Red Iberoamericana de

Estudio de las Sectas

 

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Nº 850

14 de jul. 2021

 

BOLETÍN MONOGRÁFICO: PSEUDOTERAPIAS Y PSEUDOCIENCIAS

 

1. España: los pseudoterapeutas intentan acallar a sus críticos con denuncias y querellas.

2. El Colegio de Médicos de Alicante crea un observatorio de intrusismo y pseudoterapias.

3. Los psicólogos españoles se quejan: “todos pueden ser terapeutas”.

4. La ignorancia como clave de la difusión de las pseudociencias.

5. La nutrición ayurveda sigue estando de moda.

6. La terapia Gestalt: entre la pseudoterapia, las sectas y la psicología.

7. La Bioneuroemoción niega la existencia de las enfermedades y aleja de la medicina.

8. La terapia de ensueño dirigido y la exploración de la mente.

9. El camino de una joven argentina hacia su “reinvención” en la Nueva Era.

10. El caso de Ricardo Ponce y la trampa de las propuestas de autosanación.

 

 

1. España: los pseudoterapeutas intentan acallar a sus críticos con denuncias y querellas.

FUENTE: Eldiario.es

 

 

A pesar de que en España se ha dado un cambio progresivo hacia una intolerancia social cada vez mayor respecto a las pseudoterapias, desde hace más de dos años diferentes colectivos practicantes de estas actividades sin validez terapéutica científica han decidido emprender acciones judiciales contra las personas críticas hacia ellas. “Parece que hay un intento de asfixiar a periodistas y comunicadores a base de querellas. Está claro que hay quien prefiere tenernos callados”, explica a elDiario.es la presidenta de la Asociación Española de Comunicación Científica, Elena Lázaro. El artículo está escrito por Esther Samper.

Recurrir a querellas y denuncias como arma para silenciar las críticas ha aflorado a medida que España pasaba de un clima de permisividad con las pseudoterapias a una repulsa mayoritaria hacia ellas. En el lado periodístico, la equidistancia a la hora de cubrir la información sobre estas terapias sanitarias sin respaldo científico, dando voz tanto a defensores como a críticos, se ha convertido en una práctica minoritaria. Con todo, a finales de 2019, la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC) alertaba del aumento en el número de demandas contra periodistas y divulgadores que informaban sobre pseudoterapias.

Asimismo, las universidades han ido retirando progresivamente cursos y másteres sobre estas disciplinas. Hace unos meses, la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) lanzaba un comunicado: “Las universidades no solo no podemos participar en actividad alguna que suponga un apoyo o difusión de estas terapias, sino que debemos condenar cualquier intento de utilizar nuestros campus para revestir de soporte científico a estas terapias sin base médica”.

Los rectores, incluso, hacían referencia a un posible resurgir de estas prácticas por la pandemia de COVID-19: “Aprovechar la situación de emergencia sanitaria para el fomento, promoción, difusión, comercialización y utilización de pseudoterapias es especialmente reprobable por la confusión que extiende entre los ciudadanos y ciudadanas y por el daño que puede ocasionar, sobre todo, a las personas en situación de vulnerabilidad y, por tanto, más indefensas frente al fraude”.

La última Encuesta de Percepción Social de la Ciencia, presentada hace unos días por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) dedica un capítulo a la percepción y uso de las llamadas terapias alternativas que carecen de evidencia científica, como la homeopatía o el reiki. En este apartado se dan algunas aparentes contradicciones. Así, mientras que la confianza en estos métodos ha caído con carácter general (en la homeopatía han bajado en dos años del 25 % al 17 % y en el reiki del 16 % al 11 %), su utilización ha subido. El 19,6 % de la población que recurrió a ellas en 2018 se ha transformado en un 23,8 % en 2020, si bien se mantienen estables los porcentajes de personas que lo utilizan como alternativa a los tratamientos médicos convencionales (26,2 %) frente a quienes recurren a ello como complemento (72,5 %).

Diferentes colectivos sanitarios, entre ellos la Organización Médica Colegial, critican desde hace años y con dureza las terapias no respaldadas por la ciencia, aunque, paradójicamente, la mayoría de Colegios de Médicos siguen protegiendo a sus pseudoterapeutas colegiados. Por otro lado, en el ámbito político, el Plan del Gobierno para la Protección de la Salud frente a las Pseudoterapias sigue avanzando, aunque a un ritmo lento debido a la pandemia. Se espera que a partir de este plan surjan diversas iniciativas para proteger a los ciudadanos, entre ellos cambios normativos y acciones educativas.

Procesos sin recorrido

En los últimos años, otros colectivos se han visto envueltos en un hostigamiento judicial por ser críticos con las pseudoterapias. Entre ellos destaca la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) una organización española compuesta principalmente por profesionales sanitarios, investigadores y víctimas de pseudoterapias. Varios de sus miembros han recibido múltiples amenazas legales, así como querellas y denuncias por criticar terapias sin respaldo científico como la homeopatía, el dióxido de cloro o la bioneuroemoción.

Fernando Frías, abogado defensor de APETP y sus miembros, explica cómo en uno de los actos de conciliación le transmitieron cuál era su intención tras las numerosas denuncias y querellas: “Me dijeron que ellos tenían detrás a industrias con dinero, que nosotros no éramos nadie y que nos iban a freír a demandas hasta que nos rindiéramos”. Elena Campos, investigadora en biomedicina en el CSIC y presidenta de APETP cree que “aquellos cuyo negocio consiste en ofrecer falsas terapias (lo cual está prohibido por ley, pero apenas se persigue) se juegan su fuente de ingresos. Con lo cual les resulta rentable denunciar, aunque se archive”.

Entre las acusaciones detrás de estas denuncias se encuentran presuntos delitos contra el honor, injurias, calumnias e incluso presuntos delitos de odio. Campos expone hasta qué extremo llega este acoso judicial: “La cosa es aún más surrealista cuando se nos acusa abusar de la libertad de expresión por denunciar públicamente la irregularidad de las prácticas ejercidas por pretendidos profesionales que, en ausencia de la titulación y permisos necesarios, llevan a cabo actividades con finalidad sanitaria, o asocian, generalmente con motivos comerciales, propiedades sanitarias a productos o actividades que carecen de aval científico y en ausencia de control sanitario. También nos han llegado acusaciones de tener contactos con la mafia rusa, o se nos ha pretendido enjuiciar por delitos contra los consumidores. Curiosamente, dicha denuncia venía de entidades que venden o son promotoras precisamente de, por poner un ejemplo, la venta ilegal de un tipo de lejía como remedio contra el cáncer, enfermedades infecciosas o el autismo”.

Aunque todas las denuncias y querellas hasta ahora se han archivado o no han pasado del acto de conciliación, las personas que se ven inmersas en procesos judiciales tienen que hacer frente a las costas. Para paliar el perjuicio económico que requiere su defensa legal, APETP decidió iniciar una campaña de donaciones en la que han recaudado, por ahora, más de 10.000 euros. La ofensiva de múltiples colectivos relacionados con prácticas sanitarias sin respaldo científico no se limita al ámbito judicial.

Elena Campos denuncia otras prácticas que ha llegado a sufrir por informar sobre ellas: “En mi caso, han llegado a contactar con mi centro de trabajo para acusarme de farsante, o diciendo que he amenazado de muerte a gente que ni conozco mediante llamadas de teléfono anónimas. Por supuesto, cuando me pasaban la llamada, esta se cortaba. Es decir, es una estrategia que busca amedrentarnos, de una u otra forma”.

Para Campos, “resulta incomprensible cómo, con la Ley en la mano, deba ser una asociación o personas a título individual quienes se movilicen frente a estos hechos contrarios a la normativa vigente en materia sanitaria, en lugar de hacerlo las autoridades sanitarias, locales, autonómicas o nacionales competentes al efecto. Una simple búsqueda en internet, un paseo por las calles de cualquier población, revela la cantidad de establecimientos que venden falsos remedios o aplican falsas terapias sin ningún tipo de control. No se esconden, lo hacen de manera reiterada, conocen la normativa, se la saltan sin pudor, con conocimiento de causa en ocasiones, y, aun así, se atreven a denunciar a quienes intentan plantarles cara”.

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2. El Colegio de Médicos de Alicante crea un observatorio de intrusismo y pseudoterapias.

FUENTE: Información

 

 

El Colegio Oficial de Médicos de Alicante (COMA) ha puesto en marcha el ‘Observatorio para combatir el Intrusismo y las Pseudociencias-Pseudoterapias’. Se trata de un grupo de trabajo que tiene como objetivo velar por la seguridad y salud de los ciudadanos, incidiendo en la prevención e información, investigando casos, asesorando a la Junta Directiva del Colegio y promoviendo cuantas acciones considere para lograr sus fines. Lo cuenta Pino Alberola en el diario Información.

Con motivo de su presentación, el COMA ha lanzado el pasado mes de junio la campaña ‘Confía en la Ciencia #Aseguratusalud’ con la que pretende concienciar e informar a la población sobre el peligro de los bulos sobre salud, una amenaza creciente en las redes sociales. La institución colegial recuerda que los médicos están obligados por su Código Deontológico a basar su ejercicio profesional en el conocimiento científico con evidencias contrastadas. Estas terapias/técnicas pseudocientíficas engañosas y productos ‘milagro’ provocan efectos negativos para la salud de los pacientes e, incluso, en algunos casos, la muerte, además del abandono de terapias médicas efectivas.

De igual modo, el intrusismo profesional –además de suponer un problema legal con multas y penas de prisión– tiene consecuencias para los profesionales, para la consideración de la profesión en sí misma, para la calidad de la asistencia/prestaciones y para la seguridad de los ciudadanos, siendo para el Colegio un fin fundamental luchar y evitar el intrusismo. El Observatorio está formado por los doctores José Belda Sanchis (especialista en Oftalmología); Manuel Segura Tripicho (especialista en Traumatología), María Ángeles Medina Martínez y María Almendro Candel (especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria) y Mª Angustias Oliveras Valenzuela (especialista en Psiquiatría).

La presidenta del Colegio, Mª Isabel Moya, recuerda que “desde el ámbito científico, académico, de las administraciones públicas y de las corporaciones médicas reguladas y colegiadas, tenemos la obligación de advertir sobre dichos riesgos y detectar falsas noticias sobre salud, concienciando sobre malas prácticas informativas que puedan suponer un riesgo para la salud de la población”. Este órgano -añade- “asesorará de manera especializada e independiente a la Junta Directiva para poder combatirlas de forma eficaz”.

