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Servicio diario -
06 de junio de 2006


Santa Sede
El Papa pide mostrar a los jóvenes que el cristianismo no pone obstáculos al amor
Benedicto XVI envía bendición al Perú
Documento vaticano constata que la familia es objeto de ataques como nunca en el pasado
«La corrupción socava las democracias y hace a los pobres más pobres»
Se jubila el «legendario» responsable de la seguridad del Vaticano y del Papa

Mundo
La Gran Duquesa de Luxemburgo recibe el premio «Sendero hacia la paz»
Cardenal Dziwisz: Juan Pablo II y México, Benedicto XVI y Polonia; relaciones análogas
Misionera en Timor Oriental testigo de la ola de violencia que devasta al país
La peregrinación de católicos rusos a Roma más grande de la historia

Entrevista
El retorno de los ángeles, entre devoción y mistificación

Nuevos movimientos
Obra de Nazaret
Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad

Documentación
Homilía de Benedicto XVI en la misa celebrada en la Plaza Pilsudski de Varsovia

 




 


Santa Sede



El Papa pide mostrar a los jóvenes que el cristianismo no pone obstáculos al amor
Al inaugurar el congreso eclesial de la diócesis de Roma sobre la transmisión de la fe

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 6 junio 2006 (ZENIT.org).- Para transmitir la fe a las nuevas generaciones, Benedicto XVI considera que la Iglesia debe mostrar a los jóvenes que el cristianismo no pone obstáculos a la alegría del amor.

Así lo constató el pontífice en la tarde de este lunes al inaugurar el Congreso eclesial de la diócesis de Roma, que se celebra del 5 al 8 de junio, sobre el tema: «La alegría de la fe y la educación de las nuevas generaciones».

El encuentro, de tres días de duración, tiene por objetivo preparar la elaboración del programa pastoral del próximo año de la diócesis del Papa, cuyo vicario es el cardenal Camillo Ruini.

El lugar del encuentro fue precisamente la catedral de la diócesis de Roma, la basílica de San Juan de Letrán, y el pontífice se dirigió a los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que participan en el Congreso sentado, detrás de una mesa de madera, como hacía en los años en los que era profesor de teología.

«Quien sabe que es amado se siente a su vez solicitado a amar. Precisamente de este modo el Señor, que nos ha amado antes, nos pide que pongamos en el centro de nuestra vida el amor por Él y por los hombres que Él ha amado», dijo explicando el sentido de la transmisión de la fe a las nuevas generaciones.

«Especialmente los adolescentes y los jóvenes, que experimentan con fuerza dentro de sí la llamada del amor, tienen necesidad de ser liberados del difundido prejuicio, según el cual, el cristianismo, con sus mandamientos y prohibiciones, pone demasiados obstáculos a la alegría del amor».

Así se explica, constató, el que los jóvenes vean en la vida cristiana algo que les «impide experimentar esa felicidad que el hombre y la mujer encuentran en su amor recíproco».

«La fe y la ética cristiana no quieren sofocar, sino hacer sano, fuerte y realmente libre el amor: precisamente éste es el sentido de los Diez Mandamientos, que no son una serie de "noes" sino un gran "sí" al amor y a la vida», aseguró.

«El amor humano necesita ser purificado, madurar e ir más allá de sí mismo, para poder ser plenamente humano, para ser principio de una alegría verdadera y duradera, para responder a aquella exigencia de eternidad que lleva dentro de sí y a la que no puede renunciar sin traicionarse».

«Este es el motivo esencial por el que el amor entre el hombre y la mujer se realiza plenamente solo en el matrimonio».

En toda la obra educativa, explicó el Santo Padre, «en la formación del hombre y del cristiano, no debemos dejar a un lado la gran cuestión del amor por miedo o por respeto humano: si lo hiciéramos presentaremos un cristianismo desencarnado, que no puede interesar seriamente al joven que se abre a la vida».

«Pero tenemos que introducir también la dimensión integral del amor cristiano, en la que el amor por Dios y el amor por el hombre están indisolublemente unidos y donde el amor por el prójimo es un compromiso sumamente concreto», propuso.

El cardenal Ruini, que se encontraba sentado a la derecha del Papa durante su intervención, agradeció al pontífice su ministerio que confirma «nuestra confianza para poder responder a la llamada y a la voluntad del Señor».
ZS06060607

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Benedicto XVI envía bendición al Perú


LIMA, martes, 6 junio 2006 (ZENIT.org).- El Santo Padre Benedicto XVI recibió en audiencia privada el último fin de semana al cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, Arzobispo de Lima, quien lo visitó para agradecer su cercanía con los actos conmemorativos realizados en el mes de abril del 2006, con ocasión del IV Centenario de Santo Toribio de Mogrovejo, segundo arzobispo de Lima.

