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05 de junio de 2006


Santa Sede
Programa nuclear iraní: La Santa Sede cree que se puede superar la crisis con diálogo
Benedicto XVI y Tony Blair hablan sobre el diálogo con el islam y la paz

Mundo
La Iglesia católica es la organización no gubernamental más comprometida en la lucha contra el sida
Universitarios descubren cómo promueve la paz la Santa Sede en la ONU
Suiza: Compañías de seguro más baratas por no abortar
Cumbre mundial de jefes religiosos en Moscú para prevenir el extremismo
El culto a la Virgen de Montserrat es la primera advocación mariana universal
Así será la visita del Papa a Valencia (España) durante el V Encuentro Mundial de las Familias

Entrevista
Las televisiones católicas unen esfuerzos

Nuevos movimientos
Heraldos del Evangelio

Documentación
Discurso de Benedicto XVI en el encuentro ecuménico de Varsovia
Discurso del Papa en el encuentro con el clero en Varsovia
El cardenal Lozano ilustra la acción de la Iglesia católica en la lucha contra el sida

 




 


Santa Sede



Programa nuclear iraní: La Santa Sede cree que se puede superar la crisis con diálogo


CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- La Santa Sede publicó este sábado un comunicado para impulsar abiertamente el diálogo como camino de superación de la crisis internacional abierta por los proyectos de Irán de continuar con su programa nuclear.

La toma de posición vaticana tuvo lugar después de que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania acordaran el jueves ofrecer a Irán un nuevo paquete de incentivos en caso de que detenga su programa de enriquecimiento de uranio.

«La Santa Sede apoya, como siempre, cualquier iniciativa encaminada a un diálogo abierto y constructivo», afirma el comunicado emitido por el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls.

«La Santa Sede está convencida firmemente de que incluso las dificultades presentes puedan y deban superarse por vía diplomática, empleando todos los medios de los que esa misma diplomacia dispone», afirma la nota.

El Vaticano considera «particularmente necesario que, a través de contactos confidenciales, se remuevan los elementos que impiden objetivamente la confianza recíproca, sin descartar ningún signo de buena voluntad procedente de una u otra parte, y prestando atención al honor y la sensibilidad de cada país».

«Así se podrán dar pasos de acercamiento recíproco», concluye el comunicado.
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Benedicto XVI y Tony Blair hablan sobre el diálogo con el islam y la paz


CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- El papel de la religión, el diálogo con el islam, y la ayuda a África fueron algunos de los argumentos de la audiencia que concedió este sábado Benedicto XVI al primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair.

El encuentro «cordial», según fue definido posteriormente por Joaquín Navarro-Valls, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, tuvo una duración de unos 35 minutos y se celebró en la biblioteca privada del Papa.

Según ha explicado una nota difundida por Navarro-Valls, «el argumento principal fue el papel de la religión en la política y en las sociedades».

En particular, «se hizo hincapié en la contribución al diálogo que pueden aportar los valores comunes de las religiones, en particular con el Islam moderado, sobre todo en los temas concernientes a la paz y a la solidaridad».

En la audiencia, según afirma la nota vaticana, «también se habló de África, evidenciando la exigencia de que la comunidad mundial favorezca y respalde con todos los medios la convivencia pacífica y el desarrollo de aquel continente».

«Finalmente, se ha hablado de los progresos decisivos del proceso de paz en Irlanda del Norte», concluye Navarro-Valls.

Ha sido el primer encuentro entre Blair, anglicano, y Benedicto XVI desde que fue elegido Papa. El primer ministro llegó al Vaticano acompañado por su esposa e hijos.

La señora Cherie Blair, católica, ya había sido recibida por el Papa el 28 de abril en audiencia privada, pues se encontraba en el Vaticano participando en la sesión plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias.

Por su parte, un comunicado de Downing Street especifica que en el encuentro el Papa y Blair «hablaron de los desafíos de la globalización, del diálogo entre los diferentes credos, y de la importancia de que voces moderadas de las diferentes religiones se unan para afrontar el extremismo y el terrorismo».

La oficina del primer ministro revela que en la audiencia también se tocó la situación de China.
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Mundo



La Iglesia católica es la organización no gubernamental más comprometida en la lucha contra el sida
Informe del cardenal Lozano Barragán ante las Naciones Unidas

NUEVA YORK, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- Uno de cada cuatro enfermos de sida es atendido en el mundo por un centro católico, según ha podido comprobarse en Reunión de Alto Nivel sobre esta pandemia celebrada por la Asamblea General de las Naciones Unidas del 31 de mayo al 2 de junio.

En el encuentro tomó la palabra, en representación de la Santa Sede, el cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, quien ilustró además la obra de prevención que promueve la Iglesia, basada «en la información y educación hacia conductas dirigidas a evitar la pandemia».

El purpurado mexicano comenzó su intervención para transmitir el saludo a la asamblea de Benedicto XVI «a todos los que están empeñados en la lucha contra el VIH/SIDA».

«El Papa abriga una gran preocupación por el avance de la pandemia y garantiza la continuidad e incremento del trabajo que la Iglesia católica lleva a cabo para frenar esta desgracia», aseguró el cardenal.

Al explicar con números la acción de la Iglesia en este campo, reveló que «el 26.7% de los centros en el mundo para tratar enfermos de VIH/SIDA están dentro de la Iglesia católica».

Este trabajo implica, aclaró, «la capacitación de profesionales de la salud, prevención, cuidado, asistencia y acompañamiento tanto de los enfermos como de sus familias».

Esta presencia sobre el terreno tiene lugar gracias a las diferentes instituciones católicas.

En concreto explicó que, Caritas Internacional está comprometida en este frente en 102 países.

Asimismo, ilustró la labor que ofrecen las congregaciones religiosas y las asociaciones internacionales como «las Vicentinas, Comunidad de San Egidio, Camilianos, Juaninos, Jesuitas, religiosas de la Madre Teresa, el Hospital del Niño Jesús de la Santa Sede y los Farmacéuticos católicos».

Al hablar de la prevención, explicó que «somos conscientes de que el papel de la familia en el campo de la formación y de la educación es indispensable y eficaz».

«La educación e información las damos también a través de documentos, conferencias e intercambios de experiencias y prácticas», constató.

«Para el cuidado y asistencia de los enfermos acentuamos la capacitación de médicos y personal para médico, de capellanes y voluntarios; combatimos el estigma, facilitamos el diagnóstico, el “counselling” y la Reconciliación. Proveemos los antiretrovirales, los medicamentos para evitar la transmisión vertical materno filial y el contagio sanguíneo», siguió informando.

«En el ramo de la atención y acompañamiento al enfermo evitamos los contagios, atendemos a huérfanos y viudas, a los presos, ayudamos a la reintegración social de estos enfermos y colaboramos con los Gobiernos y demás Instituciones que se ocupan de la pandemia, tanto a nivel ecuménico como civil», siguió diciendo.

Por último, informó que la Santa Sede por voluntad de Juan Pablo II ha lanzado una iniciativa para ayudar económicamente a los enfermos de sida, la Fundación «El Buen Samaritano».