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3. Los psicólogos españoles se quejan: “todos pueden ser terapeutas”.

FUENTE: Hipertextual

 

 

Ângel Blau, superando el abuso, afrontando la pedofilia y previniendo la pederastia. Este es el lema de la asociación que trabaja con víctimas de abusos sexuales infantiles y pedófilos. La misma que la estudiante de psicología Loola Pérez denunció por promover la pseudociencia para “tratar” a las víctimas y pedófilos. Pérez puso una denuncia ante el Colegio de Psicólogos de Cataluña (COPC) para alertar que la llamada tactoterapia estaba siendo utilizada en este centro. Sin embargo, no hubo consecuencias.

“No tenía mucha esperanza, la verdad”, explicó la psicóloga, porque muchos compañeros le comentaron que los colegios no se toman las pseudoterapias en serio. A pesar de que la pseudociencia puede tener consecuencias muy negativas para el paciente y de que estas prácticas se consideran dentro de la profesión como intrusismo laboral. Lo leemos en el medio digital español Hipertextual, en un artículo firmado por Mónica Redondo.

Por intrusismo se entiende cuando una persona se hace pasar por psicólogo sin serlo, sin tener el título académico. “Es importante combatirlo, porque no sólo afecta a la salud mental de la persona que demanda ayuda psicológica porque la estés engañando. También se produce un descrédito de los profesionales de la psicología que trabajan con toda la titulación y legalidad vigente”, dijo a Hipertextual Vicente Prieto, vocal del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

La polémica de la tactoterapia

En casos como el que denunció Loola Pérez se juntan los dos factores que ponen en peligro la profesión. Por un lado, el intrusismo por parte de la persona que promocionaba la tactoterapia –afirmó ser terapeuta pero no estaba colegiada–. Por otro lado, los riesgos de vender la pseudociencia como tratamiento efectivo. “Es triste porque en la carrera se nos insiste en la importancia de que la psicología sea científica, de que los tratamientos y terapias estén validados. Y de que es muy importante la ética en nuestra profesión... Y luego te das cuenta de que los colegios, que deben velar por nuestra disciplina y profesión, no mueven ficha contra las pseudoterapias y el intrusismo”, denunció Pérez.

La futura psicóloga recordó para Hipertextual que la primera vez que denunció la tactoterapia fue en diciembre de 2020. Decidió dejar de formar parte de la junta directiva del Ângel Blau por promover la pseudociencia. “Se estaba derivando a personas en situaciones vulnerables a pseudoterapias. Estas derivaciones se estaban haciendo por parte de los terapeutas, los cuales forman parte de la misma junta directiva de la asociación. ¡Hasta se estaba publicitando en la misma web de Ângel Blau!”, señaló. El COPC contestó a Loola Pérez el 3 de junio, pero la sexóloga denunció en redes la poca determinación a la hora de condenar la pseudoterapia.

“Si no es por los medios de comunicación y la repercusión que he tenido en redes sociales, me habría sentido muy sola. Denunciar el intrusismo y las pseudoterapias por las vías formales, a las instituciones competentes, me ha hecho sentir muy indefensa. Creo que es un despropósito que el COPC ni siquiera dé un tirón de orejas a Ângel Blau. Más allá de promover las pseudoterapias con víctimas de abuso sexual y personas con pedofilia, recibe dinero público. No hacer nada es una forma de tomarle el pelo a la ciudadanía”.

Los psicólogos están hartos...

Loola Pérez no es la única que tiene la percepción –en su caso lo ha vivido en sus carnes– de que los mecanismos para frenar la pseudociencia y el intrusismo no son suficientes. El psicólogo sanitario Jesús Andrés Molero reivindicó que los organismos que representan a la profesión –los Colegios de Psicólogos de las Comunidades Autónomas– deberían actuar para poner freno a la situación. También admitir de forma contundente que no todo es válido. “Sin embargo, en psicología aún estamos muy lejos de esta posición”, alertó, y “siguen siendo aceptadas terapias que carecen de evidencia científica y modelos que no se sustentan a nivel empírico”.

Por desgracia, ejemplos de pseudoterapias que están aceptadas hay muchas. Molero añadió incluso que cada vez hay más y que una de las más frecuentes son los cursos de fin de semana sobre “gestión emocional” “coaching” o “crecimiento personal”. “De los cuales salen personas que ejercen de forma intrusista y que no tienen ningún tipo de formación científica sobre el comportamiento humano. Es un gran problema”, alertó.

O 'por qué creemos en mierdas'

Ramón Nogueras, psicólogo, divulgador y autor de Por qué creemos en mierdas, coincidió con Molero en los peligros del coaching y agregó que muchas personas se aprovechan del término terapeuta para escapar de las consecuencias del intrusismo laboral en la psicología. “Mientras no pretendas ser psicólogo clínico o sanitario sin serlo, terapeuta es una palabra vacía que no tiene sentido”, apuntó para Hipertextual.

“No tengo conocimiento de que esto tenga unas consecuencias relevantes. Lo último que leí fue que a una terapeuta de constelaciones familiares que afirmaba que la culpa de que tu padre te viole no es suya sino tuya. Por asumir el rol de tu madre en el sistema familiar, le impusieron una multa de 2.000 €, pero no creo que se la pueda inhabilitar para ejercer. Piensa que no hay inspecciones. No se actúa de oficio. Sólo si hay una denuncia se hace algo (quizá)”.

En este sentido, recordó que para la presentación de denuncias, los colegios profesionales son la institución a la que recurren los psicólogos. De nuevo, criticó que en la práctica los colegios no velan por estas cosas. En este contexto, recordó que recientemente un compañero psicólogo recibió dos denuncias deontológicas que pueden acarrear una sanción colegial por declarar que las constelaciones familiares son una pseudociencia –“que lo son”–. “Es más, a menudo los COP ofrecen formación en pseudoterapias, algo que muchos profesionales denunciamos constantemente”, añadió Nogueras.

La publicidad eficaz de las pseudoterapias

La pregunta del millón es: “¿quién regula la mala praxis o el fraude de aquellas personas que ofrecen tratamientos psicológicos o soluciones milagrosas tras un cursillo, o tienen habilidad para atraer a la gente para mejorar su vida, o tras un sufrimiento emocional superado se erigen en maestros o guías de otros, captando a la gente con mensajes atractivos?”. Rosa Ramos Torío, que es la vicesecretaria del Consejo General de la Psicología además de la Coordinadora de la Comisión del Ejercicio privado, Intrusismo y Defensa de la Profesión compartió esta duda con Hipertextual, para la que tiene respuesta. “Nosotros solos no podemos. Necesitamos ayuda de la administración”.

Ramos Torío opinó que los mecanismos de control para las personas que apoyan la pseudociencia son muy escasos, a pesar de que lo considera como un problema de salud pública. Por lo tanto, es la Administración la que tendría que proteger a la población, “porque está en juego la salud mental de las personas”. Por ejemplo, la mayor parte de las ofertas de pseudoterapias se realizan a nivel online y no existe una ley de publicidad sanitaria actualizada. “Que incluya la publicidad de las páginas webs (la actual es del año 1999) que regule que la publicidad de los profesionales sanitarios. Esas otras ofertas fraudulentas no pueden mantenerse impunes”, indicó.

En este contexto, Rosa Ramos Torío reivindicó que los colegios profesionales son de gran ayuda porque ofrecen información a la Administración sobre los requisitos que exigen para estar colegiado. Este mecanismo es clave, continuó, para lograr una diferenciación entre los tratamientos que ofrecen los profesionales sanitarios, avalados por la comunidad científica, y los que se amparan en la terminología de terapeutas sin ninguna titulación académica.

'Terapeuta', el comodín del intrusismo

Ramos Torío reconoció que hay una oferta numerosa de terapeutas que utilizan un lenguaje que confunde a los usuarios, como la ansiedad o el estrés. Aunque no tengan conocimientos de psicología ni la formación necesaria, y cayendo en un caso de intrusismo laboral. En otros casos, sin embargo, esta mala praxis viene dada por parte de una persona formada que centra su terapia en la pseudociencia.

Sea como fuere, estas prácticas han sido denunciadas en más de una ocasión, pero “no siempre ha sido favorable”. Ramos Torío compartió con Hipertextual que el Consejo General de la Psicología recibe una media anual de 300 denuncias contra el intrusismo. En 2020, con motivo de la pandemia, la cifra ha aumentado en un 30 %. “Un porcentaje importante se trataba de personas que no eran psicólogas, y tenían sus consultas online o presenciales sin un registro sanitario para ejercer como tales”, matizó.

No obstante, el problema al que se enfrentan es que en ocasiones los pacientes –y denunciantes– no tienen las pruebas suficientes. “Tampoco los jueces tienen claro cuál es el acto propio del psicólogo”. Por ejemplo, no es extraño ver cómo muchas personas que apoyan la pseudociencia se describen como terapeutas, tal y como apuntaba Ramón Nogueras. Este término puede utilizarse incluso como comodín porque, al no denominarse un psicólogo, no supone un delito de intrusismo laboral. De la misma forma que los coach han encontrado el vacío legal para seguir vendiendo sus terapias.

El 'coaching', ese quebradero de cabeza para los psicólogos

Vicente Prieto, vocal del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, lamentó haber visto un aumento de personas que anuncian en internet las pseudoterapias en tiempos de pandemia. “Hemos vivido una situación con miles de fallecidos, de incertidumbre y de miedo. Ha sido un caldo de cultivo para un aumento de la ayuda psicológica y de la gente que quiere aprovecharse de la necesidad de las personas”, condenó.

Hay muchos términos para intentar convencer a las personas que necesitan ayuda psicológica de que tu “terapia” es la correcta. “Coach experto en la gestión del estrés”, “psicólogo especialista en miedo y ataques de pánico”, o “coach experto en el manejo de la ansiedad”. Con poco ingenio, más de una persona puede caer en las redes de estas personas que pueden acabar provocar incluso un recrudecimiento de los problemas de los pacientes.

