- - -
ZENIT -
El mundo visto desde Roma
- - -
Servicio diario -
19 de mayo de 2006


Santa Sede
Sólo hay democracia auténtica cuando hay justicia social, explica Benedicto XVI
Positiva audiencia del Papa al representante del patriarcado ortodoxo de Moscú
Declaración de la Santa Sede sobre el fundador de los Legionarios de Cristo

Mundo
Llegan las Misioneras de la Caridad a Afganistán
Hallado en Kenia, con indicios de asesinato, el cuerpo de un capellán de prisiones
Nuevo presidente de la Cadena COPE, radio católica en España

Entrevista
El lugar y el papel de los movimientos en la Iglesia (I)
La vida consagrada femenina y la misión de suscitar esperanza (II)

Espiritualidad
Predicador del Papa: «Deber» amar, «el mandamiento más bello y liberador del mundo»

Nuevos movimientos
Federación Internacional de Hombres Católicos
Esposos para Cristo

Documentación
Benedicto XVI: «Democracia, instituciones y justicia social»
Comunicado vaticano sobre el fundador de los Legionarios de Cristo
La Legión de Cristo y el Movimiento Regnum Christi renuevan su compromiso de servir a la Iglesia

 




 


Santa Sede



Sólo hay democracia auténtica cuando hay justicia social, explica Benedicto XVI
Insiste asimismo en la necesidad de «instituciones apropiadas, creíbles y autorizadas»

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI explicó este viernes que sólo hay auténtica democracia cuando hay justicia social, es decir, cuando cada persona tiene acceso a los bienes primarios.

El Papa afrontó el argumento al recibir en audiencia a los participantes en el congreso sobre «Democracia, instituciones y justicia social», que entre este jueves y viernes ha organizado la Fundación vaticana «Centesimus Annus - Pro Pontifice».

El Papa señaló dos elementos decisivos para que un sistema de gobierno pueda llamarse auténticamente democrático.

Justicia social
Uno de ellos es el «esfuerzo tenaz, duradero y compartido por la promoción de la justicia social».

«La democracia sólo alcanza su plena realización cuando cada persona y cada pueblo es capaz de acceder a los bienes primarios (vida, comida, agua, salud, educación, trabajo, certeza de los derechos) a través de un ordenamiento de las relaciones internas e internacionales que asegure a cada quien la posibilidad de participar», afirmó.

«Y sólo puede haber auténtica justicia social en una perspectiva de genuina solidaridad, que comprometa a vivir y a trabajar siempre los unos por los otros, y nunca los unos contra o en perjuicio de los otros».

«El gran desafío de los cristianos laicos en el contexto mundial de hoy consiste en hacer concreto todo esto», aseguró.

Instituciones creíbles
El otro elemento necesario para una democracia, según señaló el Papa son «instituciones apropiadas, creíbles y autorizadas, que no estén orientadas a la mera gestión del poder público, sino que sean capaces de promover niveles articulados de participación popular, en el respeto de las tradiciones de cada nación, y con la constante preocupación de custodiar su identidad».

Si bien el Papa constató «la lentitud con que se abre camino la democracia», indicó que «sigue siendo la herramienta histórica más valiosa, si se utiliza bien, para disponer del propio futuro de forma digna».

La Fundación «Centesimus Annus - Pro Pontifice» fue instituida en 1993 por Juan Pablo II con el objetivo de promover el conocimiento y la práctica de la doctrina social de la Iglesia. Su nombre se inspira en la última encíclica social de ese pontífice «Centesimus Annus» de 1991.
ZS06051907

Envía esta noticia a un amigo

TOP

 



Positiva audiencia del Papa al representante del patriarcado ortodoxo de Moscú
Benedicto XVI afrontó con el metropolita Kirill un camino de «colaboración para el futuro»

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).- La audiencia entre Benedicto XVI y el representante del Patriarcado ortodoxo de Moscú, celebrado este jueves, ha sido calificada por fuentes vaticanas como positivo.

El encuentro entre el metropolita Kirill de Smolensk y Kaliningrado, presidente del Departamento de Asuntos Exteriores del Patriarcado de Moscú, y el Papa tuvo lugar «en un clima de grandísima amistad y amabilidad», explican fuentes vaticanas en declaraciones a Zenit.

La Oficina de Prensa de la Santa Sede no publicó detalles sobre los temas afrontados.

Según fuentes consultadas por Zenit, en el encuentro «se afrontaron los desafíos comunes que afrontan las dos Iglesias y se perfiló un camino de colaboración para el futuro».
ZS06051909

Envía esta noticia a un amigo

TOP

 



Declaración de la Santa Sede sobre el fundador de los Legionarios de Cristo


CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).- La Oficina de Prensa de la Santa Sede publicó este viernes un comunicado en el que se anuncia que no se abrirá un proceso canónico contra el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, y se le invita a renunciar al ministerio público de su sacerdocio.

Según explica el texto, «a partir de 1998, la Congregación para la Doctrina de la Fe recibió acusaciones, que en parte ya se habían hecho públicas», contra el padre Maciel, de 86 años de edad, «por delitos reservados a la competencia exclusiva del Dicasterio».

«En 2002 --sigue diciendo la nota--, el reverendo Maciel publicó una declaración para negar las acusaciones y para expresar su disgusto por las ofensas en su contra de algunos antiguos Legionarios de Cristo. En 2005, por motivos de edad avanzada, el reverendo Maciel se retiró del cargo de superior general de la Congregación de los Legionarios de Cristo».

«Después de haber sometido los resultados de la investigación a atento estudio, la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo la guía del nuevo prefecto, Su Eminencia el cardenal William Levada, ha decidido --teniendo en cuenta tanto la edad avanzada del reverendo Maciel como su débil salud-- renunciar a un proceso canónico e invitar al padre a una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público. El Santo Padre ha aprobado estas decisiones», se comunica.

El texto concluye diciendo que «independientemente de la persona del fundador, se reconoce con gratitud el benemérito apostolado de los Legionarios de Cristo y de la asociación "Regnum Christi"».

Tras la publicación del comunicado, la Congregación de los Legionarios de Cristo emitió una declaración en la que se explica que el padre Maciel, «ante las acusaciones hechas en su contra, afirmó su inocencia y siguiendo el ejemplo de Jesucristo optó siempre por no defenderse de ninguna manera».

«Él, con el espíritu de obediencia a la Iglesia que siempre lo ha caracterizado, ha aceptado este comunicado con fe, con total serenidad y con tranquilidad de conciencia, sabiendo que se trata de una nueva cruz que Dios, el Padre de Misericordia, ha permitido que sufra y de la que obtendrá muchas gracias para la Legión de Cristo y para el Movimiento "Regnum Christi"», afirma.

«Los legionarios y miembros del Movimiento Regnum Christi, a ejemplo del padre Maciel y unidos a él, acogemos y acogeremos siempre todas las disposiciones de la Santa Sede con profundo espíritu de obediencia y fe y renovamos nuestro compromiso de trabajar con toda intensidad para realizar nuestro carisma de la caridad y extender el Reino de Cristo sirviendo a la Iglesia», concluye la declaración.

