ese mundo? La santidad no se improvisa, si Carlo Acutis pudo preservar limpia su alma en medio de ese mundo plagado de incitaciones es porque tenía una gran riqueza interior, tenía el corazón y el alma llenos, no las necesitaba.

El beato Carlo Acutis nunca usó el internet para algo malo gracias a la rica vida espiritual que tenía, la cual no improvisó. ¿Cuál era su secreto? Su plan de vida espiritual; el mismo remedio ofrecido por san Josemaría para vivir santamente en medio de un mundo herido por el pecado. Las normas o reglas de vida que vivía el nuevo beato son asequibles a todos: comunión y rosario diarios, confesión semanal. Todo ello unido al hecho de ser buen estudiante –según testimonian sus profesores-, buen amigo –como lo confirman sus compañeros-, y tener una preocupación por la gente necesitada, que le llevaba a utilizar su tiempo libre sirviendo en una catequesis y en un comedor para inmigrantes. Porque tenía la vida llena de amor a Dios y al prójimo podía navegar incólume por el ciber-espacio y utilizarlo como instrumento de evangelización. Su ejemplo es vivo, cercano, accesible, necesario para todos los que aspiramos a ser influencers de Dios.

 

 

 

 

Fiesta de la Virgen del Pilar

Artículo de D. Alejandro Gratacós

octubre 12, 2020 08:00

Espiritualidad

(zenit – 12 oct. 2020).- “Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino, en carne mortal, a Zaragoza”, así canta la copla en la fiesta que celebramos hoy, la Virgen del Pilar.

En la fiesta de hoy, la Virgen nos reúne para darnos un mensaje muy especial para los cristianos de 2020, y lo hace con una lección magistral (no puede ser de otra manera, viniendo de ella…). Empieza por hacernos una pregunta difícil: “¿cuál es el pilar de tu vida?, ¿en quién te apoyas?” y, sin darnos tiempo a contestar, nos cuenta tres historias, historias de comienzos… con una protagonista clara.

 

2 de enero del año 40

Una persona se para en el camino, cerca del río Ebro. Cansada. Peor aún, desanimada. Es Santiago el Mayor, que va a predicar el Evangelio al finis terrae (la actual península Ibérica), que entonces formaba parte del Imperio romano. Los frutos de la misión son escasos, hasta el punto de querer abandonar la misión.

En la madrugada del día 2 de enero del 40, la Virgen María, que todavía vivía en Jerusalén, se apareció en carne mortal al apóstol, acompañada por un grupo de ángeles que transportaban una columna. Le pidió a Santiago que, en su honor, se edificara una capilla en el lugar de la aparición, en torno a la columna de jaspe (símbolo de la fortaleza) que dejó, y que siempre ha permanecido en la misma ubicación.

Esta aparición impulsó y animó al apóstol, quien continuó su camino hasta «su» ciudad: fue el primer camino de Santiago de la historia, en el que no podía faltar el aliento de la Virgen María.

La advocación de la Virgen del Pilar es una de las advocaciones marianas más antiguas… La Virgen, siempre en los comienzos… no puede ser de otra manera. La primera Misa en el templo dedicado a la Virgen del Pilar tuvo lugar un 12 de octubre.

 

12 de octubre de 1492

¿Crees en las casualidades? Yo no sé qué pensar, valora tú mismo: el día 3 de agosto de 1492 partieron del Puerto de Palos de la Frontera tres embarcaciones que llegarían a ser mundialmente conocidas: la nao Santa María y las carabelas Pinta y Niña. Se dirigían a las Indias por un nuevo camino nunca explorado.

Los días pasaban y la expedición no divisaba tierra: a la amenaza de escasez de alimentos y agua para el regreso si no encontraban tierra, se unían los intentos de amotinación de una tripulación escéptica y desanimada. La situación se podía calificar como tensa, como mínimo.

El día 12 de octubre de 1492, fiesta de la Virgen del Pilar, Rodrigo de Triana pronunció la palabra esperada por toda la tripulación: “¡tierra!”. En ese momento no lo sabía, pero acababa de divisar por primera vez las tierras de un nuevo continente. Eran las islas Guanahani (actualmente las Bahamas).

