Diócesis

 

Abierta la causa de beatificación de Rosario Granados, la granadina vidente de la Virgen

 

Nuestra Señora del Espino se le apareció y le curó milagrosamente unas llagas nauseabundas de la pierna

 

 

25/10/20


 

 

 

 

 

El Arzobispado de Granada, Francisco Javier Martínez, ha abierto un periodo de consultas dirigido a los fieles diocesanos para comunicar cualquier información útil, a favor o en contra, o aportar elementos que permitan después la apertura de un posible estudio de causa diocesana de beatificación de Rosario Granados, conocida como “vidente” de Nuestra Señora del Espino.

La vidente Rosario Granados fue una aldeana sencilla, humilde y muy buena, de gran corazón y muy devota de la Virgen que, a los diecinueve años, contrae matrimonio con Manuel de Cantos, quedando muy pronto viuda con tres hijos: José, Diego y Francisco a los que educa cristianamente en el temor de Dios.

 

Perdonó al asesino de su hijo

El centro Medjugorge relata la vida de esta mujer y un hecho que demostró su profunda misericordia. Uno de sus hijos fue asesinado por un hombre en la taberna de Arenas del Rey, pueblo de Granada donde Rosario y sus hijos viven como porteros de un cortijo o finca.

El asesino escapando de la justicia llega precisamente a casa de Rosario, diciéndole que en una riña ha matado sin querer a un hombre y que ahora lo persiguen para matarlo a él. Rosario se compadece y lo esconde. En esto, llega otro de los hijos de Rosario y le comunica la muerte de su hermano. Rosario se da cuenta enseguida: el homicida es el que esconde ella. Pero, en lugar de delatarlo le da de comer y lo despide diciéndole: “Ya ves lo que has hecho… pero yo no te denunciaré… te perdono…  También la Virgen perdonó a los verdugos de su Hijo en el Calvario… Anda, y que Dios te acompañe por el mundo…”. No tardó el asesino en ser apresado.

Rosario, pensando que él tendría madre, rogaba al Señor que no se viera obligada a testificar contra él ante un tribunal. Y su oración fue atendida: unos días antes de la fecha señalada para el juicio, fallecía el homicida, dando muestras de sincero arrepentimiento.

 

Curación de las llagas por la Virgen

Cuando Rosario regresa a Chauchina, enferma gravemente: por más de tres años unas llagas purulentas y nauseabundas devoraban su pierna. El “mal olor que producen las llagas” hace que el dueño de la casa donde vive con la familia de su hijo Francisco (su esposa e hijos), la apremie a marcharse, advirtiéndole que, si no lo hace, echará a todos de la casa.

Ese mismo día, lunes santo, 9 de abril de 1906, se dirige Rosario, muy temprano, a las afueras del poblado para curarse las llagas purulentas. La triste anciana camina apoyada en el respaldo de una silla. Se acerca a un espino, para curarse las dolorosas llagas. Entonces, ve venir hacia ella a una Dama de muy noble presencia, morena, vestida de negro como una Virgen de los Dolores. La bella Señora, de “ojos hermosísimos y cara llena de gracia” se detiene a preguntarle qué le sucedía: – “¿Qué tienes mujer, qué te sucede?

Le cuenta Rosario sus pesares: que tiene la pierna muy mala desde hace mucho tiempo y que casi está desesperada, porque ni Dios ni la Virgen se dignan oírla.

Le dice, entonces, la Señora: – “Pues vente conmigo al Cementerio y te la curaré”.

  • “¿Cómo he de ir, si apenas puedo andar?”
  • Yo te ayudaré. Levántate, ven conmigo

 

Vamos a rezar el rosario

Rosario suelta la silla que le sirve de sostén y con gran agilidad la sigue por la angosta vereda, de poco más de un kilómetro, hasta llegar a un arroyo donde la Señora le tiende la mano para ayudarle a pasar. Al llegar a la puerta del Cementerio, la Señora enlutada le propone: – “Vamos a rezar el Rosario”, y, con acento de compasión y tristeza le dice: Oremos por los desgraciados del mundo que no temen la Justicia de Dios”.