El padre Marcial Maciel nació en Cotija de la Paz (Michoacán, México) en 1920. La Legión de Cristo, según se explica en su página web (Cf. http://www.legionariesofchrist.org), es una congregación religiosa de derecho pontificio, fundada en 1941.

Hoy cuenta con más de 650 sacerdotes y cerca de 2.500 seminaristas mayores y menores. Tiene casas establecidas en 18 países.

El movimiento de apostolado «Regnum Christi», también fundado por el padre Maciel, se compone de unos 65.000 miembros, seglares --hombres y mujeres--, diáconos y sacerdotes, esparcidos por todos los continentes.
ZS06051910

Envía esta noticia a un amigo

TOP

 


Mundo



Llegan las Misioneras de la Caridad a Afganistán
La congregación religiosa fundada por la Beata Teresa de Calcuta

KABUL viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).- Ninguna oposición ha suscitado en la capital de Afganistán el inicio de la labor de las Misioneras de la Caridad, congregación que fundó la beata Teresa de Calcuta (1910-1997).

Hace un año que se esperaba la llegada de las religiosas al país --de 31 millones de habitantes, el 99% musulmán--; el pasado 10 de abril se constituyó la comunidad en Kabul, confirma la agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras «AsiaNews».

El padre Giuseppe Moretti, superior de la «missio sui iuris» de Afganistán, bendijo la casa de la congregación el pasado 9 de mayo [las misiones «sui iuris» son aquellos territorios de misión que no forman parte de algún Vicariato o de alguna Prefectura Apostólica; son conducidos por un superior eclesiástico].

Cuatro religiosas, todas de nacionalidad distinta, ya recogen a los niños más necesitados de la calle. Con sus saris blancos recorren la ciudad, entre los burkas azules de las mujeres afganas.

El hábito de las misioneras es un signo claro de pertenencia religiosa, y muchos temían que ello creara problemas respecto a fundamentalistas islámicos, explica la agencia del PIME.

La presencia de las religiosas hasta el momento «no ha suscitado ninguna oposición, como en cambio alguno imaginaba», confirmó el padre Moretti.

«Ya han empezado a dedicarse a los niños, cuya condición en el país está en niveles gravísimos --recordó--, acogiendo a algunos de la calle».

Igualmente expresó su certeza de que «las religiosas de la Madre Teresa serán respetadas y amadas como las Hermanitas de Jesús [parte de la familia espiritual surgida del testimonio y carisma del beato Charles De Foucauld (1858-1916) Ndr.], que desde hace 46 años trabajan con discreción en los hospitales y son bien queridas por los afganos».

Presente en la sección de Pediatría de un gran hospital de Kabul, una Hermanita de Jesús comentó --citaba «AsiaNews» el jueves--: «Ayer, con ocasión de la fiesta de las enfermeras, el director del hospital --un musulmán-- invitó al personal a tener a la Madre Teresa como ejemplo; dijo que, como ella, es necesario atender a todos con el mismo empeño, más allá de razas y religiones».

Más información en www.motherteresa.org
ZS06051905

Envía esta noticia a un amigo

TOP

 



Hallado en Kenia, con indicios de asesinato, el cuerpo de un capellán de prisiones
El padre Jude Kibor, de 57 años

ELDORET, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).- Con indicios de muerte violenta ha sido encontrado el capellán de la cárcel keniata de Eldoret en los alrededores de la ciudad.

La diócesis –a unos 300 kilómetros al noroeste de Nairobi-- confirmó el hallazgo el 11 de mayo.

«El cuerpo del sacerdote, que parecía haber sido estrangulado, fue encontrado abandonado en un matorral de la carretera Old Nairobi, en Eldoret, hacia las 9.00 horas», expresó la diócesis en un comunicado difundido por CISA («Catholic Information Service for Africa»).

El vicario general de Eldoret, el padre Francis Moriasi, declaró a la agencia informativa africana que había visitado el lugar del hallazgo y que el cuerpo del padre Kibor fue arrastrado allí por sus presuntos asesinos.

De acuerdo con su relato, algunas personas del área afirmaron que oyeron gritos del sacerdote pidiendo ayuda desde su coche. Otros apuntan que vieron a tres hombres tirar su cuerpo.

El padre Kibor vivía en la parroquia de Majengo y se dirigía a celebrar Misa en la prisión local. Se le sustrajo su maletín, pero otros efectos personales –como el documento nacional de identidad o los zapatos— fueron hallados en su coche, ubicado a unos 10 kilómetros del cuerpo.

Al día siguiente el obispo de Eldoret, monseñor Cornelius Kipng’eno Arap Korir, presidió en la catedral del Sagrado Corazón de Jesús la Eucaristía en sufragio por el alma del sacerdote fallecido.

El prelado pidió a los fieles oración por los autores de esta muerte y por el éxito de la investigación policial.

Originario del distrito de Iten, donde había nacido en 1949, el padre Kibor había desarrollado su ministerio sacerdotal –desde su ordenación en 1980-- en Matunda, Kaiboi, Kaptagat, Ndalat y Mokwo (en la diócesis) antes de su designación al frente de la capellanía de la prisión (cuya cifra de reclusos asciende al millar), de la que se hizo cargo en los últimos siete años.

En la catedral del Sagrado Corazón de Jesús se programó otro funeral el pasado miércoles, y el entierro del padre Kibor el día siguiente en Singore (parroquia de Iten).

El sábado pasado el obispo de Eldoret –también presidente del episcopado católico keniata-- comentó a la agencia misionera «Misna» que en la ciudad se registra desde hace tiempo una inseguridad creciente.

1,5 millones de personas se cuentan en la diócesis de Eldoret; 390 mil son católicas. La circunscripción eclesiástica abarca los distritos de Nandi, Uasin Gishu, Keiyo y Marakwet, y cuenta con 39 parroquias.

El país de África Oriental suma en total unos 33 millones de habitantes, la mayoría cristianos --se estima la proporción de católicos en un 33% y de protestantes en un 45%--; el 10% sigue credos tradicionales, y otro 10% son musulmanes.
ZS06051906

Envía esta noticia a un amigo

TOP

 



Nuevo presidente de la Cadena COPE, radio católica en España


MADRID, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).- El presidente de la Fundación San Pablo CEU, Alfonso Coronel de Palma, será el nuevo presidente de la COPE (Cadena de Ondas Populares Españolas), sustituyendo a Bernardo Herráez, según un comunicado remitido por la emisora.

Coronel de Palma se hará cargo de la cadena el próximo 30 de junio, fecha en la que se celebrará su Junta General de Accionistas.

Después de más de 30 años en la emisora, Herráez ha recordado su andadura en la que ocupó cargos como Consejero Delegado y más tarde como Presidente –durante los últimos nueve años- y ha asegurado sentirse «muy satisfecho» de haber estado en la COPE desde el año 1975.

A su juicio, la COPE de ahora «no se parece en nada» a la de entonces porque «no tenían la conciencia emisora» actual.

Alfonso Coronel de Palma, gran canciller de la Universidad San Pablo CEU de Madrid, asumirá su cargo el 30 de junio con «mucha ilusión», por trabajar en un «proyecto muy bonito», ya que la COPE es para él una emisora «que actúa en libertad y es libertad».

