Colaboraciones

 

El desprecio hacia lo mucho

 

Los cristianos no somos retrógrados, simplemente estamos fascinados por una realidad

 

 

10 junio, 2021 | Rafael Gutiérrez Amaro


 

 

 

 

 

Hay muchas personas, y entre ellas nos podemos encontrar nosotros, que se ocupan totalmente de lo poco y que olvidan -o desprecian incluso- lo mucho; y ese lo mucho es: la eternidad para siempre, para siempre, para siempre;  es, por expresarlo de alguna manera, más que el 99,99% de  nuestra  existencia.

 

Hay muchos que en esto no creen, pero pienso que valdría la pena dedicar algún tiempo a esta realidad, y no decir: “No, yo en esto no creo” “Yo, paso de eso”.

 

Cada uno tiene ciertamente libertad para decidir y para actuar, pero no sería más sensato dedicarle a estas realidades algún tiempo: “Por si acaso”. Por qué el: “Por si acaso” tiene una trascendencia grande, no es una minucia, y además está fundamentado en realidades bastante objetivas; aunque ello entre en el marco de lo que podemos, o no, creer.

Pero no se puede pasar de largo: “Por si un acaso” esa infinitud muerta para algunos, al final resultará que está llena de vida, y si allí estuviese Dios, y Él nos preguntase: ¿Qué ha pasado?  Y ruborizados, y abatidos, tuviéramos que encogernos de hombros ante la magnitud del grave, y eterno, descalabro.

 

Pero no se puede pasar de largo: “Por si un acaso” esa infinitud muerta para algunos, al final resultará que está llena de vida

 

En estos días en que celebramos,  o hemos celebrado,  la Ascensión del Señor y la llegada del Espíritu Santo: “con sus siete dones”, meditemos hondamente la realidad de Cristo. Los cristianos no somos retrógrados, simplemente estamos fascinados por una realidad: “La grandeza de un Dios que nos ama con toda la inmensidad de su ser” y además lo hace: “Ahora y para toda la eternidad”. Ni el premio gordo de la Bonoloto se puede comparar con esto; ese premio, sí que es ridículo comparado con la magnitud ingente de este Dios nuestro cuya riquísima grandeza es inconmensurable. Elige libremente, pero por favor -si puede ser-, no te equivoques libremente; o mejor, no nos equivoquemos libremente. ¡En ello, nos va mucho! O más bien  ¡Mucho más qué mucho!: ¡Todo!