«Hasta la fecha hemos facilitado antiretrovirales a 18 países --explicó el cardenal Lozano--: 13 de África, 3 de América y 2 de Asia. En estos países hemos repartido el dinero recibido de católicos de 19 países, tanto de África misma, como de América, Asia y Europa».
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Universitarios descubren cómo promueve la paz la Santa Sede en la ONU


NUEVA YORK, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- Veintinueve estudiantes de los Estados Unidos y Canadá participaron en el primer seminario sobre el magisterio social y moral de la Iglesia ofrecido por la Fundación «Path to Peace» , cuyo presidente es el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas.

El curso, que tuvo lugar del 21 al 26 de mayo, tenía por argumento «La doctrina social católica en el espíritu de Juan Pablo II: aprender a crear un mundo justo».

Entre los conferenciantes se encontraban la profesora de Derecho de la Universidad de Harvard, May Ann Glendon, presidenta de la Academia Pontificia de las Ciencias; el escritor George Weigel, así como embajadores y oficiales de las Naciones Unidas.

Había estudiantes en representación de la Universidad de San Diego, de la Universidad Fairfield, de la Universidad St. Thomas, de la Universidad St. John's, de la Univesidad St. Bonaventure, del College of St. Mary, del St. Peter's College, de la Universidad Loyola, y de la Universidad Fordham.

Los estudiantes pudieron descubrir la diplomacia de la Santa Sede, que se basa en la doctrina social de la Iglesia, afrontando cuestiones como «Pobreza y desarrollo social», «Paz y seguridad mundial», «Derechos humanos e impacto global», «Comunidad cristianas, mantenimiento y construcción de la paz», «Tráfico de mujeres», «Terrorismo y droga».

Los universitarios pudieron visitar al mismo tiempo los lugares en los que tiene lugar la acción de la misión de la Santa Sede en las Naciones Unidas recibiendo un tour en la sede de esta institución.

Según ha explicado monseñor Migliore a los micrófonos de «Radio Vaticano», «la idea surgió precisamente porque se ve que en muchas universidades, también en los Estados Unidos, está naciendo un interés por la enseñanza social de la Iglesia, que pone en el centro a la persona humana. Parecía importante comenzar precisamente por los estudiantes y darles una introducción en el lugar en el que se trata de aplicar esta doctrina social de la Iglesia».

El prelado considera que en estos momentos en el palacio de cristal de la ONU se da un mayor interés por la doctrina social católica, pues «en todos los campos existe la convicción de que hace falta una ética que esté detrás de las demás lógicas».

«Todo argumento tiene su lógica particular, pero con frecuencia falta la ética. Desde este punto de vista, muchos están felices de escuchar la palabra de la Santa Sede», reconoce.

El prelado informa que a los jóvenes les interesó particularmente el descubrir «que uno con "clergyman", es decir, con uniforme religioso, puede formar parte plenamente de la comunidad diplomática internacional».

En el seminario los descubrieron que «naturaleza, la dimensión de su diplomacia es, ante todo, de carácter religioso, moral, ético, pues se ocupa sobre todo de la paz», explicó el arzobispo.

«Tiene una naturaleza universal que va más allá de las fronteras, se ocupa de los pueblos, de las poblaciones, de las personas y tiene una naturaleza humanitaria», añade.

En particular, señala, los jóvenes han descubierto que «nuestra diplomacia utiliza métodos que adoptan largas sendas, las de la convicción, las de la palabra, el testimonio».
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Suiza: Compañías de seguro más baratas por no abortar


ROMA, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- En Suiza, existen ya al menos cinco compañías de seguro de enfermedad que mantienen desde 2004 un acuerdo con la asociación contra el aborto «Ayuda suiza para la madre y el niño», según informa el servicio informativo de la Fundación Jérôme Lejeune.

Estas aseguradoras conceden reducciones de entre el 10 y el 40% a las aseguradas que renuncian al aborto y a la fecundación in vitro, así como al diagnóstico prenatal. Miles de personas han firmado estos contratos especiales.

Josef Zisyadis, consejero nacional del Partido Obrero Popular (POP), presentó recientemente una intervención con vistas a prohibir estas prácticas.

El Consejo Federal acaba de declarar que no desea intervenir contra estas aseguradoras y ha propuesto al Consejo Nacional que rechace la moción del consejero del POP.
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Cumbre mundial de jefes religiosos en Moscú para prevenir el extremismo
Anuncia la Iglesia ortodoxa rusa

MOSCÚ, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- En Moscú, en julio de 2006, tendrá lugar una cumbre mundial de jefes religiosos, según ha anunciado el boletín de la representación de la Iglesia Ortodoxa rusa ante la Unión Europea, «Europaica».

El encuentro fue anunciado por el metropolita Kirill de Smolensko y Kaliningrado, encargado del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú en un reciente entrevista con el secretario general del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Francesa, Hubert Colin de Verdière.

La cumbre se celebrará el 4 y 5 de julio de 2006, de la Cumbre de jefes religiosos del mundo y precederá al encuentro de jefes de Estado del G-8, programado algunos días más tarde en San Petersburgo.

Está previsto que esta cumbre reúna a los jefes o los representantes de las Iglesias ortodoxas, las Iglesias pre-calcedonias y de la Iglesia Católica romana.

Los organizadores de la cumbre cuentan también con la presencia de responsables religiosos chinos, de la Iglesia luterana alemana, del Consejo Nacional de las Iglesias de Estados Unidos, de los grandes rabinos de Israel, Estados Unidos y los países europeos, responsables musulmanes de los países de la CEI, de Medio Oriente y de la península arábiga, budistas, hinduistas, dirigentes del Consejo Ecuménico de las Iglesias y de otras organizaciones religiosas internacionales.

El metropolita espera que esta cumbre de Moscú desempeñe «un papel importante en la prevención del extremismo».
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El culto a la Virgen de Montserrat es la primera advocación mariana universal
Lo revela el abad de Montserrat en una conferencia en Roma

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- El culto a la Virgen de Montserrat (Cataluña, España) es la primera advocación mariana con alcance universal. Lo explicó el 31 de mayo el padre Josep Maria Soler, abad de ese Monasterio, durante una conferencia en la Iglesia de Santiago y Montserrat en Roma que se enmarcó en los actos conmemorativos del 125 aniversario de la coronación canónica y de su proclamación de la Virgen como patrona de Cataluña.

El abad explicó como «ya desde el primer tercio del siglo XI el abad Oliva, muy vinculado a la sede romana, funda un pequeño monasterio junto al convento de Santa María que crece con la fama de los milagros que obra la Virgen». De ahí »el nombre de Montserrat se extiende sobretodo gracias a los peregrinos de Santiago que lo divulgan y a Alfonso X el Sabio que dedica seis cantigas a seis milagros de la Virgen».

El superior benedictino explicó que fue el Papa León XIII en el 1881 --hace 125 años-- quien concedió el patrocinio de la Virgen montserratina sobre las diócesis catalanas, así como su coronación, el rango basilical al templo y la fiesta propia el 27 abril.

