Santo

 

La oración según la gran Teresa

 

En la reforma del Carmelo, Santa Teresa de Ávila invitó a sus hermanas a la oración personal en silencio, practicada hoy por religiosos y laicos.

 

 

12 oct 2020, 23:01 | La Croix


 

 

 

 

 

Santa Teresa de Ávila describe la oración con palabras de una asombrosa sencillez. «que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (1), explicaba. Cinco siglos después de la gran reforma del Carmelo iniciada por la santa española, la oración sigue siendo hoy la oración diaria de los carmelitas y carmelitas que, dos horas al día, tienen este «trato de amistad» con Cristo.

Este es también el caso de muchos laicos que se inspiran en los escritos de la reformadora del Carmelo para su oración diaria. «La forma en que santa Teresa habla de la oración es bastante precisa, pero al mismo tiempo muy libre, subraya el hermano Jean-Alexandre, carmelita del convento de Avon (Seine-et-Marne). No se puede encerrar en una regla algo como la relación».

 

«Tener una verdadera vida de oración diaria»

Una relación, esta es la palabra que surge entre los que practican este tipo de relación. «Es una relación de amistad con Cristo, que impide que la oración se convierta en un monólogo interior», prosigue el carmelita. Aurélie Martin lo vive desde hace unos meses, ella que, a los 23, ha «elegido darle al Señor el primer lugar en (su) vida».

Bautizada de niña, creció en una familia no creyente pero «siempre tuvo fe». Una fe que ha practicado en el escultismo, y luego en la capilla del Instituto de Estudios Políticos. «Pero nunca logré tener una verdadera vida de oración diaria», reconoce. Descubrió el Libro de la vida de santa Teresa de Ávila y experimentó una «conversión»: «Fueron sus escritos los que me animaron a empezar». Desde el mes de abril, ella consagra cada día una hora a la oración. «Al principio, me dije a mí misma que no sabía rezar. No pasa nada. Basta estar en silencio. Ya es algo que podemos ofrecer al Señor».

 

Pasar de un enfoque utilitario a la oración a un enfoque de amistad

«Hay que dedicarle tiempo al Señor, aunque no se tenga nada que ofrecerle, confirma el padre Jean-Alexandre, que dirige escuelas de oración para laicos, con frecuencia jóvenes profesionales. La oración permite pasar de un enfoque utilitario de la oración a un enfoque de amistad, gratuita.» Para ello, el carmelita aconseja fijar un momento diario y con una duración fija.

Una cita que Marlène Goulard, de 25 años, honra cada mañana. Actriz, música y directora de escena, esta joven le consagra veinte minutos diarios a la oración. «Rezo donde sé que puedo estar tranquila, en mi habitación, nos cuenta, detallando su ritual de cada día. Enciendo una vela. Rezo el oficio de laudes, leo el Evangelio del día. Luego me quedo en silencio».

Un tiempo de oración que a veces alarga cuando se une a las Carmelitas del convento de París para vivir una hora de oración a su lado. En una vida muy llena, la fidelidad a esta cita es un desafío. «Es una decisisón que hay que mantener, subraya. Nos tomamos un tiempo para comer todos los días. Así que también podemos dedicarle diez minutos a este tiempo igualmente vital».

 

La oración, estar ante Dios

Olivier Robert «almuerza poco» para poder vivir al mediodía esta hora que para él es imprescindible. De 57 años, este padre de seis niños, expiloto de caza y luego asesor de empresa, descubrió la espiritualidad carmelita hace casi treinta años gracias a su mujer, relacionada con el Instituto Nuestra Señora de la Vida.

El que entonces era un “principiante” en la fe fue “cautivado” por el descubrimiento de la oración… «Quien reza así puede dar la imagen de un estar un poco “en otra parte”, desencarnado. De hecho, es al revés. En la oración, nos ponemos ante Dios sin dejar de lado ninguna parte de nuestro ser, cuerpo, inteligencia, sensibilidad…»

 

Preparar bien la oración

Esta forma de oración tiene en cuenta la realidad del ser humano, considera el hermano Jean-Alexandre: «Para preparar tu oración, debes elegir el material, un texto u otro, encontrar un momento y un lugar adecuados. Hacer una señal de la cruz para pasar por el cuerpo, encender una vela... Estos gestos exteriores nos empujan hacia la interiorización. Teresa nos sugiere que nos representemos a Cristo a nosotros mismos, para implicar también nuestra imaginación»

Una práctica que se ha vuelto «vital» para Marlène. «La relación con el Señor se nutre de estos encuentros, cuenta. Si perdemos una cita, tenemos que ponernos al día la próxima vez». La misma observación de Aurélie. «Cuando no encuentro tiempo para rezar, pierdo una dimensión, observa la que comenzó a trabajar en septiembre como responsable de capilla en una parroquia parisina. Pero eso no significa que no sea difícil a veces. A veces algo en mí se niega a rezar».

 

«El Señor es realmente una persona, no un concepto»

«Hay momentos en los que no siento nada, confirma Marlène. Pero lo importante no es sentir algo, sino estar presente de todas formas. Hay desiertos que a veces son necesarios, aunque no se entienda hasta más tarde». «Incluso santa Teresa encontró problemas en la práctica de la oración, nos consuela Olivier Robert. Pero ella explicó que el mayor error de su vida había sido dejar de rezar por un tiempo».

Más allá de las dificultades pasajeras, Aurélie se maravilla: «Después de seis meses de oración diaria, la oración siempre es nueva. Porque es mi vida la materia de mi oración. Y, sobre todo, estoy descubriendo a alguien. El Señor es realmente una persona, no un concepto que usamos después de un cierto tiempo».

 

La oración, un afianzamiento a largo plazo

Esta práctica, dice, tiene una influencia en su vida que va más allá de la hora pasada rezando. «Constituye un ancla. A largo plazo, me disperso menos, me vuelvo a centrar. Digo más fácilmente “no” cuando estoy hipersolicitada. Frecuento menos las redes sociales, pues me doy cuenta de que llenaba mi vida de vacío. Mis relaciones con los demás se han vuelto menos superficiales».

Marlène también lo ha comprobado, empleando el mismo concepto de afianzamiento. «La oración me permite encontrarme mejor con los demás, juzgar menos, prestar más atención a lo esencial, aunque no veamos por fuerza un efecto inmediato. No es magia»

 

 

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(1) Teresa de Ávila, Libro de la vida, Verbum, Madrid 2015.

 

Imagen: José de Ribera, Santa Teresa de Jesús, 1630, Museo de Bellas Artes de Sevilla.