El cielo se nubla y, de repente, se oye el estruendo de un potente trueno.

  • “Va a llover” (dice Rosario).
  • No temas. No pasa nada. Hay que rezar por los desgraciados que no temen la Justicia de Dios”.

Se oye, entonces, un segundo trueno. Y la Virgen añade:

  • No tengas miedo. Encomiéndate a mi hijo Simón de Rojas” (un sacerdote trinitario nacido en 1552)

Terminada la oración, la Señora dice a Rosario: – “Vamos a ver tu pierna”.

Pero ésta repuso: – “Me duelen mucho las llagas. Está vendada…”.

A lo que la Virgen contesta: – “Más llagas tienes en el corazón, hija mía”.

 

"Me tocó las heridas y tenía la pierna curada"

Rosario confesó después: “Me tocó las heridas, quedé dormida y al despertar, tenía la pierna curada. Corrí gritando: ¡Buena mujer, Buena mujer!, pero no la vi, grité: ¡María Santísima, María Santísima!, la que diste a luz en Belén, tengo mi pierna buena”.

La prensa granadina de la época comentó el hecho milagroso de la prodigiosa curación y Chauchina y los pueblos de la comarca se persuadieron de que la misteriosa Dama enlutada fue la Santísima Virgen, conocida bajo la advocación “del Espino (Encino)”, junto al cual se apareció primeramente, o, más propiamente, “de los Dolores”, por las negras vestiduras que llevaba y el señalado día de la Aparición: lunes santo.

Volvamos, ahora, a la vidente de Chauchina. Todos los que la conocieron dicen en el proceso sobre las Apariciones que era humilde, caritativa y muy piadosa, y nadie recuerda una palabra suya o un gesto, que descubriera complacencia propia por haber recibido la visita de la que humildemente llamaba Señora desconocida o buena Mujer: estaba siempre apacible, con el mismo estado de ánimo, amable, bondadosa, sin enfadarse nunca… siempre hablaba de la Virgen, enseñaba a los niños a rezar y daba muy buenos consejos a todos. Varias personas le habían ofrecido dinero para aliviarle la pobreza familiar en que vivía; pero ella no lo aceptaba.

 

El resto de su vida rezando

Rosario pasó el resto de su vida rezando. Un día de otoño de 1921 se siente agotada y pide a un sobrino que avise al Padre Francisco de Sevilla, capuchino de Granada: – “Dile que tengo que comunicarle un secreto antes de morir”. Aquel secreto contenía una profecía, un anuncio que finalmente se cumplió.

Rosario le manifiesta que la Santísima Virgen le había dicho cuando se le apareció junto al espino: “Quiero que en este lugar se dé culto al Santísimo Sacramento, por religiosas franciscanas”. Por eso, le asegura que allí mismo, un día, “se edificará una casa de oración y penitencia, un Monasterio de Religiosas Franciscanas que adorarán al Santísimo Sacramento”.

Cuarenta años después de la muerte de Rosario sus restos se trasladaron desde el cementerio de Chauchina a la cripta que, con permiso del Cardenal de Granada, se le construyó junto al Camarín de la Virgen en la Iglesia conventual. He aquí lo que está inscrito en la lápida de su sepulcro actual, donde sus restos esperan la resurrección: “Aquí reposan los restos mortales de Rosario Granados Martín, curada milagrosamente por la Stma. Virgen el día 9 de abril de año 1906.  Murió santamente el día 24 de septiembre del año 1921, a los 82 años de edad. Sus restos mortales se trasladaron a esta cripta el día 30 de septiembre del año 1961”.  Hoy, Rosario, tiene abierta la causa de beatificación.

El arzobispo de Granada dice que quienes puedan aportar dicha información, deben dirigirse únicamente a Secretaría General del Arzobispado, en el correo electrónico secretariageneral@archidiocesisgranada.es o en el teléfono 958-21-63-23. Se subraya que, para trasladar esta información, deben contactar exclusivamente con dicha Secretaría General del Arzobispado, para no dañar el trabajo que lleve a una posible apertura de causa diocesana de beatificación.