«Ahora gracias a Benedicto XVI celebramos el aniversario de todos estos acontecimientos pidiendo al Señor que por intercesión celestial de la patrona a los que la invocan la gracia de sentir su protección como madre de consuelo y esperanza», afirmó.

Dom Josep Maria Soler observó que el culto a la «Moreneta» (apelativo cariñoso con el que se conoce a la Virgen de Montserrat, que es de color negro) no se quedó solo en Europa sino que con el descubrimiento de América se empezaron a dedicar iglesias en México, Chile y Perú. En Brasil existen hoy dos monasterios bajo su advocación.

El abad reveló que Montserrat es, al mismo tiempo, una de las casas editoriales más antiguas de Europa y contó que en su «Scriptorium» se elaboró el Códice «Llibre Vermell» de finales del siglo XIV. De ese monasterio salieron xilografías con imágenes de la Virgen y más de 200.000 hojas de indulgencias de cofrades.

Familias reales, santos y papas
La importancia de Montserrat se revela en la «afluencia de peregrinos anónimos» y también de «personalidades y benefactores que con exvotos o por su fe ofrecieron joyas y paramentos litúrgicos, especialmente familias principescas como los Duques de Urbino o de Calabria y extirpes como los Savoya o en España el monarca Carlos I. El abad le definió «el más montserratino de los monarcas españoles: él y su hijo Felipe II murieron con una candela bendecida típica de Montserrat en la mano».

En cuanto a los pontífices, el abad reconoció que «sería mas fácil contar los papas no relacionados con el monasterio» y entre los que tuvieron una relación especial con este santuario mariano y con su comunidad benedictina citó a Gregorio XIII, Julio II, el beato Pío IX, León XIII, el beato Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II, que lo visitó en 1982».

Los santos y beatos que han pasado por Montserrat, en particular citó a «Ignacio de Loyola, Luis Gonzaga y José de Calasanz» y de los más recientes «Antonio María Claret, Joaquina Vedruna, Enric d’ Ossó, Josep Mañanet, Francesc Palau, Francesc Coll, Paula Montal, Josemaría Escrivá, Pere Tarrés, Francesc Castelló y otros mártires de la persecución religiosa».

La Virgen de Montserrat en el mundo
«La Virgen Morena no conoce fronteras», afirmó el abad, revelando que abadías en Australia (New Norcia), en Filipinas (Manila y Malay Malay) y en Colombia (Medellín y Guatapé) están vinculadas con Montserrat.

Actualmente en el monasterio de Montserrat en Cataluña acuden anualmente dos millones de peregrinos al año y según el abad «en esta hora de replanteamientos intentamos responder a las necesidades de un mundo en rápida evolución sin dejar perder los antiguos valores que conservan sentido y eficacia».

El abad entregó al rector de la Iglesia de Santiago y Montserrat, monseñor José Luis González Novalín, la medalla del Año Jubilar de Montserrat «para que quede en esta casa hermana». El rector hizo saber que «en esta casa se veneró a la Virgen de Montserrat ya desde final de la Edad Media» y contó como «también aquí en Roma existe una Virgen de Montserrat coronada desde el 8 de abril de 1656».

A la conferencia en esta Iglesia Nacional Española acudieron representantes de la Iglesia española en Roma, miembros del cuerpo diplomático y el director de Asuntos Religiosos de la Generalitat de Cataluña, Jordi López Camps.

[Más información http://www.abadiamontserrat.net]
ZS06060521

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Así será la visita del Papa a Valencia (España) durante el V Encuentro Mundial de las Familias


VALENCIA/ROMA, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- Un itinerario que posibilitará el contacto con los peregrinos marca la agenda --adelantada provisionalmente por la organización del V Encuentro Mundial de las Familias-- que seguirá Benedicto XVI en su viaje apostólico a Valencia (España) con ocasión de esta gran cita de fe y fiesta.

Impulsada por Juan Pablo II, esta convocatoria parte cada tres años del Papa: peregrinos de los cinco continentes se reúnen para intercambiar experiencias y profundizar en el papel de la familia cristiana ante los retos que plantea el siglo XXI.

El V EMF se celebrará del 1 al 9 de julio bajo el lema «La transmisión de la fe en la familia».

Cuatro manifestaciones principales configuran un EMF: un congreso internacional, celebraciones eucarísticas (por grupos lingüísticos) para las familias en peregrinación, una vigilia con testimonios de familias y la Misa conclusiva.

Estos dos últimos actos serán presididos por Benedicto XVI, cuyo vuelo, procedente del aeropuerto Leonardo da Vinci de Fiumicino (Roma), llegará al aeropuerto de Valencia-Manises el sábado 8 de julio hacia las 11.30 horas.

Después de la ceremonia de bienvenida y del discurso del Santo Padre, será trasladado en un vehículo panorámico desde el aeropuerto hasta la Catedral de Valencia, en el centro de la ciudad.

El Papa visitará la Catedral y la capilla del Santo Cáliz. La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, hará entrega de las llaves de la ciudad al Santo Padre, y éste luego se dirigirá a pié a la Basílica de la Virgen de los Desamparados.

Después de visitarla, rezará la oración mariana del Ángelus en la plaza de la Virgen. A continuación será recibido en el Palacio Arzobispal, residencia del Santo Padre durante su estancia en Valencia --cuyo arzobispo es monseñor Agustín García-Gasco--.

El programa prevé el posterior traslado de Benedicto XVI al Palacio de la Generalidad valenciana (sede del gobierno autonómico), donde tendrá un encuentro con la Familia Real española.

A su regreso al Palacio Arzobispal, el Papa recibirá la visita del presidente del gobierno del país.

Después de ello, Benedicto XVI se encaminará en vehículo panorámico al Encuentro Festivo-Testimonial que, a partir de las 20.00 horas, reunirá a cientos de miles de familias del mundo en el Puente de Monteolivete en un contexto de oración y testimonios de experiencia de fe vivida en circunstancias especialmente particulares. Se alternarán presentaciones artístico-culturales realizadas por artistas de reconocimiento mundial.

Se está acondicionando el lugar para que haya espacio suficiente para poder acoger a más de un millón de peregrinos. Los asistentes escucharán también el mensaje del Papa y el acto se cerrará con un espectáculo pirotécnico, muy típico de esta región española.

El Papa regresará en vehículo panorámico al Palacio Arzobispal, donde pasará la noche.

Repetirá este itinerario al día siguiente, domingo 9 de julio, cuando regrese en vehículo panorámico al Puente de Monteolivete, donde presidirá la solemne Eucaristía conclusiva a partir de las 9.30 horas; pronunciará la homilía.

En los EMF concelebran esta Misa cardenales, obispos y sacerdotes de todo el mundo.

Durante la Eucaristía, algunos esposos que han cumplido 50 años de matrimonio renovarán sus promesas matrimoniales

Al concluir la celebración, Benedicto XVI dirigirá el rezo del Ángelus.

Tras despedirse de los peregrinos se trasladará al aeropuerto de Manises desde donde, tras la ceremonia de despedida y los discursos correspondientes, partirá el vuelo papal hacia las 13.00 horas con destino al aeropuerto romano de Ciampino.