Una vez más, asistimos a un nuevo comienzo: el encuentro de dos culturas  por primera vez en la historia, que dará lugar a la cristianización de América. Y, una vez más, María, Nuestra Señora del Pilar, no podía faltar a este encuentro, que marcó un nuevo comienzo en la historia.

 

12 de octubre de 2020

Es lo que tienen las lecciones magistrales: una sorpresa final. Porque la tercera historia, el tercer pilar, no está escrita todavía: es la que nos toca revivir a cada uno de nosotros.

La Virgen del Pilar estuvo en el recomienzo de Santiago, en el descubrimiento de Cristóbal Colón… y no faltará en tu vuelta, el próximo 12 de octubre de 2020.

Debido a la pandemia, este año se ha cancelado la impresionante ofrenda de flores que conforma el precioso manto para la Virgen del Pilar. A la Virgen no le importa, porque Ella espera una flor más preciosa que las miles y miles de flores: tu sí confiado en esta fiesta, en la que quizá te encuentres desanimado como Santiago El Mayor, o rodeado de peligros como Cristóbal Colón.

No lo dudes: la Virgen del Pilar nunca se olvida de nosotros: Ella quiere ser el pilar en el que se apoye nuestra vida.

Ahora, en esta fiesta, ya puedes responder a la pregunta: “¿cuál es el pilar de tu vida?, ¿en quién te apoyas?”.

 

Una mirada a la Virgen

La Virgen del Pilar nos da una pista de cómo debemos dar este paso: una talla pequeña -38 centímetros de alto- con rostro delicado, ojos entrecerrados, que esbozan una leve sonrisa. El Niño es posterior, y nos indica la actitud básica para recomenzar: con un pajarillo en su mano izquierda, agarra con fuerza el manto de María con su derecha.

Agarra con fuerza el Pilar de tu vida, y confía.

 

 

 

 

Beata Alexandrina María da Costa, 13 de octubre

Laica salesiana

octubre 12, 2020 09:00

Testimonios

 

“Laica salesiana. Defendió su virginidad, que estimaba más que su propia vida, saltando desde una ventana. Los treinta años que pasó postrada en el lecho del dolor, los convirtió en ofrenda a María por los pecadores”

Hoy día muchas personas han relegado de su vida virtudes como el pudor y la modestia. En ciertos sectores hasta se desconocen a fuerza de silenciarlas, de ir quedando oscurecidas por otros intereses. Cuando se habla de ellas y se defiende su vigencia moral, que no ha decaído, no es difícil que hasta sean denostadas. Parecen no tener cabida en una existencia que ha obviado el alcance del respeto hacia uno mismo y a los demás. El mal denominado amor, o fútil enamoramiento, es, en realidad, un capricho pasajero, y el uso precipitado que se hace de él lo equipara al que se le da a un vulgar pañuelo de papel, de efímera vida y distraído final en una papelera. Por eso quizá haya quien se sorprenda ante la vida de la virtuosa Alexandrina, aunque murió rebasada la mitad del siglo XX, y de que no dudase en desafiar a la muerte con tal de mantener íntegro el bien más preciado que poseía: su virginidad, asentada, entre otros, en estos grandes pilares: el pudor, la modestia y el respeto a la propia dignidad. En su vida, como en la de María Goretti, se cruzó alguien que andaba al acecho de una víctima propicia para dar rienda suelta a sus bajos instintos.

Nació en Balasar, Oporto, Portugal, el 30 de marzo de 1904. Solo tenía una hermana, Deolinda. Su padre murió al poco de nacer ella, así que fue su madre quien las educó en la fe. A los 7 años se trasladó a Póvoa do Varzim, a la casa de un carpintero, con objeto de poder cursar los primeros estudios. Allí recibió la primera comunión y la confirmación. Pero la tragedia que iba a marcar su vida, y que le abriría las puertas del cielo, tuvo entonces su primer conato. Tenía 12 años y trabajaba en el campo en medio de la rudeza y viles intenciones de hombres sin escrúpulos. Uno de ellos la acosó. Se libró de su violencia con una fuerza superior que la protegió manteniéndola indemne, mientras esgrimía su rosario. Este incidente se saldó con su regreso a Balasar. Se estableció con su madre en la localidad de Calvario, y allí permaneció hasta el fin de sus días.