Recordando que «La verdad os hará libres», ha resaltado la «conjunción de verdad y libertad» en la que la emisora basa su labor «frente al resto de poderes e intereses que existen».
ZS06051911

Envía esta noticia a un amigo

TOP

 


Entrevista



El lugar y el papel de los movimientos en la Iglesia (I)
Entrevista a Arturo Cattaneo, profesor de Derecho Canónico

VENECIA, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).- El congreso mundial de movimientos eclesiales, celebrado en Roma en 1998, se abrió con una esclarecedora ponencia del entonces cardenal Joseph Ratzinger, recientemente publicada en Italia en un volumen titulado «Nuove irruzioni dello Spirito» (Nuevas irrupciones del Espíritu), de Editorial San Pablo. El libro incluye también las respuestas del mismo cardenal a las preguntas de obispos de los cinco continentes que participaron en un Seminario, celebrado en Roma en 1999.

En su ponencia, tras recordar a los movimientos la necesidad de evitar posturas unilaterales y absolutizaciones, se dirigió también a los obispos, exhortándoles a no «condescender ante cualquier pretensión de uniformidad absoluta en la organización y en la programación pastoral».

«No pueden erigir sus proyectos pastorales como la piedra de lo que se le permite hacer al Espíritu. Ante lo que son meros proyectos humanos, puede suceder que las Iglesias se vuelvan impenetrables al Espíritu de Dios, a la fuerza de la que viven».

«No es lícito pretender que todo deba inscribirse en una determinada organización de la unidad: ¡mejor menos organización y más Espíritu Santo!», subrayó.

Arturo Cattaneo, sacerdote de la prelatura del Opus Dei, y desde 2003 profesor de Derecho Canónico en el Instituto San Pío X de Venecia, en esta entrevista a Zenit, parte de las palabras del entonces cardenal Ratzinger para explicar la dialéctica entre institución y carisma dentro de la Iglesia.

En este sentido, afirma que «el obispo diocesano debe tener en cuenta la catolicidad de la Iglesia local» que armoniza en sí «unidad y variedad» y «no confundir la unidad con uniformidad pastoral».

Autor de numerosas publicaciones de temas canónicos, eclesiológicos y de pastoral matrimonial, el profesor Cattaneo se ha ocupado recientemente de una monografía titulada en italiano«Unità e varietà nella comunione della Chiesa locale» (Unidad y variedad en la comunión de la Iglesia local), editada por Marcianum Press, de Venecia. Ha sido profesor de Derecho Canónico y Teología en Pamplona (España), Lugano (Suiza) y Roma.

--El cardenal Ratzinger en el texto apenas citado remite a lo que usted escribió en 1997, publicado ahora en su última monografía. ¿Nos puede explicar el significado de esta llamada de atención ante el peligro o la tentación de la uniformidad?

--Cattaneo: La uniformidad es un empobrecimiento de la unidad. En la Iglesia, la unidad se caracteriza por la catolicidad. En consecuencia, también en cada Iglesia local debe desarrollarse una pluralidad y una diversificación que no sólo no estorban a la unidad sino que la enriquecen y la convierten en comunión.

--¿Qué entiende por «catolicidad»?

--Cattaneo: Es uno de los grandes redescubrimientos de la Eclesiología del siglo XX. Yves Congar, en su obra «Cristianos desunidos», la definió como «universalidad dinámica de la unidad de la Iglesia» o, en otras palabras, como «capacidad que tienen sus principios de unidad de asimilar, perfeccionar, exaltar y llevar a Dios, reunir en El a todo el hombre y a todos los hombres, así como todo valor de humanidad». La Iglesia «responde por tanto a la ley de la recapitulación de todas la cosas en Cristo (Ef 1,10)». («Chrétiens désunis, principes d'un oecumenisme catholique», 1937).

--¿Y por qué considera la catolicidad tan importante para la integración de las diferencias en la unidad?

--Cattaneo: La catolicidad, como la demás características esenciales de la Iglesia, es un don y una tarea. La expresión viene del griego «katà hólon», que significa «según el todo» o «extendido al todo», indicando que las partes y las diferencias deben ser según el todo, con una unidad hecha de plenitud, que debe realizarse continuamente y se funda en la plenitud de la gracia de Cristo.

--¿Nos puede indicar las consecuencias prácticas que esto tiene para el gobierno de la Iglesia local?

--Cattaneo: En el gobierno pastoral, el obispo diocesano debe tener en cuenta la catolicidad de la Iglesia local, y no confundir la unidad con la uniformidad pastoral a toda costa, que hace difícil la inserción fructífera de los diversos carismas. No se puede pensar que sea legítimo sólo lo que se organiza desde algunos organismos diocesanos porque entonces quien no se somete a las decisiones de tales organismos corre el riesgo de encontrarse excluido de las paradójicamente llamadas «estructuras de comunión».

--¿No piensa que en la Iglesia se deberían poner límites a la variedad para garantizar la unidad?

--Cattaneo: La pregunta me parece mal planteada porque da por sentado que unidad y variedad son necesariamente opuestos, cuando en realidad no es así. Baste pensar en la Santísima Trinidad que es un misterio de perfecta unidad en la diversidad de las personas. La irrupción de los numerosos carismas apostólicos, que dan nueva vida a nuestras parroquias y diócesis, ha hecho el tema especialmente actual, de gran importancia también para el ecumenismo.

--¿Pero no le parece que a veces hay una tensión entre unidad y variedad?

--Cattaneo: Efectivamente, el hecho de que estos dos aspectos no sean necesariamente opuestos no significa que automáticamente estén en armonía. En realidad, se trata de un desafío que la Iglesia debe afrontar continuamente. Tras dedicar un amplio estudio a la Iglesia local, me he ocupado muchas veces de las cuestiones relativas a la inserción en la parroquia y en la diócesis de las diversas realidades eclesiales (estructuras pastorales personales, institutos de vida consagrada, movimientos y grupos varios). En este libro he recogido esos estudios, algunos de los cuales están todavía inéditos.

--En 1998, en Roma, se celebró la primera gran concentración de movimientos y comunidades eclesiales con el Papa. ¿Qué motivos impulsan al Papa Benedicto XVI a repetir aquel encuentro, programándolo para Pentecostés de este año?

-- Cattaneo: Pentecostés de 1998 fue muy especial porque aquel año estaba dedicado al Espíritu Santo (en el trienio de preparación al Gran Jubileo de 2000). Que Benedicto XVI haya querido repetirlo me parece un signo elocuente del interés y la confianza que también él tiene en los movimientos. Pienso que los motivos son los mismos que movieron a su predecesor, entre ellos mencionaría sobre todo el deseo de poder contar cada vez más con ellos, en la urgente e ingente obra de la nueva evangelización.

--¿Cuál es la visión que tiene Benedicto XVI de los movimientos?