El Santo Padre designó al Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo de Santo Domingo, como su enviado especial para dichas conmemoraciones, además tuvo otros gestos hacia el pueblo peruano como la declaración de un año jubilar en honor de Santo Toribio de Mogrovejo que culminó el 27 de abril del 2006.

Por su parte, el cardenal Juan Luis Cipriani Thorne regaló al Santo Padre un álbum conmemorativo de las diferentes actividades efectuadas en la Arquidiócesis de Lima con motivo del IV Centenario, al que asistieron varios obispos de América Latina y España así como también el cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago de Chile y presidente del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano).

El Papa Benedicto XVI envió a través del Cardenal Cipriani su bendición apostólica al pueblo peruano.
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Documento vaticano constata que la familia es objeto de ataques como nunca en el pasado
«Familia y procreación humana» un texto del Consejo Pontificio para la Familia

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 6 junio 2006 (ZENIT.org).- «Familia y procreación humana» es el título del documento de 57 páginas que publicó este martes el Consejo Pontificio para la Familia, presidido por el cardenal Alfonso López Trujillo.

El texto constata que la familia es objeto de ataques como nunca en el pasado y pretende por ello «salvar al hombre».

El documento «está destinado a ser objeto de estudio tanto en su doctrina como en su aplicación pastoral», según explica la nota explicativa a cargo de Fray Abelardo Lobato, O.P., consultor del Pontificio Consejo para la Familia, recogida por el Vatican Information Service (VIS)

El tema se aborda en cuatro capítulos: «Qué implica la procreación», «Por qué la familia es el único lugar apropiado para ella», «Qué se entiende por procreación integral en la familia», «Qué aspectos sociales, jurídicos, políticos, económicos y culturales lleva consigo el servicio a la familia».

El capítulo quinto presenta «Dos perspectivas complementarias, la teologal, por cuanto la familia es imagen de la Trinidad y la pastoral, porque la familia está en la base de la iglesia y ella es lugar de la evangelización».

«En este documento se hace referencia sobre todo al Concilio Vaticano II, al Papa Juan Pablo II, que le ha dedicado gran atención, al Catecismo y al reciente "Compendio de la doctrina social de la Iglesia», recoge la nota.

De este modo, el documento «no sólo se propone lograr una orientación doctrinal del problema, sino también la de abrir puertas a la investigación futura de las cuestiones que hoy son objeto de discusión».

En la introducción se evocan las palabras de Juan Pablo II en Puebla (1979), cuando afirmó que «la Iglesia posee la verdad sobre el hombre y al mismo tiempo busca la verdad toda entera. El hombre no es solo el "animal racional", es también un ser familiar. La familia es connatural al hombre y ha sido instituida por Dios».

«Pero hoy el hombre se ha vuelto un gran enigma para sí mismo y vive la crisis más aguda de toda la historia en su dimensión familiar --sigue diciendo el documento--: la familia es objeto de ataques como nunca en el pasado; los nuevos modelos de familia la destruyen; las técnicas de procreación arrojan por la ventana el amor humano; las políticas del control de natalidad conducen al actual "invierno demográfico"».

Si se siguen estos derroteros, asegura el documento, «nos desviamos hacia un mundo "posthumano". Es preciso salvar al hombre».

«La procreación es el medio de trasmisión de la vida por la unión amorosa del varón y la mujer», subraya el documento, «y debe ser en verdad humana».

Es decir, «fruto de los actos del hombre» y «además fruto del acto humano, libre, racional, responsable de la transmisión de la vida».

«El acto unitivo del hombre y la mujer no puede separarse de su dimensión connatural, que es la procreación, y hace posible la paternidad y maternidad responsable. Sólo desde esta base personal se comprende la moralidad conyugal», aclara.

«Los documentos doctrinales de la Iglesia, como la encíclica "Humanae vitae" y la exhortación apostólica "Familiaris consortio" recurren al fundamento de la dignidad del ser personal y a su dimensión ética. La condena radical del aborto y el rechazo a la separación entre las dos dimensiones, la unitiva y la procreativa, como la reducción de la sexualidad a la mera función fruitiva, tienen su apoyo en el ser personal y en su dignidad».

