COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO

ANTE EL DIOS DE LA MISERICORDIA

 

 

Víctor Corcoba Herrero/ Escritor | 23.11.2015


Creo en el Dios que absuelve y que redime,
que desciende a nuestro lado y nos asciende,
que nos alienta con la verdad y nos rescata,
que nos devuelve a la vida, ¡para ser verso!

Creo en el Dios que nos crea y nos recrea,
que celebra nuestra paz y loa nuestro bien,
que alaba nuestra bondad y nos ensalza,
que nos retorna a la aureola, ¡para ser sol!

Creo en lo que creo, porque creo crecer,
cada vez que requiero el amor de Dios,
preservando la esperanza siempre viva,
creyendo en su amparo, ¡para ser camino!

No hay otro verso más puro, que su silencio.
No hay otro sol más níveo, que su palabra.
No hay otro camino más recto, que su cruz.
No hay nada que no sea todo: ¡Dios del cielo!

Un cielo del que nunca debimos ausentarnos,
ya que lo que es de Dios, ante Dios regresa,
lo que me prueba su existencia en mí mismo,
que soy lo más evidente, ¡lo más misterioso!

Perdóname, pues, Creador por mi increencia.
Libérame de estas cadenas que me impiden ver.
Absuélveme de la mundanidad que me acorrala.
Me abandonarán todos, ¡Tú seguirás conmigo!

Cuando todo se desvanece, Dios más nos nace.
Sí estamos perdidos, una estrella nos orienta.
Pensando en Él, Él también piensa en nosotros.
Donándonos ilusión, ¡despojándonos de penas!

 

Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
23 de noviembre de 2015