--Cattaneo: He aludido al interés con el que él mira a los movimientos. Me parece que deriva de su fuerte anhelo misionero, de la convicción de que hay que empeñarse a fondo para recristianizar nuestra sociedad, para hacer que --entre otras cosas-- Europa redescubra sus raíces cristianas. Diría además que la sensibilidad del Papa hacia los carismas que han originado tantos movimientos eclesiales es fruto de su actitud de profunda humildad y al mismo tiempo de responsabilidad al servicio de la Iglesia que él mismo manifestó en la homilía de la misa de inicio de su pontificado: «Mi verdadero programa de gobierno es el de no hacer mi voluntad, de no seguir mis propias ideas, sino de ponerme a la escucha, con toda la Iglesia, de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme guiar por Él, de manera que sea Él mismo el que guíe a la Iglesia en esta hora de nuestra historia».
ZS06051904

Envía esta noticia a un amigo

TOP

 



La vida consagrada femenina y la misión de suscitar esperanza (II)
Entrevista con sor Marcella Farina, Hija de María Auxiliadora

MADRID, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).- Los miles de mujeres consagradas a Dios son un signo de esperanza para la humanidad, afirma sor Marcella Farina, salesiana.

Sor Marcella Farina es profesora de Teología Fundamental y de Teología Sistemática en la Facultad Pontificia de Ciencias de la Educacion, Auxilium, forma parte de la Academia Pontificia Teológica, de la Asociación Mariológica Interdisciplinar y es también miembro y socia fundadora de la Sociedad Italiana de Investigación Teológica.

Publicamos la segunda parte de la entrevista concedida a Zenit. La primera parte apareció en la edición de Zenit de este jueves, 18 de mayo de 2006.

--¿Cuál es el principal desafío de la vida religiosa femenina?

--Sor Farina: La pregunta exige un discernimiento enfocado a las diversas instancias, cuestiones, perspectivas que emergen de la vida religiosa femenina. Existen múltiples desafíos-posibilidades proféticos. Sin duda, la base es la transparencia de la radicalidad evangélica, es decir la fidelidad al Evangelio hecha legible con el testimonio, con un estilo de existencia en el que resplandece la belleza del seguimiento.

Es verdad que toda la Iglesia, y por tanto cada creyente, está llamado a pasar de la teología a la teofanía, del discurso sobre Dios a la revelación de Dios, de la cristología a la cristofanía, del discurso sobre Jesucristo a su revelación, del conocimiento de su persona al conocimiento de Él en persona.

La persona llamada a seguir a Jesús más de cerca, amándolo con corazón indiviso, está llamada a revelar la misericordia del Señor de modo especial. A la exigencia de radicalidad evangélica, se une el reto de traducir esta realidad en femenino.

--¿Qué significa hacer visible la radicalidad evangélica en femenino?

--Sor Farina: Hay algunas dimensiones que podemos ver en la historia. Partiría de la indicación que nos ofrece el evangelio de Lucas en el capítulo 8, versículo 1-3: « Jesús iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes». Aplicando a estos versículos la exégesis del silencio, es decir, situando estas escuetas indicaciones en el contexto sociorreligioso de aquella época, emerge que Jesús, libre de todo estereotipo misógino, admitió a mujeres entre sus seguidores. Por otra parte, dice que «habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades», que niega el estereotipo de la mujer «peligro moral», sin hacer ninguna referencia a la liberación espiritual de los Doce.

Estas mujeres habían captado en el mensaje de Jesús tal potencia de liberación y de autenticidad que esto las llevó a superar los prejuicios, límites, temores, y a correr el riesgo de ser juzgadas por los demás. Se sabe lo duras e injustas que eran las normas que mantenían atadas a las mujeres al poder masculino paterno y marital, por las que no podían decidir por sí mismas su propio proyecto de vida; en concreto, no podían disponer del propio cuerpo, por tanto de la propia sexualidad y del propio mundo afectivo, ni de sus recursos económicos. Éstas tuvieron la osadía de optar por Jesús y el Evangelio, afirmando con la vida que disponían libremente de su propio cuerpo y de sus bienes, según las exigencias del seguimiento de Cristo.

La historia del cristianismo, aunque todavía persistan hoy lecturas ideológicas que afirman lo contrario, da fe claramente de que las mujeres, en mayor medida que los hombres, encontraron en el Evangelio un espacio único de libertad y de autonomía, de realización propia y de servicio religioso y social, y por tanto de visibilidad histórica.

Pensemos en la época de las persecuciones: son numerosas las mujeres, desde las jovencitas hasta las mujeres casadas y las viudas, que dan testimonio de la fe en Jesucristo hasta el martirio. De manera que el «sexo débil» se presenta fortísimo, dejando asombrados a los perseguidores.

Pensemos en la acción evangelizadora realizada por las mujeres del mundo aristocrático imperial, a través de las relaciones domésticas. Pensemos en el monaquismo y en la socialización de los saberes, desde los culturales a los que se refieren a los oficios.

Pensemos en las congregaciones religiosas modernas y en el valor de las mujeres para estar en el mundo, superando el estereotipo de guardianas del hogar doméstico, con la pasión evangelizadora y socorredora de Cristo. La memoria histórica debería resultar un recurso profético efectivo para el futuro. En este sentido, señalaría algunos ámbitos en los que se debería ejercer esta profecía.

--¿Dónde están estos nuevos ámbitos?

--Sor Farina: Hoy, en un contexto de secularización y también de hostilidad más o menos latente hacia el Evangelio, nosotras mujeres consagradas deberíamos testimoniar la potencia emancipadora del seguimiento de Jesús, irradiando la belleza de entendernos a nosotras mismas a su luz y a la de su mensaje. En la escuela de María, Madre suya y nuestra, deberíamos volver a enmarcar nuestra existencia en las grandes obras de Dios, en su misericordia, como la Virgen en el Magnificat.

No es algo que se da por descontado. Exige valor, osadía y humildad. Es el coraje de ir hasta el final, hasta la entrega de la vida, sobre todo con el testimonio de fe valerosa, saliendo del ámbito privado, de la concepción típica de la Ilustración que persiste --a pesar de los desmentidos históricos-- al considerar la dimensión religiosa como un hecho privado, por tanto invisible, sin incidencia en la construcción de la sociedad.

En una cultura que corre el riesgo de centrarse en lo tecnológico, estamos llamadas a dar testimonio de la relación, la síntesis entre razón y sentimiento, entre racionalidad y relacionalidad.

En un contexto en el que emerge la conflictividad y el interés individual, es una semilla de esperanza de singular fecundidad tener un estilo de vida solidaria, donde se realiza el intercambio de saberes y se da el «empowerment» (darse recíprocamente poder, reconocimiento, ánimo) entre mujeres por el bien de toda la humanidad.

Todo esto exige una capacidad de discernimiento y su ejercicio concreto, fundados en una visión teologal de la historia, por tanto en una visión abierta a la esperanza, confiada en la confianza anticipada que el Señor nos da constante y gratuitamente.

--Usted coordina cursos de formación. ¿Dónde ve las lagunas más grandes?

--Sor Farina: Hay que contar con que el panorama de la vida consagrada femenina ha cambiado, en relación a hace sólo un decenio. Hoy predomina el mundo asiático y africano respecto al europeo o americano. Lo constato concretamente en el «Curso anual de capacitación para formadoras y formadores en la vida consagrada».

