Religión

 

¿En qué punto se encuentran las relaciones entre católicos y ortodoxos?

 

El lunes 18 de enero comenzó la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, y la cercanía entre la Iglesia católica romana y los ortodoxos del Patriarcado de Constantinopla nunca ha sido tan fuerte. Insistiendo en la sinodalidad, el papa Francisco ha abierto nuevos caminos hacia la unidad.

 

 

18 ene 2021, 13:54 | La Croix


 

 

 

 

 

► La Iglesia católica romana y el Patriarcado de Constantinopla, que cuenta con unos 5 millones de fieles ortodoxos, trabajan activamente en la unidad. El movimiento de acercamiento ha conocido diferentes etapas, sobre todo el encuentro, decisivo, en 1964, entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, en Jerusalén.

► Los desacuerdos que hoy continúan se refieren a cuestiones eclesiológicas, sobre todo el lugar del papa y su eventual primacía sobre los patriarcados ortodoxos. Pero la insistencia de Francisco sobre la sinodalidad, redefiniendo las relaciones entre el papa y los responsables católicos locales, podría abrir nuevos caminos hacia la unidad. A condición de que, en el lugar, los creyentes tomen conciencia de lo que está en juego, y se relacionen entre ellos.

► Francisco y el Patriarca Bartolomé dan regularmente prueba de su amistad y de sus preocupaciones comunes, sobre todo el cuidado del ambiente. Además, el papa ha citado varias veces al Patriarca ortodoxo en su encíclica Laudato Si’, publicada en 2015.

 

¿Cuál es el origen de la separación entre Roma y Constantinopla?

El conflicto entre Roma y Constantinopla data de 1054, fecha en la que el conflicto ha cristalizado hasta la excomunión mutua. La fecha del 16 de julio de 1054 marca también la separación de las Iglesias de Oriente y de Occidente, fruto de la incomprensión, sobre todo de las cuestiones litúrgicas, pero también sobre el papel del papa. A lo largo de los siglos, estas diferencias continuaron agravándose, sobre todo durante la cuarta cruzada, debido al saqueo de Constantinopla por los cruzados en 1204, seguido, poco tiempo después, por el nombramiento por parte de Roma de un Patriarca latino dependiente del papa.

Por otra parte, el Patriarcado de Constantinopla es uno de los nueve patriarcados ortodoxos y reúne a unos 5 millones de fieles, de los que más del 90 % forman una diáspora. Los temas más importantes de separación entre ortodoxos y católicos se refieren sobre todo a la concepción del gobierno y a la unidad, más que a temas teológicos.

 

¿Cuáles han sido las etapas recientes de acercamiento?

Después de la separación entre Oriente y Occidente, siempre ha habido movimientos que procuraban realizar la unión. Pero ha habido que esperar nueve siglos para que se franqueara una etapa decisiva: el levantamiento, en 1965, de las excomuniones de 1054, emitidas de Roma contra Constantinopla y viceversa. Una revolución hecha posible por el encuentro de Pablo VI y del Patriarca Atenágoras, un año antes, en un histórico encuentro en Jerusalén.

En 1993, los acuerdos de las dos partes en Balamand, Líbano, certifican el hecho de que la unidad no consiste en «convertir», por ejemplo, para realizar una vuelta de todos los ortodoxos a la Iglesia católica. Así, es necesario, escriben los firmantes, «superar la eclesiología caducada de la vuelta a la Iglesia católica». «La actividad pastoral de la Iglesia católica tanto latina como oriental no tiende ya a hacer pasar a los fieles de una Iglesia a otra; es decir, ya no tiende al proselitismo entre los ortodoxos», se puede leer en dichos acuerdos.

 

¿En qué punto nos encontramos hoy?

«Nunca hemos estado tan cerca», responde el padre Emmanuel Gougaud, director del Servicio nacional para la unidad de los cristianos, de la Conferencia de los Obispos de Francia. Pero insiste en que la cuestión más delicada continúa siendo la del primado, «extremamente compleja». «Sobre todo, se trata de saber si el primado de Roma es primus inter pares (el primero entre iguales) o primus sine paribus (primero sin igual)», resume. Los comités que se reúnen regularmente, sobre todo en Roma y en Francia, teólogos ortodoxos y protestantes, trabajan sobre este tema.

Pero la manera como el papa Francisco concibe la sinodalidad podría ser un medio para superar esta piedra de tropiezo, dice este especialista. «La manera como el papa habla de descentralización, de sinodalidad, o insiste sobre la confianza que hay que dar a las conferencias episcopales, son otros tantos signos fuertes», concluye. Porque esta nueva manera de concebir la relación entre Roma y los responsables de la Iglesia también podría servir para redefinir la del papa y los primados ortodoxos. Y avanzar hacia la unidad.

Pero la solución no es únicamente teológica, opina el padre Gougaud. Los cristianos de las diferentes confesiones también deben frecuentarse entre ellos. «Nuestras Iglesias son extrañas las unas para las otras, dice. Por eso, se está conforme con el statu quo, de la separación de las Iglesias. La apuesta es alcanzar la unidad de la Iglesia».

En el ámbito ortodoxo, los acercamientos entre Roma y Constantinopla provocan tensiones. Moscú reprocha en particular, mezza voce, al patriarca de Constantinopla su cercanía con el papa Francisco. Tensiones, por otra parte, que crecen estos últimos años, por el reconocimiento de Bartolomé de una Iglesia ortodoxa independiente de Ucrania, que pone fin a más de tres siglos se tutela religiosa rusa sobre los fieles de ese país.

 

¿Cómo se ha involucrado el papa en las discusiones?

Después de llegar a la sede de Pedro, el papa Francisco nunca ha dejado de enviar señales al Patriarca de Constantinopla, Bartolomé. Los dos muestran su amistad, sobre todo en la encíclica Laudato Si’, publicada en 2015, en la que el papa Francisco cita varias veces al responsable ortodoxo. Los dos comparten la misma preocupación por el calentamiento climático y la necesidad de cuidar la «casa común» que es el planeta. Una cercanía que no existe con ningún otro responsable ortodoxo.

En junio de 2019, el papa había abordado explícitamente la perspectiva de un «restablecimiento de la unidad plena entre católicos y ortodoxos», afirmando que esta exigía «el respeto por las identidades específicas y la coexistencia armoniosa en la diversidad legítima». «La unidad auténtica (…) no es uniformidad, sino sinfonía de voces diferentes en la caridad», insistía. Había ofrecido entonces al patriarcado ecuménico de Constantinopla nueve fragmentos de las reliquias de san Pedro.

 

 

Loup Besmond de Senneville (en Roma)