No es fácil conseguir que una denuncia por intrusismo laboral y la promoción de las pseudoterapias tenga una consecuencia directa. Pero a veces pasa. Vicente Prieto recordó en entrevista con Hipertextual la queja que presentó el Colegio Oficial de Psicología de Madrid contra la web “Héroes del COVID”. El proyecto prometía ayudar a aquellas personas que necesitaban ayuda psicológica ante la pandemia por la COVID-19. Un total de 83 coaches, la mayoría sin el título de profesional sanitario, prometían combatir la ansiedad y otros problemas derivados del confinamiento, según el comunicado que emitió el COP de Madrid.

En este caso, la denuncia tuvo el efecto esperado y la página se cerró por promover la publicidad engañosa. Pero, tal y como apuntaban los psicólogos, la historia no siempre acaba con un final feliz. En primer lugar, terapeuta se utiliza como un término comodín sin consecuencias pero, además, la psicoterapia no está regulada en España. “Bajo ese paraguas se puede promover publicidad engañosa y se confunde a una parte del público”, criticó Prieto.

El plan del Gobierno

Rosa Ramos Torío reclamaba ayuda por parte de las autoridades para poder combatir el intrusismo en la psicología y la pseudociencia. Al respecto, el Gobierno aprobó en 2018 el Plan para la Protección de la Salud frente a las Pseudoterapias con el objetivo de difundir información veraz y accesible. Con pseudoterapia, la medida confirma que se refiere a toda “sustancia, producto, actividad o servicio con pretendida finalidad sanitaria que no tenga soporte en el conocimiento científico ni evidencia científica que avale su eficacia y su seguridad”. En definitiva, alertar sobre las terapias que no están avaladas por investigadores.

Una de las primeras medidas del plan fue identificar 73 pseudoterapias, entre ellas la terapia regresiva, el feng shui, el tantra, el coaching transformacional y la numerología. También la iridología, el masaje tibetano, el masaje en la energía de los chacras y la terapia biomagnética. Sobre la iniciativa, Ramos Torío enfatizó que el plan todavía no está finalizado y que puede ser de gran ayuda para que al menos la gente sepa qué funciona y tiene un trasfondo científico y que no. Entre otras cosas, por campañas como CoNprueba, un mecanismo para intentar que la ciudadanía tenga un pensamiento crítico en lo que respecta a las pseudoterapias. Sin embargo, tiene muy claras las medidas que son necesarias para que el plan sea efectivo para toda la población.

La pseudociencia y las pseudoterapias tienen implicaciones tanto en la medicina (por ejemplo, las “curas” contra el cáncer) como en las prácticas dentro de la psicología que los psicológicos consultados han condenado. A pesar de ello, uno de los problemas del Plan para la profesión es, según Ramón Nogueras, que “lo primero que hicieron los COP (cuando presentaron la iniciativa) fue inhibirse y poner un comunicado que venía a decir que las pseudoterapias estaban bien si las practicaba un psicólogo”. “De hecho, en 2018 el COP de Cataluña inició una comisión permanente de psicoanálisis, que es una pseudoterapia sin fundamento científico”.

La pandemia lo ha complicado todo

Sin embargo, es un hecho que planes como el lanzado por el Gobierno español ponen sobre la mesa el problema de las pseudociencias y sus peligros. Loola Pérez explicó a Hipertextual su cruzada personal contra la tactoterapia como la forma de ayudar a las víctimas de abuso y pedófilos. El hilo que escribió en Twitter y la difusión de lo que ocurrió hasta que dejó su puesto en la junta directiva de Ângel Blau mostró una parte de la realidad del intrusismo laboral. También cómo algunos psicólogos titulados se ponen del lado de las pseudoterapias.

“El título da tranquilidad a muchas personas, pero a menudo no tienen la formación para saber si lo que ese psicólogo está aplicando es una terapia o una pseudoterapia”. Pérez añadió que lo más peligroso es que los que llaman a la puerta de estos psicólogos (también a la de presuntos terapeutas) están desesperadas y llevan años sufriendo en silencio.

En el caso específico de lo ocurrido en Ângel Blau, el origen de su crisis es el trauma provocado por los abusos que han recibido. O por miedo a ser juzgados. Loola Pérez explicó que las personas con pedofilia tienen mucho miedo a no ser comprendidas y se pueden agarrar a un clavo ardiendo mientras nadie las juzgue. “Son personas vulnerables y hay gente que se aprovecha de ello, cronificando sus síntomas o haciéndole creer que 'llorar' es 'desbloquear cosas'. Hacer llorar a una persona es muy fácil, sugestionarla también. Lo difícil es que pueda recuperarse y que esa recuperación sea real, no un mero placebo”.

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4. La ignorancia como clave de la difusión de las pseudociencias.

FUENTE: Diario Médico

 

 

«No hay espectáculo más terrible que la ignorancia en acción» (Johann W. Goethe). Los últimos meses han sido, digamos, “intensitos” en redes sociales en el terreno de la proliferación de desinformación contra la salud. Una desinformación a sumar a la que ya venía campando tradicionalmente sobre todo tipo de pseudociencias, como cada semana recopilan los “Premios Brandolini”. Así comienza el artículo que ha escrito Emilio J. Molina, vicepresidente de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP), en el Diario Médico.

Alberto Brandolini dejó dicho en 2013 que la energía necesaria para refutar una patraña es, como mínimo, un orden de magnitud superior a la necesaria para crearla. Este principio de asimetría de la estupidez es más patente que nunca en las últimas semanas, donde los focos de producción de pseudociencias (los “por la Verdad”, los “reveldes”, y toda la fauna aullante que se puede encontrar por ahí) parecen jugar a tomar términos al azar que no comprenden ni conocían media hora antes, como el grafeno, y empiezan a combinarlos con las vacunas, para ver qué sale y cómo pueden intentar asustar a las viejas.

Vacunas esterilizantes, vacunas magnéticas, vacunas transgénicas, vacunas “terapia genética”, vacunas ADE, vacunas con chips, vacunas con “cosas”. No deja de sorprender que se preocupen tantísimo sobre lo que llevan estas vacunas, cuya composición está detallada en los prospectos normativos, y no les importe en absoluto aplicar esas suspicacias a, qué sé yo, las hierbas que cualquiera les embuta en infusiones o supuestos “batidos detox”.

En estas semanas, donde incluso me he cruzado ya no con un terraplanista, sino con uno que cree que la tierra tiene forma toroidal, he visto varias veces el argumento de que hay que desconfiar de las vacunas y atender a otras supuestas terapias porque “la ciencia no lo sabe todo”; que no podemos saber los efectos a medio y largo plazo de las mismas y, al mismo tiempo, que en tres meses noséqué porcentaje de los vacunados morirá, y el resto lo hará el año que viene a eso de la hora del té. En definitiva, la falacia ad ignorantiam usada a conveniencia para negar la seguridad de las vacunas y afirmar efectos secundarios arbitrarios.

Evidentemente, la ciencia no lo sabe todo, pero sabe cómo son algunas cosas, y cómo no son otras. Sabe que la homeopatía no puede funcionar, independientemente del color del post-it en el que la prescriban. Sabe que la Tierra tiene forma geoide, y sabe el mecanismo de acción de una cadena de ARN mensajero dentro de nuestras células. Sabe que el problema, más que los raros efectos secundarios graves que se pueden dar a corto plazo y que se estudiarán y mejorarán, es conseguir la virguería técnica de mantener estable una molécula tan precaria el tiempo suficiente para que cumpla su cometido.

El segundo lugar común es el de apelar a “los dogmas de la ciencia”. Que, viniendo de gente que repite como loros los mantras de sus gurús, no deja de ser gracioso, o lo sería si no escondiera un fenómeno tan peligroso, a tenor de la radicalización que están mostrando (y que preveo que antes o después terminará en una desgracia personal, vistos los calificativos de “genocidas” y “asesinos” que están inculcándoles contra el personal sanitario e investigador).

La ciencia trabaja, precisamente, al borde de lo desconocido, siempre con las miras abiertas a lo que se vaya a encontrar en esa frontera. E investigando poniendo a prueba sus hipótesis, no buscando confirmarlas. Haciéndose preguntas honestas, del estilo de “Si me estuviera equivocando en mis hipótesis, ¿cómo podría saberlo?”, no como las tendenciosas de estos grupos conspiranoicos, que bajo la estructura de “¿Sabías que X?”, esconde en su enorme mayoría una X falsa o tergiversada, ante la que no se han tomado la menor molestia de contrastar. Y muchas, puedo asegurarlo, se desmantelan con menos de cinco segundos de búsqueda en un navegador, como la manida supuesta ausencia de autopsias de fallecidos por covid-19.

En resumen, cuando esta gente dice “la ciencia no sabe esto”, a menudo deberían decir “yo no sé esto”, y dejar de proyectar su ignorancia. Pero, como he insistido en esta columna, el problema del afectado por Dunning Kruger es la incompetencia en la constatación de su propia incompetencia. La ciencia no lo sabe todo, pero sabe muchísimas cosas. Y sigue averiguando otras nuevas. Pese a todo, no dejará de haber quien intente usar esa supuesta debilidad como un argumento en contra de sus avances o a favor de todo tipo de supercherías (como el reiki, otra de las que “algún día la ciencia demostrará cómo funciona”, aunque ya haya demostrado que no lo hace).

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5. La nutrición ayurveda sigue estando de moda.

FUENTE: Hipertextual

 

 

El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra e infinitas con la medicina tradicional. No importa lo mucho que digamos que las terapias alternativas, sean de la cultura que sean, están plagadas de pseudociencias. A muchas personas les siguen pareciendo algo interesante para añadir a su estilo de vida. Es el caso de la medicina tradicional india, más conocida como ayurveda, que considera que la salud y la enfermedad resultan de las diferentes combinaciones de tres aspectos de la existencia, bautizados como doshas. Lo cuenta Azucena Martín en Hipertextual.

Afortunadamente, cada vez hay menos personas que siguen esta disciplina en lo que al tratamiento de enfermedades se refiere. Sin embargo, sigue estando muy de moda en el ámbito de la nutrición. Se relaciona con la espiritualidad y el estilo de vida consciente, marcado por otras prácticas, como el yoga o la meditación. Lógicamente, esto no quiere decir que todos los practicantes de yoga lo hagan, ni que esta sea una pseudociencia. Como método de estiramiento de los músculos, o incluso como relajación está bien, el problema viene cuando se le quieren conferir cualidades sanadoras.