Esta diversa proveniencia sociocultural y sociorreligiosa presenta nuevas urgencias educativas, al mismo tiempo que ofrece oportunidades y sensibilidades en una nueva comprensión de la experiencia evangélica y carismática. La reflexión teológica, también la relativa a la vida consagrada y a los carismas de cada instituto, hasta el Vaticano II, se elaboró en gran parte en Occidente, con categorías conceptuales, acentuaciones, tradiciones y traducciones prácticas ligadas a este contexto. Los institutos mismos surgieron en su mayoría en Occidente, sobre todo en Europa y, en concreto en Italia.

La consecuencia de esto es que, antes, a la hora de transmitir contenidos teológicos y carismáticos, se podían presuponer elementos culturales y religiosos, experiencias y comportamientos (doctrina, historia, filosofía, arte, literatura, estilos de vida y sabiduría popular) que hoy ya no se pueden dar por descontados.

Puede suceder que las mismas palabras transmitan conceptos y modos de sentir diversos que tal vez no coincidan con el mensaje evangélico y carismático.

Por lo tanto, en los itinerarios formativos hay que asegurar las condiciones de posibilidad fundamental para una correcta inculturación y nueva expresión de la fe y de la vida consagrada, sin dejarse engañar por fáciles traducciones.

No basta transmitir contenidos informativos sino que hay que favorecer la asimilación de los valores en una elaboración existencial de síntesis evangélica y carismática que hace posible el discernimiento personal y comunitario.

Es esta una urgencia fundamental a la que hay que responder de modo adecuado.

Sobre las eventuales lagunas, se puede señalar que éstas a menudo repiten los mismos límites que encontramos en la sociocultura actual. La mentalidad del «todo y ahora» se traduce a veces en los institutos religiosos en la elección de itinerarios de estudio breves, quizá con aplicaciones prácticas inmediatas. Esto no dispone el espíritu a ese «silencio interior», a esa paciencia-paz, a esa perseverancia, a ese «estudiosidad» que forman el humus de la humilde y apasionada búsqueda de la verdad.

--¿Pero es buena la formación de las religiosas?

--Sor Farina: En general noto una forma latente de analfabetismo religioso: los contenidos de la fe a veces se aprenden de modo superficial y aproximado. No por falta de empeño de los profesores o de los estudiantes sino por una cierta prisa «psicológica», provocada también por la cultura informática, que si, por una parte, proporciona muchas informaciones e instrumentos, por otra parece favorece la acumulación de material sin una verdadera asimilación, sin un genuino metabolismo espiritual.

El efecto es el saber «más o menos», que no puede llevar a esa sabiduría existencial que orienta en el discernimiento entre verdadero y falso, entre bien y mal. El peligro es la regresión a nivel cultural con el efecto de confusión o el yo como único referente, cerrazón y defensa en la seguridad de la propia isla.

La sociedad compleja y globalizada exige personas profundas y solidarias, capaces de confrontación constructiva y de proyectos solidarios. Estamos llamadas a invertir en la formación, también en la formación cultural y profesional, para poder vivir y actuar con la carga de recursos evangélicos y responder a los retos de la historia.

Hay que seguir detrás de las opciones valientes hechas por las mujeres consagradas tras el Concilio Vaticano II, valorando las grandes oportunidades formativas que se nos ofrecen, no temiendo iniciar itinerarios de estudio largos, sobre todo en el campo de las ciencias teológicas y en el de las ciencias de la educación, en las que deberíamos ser cada vez más expertas. Deberíamos concretamente alimentar la conciencia de la formación continua.

Otro aspecto que hay que reforzar es el sentido de la verdad que se hace fidelidad, por tanto el sentido proyectivo de la vida, encarnando el ideal en lo cotidiano y reduciendo la distancia entre el ideal y las opciones concretas de cada día.

El discurso no es teorético, abstracto: es la opción fundamental por Cristo que hay que traducir en la vida, en sus múltiples expresiones, confiando con gratitud en la gracia que El nos da siempre con abundancia.

Es el crecimiento en la identidad evangélica y carismática, dentro de una sociedad en cambio que exige de la persona y de la comunidad una constante y profunda nueva comprensión del propio ser y de la propia misión.

--¿Hay necesidad de más acompañamiento espiritual?

--Sor Farina: En este sentido, se advierte la exigencia del acompañamiento del que hoy a veces carecemos. Hay muchos profesores, personas que ofrecen conocimientos, quizá incluso consejos, ayudas varias, pero las nuevas generaciones –e incluso no las más recientes- sienten a menudo una profunda soledad, sienten la necesidad de que se les ayude concretamente a traducir en la historia los valores evangélicos.

Hace algunos años no se hablaba de acompañamiento espiritual pero había sacerdotes que guiaban en el discernimiento vocacional y animaban a elegir confiando en la Providencia Divina. El acompañamiento es urgente incluso como lugar de esperanza. En él se pueden crear oportunidades y ocasiones para que la persona se ejercite en el discernimiento, haciendo opciones coherentes con audacia y humildad.

En este acompañamiento, hay que dar atención a la asimilación verdadera de los contenidos de la fe y de la espiritualidad del propio instituto, con un sano metabolismo espiritual.

Otro aspecto sobre el que deseo llamar la atención es la maduración en el sentido de la propia condición de ser creado.

Hay algunos elementos de la cultura actual que orientan a considerar la perfección humana como infalibilidad, que alimentan el complejo de omnipotencia y omnisciencia, por tanto no favorecen la conciencia del límite, de la propia precariedad.

En tal sentido, hay una llamada a dar testimonio del sentido de trascendencia, del primado de Dios, el abandono en la Providencia, superando las formas de miedo que llevan a la posesión, la manipulación, la postura de autosalvación.

En una sociedad que se cierra en lo inmediato y terrestre, la vida consagrada está llamada a recordar el Más Allá y al Otro, la realidad de los valores escatológicos. No significa simplemente alimentar la tensión hacia el futuro, sino cultivar la aspiración al Paraíso, a la patria futura, adquirida trabajando por la ciudad terrestre según el proyecto de Dios.

Me parece muy iluminador recordar a este propósito el mensaje que Pablo VI dirigió a la III Asamblea General de los obispos italianos, el 22 de febrero de 1968. Decía: «Que no se diga que así orientados y libres de aspiraciones temporales nos convertimos en extranjeros en esta tierra, en la que la Providencia nos ha permitido vivir; ni que somos incapaces de diálogo con el mundo profano, orientado hacia las realidades terrenas que se han convertido hoy en muy fecundas y seductoras. Toda la constitución conciliar “Gaudium et Spes” está ahí para demostrar lo contrario y para resolver el problema de las relaciones del cristianismo con el humanismo».

--¿Entonces, cuál sería la misión?

--Sor Farina: Sigue Pablo V: «Nuestra misión, justo en esta hora inquieta y confusa, es la de proporcionar esperanzas buenas, esperanzas verdaderas, esperanzas nuevas a los hombres a los que se dirige nuestro ministerio; y esto --dicho con cautela-- vale también para la vida temporal de nuestros hermanos (tales son en efecto para nosotros los hombres, que la vida vivida nos hace cercanos)».