«Aquí está la clave de la solución, en la comprensión integral de lo humano. Sin una "metantropologia" que llega al ser, a la sustancia, al espíritu, no hay comprensión integral de lo humano, porque los conceptos de persona y de ser están vaciados de contenido. La moral y la religión, que son valores fundamentales y decisivos, se reducen a "asunto privado". El retorno de la metafísica es urgente para recobrar el sentido de lo humano en el hombre».

El ser humano es un ser familiar y por ello se reviste con las notas de ser social, político, económico, cultural, jurídico y religioso, afirma el texto.

La familia tiene que ver con cada uno de esos aspectos, que le son esenciales. Por eso, señala que la familia requiere servicios, ayuda, protección y constante promoción.

El documento indica cómo deberían desarrollarse cada uno de estos elementos. Resalta la dimensión jurídica y se recuerda que la Santa Sede ha publicado en 1983 la primera «Carta de los derechos de la familia», «una valiente defensa de esta institución».

«La doctrina acerca de la procreación humana integral», concluye el documento, «se corrobora con la teología de la creación y con el misterio de la salvación revelado en Jesucristo y actuado en la nueva evangelización».

«El Creador quiso al ser humano unidual y el Redentor asumió la condición familiar en Nazaret y recordó a todos cómo era la familia desde el principio en el plan divino: dos en una sola carne», afirma.
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«La corrupción socava las democracias y hace a los pobres más pobres»
Conferencia Internacional de Justicia y Paz

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 6 junio 2006 (ZENIT.org).- Se acaba de celebrar en El Vaticano, los días 2-3 de junio, una conferencia internacional sobre la lucha contra la corrupción, promovida por el Consejo Pontificio Justicia y Paz.

Inaugurando la conferencia, el cardenal Renato Raffaele Martino, presidente de Justicia y Paz, indicó que «la corrupción socava el desarrollo político y social de personas y pueblos, afligiendo por igual a naciones ricas y pobres, países desarrollados y en vías de desarrollo, estados totalitarios o autoritarios y democracias. Distorsionando en su raíz el papel de las instituciones democráticas, induce inexorablemente a una cultura de la ilegalidad con trágicos efectos sobre la vida de los pobres especialmente».

En nombre del Santo Padre, el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, envió un mensaje deseando que «este significativo encuentro contribuya a suscitar un renovado empeño por la promoción de la cultura de la legalidad».

Antonio Maria Costa, director ejecutivo de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen, subrayó que «la corrupción golpea a todos, y es tarea de cada uno combatirla» por lo que hay que movilizar a la comunidad en esta lucha.

El funcionario de la ONU presentó la situación mundial. Sólo en África el coste de la corrupción alcanza los 150 mil millones de dólares al año, equivalente a un cuarto del producto interior bruto de todo el continente. En muchos países ex comunistas, la élite política ha seguido haciendo componendas con los totalitarismos anteriores. En muchos países de América Latina, cerca de la mitad de los ingresos de las actividades comerciales acaba en comisiones, incrementando notablemente el coste de producción de las mercancías.

Costa se mostró convencido de que «es posible crear un sistema global anticorrupción» mediante «la puesta en marcha de la Convención de Naciones unidas contra la Corrupción», adoptada en México en 2003 y vigente desde diciembre de 2005.

Y subrayó que «democracia significa para los ciudadanos y los inversores tener confianza en las instituciones públicas y privadas. Si esta confianza falta, todo el sistema democrático fracasa. Este es el precio de una cierta permisividad ante la corrupción».

En la jornada final intervinieron el presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, monseñor Gianpaolo Crepaldi y el cardenal Renato Raffafele Martino.

Wolfowitz profundizó en las causas de la que llamó «cultura de la corrupción» haciendo hincapié en la voluntad del Banco Mundial de eliminar la pobreza, incrementando los esfuerzos para desarrollar una obra educativa de alto nivel y hacer surgir el sentido del Estado y de la legalidad.

Refiriéndose a la relación entre Doctrina Social de la Iglesia y lucha contra la corrupción, monseñor Giampaolo Crepaldi, secretario del Consejo Pontificio Justicia y Paz, recordó que «muchas investigaciones han demostrado que hay una relación negativa entre corrupción y crecimiento económico, entre corrupción e índice de desarrollo humano, entre corrupción y funcionalidad del sistema institucional, y entre corrupción y lucha contra las injusticias sociales».

«En otros términos --afirmó--, una sociedad mayoritariamente corrupta tiende a crecer menos desde el punto de vista económico, a ser menos promotora de la persona, menos abierta y menos justa».