Pero, dejando esto a un lado y volviendo al tema de la nutrición, seguir la rama de la ayurveda dedicada a este tema puede conllevar varios peligros. De hecho, ya en 2019, el Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Catalunya se comunicó con el periódico La Vanguardia, para hacer varias correcciones a las declaraciones de la nutricionista Carla Zaplana en una entrevista anterior para ese mismo medio. Varias de estas declaraciones erróneas se basaban precisamente en que estaban fuertemente vinculadas a la nutrición ayurveda. ¿Pero qué dice esta exactamente?

La individualidad que no es individual

La nutrición ayurveda presume de pautar dietas personalizadas para cada persona, según cuáles sean los doshas que predominen en ella: Vata, Pitta o Kapha. Supuestamente el primero, que representa el aire y el éter, engloba a las personas con una gran capacidad de adaptación a los cambios. El segundo, asociado a fuego y agua, es el que contiene a las personalidades más intensas. Y, finalmente, el Kapha, relacionado con agua y tierra, representa la relajación y la estabilidad.

La filosofía ayurveda establece que todos tenemos un poco de cada uno, pero que cada persona tiene más representado uno o, como mucho, una mezcla de dos de ellos. En el caso de la nutrición, las dietas se personalizan en base a la combinación de estas cualidades. Y es aquí donde comienza el problema. Claro que es bueno personalizar las dietas. Pero en base a la actividad física, los objetivos que queramos conseguir y, por supuesto, posibles intolerancias o enfermedades. No en si somos más estables o nos adaptamos bien a los cambios.

Prohibiciones sin sentido

La nutrición ayurveda no sólo establece las dietas según factores irrelevantes. También desaconseja o incluso elimina totalmente alimentos realmente saludables. Por ejemplo, cada dosha tiene verduras y frutas recomendadas y desaconsejadas. Estas últimas, para Vata son las manzanas, el plátano, la granada y la sandía. Los frutos secos no los desaconsejan siempre que se hayan dejado en remojo por la noche. ¿Para qué? No lo aclaran. Para Pitta se debe evitar el limón, la papaya, el mango y algunos frutos secos. Y para Kapha el plátano, los dátiles y las naranjas. Insisten mucho con el consumo de alimentos los más naturales y menos procesados posibles, pero un Kapha no podría ser realfooder, porque se perdería la costumbre de endulzar todo con dátiles.

También se desaconsejan para cada tipo algunos lácteos totalmente saludables, hortalizas o legumbres. Otro dato curioso que demuestra que la nutrición ayurveda no cuenta con ninguna evidencia científica es que se desaconseja beber agua durante las comidas. ¿El motivo? Que supuestamente “se apaga el fuego de la digestión”.

También es importante para ellos comer en silencio. Es cierto que comer lo más relajadamente posible es importante, sobre todo masticar sin prisas. Así nos saciaremos mejor y evitaremos ciertos problemas digestivos. Además de los atragantamientos, claro. Pero comer en calma no implica hacerlo en silencio. De hecho, una charla distendida durante las comidas puede ser muy beneficiosa a muchos niveles. En definitiva, la nutrición ayurveda es como un saco en el que se meten un montón de bolas de muchos colores. Si las rojas tienen premio, al meter la mano puede que saquemos una de ese color y pensemos que es un buen saco. Pero si seguimos mirando veremos que hay otras muchas no premiadas.

Con este tipo de dietas pasa algo similar. Si nos fijamos en que recomiendan el consumo de determinadas verduras y alimentos saludables, podremos pensar que es una buena opción. Pero si seguimos indagando en ella encontraremos un gran número de consejos sin sentido. Un nutricionista, al menos uno que sea buen profesional, jamás recomendaría basar lo que comemos en base a nuestra personalidad. Por eso, si queremos aprender a comer mejor, sólo ellos podrán ayudarnos. Las tradiciones milenarias será mejor dejarlas para las leyendas.

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6. La terapia Gestalt: entre la pseudoterapia, las sectas y la psicología.

FUENTE: Hipertextual

 

 

Hace más de dos años que se aprobó el plan del Gobierno para luchar contra las pseudoterapias. Y más de dos años desde que los profesionales de la psicología entraran en un debate por la posición del Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos. Apoyaba el plan, pero matizaba que algunas pseudoterapias podían tener beneficios contrastados para la salud de los pacientes si las realizaban profesionales de la psicología. Saltaron las alarmas en el sector y, aunque luego se matizaron esas declaraciones para El País, muchos psicólogos pedían una respuesta firme contra la pseudociencia.

Una postura que critican que no se ha tomado y que ha dado pie a que, más de dos años después, se sigan llevando a cabo tratamientos discutidos como la terapia Gestalt. Un enfoque que para algunos tiene puntos interesantes y útiles para los pacientes. Para otros es una pseudoterapia que incluso responde a comportamientos sectarios, según informa Mónica Redondo en Hipertextual.

El Plan para la Protección de la Salud frente a las Pseudoterapias tiene como objetivo informar a la población de las pseudoterapias actuales, para lo que han hecho una lista de las terapias sin evidencia científica. Dentro de esta lista, de más de 100 reconocidas, no se encuentra la terapia Gestalt. Es, sin embargo, un punto de conflicto para los profesionales de la psicología. Definir esta terapia es complicado.

“Es una psicoterapia que tiene como objetivo sobreponerse a ciertos síntomas, permitir llegar a ser más completo y creativamente vivo y liberar de los bloqueos y asuntos inconclusos que disminuyen la satisfacción óptima, la autorrealización y el crecimiento”, definde Wikipedia. O “es una terapia humanista. Centrada en lo que a las personas les sucede y lo que la persona necesita y quiere. Es una terapia experiencial que trabaja con la vivencia del momento presente, en el aquí y ahora”, precisa un centro que ofrece terapia Gestalt.

El 'batiburrillo' de la terapia Gestalt

Para Anastasio Pablo González Báez, psicólogo con habilitación sanitaria y experto en Psicooncología, la Gestalt tiene que entenderse como una pseudoterapia porque tiene muy poca evidencia. “No es psicología porque es una mezcla de técnicas y cualquier persona puede ser terapeuta de Gestalt, desde un profesional de la psicología hasta una persona que ha estudiado ADE”, exc¡plica. “Es un batiburrillo de cosas, como las constelaciones familiares y los eneagramas, que no tienen sentido ninguno”, dijo a Hipertextual.

No es el único psicólogo que alerta sobre la poca evidencia de la terapia Gestalt. Su poco respaldo científico no es una novedad para el sector. Pero eso no ha supuesto hasta ahora un freno para que siga siendo utilizada por los psicólogos. Incluso apoyada por algunos Colegios Oficiales de Psicología. Y, de manera indirecta, por las autoridades sanitarias.

El Institut Gestalt es uno de los centros especializados en España. Situado en el centro de Barcelona, ofrece formaciones y masters específicos sobre esta terapia. El curso básico de Formación en Terapia Gestalt tiene un precio de 2.100 € por año. Pero, tal y como apuntaba González Báez, esta técnica es “un batiburrillo” de pseudociencias. Una de ellas son las constelaciones familiares, incluidas en el registro de pseudoterapias del Ministerio de Sanidad. Otra es el mindfulness y la hipnosis erickosniana, también incluidas en la lista.

Es un centro que promueve las pseudoterapias. Ofrece formaciones, a altos precios, sobre las mismas. Sin embargo, el Institut Gestalt está reconocido y registrado como centro sanitario de psicología clínica por parte del Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya. Por el momento, no hay indicios de que las autoridades sanitarias, tampoco los Colegios Oficiales de Psicólogos, frenen estas prácticas.

“Esa es una parte de las lagunas de la psicoterapia”, aclaró el psicólogo Manuel Pérez, experto en formación y atención en el problema social de los movimientos sectarios y abuso de debilidad. El problema, continuó, es que las fronteras de la psicoterapia no están definidas, así como tampoco lo está la palabra terapia. “Puedes estar en un centro experto en pseudoterapia y puedes darte de alta como centro de psicología clínica”, aclaró.

Una terapia infinita

Si se cumplen las condiciones que impone el Departament de Salut en este caso, así como los mínimos impuestos por el Ministerio de Sanidad, se puede dar de alta como centro sanitario de psicología clínica. “¿Pero luego quién se encarga de vigilar si realmente se realiza psicología clínica en ese centro?”, se pregunta Manuel Pérez. Ahí está el problema.

El psicólogo coincide con Anastasio Pablo González en que la terapia Gestalt es un saco donde van cayendo algunas pseudoterapias. Y la primera señal es la lista de docentes del Institut Gestalt. Una parte importante de las personas que imparte los cursos no son psicólogos. “Se empieza a difuminar qué profesional es el que está formando en terapia Gestalt, y no son profesionales sanitarios”, dijo en entrevista con Hipertextual.

Respecto a la terapia, el psicólogo subrayó que no se puede decir que una persona consiga mejorar su vida con la terapia Gestalt. El sistema es abierto y se incluyen muchas terapias diferentes. “Si hablas con gestaltistas, te dirán que es una forma de vivir”. Pero al final, continuó, lo que se genera es una persona a la que le dices que necesita terapia constantemente.

“Se consigue hacer vulnerable a la persona y hacerle creer que necesita desarrollo personal y consumir terapias. Por eso hay tantos cursos dentro de la terapia Gestalt. Empiezas por una cosa específica y acabas descubriendo que te pasan muchas otras y que necesitas darle vueltas a tu historia para buscar los 'verdaderos' problemas”.

En la página web del Institut Gestalt de Barcelona hay una amplia gama de terapias diferentes, la mayoría de ellas englobadas dentro de la formación en Gestalt. Como puede ser las constelaciones familiares y la hipnosis ericksoniana, ambas incluidas en la lista de pseudoterapias reconocidas por el Ministerio de Sanidad. Otras se encuentran en terapias en evaluación. Con ayuda del psicólogo Manuel Pérez, Hipertextual ha realizado un listado de todas las pseudoterapias o terapias sin evidencia científica que se ofrecen en este centro.

El vacío legal

Sin embargo, el centro sigue estando registrado en el Departament de Salut. Así lo ha confirmado el departamento en un correo electrónico a Hipertextual. “Os informamos que en el Registro de Centros, Servicios y Establecimientos Sanitarios consta inscrito el centro Institut Gestalt, con la oferta asistencial de psicología clínica y psicología sanitaria”.