«Nos toca a nosotros, creyentes, que esperan y aman, llevar, según nuestra habilidad, continuamente la luz al hombre ciego, el pan al hombre hambriento, la paz al hombre airado, al hombre cansado el apoyo, al hombre que sufre el consuelo, al hombre desesperado la esperanza, al niño la alegría de la bondad, al joven la energía del bien».

«Si hay una crisis hoy en el mundo es la de la esperanza, la de la ignorancia de los fines por los que vale la pena emplear la enorme riqueza de medios, con los que la civilización se ha enriquecido pero también ha endurecido la vida humana. Nosotros somos los guías. Somos aquellos que tienen la ciencia de los fines».

«Debemos ser maestros de la esperanza. Y esto va dicho por vosotros, pastores, a los que ha sido dado conducir al rebaño humano a los pastos de la verdadera vida; va dicho por vosotros, laicos católicos, que con los pastores aportáis a la Iglesia y al mundo el pensamiento y la obra de la salvación cristiana».
ZS06051920

Envía esta noticia a un amigo

TOP

 


Espiritualidad



Predicador del Papa: «Deber» amar, «el mandamiento más bello y liberador del mundo»
Comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., al Evangelio dominical

ROMA, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, VI de Pascua, del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., predicador de la Casa Pontificia.

 

* * *



 

VI Domingo de Pascua - B
(Hechos 10, 25-27. 34-35. 44-48; I Juan 4, 7-10; Juan 15, 9-17)



 

El «deber» de amar



«Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado… Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».

El amor, ¿un mandamiento? ¿Se puede hacer del amor un mandamiento sin destruirlo? ¿Qué relación puede haber entre amor y deber, dado que uno representa la espontaneidad y el otro la obligación?

Hay que saber que existen dos tipos de mandamientos. Existe un mandamiento o una obligación que viene del exterior, de una voluntad diferente a la mía, y un mandamiento u obligación que viene de dentro y que nace de la cosa misma. La piedra que se lanza al aire, o la manzana que cae del árbol, está «obligada» a caer, no puede hacer otra cosa; no porque alguien se lo imponga, sino porque en ella hay una fuerza interior de gravedad que la atrae hacia el centro de la tierra.

De igual forma, hay dos grandes modos según los cuales el hombre puede ser inducido a hacer o no determinada cosa: por constricción o por atracción. La ley y los mandamientos ordinarios le inducen del primer modo: por constricción, con la amenaza del castigo; el amor le induce del segundo modo: por atracción, por un impulso interior. Cada uno, en efecto, es atraído por lo que ama, sin que sufra constricción alguna desde el exterior. Enseña a un niño un juguete y le verás lanzarse para agarrarlo. ¿Qué le empuja? Nadie; es atraído por el objeto de su deseo. Enseña un Bien a un alma sedienta de verdad y se lanzará hacia él. ¿Quién la empuja? Nadie; es atraída por su deseo.

Pero si es así --esto es, somos atraídos espontáneamente por el bien y por la verdad que es Dios--, ¿qué necesidad había, se dirá, de hacer de este amor un mandamiento y un deber? Es que, rodeados como estamos de otros bienes, corremos peligro de errar el blanco, de tender a falsos bienes y perder así el Sumo Bien. Como una nave espacial dirigida hacia el sol debe seguir ciertas reglas para no caer en la esfera de gravedad de algún planeta o satélite intermedio, igual nosotros al tender hacia Dios. Los mandamientos, empezando por el «primero y mayor de todos» que es el de amar a Dios, sirven para esto.

Todo ello tiene un impacto directo en la vida y en el amor también humano. Cada vez son más numerosos los jóvenes que rechazan la institución del matrimonio y eligen el llamado amor libre, o la simple convivencia. El matrimonio es una institución; una vez contraído, liga, obliga a ser fieles y a amar al compañero para toda la vida. Pero ¿qué necesidad tiene el amor, que es instinto, espontaneidad, impulso vital, de transformarse en un deber?

El filósofo Kierkegaard da una respuesta convincente: «Sólo cuando existe el deber de amar, sólo entonces el amor está garantizado para siempre contra cualquier alteración; eternamente liberado en feliz independencia; asegurado en eterna bienaventuranza contra cualquier desesperación». Quiere decir: el hombre que ama verdaderamente, quiere amar para siempre. El amor necesita tener como horizonte la eternidad; si no, no es más que una broma, un «amable malentendido» o un «peligroso pasatiempo». Por eso, cuanto más intensamente ama uno, más percibe con angustia el peligro que corre su amor, peligro que no viene de otros, sino de él mismo. Bien sabe que es voluble, y que mañana, ¡ay!, podría cansarse y no amar más. Y ya que, ahora que está en el amor, ve con claridad la pérdida irreparable que esto comportaría, he aquí que se previene «vinculándose» a amar para siempre. El deber sustrae el amor de la volubilidad y lo ancla a la eternidad. Quien ama es feliz de «deber» amar; le parece el mandamiento más bello y liberador del mundo.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
ZS06051902

Envía esta noticia a un amigo

TOP

 


Nuevos movimientos



Federación Internacional de Hombres Católicos


CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 18 mayo 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la descripción que presenta el «Repertorio» de «Asociaciones Internacionales de Fieles», editado por el Consejo Pontificio para los Laicos, de la Federación Internacional de Hombres Católicos.

 

* * *



DENOMINACIÓN OFICIAL: FEDERACIÓN INTERNACIONAL DE HOMBRES CATÓLICOS

SIGLA: FIHC-Unum Omnes (Fédération Internationale des Hommes Catholiques)

FUNDACIÓN: 1948

HISTORIA: La FIHC nació como Federación Internacional de las Asociaciones de los Hombres de Acción Católica, por iniciativa de la Unión de los Hombres de Acción Católica Italiana. En la Asamblea constitutiva que tuvo lugar en Lourdes, en Francia, participaron los delegados de 20 países de Europa, América del Norte y América del Sur. En 1950, con ocasión de la primera Asamblea general, por deseo de Pío XII que había apoyado personalmente al proyecto de creación de la Federación y deseaba abrirla también a las organizaciones que no pertenecían a la Acción Católica, se cambió la denominación pasando a ser “Federación Internacional de los Hombres Católicos - Unum Omnes”. Reconocida por la Santa Sede como organización internacional católica, la FIHC es miembro de la Conferencia de las OIC.

IDENTIDAD: La FIHC reúne organizaciones nacionales de hombres católicos comprometidos en el apostolado y en la difusión de las enseñanzas de la Iglesia; promueve contactos entre las asociaciones miembro para favorecer el conocimiento y la ayuda recíproca además de colaborar en la acción evangelizadora; favorece la creación de nuevas organizaciones de hombres católicos; instaura y mantiene relaciones con las organizaciones internacionales que comparten sus mismos objetivos; se hace portavoz ante la opinión pública y los organismos internacionales del pensamiento de los hombres católicos sobre cuestiones de interés general.