Junto a la investigación y represión del fenómeno, el secretario del dicasterio vaticano dijo que, hacen falta «buenas leyes, sanas relaciones sociales, válida educación e instrucción, justicia y solidaridad, mantenimiento de la moralidad de base y formación de las conciencias».

Crepaldi precisó que «hay que incentivar los comportamientos honestos y castigar los deshonestos» y que estos criterios están «perfectamente en línea con la doctrina social de la Iglesia» y, al mismo tiempo, expresan «las exigencias concretas de la lucha contra la corrupción hoy».

«La doctrina social de la Iglesia pone claramente en relación entre sí estos tres aspectos, entendiendo la justicia de modo inseparable en sentido legal, en sentido social y en sentido moral. Estos tres aspectos son considerados inseparables porque los debe mantener juntos el principio de subsidiariedad como modalidad de articulación del bien común».

En cuanto a la relación entre corrupción y desarrollo, el ponente explicó que «la corrupción está también en la raíz de la pobreza y el subdesarrollo. Su negatividad, antes aún de restar recursos al crecimiento y repercutir en el sistema con costes muy elevados, contribuye a crear un contexto ético, social y cultural de freno al desarrollo».

«La doctrina social de la Iglesia --añadió el prelado-- cree en la economía y le confía un gran papel en el desarrollo humano; al mismo tiempo cree que el verdadero desarrollo es fruto de una economía “limpia” y que la actividad empresarial requiere por su propia naturaleza virtudes contrarias a la corrupción: “diligencia, laboriosidad, prudencia en asumir razonables riesgos, fiabilidad y fidelidad en las relaciones interpersonales, fortaleza en la ejecución de decisiones difíciles y dolorosas pero necesarias»

Monseñor Crepaldi indicó que «los mercados dominados por la corrupción favorecen a los menos capaces; en los mercados corruptos prevalecen las rentas parasitarias; los mercados no pueden subsistir sin reglas escritas y no escritas que en cambio la corrupción elimina de hecho; el mercado no vive sin una circulación de informaciones que en cambio la corrupción contamina; un mercado distorsionado por la corrupción impide la entrada de nuevas empresas; la corrupción se alimenta de excesos de burocracia que frenan el dinamismo de los mercados; la conexión entre economía y política, con la participación de hombres políticos en los consejos de administración de las empresas, alimenta la corrupción y frena al mismo tiempo la eficiencia productiva y económica».

«Para la lucha contra la corrupción --subrayó el prelado-- hacen falta mercados abiertos pero regulados, tanto jurídicamente como moralmente».

Al despedirse de los casi 80 estudiosos y expertos de alto nivel internacional, el cardenal Martino, afirmó que el «dicasterio se empeñará en atesorar cuanto se ha dicho, preparando a este fin un texto 'razonado' en el que se destacarán los resultados más significativos y más consolidados y las líneas más maduras e iluminadoras para combatirlo con eficacia y gobernarlo con decisión».

El cardenal indicó los puntos del esbozo esencial de este texto:

1) el fenómeno de la corrupción desafía antes que nada a nuestra inteligencia. Debe ser continuamente estudiado y atentamente seguido en sus causas y en sus efectos. Para gobernarlo adecuadamente hay que comprenderlo adecuadamente.

2) La corrupción desafía a nuestra voluntad para hacer el bien bien y a nuestra responsabilidad hacia las generaciones presentes y futuras. Todos, cada uno con su parte de responsabilidad, deben dar su propia aportación: individuos, entes organizados, instituciones nacionales, organizaciones internacionales.

3) El fenómeno de la corrupción desafía a la Iglesia y la lucha contra la corrupción debe comprometer a la Iglesia.
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Se jubila el «legendario» responsable de la seguridad del Vaticano y del Papa
Camillo Cibin es sustituido por Domenico Giani

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 6 junio 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha aceptado la renuncia por motivos de edad del director de los servicios de Seguridad y Protección Civil del Estado de la ciudad del Vaticano e inspector general del Cuerpo de la Gendarmería vaticana, Camillo Cibin, quien ha velado por la seguridad de seis Papas.

En su lugar, el Santo Padre ha nombrado a Domenico Giani, de 44 años, hasta ahora vice inspector del mismo Cuerpo, según anunció este sábado la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Cibin, casado y con tres hijos, que cumplió 80 años este lunes, pasó a formar parte del servicio de seguridad del Vaticano hace 58 años.

Su rostro es conocido por telespectadores de todo el mundo, pues siempre se encontraba junto a Juan Pablo II en sus 104 viajes apostólicos internacionales, en los realizados por Italia, y en sus vacaciones de verano en las montañas de Lorenzago di Cadore y de Introd.