Asimismo, el Departament de Salut aclaró que las bases generales para la autorización de los centros responden al Real Decreto 1277/2003 y el Decreto 151/2017, en los que se establecen los requisitos y las garantías técnico-sanitarias comunes de los centros y servicios sanitarios. “Queda fuera de la autorización sanitaria de cualquier centro o servicio sanitario toda actividad formativa que se realice ya que esta no forma parte de la oferta asistencial definida en la normativa anteriormente citada”.

La respuesta aclaró que las formaciones o cursos que puedan impartir en centros sanitarios no tiene relación con la oferta asistencial, que es al fin y al cabo la que acredita que el instituto cumple las condiciones para estar reconocido por las autoridades sanitarias como un centro de psicología clínica. Por su parte, el Ministerio de Sanidad aclaró que para considerar a un centro sanitario es necesario responder a un conjunto de acciones de promoción, prevención, diagnóstico o tratamiento dirigidas a fomentar o mejorar la salud de las personas. La autorización, no obstante, es competencia de cada comunidad autónoma.

En este contexto, “aquellas técnicas que se publiciten como sanitarias, no siéndolo porque han sido identificadas como pseudoterapias, siendo estas las sustancia, producto, actividad o servicio con pretendida finalidad sanitaria que no tenga soporte en el conocimiento científico ni evidencia científica que avale su eficacia y su seguridad, no podrán realizarse en centros sanitarios al no ser actividades sanitarias, pudiéndose realizar en centros que no sean sanitarios”. Hipertextual se ha puesto en contacto con el Institut Gestalt para conocer más detalles sobre su oferta formativa pero no ha recibido respuesta.

Cuando la terapia Gestalt tiene toques sectarios

La terapia Gestalt, que para algunas personas no tiene fin, se ha vinculado incluso con comportamientos sectarios. Estos se pueden dar por la implicación vivencial que se da en los retiros a los que acuden muchos de los alumnos que se están formando en terapia Gestalt. Sin embargo, todo depende de la ética de cada instituto y no es una generalización para todas las formaciones de Gestalt.

Para Ana (nombre ficticio), no obstante, fue la sospecha de que se dieran estos comportamientos sectarios lo que provocó que abandonara rápidamente el Máster que estaba cursando en terapia Gestalt. La formación no la inició en el Institut Gestalt de Barcelona, sino en otro parecido de la provincia de Lleida. Ana había acabado la licenciatura de psicopedagogía y le recomendaron el curso de dos años en el que le prometían que saldría siendo terapeuta y con la formación para hacer psicoterapias y abrir una consulta. “Me lo vendieron todo como si fuera oficial y lo quise probar”, recordó para Hipertextual.

Lo que en ese momento no le comentaron a Ana fue que una de las estrategias del curso es que la terapia Gestalt se utiliza con los alumnos que están estudiando el Máster. Sin ella quererlo, pasó de estudiante a paciente y a hacer actividades como la biodanza. “Nos dijeron que nos iban a poner música y que teníamos que bailar y expresarnos con nuestro cuerpo”, explicó. También animaban a los alumnos a tocarse entre ellos. Ana ya se mostró reticente a realizar estas actividades que poco tenían que ver con el Máster que ella imaginaba. La situación empeoró con los días.

Traspasando una fina línea

Otra de las prácticas tenía como objetivo romper barreras físicas. La mujer que llevaba el curso dividió al grupo en parejas, supuestamente antagónicas en su forma de ser. A Ana le tocó con un compañero de cerca de 60 años, y ella tenía 24. “Nos teníamos que tirar en el suelo y la otra persona podía tocarnos donde quisiera, por todos lados. Porque teníamos que aprender que nosotros teníamos muchos tabús a nivel sexual y barreras psicológicas y las teníamos que romper. Decía que la sexualidad hay que vivirla de manera natural y para eso tenía que estirarme para que un tío de 60 me tocara la parte del cuerpo que quisiera. Este era el nivel”.

Ana se negó a realizar esta actividad, así como otras en las que no veía ningún aprendizaje detrás. La presión para que continuara con el curso era brutal. La señora que llevaba el Máster “me machacaba a nivel psicológico y me decía que tenía muchos problemas sexuales y bloqueos”, recordó Ana. Esto lo decía delante de toda la clase para exponerla ante sus compañeros. La intención era hacerle creer que tenía un problema y que la terapia Gestalt podía ayudarla. “Si hubiera sido una persona más vulnerable o que está pasando por un mal momento, me podría haber machacado y hacerme creer de verdad que tenía un problema”. Por suerte, no fue así.

Ana abandonó el Máster en terapia Gestalt pocos días después de empezar. Lo que había vivido hasta ese momento fue razón suficiente pero la gota que colmó el vaso fue la masterclass de una supuesta eminencia dentro del mundo del Gestalt. “Nos dijo que íbamos hacer unas colonias durante semana y que teníamos que firmar un acuerdo de confidencialidad conforme no podíamos decir nada de lo que hiciéramos allí porque legalmente no podíamos decir nada”, alertó Ana. Las sospechas ya eran muchas y, además, Ana notó que muchos aspectos de la formación estaban encarados en la sexualidad. “En ocasiones parecía una secta sexual, me pareció muy peligroso y lo dejé”.

No todos se fueron a tiempo

No en todos los casos se deja a tiempo. Otra persona afectada por las terapias de Gestalt que prefiere mantener su nombre en el anonimato se gastó cerca de 24.000 euros en los años que invirtió en las terapias. Lo que empezó como un problema de ansiedad que provocaba ataques de pánico se convirtió en una terapia sin fin. Decenas de tratamientos diferentes que tampoco consiguieron una mejora significativa. En su caso, la terapia Gestalt fue recomendada por su psicólogo.

También fue víctima de comportamientos que tienen paralelismos con el funcionamiento de algunas sectas, tal y como apuntó Ana. También confirmó lo que los psicólogos alertaron: que la mayoría de terapeutas que llevan a cabo las formaciones en Gestalt no tienen la formación psicológica necesaria. Él mismo, después de años de terapia, se convirtió en formador sin ser profesional en este ámbito. Esta estrategia, explicó, es muy utilizada dentro de grupos que pueden tener toques sectarios porque la persona se siente muy empoderada al poder formar parte activa de la terapia y convertirse en formador. Es una buena manera, además, de retener a las personas para que no abandonen la terapia.

Entre la pseudoterapia y el código deontológico

Para algunas personas, sus experiencias con terapias como la Gestalt han sido muy malas. A otras les ha funcionado. El problema es que es difícil determinar qué puede funcionar o no. Es actualmente un tema escabroso dentro de la comunidad psicológica. Tanto Manuel Pérez como Anastasio Pablo González Báez tienen una posición firme contra las pseudoterapias y sobre las finas líneas de la psicoterapia. Opinan que los psicólogos deben desacreditar todas aquellas prácticas que no tengan evidencia científica. Así lo estipula también su código deontológico: “No utilizará medios o procedimientos que no se hallen suficientemente contrastados, dentro de los límites del conocimiento científico vigente. En el caso de investigaciones para poner a prueba técnicas o instrumentos nuevos, todavía no contrastados, lo hará saber así a sus clientes antes de su utilización”.

A pesar del artículo del código, algunos colegios de psicólogos incluyen comisiones o grupos que se componen de pseudoterapias como las constelaciones familiares. Es el caso del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, que cuenta con un grupo de trabajo de esta pseudoterapia. O la Comisión de Gestalt del Ilustre Colegio Oficial de Psicólogos de Santa Cruz de Tenerife.

“El problema es que muchos colegios apoyan la terapia Gestalt a pesar de que no tiene evidencia. Pero en el listado de pseudoterapias te encuentras que el resultado es que no se prohíben, sino que se desaconsejan su uso por falta de evidencia. Seguimos con la puerta abierta”, condenó González Báez. Es un debate complicado. Algunos psicólogos que han preferido mantener su nombre en el anonimato justifican que la psicoterapia no puede basarse en las mismas garantías científicas que un medicamento. Porque los resultados de muchas terapias son subjetivos y es difícil medir su eficacia.

El problema de la lista de las pseudoterapias

Sobre este tema opinó Mónica Pereira, psicóloga experta en urgencias y emergencias, que recalcó que cuando salió la lista del Ministerio, dentro de la campaña #CoNprueba, se incluyeron como pseudoterapias algunas técnicas que sí tenían aval científico y habían dado buenos resultados. “No tengo tan claro quiénes son las personas que han hecho ese listado de pseudoterapias, en qué se han basado para decir que lo son”, dijo a Hipertextual.

El problema, subrayó, no es que exista esta lista –fue una decisión aplaudida por una mayoría de psicólogos– sino que no se detallen las investigaciones que han llevado a cabo para determinar qué es una pseudoterapia. “De la misma manera que me piden que trabaje con una terapia basada en la investigación y en la evidencia, si me hacen una lista que se base en lo mismo”.

Más allá de la lista, Pereira coincidió en que un factor clave dentro de muchas terapias es la persona que la utiliza para ayudar a un paciente. La psicóloga afirmó que hay aspectos de la terapia Gestalt que son interesantes y que pueden ayudar a muchas personas, siempre y cuando lo realiza un profesional con ética y formación. “Hay que tener en cuenta que pueden venir personas muy vulnerables, la gente se pone en nuestras manos y tenemos que tener las líneas éticas muy definidas para no victimizar a la persona”.

Manuel Pérez concluyó que el último perjudicado de esta situación es la psicología porque no se establecen bien los lindes y mucha gente no sabe bien qué es un psicólogo. “Los ciudadanos tienen derecho a ir un lugar y que se le informe de lo que harán con ellos”, subrayó. También tener las garantías de que el profesional utilizará la terapia indicada. Para Pérez, el problema de las pseudoterapias “es una cuestión de salud, y nosotros tenemos que ofrecer marcos responsables, porque los únicos perjudicados van a ser los pacientes, y en algunos casos mucho”.

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7. La Bioneuroemoción niega la existencia de las enfermedades y aleja de la medicina.

FUENTE: Maldita Ciencia

 

 

En Maldita.es ya os hablamos de la biodescodificación, una peligrosa pseudoterapia de carácter sectario que culpa al enfermo de sus propias patologías, y de una de las corrientes pseudocientíficas que la precedió y de la que derivan varios de sus postulados, la Nueva Medicina Germánica. En la actualidad, hay quienes han seguido ‘alimentando’ y haciendo crecer el ‘movimiento’ a través de nuevas (aunque falsas) premisas hasta llegar a lo que se conoce como bioneuroemoción, otro pseudotratamiento sin base científica por el que nos habéis preguntado.