Hasta ese aciago momento fue una muchacha de fuerte constitución, trabajadora, alegre y capaz. Pero poco después de este brutal percance contrajo una infección que estuvo a punto de llevarla a la tumba. Aunque salvó la vida, su aspecto físico siempre develó las huellas de la enfermedad que quedó impresa en él. Al volver del sanatorio se hizo costurera junto a Deolinda. Y en 1918, mientras ambas hermanas se encontraban en su casa cosiendo junto a otra joven aprendiz, tres individuos asaltaron la habitación. Deolinda y la todavía inexperta costurera huyeron, pero Alexandrina, viéndose cercada, y sin posibilidad de escapar del mismo sujeto que intentó forzarla dos años antes, para preservar su virginidad optó por lanzarse por la ventana que se hallaba a 4 metros del suelo.

Las gravísimas lesiones que se produjo fueron irreversibles, de modo que en 1924, con 20 años, quedó absolutamente incapacitada en su lecho; permaneció durante tres décadas, que se dice pronto, sin poderse mover. En 1928, albergando esperanzas de curación, se ofreció a la Virgen con la promesa de consagrarse como misionera si sanaba. No tardó en comprender que el dolor debía ser su vocación. Y recibió la gracia de aspirar a un mayor sufrimiento y de ser víctima voluntaria por amor a Cristo y para rescate de los pecadores, experimentando un vínculo singular con Jesús Sacramentado a través de María. Ya en su infancia solía quedarse absorta en oración ante el Sagrario, pero su estado de postración no le permitía acudir a él como hacía anteriormente. Un día pensó: “Jesús, tú estás prisionero en el Sagrario y yo en mi lecho por tu voluntad. Nos haremos compañía”.

Inició un fecundísimo apostolado, haciendo entrega al Padre de todos sus sufrimientos. “Amar, sufrir, reparar”, fue la consigna que recibió de Cristo. Con ella iba escalando el camino de la perfección. Durante los cuatro años que mediaron desde 1938 a 1942 todos los viernes revivía en su cuerpo los estadios de la Pasión. En esos momentos sus miembros paralizados recobraban la movilidad y se contraían en el lecho dejándola presa de inmensos dolores.

En 1934 uno de sus directores espirituales, el salesiano padre Pinho, que la asistió desde ese año hasta 1942, le indicó que redactase sus experiencias místicas; él la inscribió en la Asociación de Salesianos Cooperadores. En 1936 Cristo encomendó a la beata que solicitase al Sumo Pontífice la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María. El padre Pinho se ocupó de solicitarlo reiteradamente hasta 1941. El 31 de octubre de 1942 el papa Pío XII efectuó esta declaración, que renovó en Roma el 8 de diciembre del mismo año. Unos meses antes, en la primavera, Alexandrina había comenzado a nutrirse exclusivamente con la Eucaristía: “No te alimentarás más con comida en la tierra. Tu comida será mi Carne, tu bebida será mi divina Sangre, tu vida será mi Vida. Tú la recibes de Mí cuando uno mi corazón al tuyo. No tengas miedo, ya no serás más crucificada como en el pasado, ahora nuevas pruebas te esperan que serán las más dolorosas. Pero al final Yo te llevaré al cielo y la Santísima Madre te acompañará”. En un momento dado, Cristo le hizo saber: “Estás viviendo solo de la Eucaristía porque quiero mostrarle al mundo entero el poder de la Eucaristía y el poder de mi vida en las almas”.

Hasta su muerte ni bebió, ni ingirió bocado alguno, todo lo cual fue ratificado por competentes especialistas. El 13 de octubre de 1955 falleció, diciendo: “No lloren por mí, hoy soy inmensamente feliz… por fin me voy al cielo”. Antes dictó su epitafio, que incluía este ruego: “…no peques nunca más. No ofendas más a Nuestro amado Señor. Conviértete. No pierdas a Jesús por toda la eternidad. ¡¡Él es tan bueno!!”. Juan Pablo II la beatificó el 25 de abril de 2004.