Aparte del Congreso Internacional Teológico-Pastoral (4-7 de julio), el programa preparado para el próximo EMF prevé la celebración simultánea de un Congreso de Hijos (de 16 a 25 años de edad) y otro de Abuelos.

Además incluye, por primera vez en la historia de los EMF, la celebración de una feria internacional dedicada íntegramente a las familias (1-7 de julio) y la convocatoria a un Rosario de las Familias (7 de julio).

En cuanto a las celebraciones eucarísticas por grupos lingüísticos (hasta ocho, por el momento), el sábado 8 de julio, a partir de las 10.00 horas, habrá actos litúrgicos de forma simultánea en la mayoría de los templos de la ciudad.

Más información e inscripciones (que solicita la organización a todos los peregrinos) en la web plurilingüe www.wmf2006.org .
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Entrevista



Las televisiones católicas unen esfuerzos
Entrevista a Leticia Soberón Mainero

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- Leticia Soberón, oficial del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, ilustra en esta entrevista concedida a Zenit algunas claves para entender la televisión católica hoy y valora los resultados del primer Congreso de Televisiones Católicas de América Latina (22-25 mayo).

Esta psicóloga, responsable de la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL) observa que la mayoría de televisiones católicas se inspiran en una espiritualidad radicada en María.

--¿Cuál es su valoración del reciente encuentro latinoamericano y cuál será su incidencia en el Primer Congreso Mundial de Televisiones Católicas de Madrid que tendrá lugar en octubre?

--Soberón: El Congreso de Medellín fue excelente por varios motivos: son cada vez más las realidades televisivas (emisoras y productoras) católicas en América Latina, y el Congreso tuvo muy buena respuesta. Pudimos ver la multiplicidad de estilos y carismas, y la riqueza que ello implica para la comunicación católica.

La metodología del Congreso, muy bien pensada por el Departamento de Comunicación Social del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) favoreció el mutuo conocimiento y el establecimiento de pistas de colaboración muy positivos.

El CELAM, además, espera mucho de la televisión para la preparación de la Quinta Conferencia General del Episcopado latinoamericano. Quedó de manifiesto la disposición de este medio para contribuir a este proceso eclesial de reflexión y conversión. Todo ello hace que las iniciativas católicas de televisión en América Latina ofrezcan una importante aportación para el Congreso de Madrid.

Por otra parte, la invitación del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales para que los participantes aporten generosamente algunas de sus producciones para el Banco de Programas que se presentará en Madrid, despertó gran interés y espíritu de cooperación. Están ya puestas las bases
para este proyecto.

Fue conmovedor el ver que estas instituciones, más o menos nuevas, tienen algo muy importante en común: la mayoría comparten una espiritualidad mariana. Es Nuestra Señora la fuente de inspiración y ayuda a la que todos dijeron recurrir. Con motivos se ha dicho que Ella es la «Estrella de la Nueva Evangelización».

--América Latina otorga mucha importancia a la televisión. ¿Se han creado formas de cooperación?

--Soberón: La importancia de las entidades televisivas católicas de América Latina y el papel del CELAM como impulsor de colaboración y mutuo conocimiento, hacían sentir la necesidad de este Congreso que se ha celebrado en Medellín. Ayuda ciertamente la proximidad cultural y también ahora el impulso del próximo Congreso de Madrid. Se nota, además, que está calando el lema de la Quinta Conferencia: «Discípulos y misioneros de Cristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida». El ser verdadero discípulo del Señor implica muchas cosas, y entre ellas está el suscitar espacios de comunión.

Evidentemente no estamos partiendo de cero; es larga la trayectoria recorrida en el continente; desde hace años que el propio CELAM y numerosas instituciones, las organizaciones de comunicación y muchas personas se han dedicado con ahínco a lograr estos objetivos, pero creo que somos conscientes de que aún hay mucho camino por recorrer, y todos anhelamos una mayor organicidad y estabilidad en tales esfuerzos; pero aprovechemos esta ocasión para, sin temor y con valentía, recoger lo cosechado y continuar juntos ampliando el campo de la siembra.

El momento presente nos facilita, quizá más que nunca, esta tarea. Por una parte los aspectos tecnológicos de la comunicación convergen hacia el lenguaje binario, y facilitan la compatibilidad entre distintos soportes que antes no “dialogaban” entre sí. Ello revertirá, a buen seguro, en un abaratamiento de los costos de producción y de transmisión radiotelevisiva.

--¿Cuál es el reto para las televisiones católicas hoy?

Soberón: El momento histórico actual nos interpela para, en palabras de Juan Pablo II, hacer presente el rostro de Cristo en esta «mediosfera» tan abigarrada y confusa. Ello supone encontrar la raíz más honda de la identidad católica que nos une, respetando a la vez la pluralidad de estilos, carismas, culturas y sensibilidades que constituyen la riqueza de la Iglesia. Buscaremos con creatividad esos objetivos, sabiendo que la generosidad no está reñida con la necesaria financiación de nuestras producciones, y es necesario seguir impulsando una mayor profesionalidad y formación en el personal de nuestras televisoras.

Es muy importante la tarea de «tejer redes» de colaboración que nos ayuden a dar testimonio de unidad y sintonía en el momento histórico que nos ha tocado vivir, en una sociedad marcada por la comunicación. El Santo Padre Benedicto XVI nos impulsa a ser mensajeros de un Dios que es Amor en la cultura de hoy. Confiamos, ciertamente, en la ayuda del Señor, y de Nuestra Señora de Guadalupe que nos acompaña siempre como pionera de una evangelización perfectamente inculturada.
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Nuevos movimientos



Heraldos del Evangelio


CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la descripción que presenta el «Repertorio» de «Asociaciones Internacionales de Fieles», editado por el Consejo Pontificio para los Laicos, de los Heraldos del Evangelio.

 

* * *




DENOMINACIÓN OFICIAL: HERALDOS DEL EVANGELIO

SIGLA: EP (del nombre latino de la asociación Evangelii Praecones)

FUNDACIÓN: 1999

HISTORIA: Los orígenes de los EP se remontan a los años sesenta, cuando un grupo de jóvenes católicos de São Paulo, en Brasil, dirigidos por João Scognamiglio Clá Días, Pedro Paulo de Figueiredo y Carlos Alberto Soares Corrêa empezaron a encontrarse para hablar, reflexionar y rezar juntos. Esta experiencia, que creció durante esos años incorporando a otras personas, hizo madurar en ellos el deseo de perseguir la perfección cristiana y la aspiración de anunciar el Evangelio. Como respuesta a la llamada que Juan Pablo II hizo a los fieles laicos de lanzarse con valentía en la obra de la nueva evangelización, empezaron una asociación llamada Arautos do Evangelho, erigida canónicamente en 1999 por el Obispo de Campo Limpo y que en pocos años se difundió en otros países. El 22 de febrero de 2001el Consejo Pontificio para los Laicos decretó el reconocimiento de los Heraldos del Evangelio como asociación internacional de fieles de derecho pontificio. IDENTIDAD Los EP quieren ser instrumentos de santidad en la Iglesia favoreciendo la íntima unidad entre la fe y la vida y actuando para la evangelización de las realidades temporales, sobre todo mediante el arte y la cultura. Su apostolado, cuya modalidad viene adaptada a los distintos ambientes, privilegia la animación parroquial; la evangelización de las familias; la formación catequética y cultural de los jóvenes; la divulgación de la prensa religiosa. Un amplio espacio está reservado a la organización de representaciones artísticas (música, teatro) en iglesias, colegios, hospitales, fábricas, oficinas, cárceles. La pedagogía de la asociación quiere favorecer una vida interior fuertemente radicada en la Eucaristía, en la devoción a la Virgen María y en la fidelidad al Sucesor de Pedro. El itinerario de formación de los miembros prevé el estudio de disciplinas como teología moral, exégesis, historia, además de una preparación profunda en el campo de las artes y de las lenguas modernas.