Según sus adeptos, mientras que la biodescodificación utiliza una perspectiva biológica (por ejemplo, sostiene que el origen del cáncer sería la consecuencia de un shock emocional sin resolver), la bioneuroemoción se basa en un “paradigma holístico”. Con este concepto se refieren a una visión de la ‘salud’ completa, en su conjunto, desde todos los ámbitos. Esta tendría en cuenta “los múltiples factores que intervienen en el bienestar emocional y la salud de cada individuo”.

Sin embargo, a pesar de sus ofertas prometedoras y ejemplos de supuestas curaciones mágicas y como sucede con sus antecesoras, “no tiene ni una sola publicación con evidencias científicas”. Así lo refleja la Organización Médica Colegial de España del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM).

¿Cómo o de dónde surge la bioneuroemoción?

La bioneuroemoción fue propuesta y registrada por Enric Corbera, ingeniero técnico industrial, naturópata y licenciado en psicología, según la página web del instituto que fundó bajo su propio nombre. Se trata de una ‘evolución’ de la biodescodificación y de la Nueva Medicina Germánica, formulada en 1978 por el médico inhabilitado Ryke Geerd Hamer que, además, pasó por la cárcel por ejercicio ilegal de la medicina. De hecho, mantiene con ambas muchas características comunes. En especial, la inexistencia de las enfermedades como tal.

Como cuenta a Maldita.es Emilio Molina Cazorla, vocal de la Red de prevención del sectarismo y abuso de la debilidad (RedUNE), vicepresidente de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) y maldito que nos ha prestado sus superpoderes, antes de empezar con la biodescodificación, Corbera ya tenía un grupo de naturopatía donde contraponía a sus adeptos contra la quimioterapia e incluso lo autodenominaba ‘secta buena’.

“Entre otras cosas, difundía (y sigue haciéndolo) el libro Un curso de milagros. Sólo meternos en él y en sus implicaciones ya es toda una odisea, pero podemos entenderlo como una corriente doctrinal que defiende que la mente crea literalmente la realidad. Es un libro muy usado en grupos coercitivos como desestabilizador psicológico de cara a implantar la doctrina del líder”, cuenta Molina. “Lo que hace Corbera con su bioneuroemoción es, básicamente, reinterpretar la biodescodificación desde el punto de vista de este libro, subiendo la apuesta de sus predecesoras a que ‘toda desavenencia que te ocurre en la vida, ya sea la enfermedad o de otro tipo, es el resultado de un conflicto emocional no resuelto que tu mente ha creado para llamarte la atención sobre él’”.

¿Qué diferencias existen entre la biodescodificación y la bioneuroemoción?

Como decíamos, la premisa de la Nueva Medicina Germánica es que “el cáncer tiene su origen en un shock emocional”. La biodescodificación amplía este falso postulado: de referirse a un tumor a todas las enfermedades. Según Molina, la biodescodificación utiliza una mezcla de conceptos de genética y biología muy distorsionados, extreman la psicosomática (interrelaciones de la mente y el cuerpo) para proponer que los conflictos emocionales se “codifican” biológicamente en nuestras células y, si no los resolvemos, se manifiestan biológicamente como enfermedades.

Según la página web del Enric Corbera Institute, tanto la biodescodificación como la bioneuroemoción son métodos de consulta (evitan llamarlo terapia) orientados a aumentar el bienestar físico y emocional. Su punto en común sería que “ambos utilizan la indagación con el objetivo de identificar el origen de los conflictos emocionales y ayudan a comprender la relación y la influencia directa que existe entre las emociones y la salud”. Es decir, proponen que no existen las enfermedades en sí mismas, sino que son la consecuencia de traumas y situaciones emocionales sin resolver y que, llegando a ellas, los síntomas desaparecerán.

La diferencia entre ambas, por tanto, es el contexto que tienen en cuenta para realizar el ‘diagnóstico’: mientras que la biodescodificación tiene en cuenta “la sintomatología y los datos que aporta el árbol genealógico” (lo que denomina perspectiva biológica), la bioneuroemoción “utiliza toda la información que manifiesta la persona en su vida y en su discurso”. Sostiene que las patologías son una expresión del inconsciente a través del cuerpo que nos muestra claramente cuál es el conflicto que vive en su interior y que pide una solución. De ahí su distinción entre “mente consciente” y “todo lo que está por debajo (la sombra)”, como menciona este vídeo del Instituto.

“Desde este punto de vista, la aparición de las enfermedades es la que posibilita que se puedan solucionar conflictos que de otro modo permanecerían ocultos y no podrían sanarse o solucionarse, por lo que bastaría con ‘tomar consciencia’ de dichos conflictos para corregirlas”, expone el CGCOM, quien aclara que en realidad no es “ni mucho menos una terapia complementaria” sino que “realmente es una pseudoterapia alternativa que ha hecho dejar o no iniciar muchos tratamientos oncológicos a pacientes con posibilidades de curación con la medicina actual. También ha creado falsas expectativas a pacientes que no responden a las terapias oncológicas”.

“Se puede considerar que los tipos de riesgos de la bioneuroemoción son los mismos que los de las biodescodificación, pero la primera alberga un abanico más amplio de corrientes de pensamiento a modo de señuelos en los que el adepto puede picar”, incide Molina. Tanto la detección como la puesta en marcha de un tratamiento precoz son factores importantes en la práctica totalidad de las enfermedades. Ambos ofrecen la posibilidad de tratar una patología en fase asintomática o la intervención sobre los factores de riesgo antes de la aparición de los síntomas clínicos, lo que ofrece mayor oportunidad de curación que tras la manifestación de la enfermedad.

Para Mercedes Cimas, psicóloga, miembro del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias, la consecuencia más grave de pseudoterapias como las comentadas es la mera posibilidad de dejar de recibir o abandonar tratamientos eficaces, comprobados científicamente. “Imagina que te detectan un cáncer y alguien o algo te promete curarlo solo trabajando tus emociones inconscientes, ¿para qué optarías por la quimioterapia? Otro ejemplo: que tienes un hijo con algún tipo de Trastorno del Espectro Autista (TEA) y no recibe desde pequeño atención temprana: esto marcaría drásticamente su vida futura”, advierte la experta.

Si, como primera opción, se opta por este tipo de engaños pseudoterapéuticos sin evidencias, se retrasa el comienzo de un tratamiento verdaderamente eficaz, lo que, probablemente, termine por agravar la situación. En ocasiones, cuando el paciente se ve obligado a recurrir a terapias médicas eficaces, ya no hay una posible vuelta atrás. “Perder un tiempo precioso en estas pseudoterapias me parece muy peligroso”, incide la experta. En España, por ejemplo, el caso más famoso a raíz de la aplicación de la bioneuroemoción es el de Maribel Candelas, valenciana enferma de cáncer que colaboraba asiduamente en las charlas de Corbera y que murió por abandono de tratamiento oncológico en 2015.

En ese momento, la organización de Corbera eliminó todos los vídeos en los que aparecía el relato de Maribel. Una práctica que ayudó a adoctrinarla fue la ‘Cuarentena’. Según sus seguidores, y resaltando los abusos de terminología cuántica que señala Alberto Nájera, del área de Radiología y Medicina Física del Departamento de Ciencias Médicas de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) en el blog de la propia universidad, esta es “la forma de renovar las conexiones neuronales para cambiar el campo cuántico que ‘nos’ rodea”.

“Esa cuarentena consiste en alejarse de la familia y amigos, en aislarse para que cualquier enfermedad, incluido el cáncer, fruto del conflicto emocional del entorno, pueda curarse por sí solo. Es terrorífico. Es tal el despropósito que en algunos vídeos el propio Enric sugiere el divorcio de una pareja en caso de cáncer de mama porque podría ser ésta la causa de la enfermedad”, señala Nájera en el texto.

Pseudociencias y comportamientos sectarios

La forma de curar síntomas y dolencias según la bioneuroemoción, como decimos, consiste en sacar a la superficie emociones ocultas e inconscientes que ni el propio sujeto conoce. Según la psicóloga, esto lleva incluso a ‘crear’ memorias falsas y sentimientos hacia ellas. El resultado suele ser que, además de seguir enfermo, aparecen problemas emocionales que los administradores de esta pseudoterapia crean “para poder curar”. “Es todo muy lucrativo”, señala Cimas.

Además, como puede comprobarse en el caso de Maribel Candelas, el contexto que rodea a la biodescodificación está muy relacionado con la familia. En palabras de Cimas, quienes la administran ofrecen o persuaden de que, para la curación, es necesario alejarte de tus seres queridos padres, madres, hermanos. Uno de los problemas sectarios fundamentales de estas pseudoterapias, según explicaba Molina a Maldita.es, es la reforma de la cosmovisión del individuo: cómo le hace creer que funciona la biología, la psicología e incluso otros fenómenos como las relaciones sociales interpersonales, sobre todo las familiares.

Esto, señalaba Molina al hablar de la biodescodificación, da lugar al fenómeno de “luna de miel”: “La persona cree haber entendido una realidad fundamental de la naturaleza que le otorga el control y poder sobre su salud y la de sus allegados, por lo que es muy común que bombardee a los mismos con todas las afirmaciones que ‘ha descubierto’”. Por otro lado, en combinación con la iatrogenia (daño) psicológica que causa el pensar que los problemas de salud han sido causados por desavenencias con esa misma gente, hace que sea muy fácil generar una fractura emocional con ellos.

Molina continúa explicando que, una vez se ha alejado a los seres queridos (bien por ese bombardeo de captación con un lenguaje y términos extraños, bien por considerarles directamente culpables de sus problemas), el adepto se aleja de aquellos quienes podrían inducirle a pensar de una forma más crítica: “Deja de tener a su alrededor a la gente que podría hacer que se plantease dudas sobre esta propuesta, quedando abocado de forma más intensa a la doctrina del grupo, que ya le habrá inducido previamente a hacerle pensar que otros no están lo suficientemente ‘despiertos’ para entender el ‘cambio de paradigma’, que son gente tóxica que le impedirá prosperar, etc.”.