ESTRUCTURA: Órganos oficiales de la FIHC son la Asamblea general, que tiene autoridad absoluta para todo lo que se refiere a la dirección, la disciplina y el control de la Federación; el Consejo, órgano administrativo constituido por el Presidente, el Vicepresidente, el Secretario general, el Tesorero y el Asistente eclesiástico; el Comité ejecutivo, que tiene la responsabilidad de tomar decisiones e iniciativas en el período que transcurre entre las Asambleas generales y tiene la obligación de presentarlas para su ratificación. A la FIHC se puede pertenecer como miembros a pleno título (organizaciones internacionales de hombres reconocidas por la autoridad eclesiástica o asociaciones nacionales formadas por hombres y mujeres); como miembros asociados (organizaciones diocesanas de hombres católicos).

DIFUSIÓN: La FIHC cuenta con 36 asociaciones miembros y está presente en 36 países distribuidos del siguiente modo: África (10), Asia (3), Europa (19), Norteamérica (1), Sudamérica (3).

PUBLICACIONES: Newsletter, publicación cuatrimestral.

SEDE CENTRAL Fédération Internationale des Hommes Catholiques
Palazzo San Calisto - 00120 Ciudad del Vaticano
Tel. e Fax [+39]06.69887382
E-mail: unumomnes@libero.it

[© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
ZS06051913

Envía esta noticia a un amigo

TOP

 



Esposos para Cristo


CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 18 mayo 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la descripción que presenta el «Repertorio» de «Asociaciones Internacionales de Fieles», editado por el Consejo Pontificio para los Laicos, de los Esposos para Cristo.

 

* * *



DENOMINACIÓN OFICIAL: ESPOSOS PARA CRISTO

SIGLA: CFC (Couples for Christ)

FUNDACIÓN: 1981

HISTORIA: La Asociación Esposos para Cristo nació en Manila, en Filipinas, por iniciativa de dieciséis matrimonios pertenecientes a un grupo de oración de la Renovación Carismática Católica que se pusieron al servicio de matrimonios cristianos deseosos de profundizar la propia fe ayudándose mutuamente a reavivar la relación con el Señor y a dejarse renovar por la fuerza del Espíritu Santo. En pocos años la Asociación obtuvo el reconocimiento de la Conferencia Episcopal de las Filipinas y su nuevo servicio de evangelización se difundió en las parroquias como programa de renovación de la vida familiar. El 11 de marzo de 2000 el Consejo Pontificio para los Laicos decretó el reconocimiento de Couples for Christ como asociación internacional de fieles de derecho pontificio.

IDENTIDAD: Los CFC reúne a familias que, acogiendo la exhortación de Cristo de ser sal y luz en el mundo, difunden la Buena Noticia de la liberación del hombre y –mediante el compromiso en la obra evangelizadora de la Iglesia, en la promoción de la paz y de la justicia, en la defensa de los pobres y de los oprimidos, en la promoción de la unidad de los cristianos– cooperan en la acción del Espíritu Santo que da vida a una humanidad nueva. La pertenencia a la CFC exige la adhesión al Christian Life Program, un programa de formación que tiene como fin transmitir a los miembros de la asociación los contenidos esenciales de la fe ayudándoles a descubrir el sentido de la propia vocación al matrimonio y a renovar cotidianamente la fidelidad a Dios, la promesa que les une como esposos y el compromiso a ayudarse mutuamente. Los CFC logran los propios objetivos a través de programas de pastoral familiar que buscan hacer de la familia una “Iglesia doméstica” y a través de programas pastorales atentos a los necesitados y a los pobres.

ESTRUCTURA: Órgano de gobierno de los CFC es el Consejo internacional, que tiene la sede en Manila, con el cual se relacionan los Consejos nacionales. De los Consejos nacionales dependen los Consejos regionales, de éstos los sectores y de los sectores los capítulos que son la unidad de base de los CFC. A la Asociación también pueden pertenecer como miembros agregados cristianos no católicos. DIFUSIÓN Los CFC cuentan con unos 980.600 miembros y está presente en 76 países distribuidos del siguiente modo: África (16), Asia (18), Europa (24), Norteamérica (8), Oceanía (6), Sudamérica (4).

PUBLICACIONES: In His Steps, trimestral de reflexión bíblica; Mothers, revista quincenal; Ugnayan, boletín quincenal.

PÁGINA WEB: http://www.cfcglobal.com

SEDE CENTRAL: Couples for Christ
349 Ortigas Avenue - Greenhills East
Mandaluyong 1554 (Filipinas)
Tel. [+63]2.7270681, Fax 2.7275777
E-mail: cfcglobe@info.com.ph

[© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
ZS06051912

Envía esta noticia a un amigo

TOP

 


Documentación



Benedicto XVI: «Democracia, instituciones y justicia social»
Discurso a un congreso organizado por la Fundación «Centesimus Annus Pro Pontifice»

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI este viernes a los participantes en el congreso organizado por la Fundación «Centesimus Annus Pro Pontifice» sobre «Democracia, instituciones y justicia social».

 

* * *




Señor cardenal,
venerados hermanos en el episcopado y en el presbiterado,
queridos hermanos y hermanas:

Con alegría os doy la bienvenida por primera vez y os saludo cordialmente a todos. Saludo especialmente al señor cardenal Attilio Nicora, presidente de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, así como al presidente de la Fundación, el conde Lorenzo Rossi di Montelera, a quien le doy las gracias por las palabras que me ha dirigido en vuestro nombre. Saludo a los obispos presentes y a vuestros asistentes espirituales sacerdotes. A cada uno de vosotros os expreso aprecio y gratitud por el servicio que ofrecéis al sucesor de Pedro y por la generosidad con la que apoyáis su actividad apostólica.

El nombre mismo de vuestra fundación indica con claridad las apreciables finalidades que perseguís. «Centesimus Annus» hace referencia a la última gran encíclica social de Juan Pablo II, con la que el inolvidable pontífice, resumiendo cien años de Magisterio en este campo, proyectaba hacia el futuro a la Iglesia, estimulando la discusión con la «res novae» del tercer milenio. «Centesimus Annus» expresa también vuestro compromiso de colaborar para que en las diferentes áreas del mundo contemporáneo la doctrina social desempeñe de manera clara su tarea a favor de la difusión del Evangelio. El calificativo de «Pro Pontifice» subraya, a su vez, vuestra intención de cultivar una cercanía particular con la tarea pastoral del obispo de Roma, comprometiéndoos a colaborar, según vuestras fuerzas, en el apoyo de los instrumentos concretos que él necesita para animar y alentar la presencia de la Iglesia en todo el mundo. Habéis comenzado vuestra actividad en un ámbito sobre todo italiano; ahora veo con alegría que la estáis desarrollando progresivamente en otras áreas de Europa y de América. La naturaleza de la Fundación vaticana os capacita y os orienta hacia estos grandes horizontes.