ESTRUCTURA: La autoridad suprema de los EP es la Asamblea general, que elige al Consejo general con la misión de asistir al Presidente general, principio de unidad de la Asociación, en el gobierno de la misma. A la Asociación se puede pertenecer como miembros asociados, colaboradores (familias o religiosos que desarrollan el carisma de la Asociación en los respectivos ambientes), miembros honorarios. Todos se agrupan en los distintos países en fraternidades, masculinas y femeninas, que tienen un gobierno propio elegido por la Asamblea y están coordinadas por un Consejo regional. Los miembros asociados que viven en común viven en casas para hermanos y para hermanas.

DIFUSIÓN: Los EP cuentan con más de 4.000 miembros de vida común y están presentes en 50 países distribuidos del siguiente modo: África (8), Asia (6), Europa (13), Norteamérica (12), Oceanía (1), Sudamérica (10). Las familias comprometidas en obras de evangelización son unas 40.000. En sus actividades participan más de un millón de personas.

OBRAS: Los EP son promotores de asociaciones culturales, obras de asistencia a la familia, centros juveniles y campañas de evangelización.

PUBLICACIONES: Heraldos del Evangelio, revista mensual en portugués y español.

PÁGINA WEB: http://www.heraldos.org

SEDE CENTRAL: Arautos do Evangelho
Rua Dom Domingos de Silos,238
Jardim São Bento - 02526-030 São Paulo SP (Brasil)
Tel. [+55]11.62569377 - Fax 11.62360442
E-mail: arautos@arautos.org.br
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Documentación



Discurso de Benedicto XVI en el encuentro ecuménico de Varsovia
Jueves 25 de mayo de 2006

VARSOVIA, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que pronunció Benedicto XVI en iglesia luterana de la Santísima Trinidad de Varsovia en el encuentro ecuménico con los representantes de siete iglesias reunidas en el Consejo Ecuménico Polaco, el jueves 25 de mayo de 2006.


 

* * *




Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

"Gracia y paz a vosotros de parte de Aquel que es, que era y que va a venir, de parte de los siete Espíritus que están ante su trono, y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra" (Ap 1, 4-5). Con estas palabras del libro del Apocalipsis, con las que san Juan saluda a las siete Iglesias de Asia, quiero dirigir mi afectuoso saludo a todos los que están aquí presentes, ante todo a los representantes de las Iglesias y las comunidades eclesiales reunidas en el Consejo ecuménico polaco. Agradezco al arzobispo Jeremías, de la Iglesia ortodoxa autocéfala y presidente de este Consejo, el saludo y las palabras de unión espiritual que acaba de dirigirme. Saludo al arzobispo Alfons Nossol, presidente del Consejo ecuménico de la Conferencia episcopal polaca.

Nos une hoy aquí el deseo de encontrarnos para dar gloria y honrar, con la oración común, a nuestro Señor Jesucristo: "Al que nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre" (Ap 1, 5-6). Damos gracias a nuestro Señor, porque nos reúne, nos concede su Espíritu y nos permite invocar, por encima de lo que aún nos separa, "Abbá, Padre". Estamos convencidos de que él mismo intercede sin cesar en nuestro favor, pidiendo para nosotros: "Que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí" (Jn 17, 23).

Juntamente con vosotros doy gracias por el don de este encuentro de oración común. Veo en él una de las etapas para realizar el firme propósito que hice al inicio de mi pontificado: considerar una prioridad de mi ministerio el restablecimiento de la unidad plena y visible entre los cristianos. Mi amado predecesor el siervo de Dios Juan Pablo II, cuando visitó esta iglesia de la Santísima Trinidad, en el año 1991, subrayó: "Por mucho que nos esforcemos en lograr la unidad, ella es siempre un don del Espíritu Santo. Sólo estaremos dispuestos a recibir este don si hemos abierto nuestra mente y nuestro corazón a él a través de la vida cristiana y especialmente a través de la oración" (Encuentro ecuménico de oración, 9 de junio de 1991, n. 6: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de julio de 1991, p. 8). En efecto, no podemos "lograr" la unidad sólo con nuestras fuerzas. Como recordé durante el encuentro ecuménico del año pasado en Colonia: "Podemos obtenerla solamente como don del Espíritu Santo" (Discurso a los representantes de otras Iglesias y comunidades eclesiales, 19 de agosto de 2005: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 26 de agosto de 2005, p. 9).

Por eso, nuestras aspiraciones ecuménicas deben estar impregnadas por la oración, el perdón recíproco y la santidad de vida de cada uno de nosotros. Me complace que aquí, en Polonia, el Consejo ecuménico polaco y la Iglesia católica romana emprendan numerosas iniciativas en este ámbito.

"Mirad, viene acompañado de nubes: todo ojo lo verá, hasta los que le traspasaron" (Ap 1, 7). Estas palabras del Apocalipsis nos recuerdan que todos estamos en camino hacia el encuentro definitivo con Cristo, cuando él desvelará ante nosotros el sentido de la historia humana, cuyo centro es la cruz de su sacrificio salvífico. Como comunidad de discípulos, nos encaminamos a ese encuentro, con la esperanza y la confianza de que será para nosotros el día de la salvación, el día que se hará realidad todo lo que anhelamos, gracias a nuestra disponibilidad a dejarnos guiar por la caridad recíproca, que su Espíritu suscita en nosotros. No edificamos esta confianza sobre nuestros méritos, sino sobre la oración en la que Cristo revela el sentido de su venida a la tierra y de su muerte redentora: "Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo" (Jn 17, 24).

En camino hacia el encuentro con Cristo que "viene acompañado de nubes", con nuestra vida anunciamos su muerte, proclamamos su resurrección, a la espera de su venida. En efecto, experimentamos el peso de la responsabilidad que implica todo esto, pues el mensaje de Cristo debe llegar a todos los hombres de la tierra, gracias al compromiso de quienes creen en él y están llamados a testimoniar que él fue enviado verdaderamente por el Padre (cf. Jn 17, 23). Por tanto, es necesario que, al anunciar el Evangelio, nos impulse el anhelo de cultivar relaciones recíprocas de caridad sincera, de modo que, a la luz de ellas, todos conozcan que el Padre mandó a su Hijo y ama a la Iglesia y a cada uno de nosotros como lo ama a él (cf. Jn 17, 23). Así pues, los discípulos de Cristo, cada uno de nosotros, debemos tender a esa unidad, a fin de que nos convirtamos, como cristianos, en signo visible de su mensaje salvífico, destinado a todo ser humano.

