Tribunas

Aquella Conferencia Episcopal…

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

 

 

 

El pasado 9 de marzo fallecía el periodista, escritor y pensador, José Jiménez Lozano. En estos meses, quien recibió de manos del cardenal Blázquez la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice, se ha puesto más de moda, al menos editorialmente. La editorial “Encuentro” acaba de publicar de nuevo su “Meditación española sobre la libertad religiosa”, un libro originariamente editado por Destino. La nueva edición lleva un interesante prólogo de Javier Prades, Rector honoris cum causa de la Universidad Eclesiástica san Dámaso.

Escribe Javier Prades, destacando el valor actual de ese libro de Jiménez Lozano, que “muchas cosas han cambiado en la sociedad española y en la misma Iglesia, y se podrán aportar precisiones o matices a las valoraciones que reflejan la situación de los años sesenta, pero no ha envejecido en absoluto la responsabilidad de ofrecer un catolicismo arraigado en la norma de toda espiritualidad eclesial que es el Evangelio, como enseñaba Von Balthasar en esos mismos años sesenta. Ese espíritu era el que podía servir, y ha servido, a la reconciliación entre españoles, y sin duda los documentos conciliares fueron un poderoso factor de recepción de la actitud eclesial renovada ante la libertad religiosa. Por eso conserva su actualidad aquella preocupación de don José”.

Pero quizá lo más novedoso sea la correspondencia de Jiménez Lozano con Américo Castro, editada por Guadalupe Arbona y Santiago López-Ríos, editada por Trotta. Una correspondencia de los años 1967 a 1972, que está relacionada también con el citado volumen.

Son muchos los temas sobre la Iglesia en España y sobre el catolicismo español interesantes en esa correspondencia. Por cierto que los prologuistas se meten en algún charco, pero allá ellos.

Me quedo, como ejemplo, con lo que Jiménez Lozano, que había sido corresponsal de “El Norte de Castilla” durante el Vaticano II, hombre pegado a Miguel Delibes, escribía el 3 de agosto de 1967 sobre los obispos españoles y la Conferencia Episcopal.

Dice así: “Nuestra jerarquía católica es como es y no sé si desde América puede usted percatarse de cómo es, entre cómica y trágica, pero nada menos unánime hoy que una conferencia episcopal, y nada más pacífico pese a las apariencias. Los aires de renovación están en los seminarios y triunfado en las nuevas generaciones sacerdotales. Incluso los laicos podemos decir todo o casi todo, les guste o no les guste a los obispos, y no pasa nada. Yo mismo he sido defendido por un obispo, y muy conservador”. (p. 71).

No sé si el actual Secretario General de la Conferencia Episcopal, monseñor Argüello, titular de todas las causas, ha leído la correspondencia de su paisano. Se la recomiendo.

Personalmente tengo un magnífico recuerdo de mis conversaciones con Jiménez Lozano, aunque no accediera a una singular invitación institucional que le hice sobre el Congreso Católicos y Vida Pública. ¡Tan genial y elegante en su negativa que se habrá ganado el cielo!

Pues eso, aquella Conferencia Episcopal…

 

José Francisco Serrano Oceja