Tribunas

 

Amor de juventud

 

 

Ángel Cabrero

 

 

 

 

 

Esto, lamentablemente, se ve poco. Los jóvenes no tienen interés por el amor. Por eso me parece que hasta la absurda frase de “hemos hecho el amor” se utiliza menos, porque hablar de amor es una cursilada que no se lleva. “No le conozco de nada… solo nos hemos acostado”. Cuando lo que está presente entre los jóvenes hasta al menos los 30 años es un juego con el cuerpo, quiere decir que la educación recibida ha sido poco acertada, o que llevan mucho tiempo inmersos en el egoísmo de la adolescencia.

“Esta tarde voy a salir con una… que no me va a poner pegas”, decía un muchacho dejando entrever que pensaba aprovecharse de ella. No es propiamente un pervertido. Es un chico que no sabe nada del amor. Es que ni idea. Si en algún momento hubiera tenido novia o se hubiera enamorado de una niña, tendría barruntos de lo que es amar, y seguramente no se le ocurriría “salir con una” sin más para a ver a dónde se puede llegar.

Como lo más normal del mundo.

No son dos o tres pervertidos por ahí. Es lo que se lleva. Es a lo que se llega cuando lo que han tenido desde muy jóvenes -desde los 10 o 12 años- es pornografía. Entonces ya no saben nada de relaciones humanas, de respeto a las personas, del amor que lleva al matrimonio…; de esas cosas no saben nada. En eso no piensan. No les cabe en esa cabeza llena de porquería, y ya no digamos en el corazón, que solo está al servicio de su perfecto egoísmo.

¿Y esto les pasa a todos? Gracias a Dios hay excepciones. Pero lo triste es que los muchachos, las chicas, que entienden algo del valor de la persona, de la maravilla de la entrega, de la riqueza del matrimonio, son pocos. Lo más habitual son jóvenes que pasan los años más interesantes de su vida, aquellos en lo que se puede fraguar un futuro apasionante, los pasan jugando, buscando placer. Como mucho son capaces de llegar a vivir con una o con uno, pero sin compromiso. Y, ya si eso, a los treinta y tantos, algunos piensan en casarse.

Creo que es importante, en este punto, evitar ningún juicio de nadie. Es muy difícil saber por qué esa chica no se ha casado, por qué este muchacho no ha tenido nunca una pareja medianamente estable. Sería juicio temerario meterse a hacer historias. Las circunstancias por las que han pasado pueden ser variadísimas.

Pero lo que vemos es que el sexo está al orden día. Es lo que se lleva y sería fácil encontrar incluso padres que facilitan que su hijo haga lo que quiera. Vamos que pueden ir con una chica recién conocida a su casa y meterse en su habitación. Y no porque sus padres no estén, como pasaba antes.

¿Qué padres son esos? Solo por permitir esas actitudes están destrozando a sus hijos mucho más que si fueran unos embaucadores, unos tramposos o unos estafadores. Estos están en la cárcel, a aquellos nadie los juzga. Es más, esto se aplaude. En películas, en libros, en conversaciones, en entrevistas. Que un chaval pueda tener una relación, que pueda un joven tener varias relaciones al mismo tiempo, son posibilidades admitidas, incluso aplaudidas.

Podríamos alarmarnos pensando en cómo está la juventud, pero está claro es que antes hay que pensar en cómo están los padres, cómo están las familias, cómo está el ambiente.

 

Ángel Cabrero Ugarte