Vuestro congreso sobre «Democracia, instituciones y justicia social» afronta problemas de gran actualidad. A veces se lamenta la lentitud con que se abre camino la democracia y, sin embargo, sigue siendo la herramienta histórica más valiosa, si se utiliza bien, para disponer del propio futuro de forma digna. Con razón, habéis señalado dos puntos críticos en el camino hacia un ordenamiento más maduro de la convivencia humana. Se requieren, en primer lugar, instituciones apropiadas, creíbles y autorizadas, que no estén orientadas a la mera gestión del poder público, sino que sean capaces de promover niveles articulados de participación popular, en el respeto de las tradiciones de cada nación, y con la constante preocupación de custodiar su identidad. Del mismo modo es urgente un esfuerzo tenaz, duradero y compartido por la promoción de la justicia social. La democracia sólo alcanza su plena realización cuando cada persona y cada pueblo es capaz de acceder a los bienes primarios (vida, comida, agua, salud, educación, trabajo, certeza de los derechos) a través de un ordenamiento de las relaciones internas e internacionales que asegure a cada quien la posibilidad de participar. Y sólo puede haber auténtica justicia social en una perspectiva de genuina solidaridad, que comprometa a vivir y a trabajar siempre los unos por los otros, y nunca los unos contra o en perjuicio de los otros. El gran desafío de los cristianos laicos en el contexto mundial de hoy consiste en hacer concreto todo esto.

Queridos amigos, a través de la fundación «Centesimus Annus» contribuís, junto a otras asociaciones, a hacer que crezca el conocimiento de la doctrina social con la que la Iglesia, como he escrito en la encíclica «Deus caritas est», pretende «contribuir a la purificación de la razón y a reavivar las fuerzas morales, sin lo cual no se instauran estructuras justas ni estas pueden ser operativas a largo plazo» (n. 29). Que cada uno de vosotros, en cuanto fiel laico, haga suyo «el deber inmediato de actuar en favor de un orden justo en la sociedad!», porque «la caridad debe animar toda la existencia de los fieles laicos y por tanto, su actividad política, vivida como "caridad social"» (ibídem).

Que nuestro encuentro de hoy sirva para confirmaros en este generoso compromiso. Al regresar a vuestras responsabilidades diarias, sentíos cada vez más unidos en el vínculo de la comunión católica y vivid con pasión los compromisos que habéis asumido. Os doy las gracias también por el don que vuestro presidente me ha entregado para apoyar las obras de mi ministerio pastoral. Y, mientras invoco sobre vosotros y sobre vuestras familias la protección maternal de María, os bendigo a todos de corazón.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
ZS06051922

Envía esta noticia a un amigo

TOP

 



Comunicado vaticano sobre el fundador de los Legionarios de Cristo


CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).- En referencia a las noticias difundidas sobre la persona del fundador de los Legionarios de Cristo, el reverendo padre Marcial Maciel Degollado, la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha publicado este viernes el comunicado que presentamos a continuación.


 

* * *



A partir de 1998, la Congregación para la Doctrina de la Fe recibió acusaciones, que en parte ya se habían hecho públicas, contra el reverendo Marcial Maciel Degollado, fundador de la Congregación de los Legionarios de Cristo, por delitos reservados a la competencia exclusiva del Dicasterio. En 2002, el reverendo Maciel publicó una declaración para negar las acusaciones y para expresar su disgusto por las ofensas en su contra de algunos antiguos Legionarios de Cristo. En 2005, por motivos de edad avanzada, el reverendo Maciel se retiró del cargo de superior general de la Congregación de los Legionarios de Cristo.

Todos estos elementos han sido objeto de maduro examen por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe y, en virtud del «motu proprio» «Sacramentorum sanctitatis tutela» promulgado el 30 de abril de 2001 por el siervo de Dios Juan Pablo II, el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Su Eminencia el cardenal Joseph Ratzinger, autorizó una investigación de las acusaciones. Mientras tanto tiene lugar la muerte del Papa Juan Pablo II y la elección del cardenal Ratzinger como nuevo pontífice.

Después de haber sometido los resultados de la investigación a atento estudio, la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo la guía del nuevo prefecto, Su Eminencia el cardenal William Levada, ha decidido --teniendo en cuenta tanto la edad avanzada del reverendo Maciel como su débil salud-- renunciar a un proceso canónico e invitar al padre a una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público. El Santo Padre ha aprobado estas decisiones.

Independientemente de la persona del fundador, se reconoce con gratitud el benemérito apostolado de los Legionarios de Cristo y de la asociación «Regnum Christi».

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
ZS06051901

Envía esta noticia a un amigo

TOP

 



La Legión de Cristo y el Movimiento Regnum Christi renuevan su compromiso de servir a la Iglesia
Ante el Comunicado de la Santa Sede

ROMA, viernes, 19 mayo 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la declaración de la Congregación de los Legionarios de Cristo tras la publicación del comunicado de la Santa Sede sobre su fundador, el padre Marcial Maciel (Cf. Comunicado vaticano sobre el fundador de los Legionarios de Cristo).


 

* * *



En relación con la noticia de la conclusión de la investigación de las acusaciones hechas al padre Marcial Maciel, nuestro venerado padre fundador, la Congregación de los Legionarios de Cristo informa cuanto sigue:

1. El P. Marcial Maciel ha recibido a lo largo de su vida un sinnúmero de acusaciones. En los últimos años, algunas de ellas fueron presentadas a la Santa Sede para que abriera un proceso canónico.

2. Ante las acusaciones hechas en su contra, él afirmó su inocencia y siguiendo el ejemplo de Jesucristo optó siempre por no defenderse de ninguna manera.

3. Considerando su avanzada edad y su precario estado de salud, la Santa Sede decidió no realizar el proceso canónico e «invitar al padre a una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público».

4. Él, con el espíritu de obediencia a la Iglesia que siempre lo ha caracterizado, ha aceptado este comunicado con fe, con total serenidad y con tranquilidad de conciencia, sabiendo que se trata de una nueva cruz que Dios, el Padre de Misericordia, ha permitido que sufra y de la que obtendrá muchas gracias para la Legión de Cristo y para el Movimiento Regnum Christi.

5. Los legionarios y miembros del Movimiento Regnum Christi, a ejemplo del padre Maciel y unidos a él, acogemos y acogeremos siempre todas las disposiciones de la Santa Sede con profundo espíritu de obediencia y fe y renovamos nuestro compromiso de trabajar con toda intensidad para realizar nuestro carisma de la caridad y extender el Reino de Cristo sirviendo a la Iglesia.
ZS06051903

Envía esta noticia a un amigo

TOP



 



ZENIT es una agencia internacional de información.
Visite nuestra página http://www.zenit.org

SERVICIO DIARIO Y SEMANA INTERNACIONAL
Para suscribirse/darse de baja:
http://www.zenit.org/spanish/subdiario.html

ZENIT EN TIEMPO REAL
Para suscribirse a ZENIT, EN TIEMPO REAL:
http://www.zenit.org/spanish/subenvivo.html

SYNTHESIS
Para suscribirse a SYNTHESIS,
la selección semanal de
los mejores artículos de Zenit:
http://www.zenit.org/spanish/subsemanal.html

Para cualquier información: infospanish@zenit.org
* * * * * * * * * * * * * * * *
La reproducción de los servicios de Zenit requiere
el permiso expreso del editor.

(c) Innovative Media Inc.