Permitidme que haga referencia una vez más al encuentro ecuménico que tuvo lugar en esta iglesia con la participación de vuestro gran compatriota Juan Pablo II y a su intervención, en la que delineó del siguiente modo la visión de los esfuerzos tendentes a la unidad plena de los cristianos: "El reto que se nos lanza es el de superar gradualmente los obstáculos (...) y crecer juntos en esa unidad de Cristo, que es única, unidad con la que la dotó desde el comienzo; la seriedad de este cometido impide obrar precipitada o impacientemente, pero el deber de responder a la voluntad de Cristo exige que permanezcamos firmes en el camino hacia la paz y la unidad entre todos los cristianos. Sabemos bien que no somos nosotros los que vamos a cicatrizar las heridas de la división y a restablecer la unidad; somos simples instrumentos que Dios puede utilizar; la unidad entre los cristianos será don de Dios, en su tiempo de gracia. Tendamos humildemente hacia ese día, creciendo en el amor, el perdón y la confianza recíprocos" (Encuentro ecuménico de oración, 9 de junio de 1991, n. 6: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de julio de 1991, p. 8).

Desde aquel encuentro, han cambiado muchas cosas. Dios nos ha concedido dar muchos pasos hacia la comprensión recíproca y el acercamiento. Permitidme atraer vuestra atención hacia algunos acontecimientos ecuménicos que tuvieron lugar en ese tiempo en el mundo: la publicación de la encíclica Ut unum sint; las concordancias cristológicas con las Iglesias precalcedonias; la firma en Augsburgo de la "Declaración común sobre la doctrina de la justificación"; el encuentro con ocasión del gran jubileo del año 2000 y la memoria ecuménica de los testigos de la fe del siglo XX; la reanudación del diálogo católico-ortodoxo a nivel mundial; el funeral de Juan Pablo II, con la participación de casi todas las Iglesias y comunidades eclesiales.

Sé que también aquí, en Polonia, este anhelo fraterno de unidad ha logrado éxitos concretos. Quisiera mencionar en este momento: la firma de la declaración de reconocimiento mutuo de la validez del bautismo, realizada en el año 2000, también en este templo, por la Iglesia católica romana y las Iglesias reunidas en el Consejo ecuménico polaco; la creación de la Comisión para las relaciones entre la Conferencia episcopal polaca y el Consejo ecuménico polaco, a la que pertenecen los obispos católicos y los jefes de otras Iglesias; la creación de las comisiones bilaterales para el diálogo teológico entre católicos y ortodoxos, luteranos, miembros de la Iglesia nacional polaca, mariavitas y adventistas; la publicación de la traducción ecuménica del Nuevo Testamento y del libro de los Salmos; la iniciativa llamada "Obra navideña de ayuda a los niños", en la que colaboran las organizaciones caritativas de las Iglesias católica, ortodoxa y evangélica.

Constatamos muchos progresos en el campo del ecumenismo y, sin embargo, esperamos siempre algo más. Permitidme señalar hoy, un poco más detalladamente, dos cuestiones. La primera se refiere al servicio caritativo de las Iglesias. Son numerosos los hermanos que esperan de nosotros el don del amor, de la confianza, del testimonio, de una ayuda espiritual y material concreta. A este problema me referí en mi primera encíclica, Deus caritas est. Afirmé en ella: "El amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial, y esto en todas sus dimensiones: desde la comunidad local a la Iglesia particular, hasta abarcar a la Iglesia universal en su totalidad. También la Iglesia en cuanto comunidad ha de poner en práctica el amor" (n. 20).

No podemos olvidar la idea esencial que desde el inicio constituyó el fundamento muy fuerte de la unidad de los discípulos: "En la comunidad de los creyentes no debe haber una forma de pobreza en la que se niegue a alguien los bienes necesarios para una vida digna" (ib.). Esta idea es siempre actual, aunque a lo largo de los siglos hayan cambiado las formas de la ayuda fraterna; aceptar los desafíos caritativos contemporáneos depende en gran medida de nuestra colaboración recíproca.
Me alegra que este problema tenga mucho eco en el mundo en forma de numerosas iniciativas ecuménicas. Noto, complacido, que en la comunidad de la Iglesia católica y en las demás Iglesias y comunidades eclesiales se han difundido diversas formas nuevas de actividad caritativa, y han reaparecido con renovado impulso algunas antiguas. Son formas que a menudo unen la evangelización y las obras de caridad (cf. ib., 30 b).

Parece que, a pesar de todas las diferencias que hay que superar en el ámbito del diálogo interconfesional, es legítimo atribuir el compromiso caritativo a la comunidad ecuménica de los discípulos de Cristo en la búsqueda de una unidad plena. Todos podemos insertarnos en la colaboración en favor de los necesitados, aprovechando esta red de relaciones recíprocas, fruto del diálogo entre nosotros y de la acción común. Con el espíritu del mandamiento evangélico, debemos tener esta amorosa solicitud en favor de los hermanos necesitados, sean quienes sean.
A este propósito, en mi encíclica escribí que "para un mejor desarrollo del mundo es necesaria la voz común de los cristianos, su compromiso "para que triunfe el respeto de los derechos y de las necesidades de todos, especialmente de los pobres, los marginados y los indefensos"" (ib.). Ojalá que la práctica de la caritas fraterna nos acerque cada vez más a todos los que participamos en este encuentro y haga más creíble nuestro testimonio de Cristo ante el mundo.

La segunda cuestión a la que quiero referirme atañe a la vida matrimonial y familiar. Sabemos que entre las comunidades cristianas, llamadas a testimoniar el amor, la familia ocupa un lugar particular. En el mundo de hoy, en el que se están multiplicando las relaciones internacionales e interculturales, jóvenes provenientes de diversas tradiciones, de distintas religiones, de diferentes confesiones cristianas cada vez más a menudo se deciden a fundar una familia.

Muchas veces, para los jóvenes mismos y para sus seres queridos es una decisión difícil, que implica varios peligros relativos tanto a la perseverancia en la fe como a la construcción futura del orden familiar, al igual que la creación de un clima de unidad de la familia y de condiciones oportunas para el crecimiento espiritual de los hijos. Sin embargo, precisamente gracias a la difusión a gran escala del diálogo ecuménico, la decisión puede dar origen a la formación de un laboratorio práctico de unidad. Por eso son necesarias la benevolencia recíproca, la comprensión y la madurez en la fe de ambas partes, así como de las comunidades de las que provienen.