“A menudo vemos familiares que piden ayuda porque sus hijos, hermanos o padres les dejan casi de hablar para ‘sanarse’. Los ‘pacientes’ se van alejando cada vez más de la familia y acercando a la comunidad biodescodificación (o bioneuroemoción). Es todo muy sectario”, afirma Cimas. Existe la creencia de que hay un conflicto entre la libertad de elección de un tratamiento médico y la eliminación de pseudoterapias, pero no es cierto. Según el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, toda persona tiene derecho a la asistencia médica.

“Mentir a los enfermos para venderles productos inservibles que pueden matarlos incumple el derecho de los ciudadanos a recibir información veraz sobre su salud. Así que, aunque un ciudadano tiene derecho a renunciar a un tratamiento médico estando correctamente informado, también es cierto que nadie tiene derecho a mentirle para obtener lucro económico a costa de su vida”, expone un manifiesto internacional contra las pseudoterapias, firmado por más de 2.750 científicos de 44 países (entre ellos, 1.112 españoles). Concluye así: “Sólo en un mundo donde consideráramos que mentir a un enfermo para obtener su dinero fuera ético, podríamos permitir que se siguiera vendiendo homeopatía —o cualquier otra pseudoterapia— a los ciudadanos”.

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8. La terapia de ensueño dirigido y la exploración de la mente.

FUENTE: Vice España

 

 

Dicen que los sueños son poderosos. En algunas culturas indígenas, la palabra que designa al chamán significa “el que sueña”, mientras que la palabra sueño hace referencia al “viaje del alma”. A través de los sueños somos capaces de embarcarnos en un tránsito profundo que nos brinda información. Soñar es, entonces, una forma de explorar nuestra mente. Así comienza un artículo de Paloma Navarro Nicoletti en la edición española de Vice. Lo reproducimos tal como ha sido publicado, como apología y difusión de una supuesta terapia eficaz.

Hace poco me topé con la siguiente información: la terapia de Ensueño Dirigido. Una serie de sesiones en las que pude trabajar, junto a una persona, sobre aspectos específicos de mi inconsciente que me ayudaron a encontrar algunas respuestas referidas a mis deseos. La primera persona que habló de Ensueño Dirigido fue Robert Desoille en Francia alrededor de 1930. Él mismo fundó el método psicoterapéutico denominado sueño despierto dirigido. Este se basaba en acceder al inconsciente a través de lo imaginario, donde el paciente era capaz de conocerse mejor y resolver una serie de conflictos profundos, dentro de un estado de sueño, pero de manera consciente.

Este método ha sido aplicado, perfeccionado y ampliado por otros especialistas durante muchísimo tiempo. Una de las escuelas que representan el Ensueño Dirigido es la Fundación de Columbia, creada por Alejandro Comotti. Mercedes Frei se formó con él y fue la persona que me supo guiar en esta experiencia. Ella es counselor y llegó a Alejandro a través de la búsqueda de profundización en el lenguaje y simbología del inconsciente.

Quedamos para conectarnos vía Zoom para la primera sesión. Allí me contó que la oportunidad del ensueño se asemeja a un ritual vivo que dinamiza la memoria, habla de valores, sublima emociones y modifica conductas; rehabilitando la sensación de bienestar. “Vos estás consciente, tenés el control de tu cuerpo y de lo que está sucediendo, tenés voluntad dentro del sueño, pero entrás en el sueño onírico”.

¿Cómo es el método del Ensueño dirigido?

Durante la primera sesión Mercedes me hizo una serie de preguntas sobre mi familia, sobre los valores que destaco, sobre mis primeros años de vida y los cambios más grandes que transité. Luego llegó la sesión del ensueño, “después del ensueño podés tener muchas emociones a flor de piel, angustias, enojos, momentos de liberación”, me aclaró antes de comenzar.

Primer momento: La formación del cuento. Me acuesto con los ojos tapados y comenzamos con un ejercicio de relajación. Tengo las palmas de las manos mirando hacia arriba, al costado del cuerpo, mis huesos se aflojan y concentro mi atención en la temperatura del aire. “Te voy a pedir que te imagines una escalera desconocida que desciende, ni bien la veas decime qué sucede ¿Cómo es? ¿Estás ahí?”

Siento que mi mente entra a otra dimensión. Veo una escalera de metal, gris, que hace sonido cada vez que piso cada uno de los escalones. “Continúa bajando, fíjate a dónde te lleva. ¿Podés ir bajando escalón por escalón?”. “Sí. Termina en un parque”. En ese momento hablamos del parque, de lo verde que es, del pasto recién cortado, de los pocos árboles que hay.

Mercedes me pide que continúe bajando por la escalera, me pide que descienda un nivel más. Inmediatamente, en mi imaginación, se transforma en una caracol que llega a un sótano. Se lo describo, le digo que tiene cuadros en el piso, una cocina chiquita. Ella me pide que lo recorra, que le cuente qué sensación me da estar ahí. “Por momentos me quiero ir”, le digo mientras continúo con los ojos cerrados y me da frío en el cuerpo. Ella me dice que puedo transformarlo a mi gusto, que puedo modificar lo que quiera dentro de ese espacio.

Encuentro una ventana donde entra luz, cambio las cosas de lugar, le comento que la ventana da al patio que vi antes y que ahora lo siento más hospitalario. Saco los cuadros, los pongo en un rincón y armo mi estudio, pongo una mesa para escribir; es un escritorio que mira a la ventana. Pongo plantas, le agrego calefacción que no tenía, me siento en un sillón que ubico en frente con una manta encima de mis piernas.

“¿Cómo lo sentís? Tomá una foto de esta situación, el sillón, la estufa, la manta, esta foto se achica hasta que se guarda en un punto en tu memoria. ¿Qué nombre le pondrías a este cuento?”. “Hogar”. Vuelvo a tomar conciencia de mi respiración y mi postura. Entre tantas posibilidades existentes, incluso más lindas, mi cabeza eligió algo a lo que aún hoy me cuesta encontrarle una explicación.

Durante los siguientes días recuerdo ese lugar varias veces. La facultad de imaginar es algo que tenemos todos desde niños y existe como condición de ser humano, a veces la entrenamos más y a veces menos. Es por eso que intento recordar cada movimiento que hice y le mencioné a Mercedes mientras estaba en el ensueño. Quizás parte de mis preguntas actuales tienen que ver con ese mundo imaginario que había aparecido en ese instante.

Segunda parte: El proceso. Para la segunda parte Mercedes me aclara que a veces las emociones no aparecen durante el ensueño pero sí durante el procesamiento de este, que es donde desmenuzamos el cuento, donde las imágenes comienzan a tomar forma y donde pueden aparecer duelos, momentos de mi infancia y temas vinculares. Este proceso es largo, puede durar un mes, dos meses o un año.

Durante la segunda sesión ella me lee en voz alta todo lo que le conté sobre mi ensueño, me pregunta si recuerdo algo y relata el diálogo que tuvimos mientras yo tenía los ojos tapados aquel día, con sus preguntas y mis respuestas. Mientras ella lee el material empiezo a recordar algunas cosas, me doy cuenta que no recordaba la primera escalera y me sorprendo por haber narrado espacios tan diversos. Continuamos con la narración, desglosando cada palabra y cada escena. Esta vez nos centramos en las sensaciones que me dieron ciertos objetos y espacios: el metal, el sótano, los cuadros en el piso.

Poco a poco encuentro respuestas en algunos recuerdos de mi niñez y adolescencia. Retomamos la sensación de huida, de no querer estar en un sitio. Volvemos a mis mudanzas, a las cajas que quedaron sin abrir durante meses en casas por las que pasé. A mi sensación de no pertenecer a ningún lugar. Mercedes destaca el valor que le doy al sótano y los cambios que he hecho para que ese lugar sea habitable. ¿Podés resumir esta experiencia en una frase? “Creo que estoy aprendiendo a conocer dónde quiero estar”.

Con el correr de los días esta frase se me queda grabada en la cabeza. La retomo en escenarios posibles con personas que me encuentro y la busco en sueños mientras duermo en profundidad. Con Mercedes nos encontramos una sesión más, aparecieron aún más momentos y recuerdos dentro de ese sótano, donde dignificamos los espacios y rememoramos lo simbólico de cada objeto que se presenta. Como si fuese un viaje en el que soñé despierta, el cuento y las imágenes movieron partes de mi mente que tenía abandonadas y están presentes aun hoy en un idioma que trasciende lo desconocido, pero con más liviandad.

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9. El camino de una joven argentina hacia su “reinvención” en la Nueva Era.

FUENTE: La Nación

 

 

Reiki, limpieza de memoria celular, cuencos sanadores, biodescodificación, reflexología, meditación, detox nutricional, carta natal y revolución solar, constelaciones familiares y yoga. Todas las herramientas que había encontrado a su paso, fueron objeto de estudio y de experimentación personal para Virginia Solia en aquella época. Sentía que había tocado fondo y necesitaba encontrar una solución al malestar que le oprimía el pecho y no la dejaba respirar. Tenía entonces 33 años y, aunque era realmente una mujer joven y vital, sentía que estaba a punto de explotar, según cuenta Jimena Barrionuevo en el diario argentino La Nación.

Criada en la localidad de Morón, en la provincia de Buenos Aires, se había casado a los 23 y pronto fue mamá. Tuvo a Mateo (23) y a Delfi (21), y cinco años más tarde, junto a su pareja decidió poner fin al vínculo y cada uno tomó caminos separados. “Siempre había trabajado en relación de dependencia pero, cuando nació mi hijo mayor, decidí armar mi propio emprendimiento de regalos empresariales. Fue todo un vértigo, porque Mateo era muy chico y yo hacía todo: atendía el teléfono, hacía las entregas, iba a cobrar, preparaba los regalos y a veces el bebé era parte de toda esa locura. Pasaron los años, mi empresa seguía creciendo, yo ya tenía dos niños pequeños, una casa grande, un divorcio reciente y mucho conflicto familiar. Dormía poco, y mi humor no era el mejor. Sentía que algo tenía que hacer, pero no sabía qué. Tenía miedo de caer en manos de gente que no me ayudara de buena fe. En esas épocas, no se hablaba tanto de terapias alternativas. Hasta llegué a tomar psicofármacos durante seis meses para sentirme mejor: no podía bajar los brazos ni mucho menos deprimirme”.

