Cartas al Director

Arenas movedizas

 

 “El cocodrilo que desea comer no enturbia el agua”
Refrán español

 

 

César Valdeolmillos Alonso | 19.05.2014


Todos los países que se integran en la Unión Europea, están inmersos en plena campaña electoral para elegir el nuevo parlamento de Europa. Ese parlamento, poco menos que ignorado por la mayoría de nosotros, pero en el que se decide un alto porcentaje de temas que inciden después en nuestra vida diaria.

Si desconociésemos este detalle y atendiésemos únicamente a lo que cada día dicen los partidos tradicionales españoles en el desarrollo de la campaña, pensaríamos que se trata de una elecciones generales en nuestro país, porque únicamente escuchamos como se agraden mutuamente, incluso, en no pocas ocasiones, aludiendo a temas que nada tienen que ver con el parlamento europeo.

Hastiado de la de la falta de honradez y de respeto que muestran para con nosotros, que es de quien se acuerdan ahora para pedirnos el voto, acudí no hace mucho a la presentación de uno de los nuevos partidos hacia los que, una parte de los españoles, orientan hoy sus simpatías. Permítanme que no cite sus siglas con el fin de mantener la neutralidad durante el desarrollo de la campaña electoral.

¡Qué desilusión! La verdad es que casi me sentí un intruso porque el aforo del recinto donde se celebró, que no superaría las 400 personas, estaba integrado en una inmensa mayoría por los afiliados de la localidad a dicho partido y los de las provincias limítrofes. Es decir: una reunión de amiguetes, colegas, compañeros, o correligionarios para mirarse el ombligo, echarse flores mutuamente y decirse en voz alta cuatro consignas electorales que previamente ya conocían.

A este respecto, utilizaron la clásica estrategia de siempre. A lo mejor es que lo que pretendían era convencerse así mismos, porque lo que es captar nuevos seguidores o votantes con dicho evento, no sé si conseguirían alguno.

No es que me sorprendiese esto demasiado, porque por algo ha sido uno cocinero antes que fraile. No obstante, tenía un cierto interés en escuchar al cabecera de lista, hombre inteligente, culto, desenvuelto en el debate, con buena imagen y siempre, bien pertrechado de argumentos para asestar la dentellada al oponente.

¡Qué decepción! Durante su intervención —que tampoco es que fuera muy extensa—, a la incidencia que el Parlamento Europeo habrá de tener en el desarrollo diario de nuestras vidas, no sé si dedicó algo más de un minuto y todo lo que vino a decir, es que era muy importante. ¡Qué gran descubrimiento! Bueno, para algunos, seguro que lo sería.

El resto del tiempo de su intervención, lo invirtió en señalar con estudiada moderación, los desaciertos, errores, malas prácticas, demagogias y sectarismos de unos y otros, males de nuestra clase política, que con mayor o menor grado de erudición, todos conocemos.

En definitiva, de lo que se trataba, según pude deducir de su estrategia y más que de lo que dijeron, que no fue mucho, de lo que enmudecieron, que fue bastante, era de hacerse un hueco en el mapa político español, porque a río revuelto, que es como están ahora las aguas, ya se sabe: ganancia de pescadores.

Al tratarse de un partido nuevo a nivel de la totalidad del territorio español, los asistentes al acto no militantes, era lógico que esperásemos saber cual es su ideología y no conocer que se presenta solo como la presunta solución a las perversidades de que adolece el actual sistema. Puntualmente, regenerar el sistema político español, puede ser muy necesario, pero no suficiente como para prestarle el aval de lo que representa un voto, porque la política debe tener por objetivo final, configurar un modelo de sociedad, aspectos a los que en ningún momento se refirió el candidato. Lo único que se mencionó allí es que el partido en cuestión pactaría en cada momento con quien conviniese según fueran las circunstancias. Algo tan impreciso, confuso y difuso, que me produjo la misma seguridad que me provocaría el andar sobre la viscosidad de unas arenas movedizas.

César Valdeolmillos Alonso