Quiero expresar mi aprecio a la Comisión bilateral del Consejo para las cuestiones del ecumenismo de la Conferencia episcopal polaca y del Consejo ecuménico polaco, que han emprendido la elaboración de un documento en el que se presenta la doctrina cristiana común sobre el matrimonio y la familia, y se establecen principios, aceptables por todos, para contraer matrimonios interconfesionales, indicando un programa común de solicitud pastoral para dichos matrimonios.
Deseo a todos que en esta delicada cuestión se acreciente la confianza recíproca entre las Iglesias y una colaboración que respete plenamente los derechos y la responsabilidad de los cónyuges por la formación en la fe de la propia familia y por la educación de los hijos.

"Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos" (Jn 17, 26). Hermanos y hermanas, poniendo toda nuestra confianza en Cristo, que nos da a conocer su nombre, caminemos cada día hacia la plenitud de la reconciliación fraterna. Que su oración haga que la comunidad de sus discípulos en la tierra, en su misterio y en su unidad visible, se transforme cada vez más en una comunidad de amor en la que se refleje la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

[Traducción distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa en el encuentro con el clero en Varsovia
Pronunciado el jueves 25 de mayo de 2006

VARSOVIA, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que pronunció Benedicto XVI en la catedral de Varsovia al encontrarse con el clero en su primer día de viaje apostólico en Polonia, el jueves 25 de mayo de 2006.


 

* * *



"Ante todo, doy gracias a mi Dios, por medio de Jesucristo, por todos vosotros (...), pues ansío veros, a fin de comunicaros algún don espiritual que os fortalezca, o más bien, para sentir entre vosotros el mutuo consuelo de la común fe: la vuestra y la mía" (Rm 1, 8-12). Con estas palabras del apóstol san Pablo me dirijo a vosotros, queridos sacerdotes, porque en ellas encuentro perfectamente reflejados mis actuales sentimientos y pensamientos, deseos y oraciones. Saludo, en particular, al cardenal Józef Glemp, arzobispo de Varsovia y primado de Polonia, a quien expreso mi más cordial felicitación por el 50° aniversario de su ordenación sacerdotal, que celebra precisamente hoy.

He venido a Polonia, a la amada patria de mi gran predecesor Juan Pablo II, para compartir —como solía hacer él— el clima de fe en el que vivís y para "comunicaros algún don espiritual que os fortalezca". Espero que mi peregrinación de estos días "confirme nuestra fe común: la vuestra y la mía".

Me encuentro hoy con vosotros en la archicatedral metropolitana de Varsovia, que con cada piedra recuerda la dolorosa historia de vuestra capital y de vuestro país. Habéis afrontado grandes pruebas en tiempos no muy lejanos. Recordemos a los heroicos testigos de la fe, que entregaron su vida a Dios y a los hombres, santos canonizados y también hombres comunes, que perseveraron en la rectitud, en la autenticidad y en la bondad, sin perder jamás la confianza.

En esta catedral recuerdo en particular al siervo de Dios cardenal Stefan Wyszynski, a quien llamáis "el primado del milenio", el cual, abandonándose a Cristo y a su Madre, supo servir fielmente a la Iglesia aun en medio de pruebas dolorosas y prolongadas. Recordemos con estima y gratitud a los que no se dejaron vencer por las fuerzas de las tinieblas; aprendamos de ellos la valentía de la coherencia y de la constancia en la adhesión al Evangelio de Cristo.

Me encuentro hoy con vosotros, sacerdotes llamados por Cristo a servirlo en el nuevo milenio. Habéis sido elegidos de entre el pueblo, constituidos para el servicio de Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Creed en la fuerza de vuestro sacerdocio. En virtud del sacramento habéis recibido todo lo que sois. Cuando pronunciáis las palabras "yo" o "mi" ("Yo te absuelvo... Esto es mi Cuerpo..."), no lo hacéis en vuestro nombre, sino en nombre de Cristo, "in persona Christi", que quiere servirse de vuestros labios y de vuestras manos, de vuestro espíritu de sacrificio y de vuestro talento. En el momento de vuestra ordenación, mediante el signo litúrgico de la imposición de las manos, Cristo os ha puesto bajo su especial protección; estáis escondidos en sus manos y en su Corazón. Sumergíos en su amor, y dadle a él vuestro amor. Cuando vuestras manos fueron ungidas con el óleo, signo del Espíritu Santo, fueron destinadas a servir al Señor como sus manos en el mundo de hoy. Ya no pueden servir al egoísmo; deben dar en el mundo el testimonio de su amor.

La grandeza del sacerdocio de Cristo puede infundir temor. Se puede sentir la tentación de exclamar con san Pedro: "Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador" (Lc 5, 8), porque nos cuesta creer que Cristo nos haya llamado precisamente a nosotros. ¿No habría podido elegir a cualquier otro, más capaz, más santo? Pero Jesús nos ha mirado con amor precisamente a cada uno de nosotros, y debemos confiar en esta mirada. No debemos dejarnos llevar de la prisa, como si el tiempo dedicado a Cristo en la oración silenciosa fuera un tiempo perdido. En cambio, es precisamente allí donde brotan los frutos más admirables del servicio pastoral. No hay que desanimarse porque la oración requiere esfuerzo, o por tener la impresión de que Jesús calla. Calla, pero actúa.

A este propósito, me complace recordar la experiencia que viví el año pasado en Colonia.
Entonces fui testigo del profundo e inolvidable silencio de un millón de jóvenes, en el momento de la adoración del santísimo Sacramento. Aquel silencio orante nos unió, nos dio un gran consuelo. En un mundo en el que hay tanto ruido, tanto extravío, se necesita la adoración silenciosa de Jesús escondido en la Hostia. Permaneced con frecuencia en oración de adoración y enseñadla a los fieles. En ella encontrarán consuelo y luz sobre todo las personas probadas.

Los fieles esperan de los sacerdotes solamente una cosa: que sean especialistas en promover el encuentro del hombre con Dios. Al sacerdote no se le pide que sea experto en economía, en construcción o en política. De él se espera que sea experto en la vida espiritual. Por ello, cuando un sacerdote joven da sus primeros pasos, conviene que pueda acudir a un maestro experimentado, que le ayude a no extraviarse entre las numerosas propuestas de la cultura del momento. Ante las tentaciones del relativismo o del permisivismo, no es necesario que el sacerdote conozca todas las corrientes actuales de pensamiento, que van cambiando; lo que los fieles esperan de él es que sea testigo de la sabiduría eterna, contenida en la palabra revelada.

La solicitud por la calidad de la oración personal y por una buena formación teológica da frutos en la vida. Haber vivido bajo la influencia del totalitarismo puede haber engendrado una tendencia inconsciente a esconderse bajo una máscara exterior, con la consecuencia de ceder a alguna forma de hipocresía. Es evidente que esto no ayuda a la autenticidad de las relaciones fraternas, y puede llevar a pensar demasiado en sí mismos. En realidad, se crece en la madurez afectiva cuando el corazón se adhiere a Dios. Cristo necesita sacerdotes maduros, viriles, capaces de cultivar una auténtica paternidad espiritual. Para que esto suceda, se requiere honradez consigo mismos, apertura al director espiritual y confianza en la misericordia divina.