Pero la realidad era que Virginia estaba cada vez más angustiada. Se levantaba temprano, cerca de las 6 a.m., porque primero salía a correr. Era el único momento libre de su día y no quería resignar el cable a tierra que tenía. Luego despertaba a sus hijos, los llevaba al jardín, volvía a trabajar (en esa época había montado una oficina en su casa para poder estar con ellos), a la tarde los iba a buscar, y pasaban el resto del día juntos. Solían dibujar, cocinar, salir a andar en bicicleta y todas las cosas que la conectaban con sus hijos desde lo lúdico. Por las noches se acostaban temprano para reponer un poco de energías.

Había hecho deporte toda su vida, pero con el divorcio reciente, incrementó la frecuencia con la que se ejercitaba. De hecho, la actividad física se había convertido en su vía de escape. Estuvo varios años sola, tratando de acompañar a sus hijos, que eran muy pequeños. Se refugió en el running, luego comenzó a hacer triatlón –la disciplina que combina natación, running y ciclismo–, y hasta llegó a competir en un Ironman en Brasil. “Cuando mis hijos se iban con su papá, lo único que quería era llorar. Los veía muy pequeños y vulnerables para tener que estar yendo de una casa a otra. Y la verdad que salir a correr, sentir ese aire en mi cara y levantar mi mirada, me ayudó a salir adelante. Pasó el tiempo y me animé a inscribirme en alguna que otra carrera. Siempre fue un entrenamiento amateur y solo corría para sentir esa sensación de atravesar el arco de llegada en las carreras que me iba anotando”.

Llegó un momento en que Virginia comenzó a sentir que ya no disfrutaba sus comidas preferidas, salía a correr y volvía rápido para seguir haciendo tareas, realizaba alguna actividad y ya estaba pensando en lo que tenía que hacer luego. Era una máquina de criar hijos y trabajar. El gran detonante fue un día que su hija pequeña dijo: “mamá siempre está apurada. Siempre hace todo corriendo”. Esas palabras estallaron en los oídos de Virginia, su pequeña hija había expresado lo que ella misma estaba comenzando a experimentar. Y en ese instante empezó la paradoja de “correr” para relajarse y dejar de “correr” para conectarse con sus hijos y su entorno.

“Pensaron que estaba en una secta”

Como supo más adelante, el encuentro con las herramientas que la ayudaron a salir adelante sucedió cuando ella estuvo realmente lista para comenzar su proceso de cambio hacia una vida de calidad. Fue en ese contexto que conoció el Reiki, más adelante las constelaciones familiares y luego se aferró a la práctica del yoga. “Mi familia pensó que había entrado en una secta. Son bastante religiosos, y creo que en mi caso me tocó encontrarme con generaciones que consideraban extraño a lo diferente. Pero sobre todo, porque cuando comencé a ver los cambios que generaba en mí, trataba de invitar a todos para que se animaran a descubrir estas herramientas. Me la pasaba hablando de las cosas que estaba transitando, luego comencé un curso para poder ser yo facilitadora y ayudar a otros. Viajé varias veces con un grupo a Córdoba a meditar. En fin, todo lo que se me iba presentado lo tomaba. Estaba deslumbrada con los resultados. Pero mi familia todavía no estaba lista para aceptar mi nueva realidad. Yo seguí en mi búsqueda. Comencé a estar menos reactiva, más serena, más alegre, menos jueza de los defectos ajenos. Y aprendí que todo cambio comienza por uno y no por el otro. Y creo que lo más importante fue descubrir que las situaciones desfavorables llegan a nosotros para enseñarnos algo”.

De todos modos, el proceso le costó largas horas de llanto, descubrimientos de sus propias sombras, decepciones del entorno y planteos fuertes que jamás hubiera imaginado. “Llegó un momento que era tanto lo que estaba mezclando que un día mi profesor de yoga me dijo dejá de hacer shopping espiritual y profundizá en aquello con lo que te sientas más identificada. Ese comentario me dejó helada, porque estaba volviendo al comienzo: muchas cosas, falta de disfrute y de introspección. Valga la comparación, para sacar agua cristalina de un pozo, hay que ahondar profundo, y no hacer pocitos por todos lados. Descubrir uno y llegar bien hondo. Lo mismo pasa en la vida”.

Un camino seguro

Decidió entonces priorizar lo que la hacía sentir plena: el yoga, el reiki y las constelaciones familiares fueron los recursos de los que se valió para, una vez más, tomar el rumbo de su vida. De a poco todo se fue acomodando. Y aquellas experiencias que había vivido como terribles pronto comenzaron a adquirir nuevo significado. Como cuando se divorció y creyó que era lo peor que le había pasado. “Pensé que era lo peor que podría haberme ocurrido, pero gracias a la nueva mirada más esclarecedora que vino luego, entendí que por algo había sucedido eso. Simplemente porque era lo mejor para todos y porque la vida me estaba preparando una sorpresa tan grata que en ese momento jamás hubiese imaginado”.

En 2003 conoció a Eduardo, su actual esposo, y en 2005 se casaron, aunque ella había jurado que jamás volvería a formar pareja. “Pero Edu me hizo ver la vida desde otro lugar. Lo que comenzó siendo como una amistad muy fresca, y confidente se transformó en un gran amor. Y de esa unión llegaron Facu (15) y Caro (11). Pudimos ensamblar las familias con muchas tormentas en el medio, mechando con diálogos, escucha atenta de cada hijo, confrontaciones, vacaciones buenas y otras no tanto… en fin. ¡La vida misma!”.

Virginia asegura que hoy vive en paz, aunque con inquietudes que la impulsan para seguir creciendo desde su interior. Sabe que su camino durará toda la vida y siente que sus experiencias y aprendizajes le han servido como una gran “lupa” para ver dónde pisa y con quién se relaciona. “Cuando nos animamos a usar las herramientas de las que disponemos con consciencia, empiezan a quedar situaciones, personas, lugares, trabajos en el camino. Desarrollamos nuestra intuición, nuestra mirada más benevolente y comprensiva hacia la gente. Por mi parte, yo aprendí a soltar lo que ya no va, a respetar al otro y su momento de despertar, a mirar primero mis errores, a no juzgar, a caminar liviana, a ser agradecida, a saber recibir con alegría las cosas buenas, y a reconocer que los tiempos y ciclos de la vida a veces no son los que esperamos sino simplemente los que deben ser”.

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10. El caso de Ricardo Ponce y la trampa de las propuestas de autosanación.

FUENTE: La Razón de México

 

 

Con el título “Lucrando con el dolor”, La Razón de México ha publicado una columna de opinión escrita por Valeria Villa, que reproducimos a continuación.

La industria de la felicidad y la autoestima sigue aprovechándose de personas vulnerables, que buscan sanar heridas emocionales a cualquier costo, siendo poco selectivas y sin siquiera investigar quiénes son los que les ofrecen curarse de todos los dolores físicos y emocionales en un retiro de tres días. Esta semana, un hashtag se hizo visible en las redes: #RicardoPonceAbusador, haciendo referencia a la denuncia de la youtuber Maire Wink, sobre abusos sexuales cometidos por Ricardo Ponce durante los retiros que este hombre organizaba en Bacalar.

Ricardo operaba ligando mujeres en redes sociales, para invitarlas después a sus retiros como asistentes VIP, lo que significaba que habían sido elegidas para que él tuviera sexo con ellas. Ponce grababa todas esas relaciones sexuales, seguramente para protegerse de una demanda por violación, cometiendo un delito sancionado por la Ley Olimpia. Son ya decenas de testimonios de mujeres que fueron víctimas de este charlatán, que relatan historias similares de cómo fueron seducidas. Les creo a las víctimas, aunque eso no excluya la reflexión que las mujeres podríamos hacer sobre qué cosas encontramos seductoras en un hombre. Los líderes más monstruosos de sectas son hombres y las víctimas sexuales casi siempre mujeres.

Si nos informáramos mejor y fuéramos menos vulnerables al marketing, sabríamos muy rápido que Ponce es un impostor y un perverso. Que conceptos como autosanación ponen en peligro a personas gravemente enfermas, con la promesa de que todos podemos curarnos si así lo queremos, de enfermedades crónicas, incurables y terminales. Todas estas corrientes de “sanación” afirman algo estúpido: el afuera y el adentro son la misma cosa y por tanto, tenemos el poder de cambiar todo lo que está afuera de nosotros y somos responsables de todo lo que nos pasa, ignorando el contexto sociocultural, la historia personal, el sistema familiar en el que crecimos y muchas otras fuerzas que no son producto de la mente. Esta creencia ha vendido millones de libros, talleres y ha reclutado a gente en sectas perversas, como la de Ricardo Ponce.

Los coaches de vida y “sanadores” no hacen psicología y mucho menos psicoterapia. Toman algunas técnicas psicológicas para hacer cocteles monstruosos y así vender salud mental a gente de-sesperada, que busca respuestas rápidas y mágicas. La psicoterapia y la psiquiatría siguen siendo las únicas dos vertientes con probada eficacia para aliviar el dolor psíquico. Las catarsis inducidas por diferentes caminos, para que la gente llore enloquecida y “se libere”, no tienen ninguna utilidad curativa. Se parecen más a psicosis colectivas las que se observan durante una constelación familiar, en los retiros del cuarto camino o en cualquier taller que prometa la cura de síntomas de larga historia y no sencilla remisión.

La perversión puede estar en el fondo de estas propuestas, que lucran económicamente con el sufrimiento humano. El coaching debería limitarse al terreno laboral, al desarrollo de habilidades profesionales. Si alguien quiere trabajar con personas que tienen sufrimiento emocional, necesita estudiar durante muchos años psicología y psicoterapia, estar en terapia, tener un supervisor de caso, lineamientos claros sobre su forma de trabajar, transparencia sobre su método. Lo más difícil de hacer es ir a terapia, porque requiere de constancia, paciencia y una aceptación humilde de que no todo tiene remedio, de que es imposible alcanzar la gestión absoluta de los pensamientos y los sentimientos, pero quizá podemos acercarnos a estar casi contentos, casi en paz, casi mejor. Nunca maravillosa y exultantemente bien. La oferta mágica de transformación personal siempre es antiética y peligrosa.

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La RIES es una red de expertos y estudiosos católicos sobre el fenómeno sectario y la nueva religiosidad, presentes en España y Latinoamérica, y abarcando las zonas lusoparlantes. Pretende ofrecer, también con este boletín informativo, un servicio a la Iglesia y a toda la sociedad. La RIES no se responsabiliza de las noticias procedentes de otras fuentes, que se citan en el momento debido. La RIES autoriza la reproducción de este material, citando su procedencia.