El Papa Juan Pablo II, con ocasión del gran jubileo, exhortó muchas veces a los cristianos a hacer penitencia por las infidelidades del pasado. Creemos que la Iglesia es santa, pero en ella hay hombres pecadores. Es preciso rechazar el deseo de identificarse solamente con quienes no tienen pecado. ¿Cómo habría podido la Iglesia excluir de sus filas a los pecadores? Precisamente por su salvación Cristo se encarnó, murió y resucitó. Por tanto, debemos aprender a vivir con sinceridad la penitencia cristiana. Practicándola, confesamos los pecados individuales en unión con los demás, ante ellos y ante Dios.

Sin embargo, conviene huir de la pretensión de erigirse con arrogancia en juez de las generaciones precedentes, que vivieron en otros tiempos y en otras circunstancias. Hace falta sinceridad humilde para reconocer los pecados del pasado y, sin embargo, no aceptar fáciles acusaciones sin pruebas reales o ignorando las diferentes maneras de pensar de entonces.

Además, la «confessio peccati», para usar una expresión de san Agustín, siempre debe ir acompañada por la «confessio laudis», por la confesión de la alabanza. Al pedir perdón por el mal cometido en el pasado, debemos recordar también el bien realizado con la ayuda de la gracia divina que, aun llevada en recipientes de barro, ha dado frutos a menudo excelentes.

Hoy la Iglesia en Polonia se encuentra ante un gran desafío pastoral: prestar asistencia a los fieles que han salido del país. La plaga del desempleo obliga a numerosas personas a irse al extranjero.
Es un fenómeno generalizado, en gran escala. Cuando las familias se dividen de este modo, cuando se rompen las relaciones sociales, la Iglesia no puede permanecer indiferente. Es necesario que las personas que parten sean acompañadas por sacerdotes que, manteniéndose unidos a las Iglesias locales, realicen el trabajo pastoral en medio de los inmigrantes. La Iglesia que está en Polonia ya ha dado numerosos sacerdotes y religiosas, que prestan su servicio no sólo en favor de los polacos que están fuera de los confines del país, sino también, y a veces en condiciones muy difíciles, en las misiones de África, Asia, América Latina, y en otras regiones.

No olvidéis, queridos sacerdotes, a estos misioneros. Debéis acoger con una perspectiva verdaderamente católica el don de numerosas vocaciones con que Dios ha bendecido a vuestra Iglesia. Sacerdotes polacos, no tengáis miedo de dejar vuestro mundo seguro y conocido para servir en lugares donde faltan sacerdotes y vuestra generosidad puede dar abundante fruto.

Permaneced firmes en la fe. También a vosotros os encomiendo este lema de mi peregrinación. Sed auténticos en vuestra vida y en vuestro ministerio. Contemplando a Cristo, vivid una vida modesta, solidaria con los fieles a quienes sois enviados. Servid a todos; estad a su disposición en las parroquias y en los confesonarios; acompañad a los nuevos movimientos y asociaciones; sostened a las familias; no descuidéis la relación con los jóvenes; acordaos de los pobres y los abandonados.
Si vivís de fe, el Espíritu Santo os sugerirá qué debéis decir y cómo debéis servir. Podréis contar siempre con la ayuda de la Virgen, que precede a la Iglesia en la fe. Os exhorto a invocarla siempre con las palabras que conocéis bien: "Estamos cerca de ti, te recordamos, velamos".

A todos imparto mi bendición.

[Traducción distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]

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El cardenal Lozano ilustra la acción de la Iglesia católica en la lucha contra el sida


NUEVA YORK, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención del cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, presentada ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la que se analizaron los progresos alcanzados en el cumplimiento de las metas fijadas en la Declaración de Compromiso sobre el VIH/SID, el 2 de junio pasado.



 

* * *




Sr. Presidente:
Me honro en ser portador del saludo de su Santidad Benedicto XVI a todos los que están empeñados en la lucha contra el VIH/SIDA. El Papa abriga una gran preocupación por el avance de la pandemia y garantiza la continuidad e incremento del trabajo que la Iglesia católica lleva a cabo para frenar esta desgracia.

Desde el inicio de la pandemia del SIDA la Iglesia católica la ha combatido desde los niveles médicos, sociales y espirituales. El 26.7% de los centros en el mundo para tratar enfermos de VIH/SIDA están dentro de la Iglesia católica. Nuestro trabajo versa sobre la capacitación de profesionales de la salud, prevención, cuidado, asistencia y acompañamiento tanto de los enfermos como de sus familias.

Caritas Internacional reporta trabajar en 102 países. Según las respuestas a nuestra encuesta que realizamos en la Santa Sede se nos reportan acciones contra la pandemia en 62 países: 28 de África, 9 de América, 6 de Asia, 16 de Europa y 3 de Oceanía. Además del personal local (religioso y no religioso) se distinguen en el ramo Congregaciones y Asociaciones internacionales tales como las Vicentinas, Caritas Internacional, Comunidad de San Egidio, Camilianos, Juaninos, Jesuitas, religiosas de la Madre Teresa, el Hospital del Niño Jesús de la Santa Sede y los Farmacéuticos católicos. La acción de la Santa Sede y de la Iglesia católica jamás se encierra en sí misma sino que va dirigida a promover y reforzar el sentido indispensable de pertenencia y responsabilidad que cada país debe fuertemente desarrollar en cada fase de respuesta de la pandemia.

Las principales acciones que realizamos en la formación se refieren a los profesionales de la salud, a los sacerdotes, religiosas y religiosos, a los mismos enfermos, a las familias y a la juventud. En la prevención insistimos en la información y educación hacia conductas dirigidas a evitar la pandemia. Somos conscientes de que el papel de la familia en el campo de la formación y de la educación es indispensable y eficaz. La educación e información las damos también a través de documentos, conferencias e intercambios de experiencias y prácticas. Para el cuidado y asistencia de los enfermos acentuamos la capacitación de médicos y personal para médico, de capellanes y voluntarios; combatimos el estigma, facilitamos el diagnóstico, el “counselling” y la Reconciliación. Proveemos los antiretrovirales, los medicamentos para evitar la transmisión vertical materno filial y el contagio sanguíneo. En el ramo de la atención y acompañamiento al enfermo evitamos los contagios, atendemos a huérfanos y viudas, a los presos, ayudamos a la reintegración social de estos enfermos y colaboramos con los Gobiernos y demás Instituciones que se ocupan de la pandemia, tanto a nivel ecuménico como civil.

En el aspecto económico el anterior Papa Juan Pablo II creó la Fundación “El Buen Samaritano” para atender a los enfermos más desprotegidos y ahora en especial a los enfermos de SIDA. Hasta la fecha hemos facilitado antiretrovirales a 18 países: 13 de África, 3 de América y 2 de Asia. En estos países hemos repartido el dinero recibido de católicos de 19 países, tanto de África misma, como de América, Asia y Europa.

Para mayor información de lo expuesto, presentamos un folleto que ofrecemos a la Asamblea y que se encuentra en los lugares destinados a ello en este recinto.

Gracias, Sr. Presidente.
ZS06060506

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