El diario «Avvenire», al dar la noticia de su jubilación, recuerda su discreción y utiliza repetidamente el adjetivo «legendario» por la experiencia de su trabajo, en el que ha estado en contacto con servicios secretos de los diferentes países en las últimas décadas.

Cibin se encontraba en Manila cuando Pablo VI sufrió un intento de atentado a finales de 1970 por parte de una persona con desequilibrios mentales que trató de golpearle con arma blanca.

El 13 de mayo de 1981, en el día del atentado contra Juan Pablo II en la plaza de San Pedro del Vaticano, Cibin saltó la barrera para inmovilizar a Alí Agca, mientras los demás hombres de la seguridad abrían camino al jeep blanco que a toda velocidad transportaba al Papa herido.

Alto y atlético, el Papa Karol Wojtyla le agradeció siempre su protección un año después, el 12 de mayo de 1982, cuando fue atacado por otro loco en el santuario di Fátima con una larga bayoneta de fusil. Los reflejos de Cibin fueron providencials para salvar la vida del Papa.

Es sustituido por Domenico Giani nacido el 16 de agosto de 1962, casado y con dos hijos. Licenciado en pedagogía, comenzó su carrera como oficial de la Guardia de Finanzas de Italia, y después en los servicios de información de ese país.

En 1999, Juan Pablo II le llamó para encargarle la tarea de ser vice inspector del Cuerpo de Gendarmería del Estado de la Ciudad del Vaticano. Desde entonces ha recibido otros encargos, como el de dirigir el Cuerpo de Bomberos del Vaticano.

Es uno de los fundadores de la Comunidad Juvenil del Sagrado Corazón y de la Asociación «Golondrina, Ciudadela de la Paz» surgida en su ciudad natal, Arezzo.
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Mundo



La Gran Duquesa de Luxemburgo recibe el premio «Sendero hacia la paz»
Concedido por la fundación que apoya a la misión de la Santa Sede en las Naciones Unidas

NUEVA YORK, martes, 6 junio 2006 (ZENIT.org).- El próximo 13 de junio, la Fundación «Path to Peace» (Sendero hacia la paz) entregará el premio del mismo nombre a Su Alteza Real la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo,

El arzobispo Celestino Migliore, nuncio apostólico, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, y presidente de la Fundación «Path to Peace Foundation», anunció este martes que la Gran Duquesa ha sido seleccionada unánimemente para recibir el premio.

La Fundación «Path to Peace» ha sido creada para apoyar la obra de la misión de la Santa Sede en las Naciones Unidas.

El premio será concedido el próximo 13 de junio en una ceremonia que tendrá lugar en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.

María Teresa de Luxemburgo (María Teresa Mestre Batista-Falla) nació en La Habana, Cuba, el 22 de marzo de 1956, hija de José Antonio Mestre y María Teresa Batista-Falla de Mestre. A los 3 años, y a consecuencia de la Revolución, sale de Cuba con su familia que se establece en New York.

En 1965, junto con su familia se establece en una propiedad familiar en Santander, España. En 1975 obtiene la nacionalidad helvética. Se licenció en Ciencias Políticas en 1980 en la Universidad de Ginebra. El 14 de febrero de 1981 se casó con el Gran Duque Heredero Enrique. Tienen cuatro hijos y una hija.

Ha recibido el doctorado «Honoris Causa» por la Universidad de Seton Hall University (New Jersey, Estados Unidos, octubre de 1999) y por la Universidad de León (Nicaragua – febrero de 2003).

El 7 de octubre de 2000, su marido, el príncipe Enrique, accedió al trono.

Desde 1997, la Gran Duquesa es embajadora de buena voluntad de la UNESCO y apoya organizaciones activas en el campo del microcrédito y de la protección de los niños.

«Tiene también una profunda preocupación por la situación social de su país, dedicando sus esfuerzos principalmente a los niños y a las familias en peligro, a la integración social de las personas con desventajas físicas, mentales o sociales, y a cuestiones de género», explica la nota con la que se anuncia el premio.
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Cardenal Dziwisz: Juan Pablo II y México, Benedicto XVI y Polonia; relaciones análogas


CRACOVIA, martes, 6 junio 2006 (ZENIT.org-El Observador).- Para el cardenal Stanislaw Dziwisz, hoy arzobispo de Cracovia y por muchos años secretario particular y memoria histórica de Juan Pablo II, la relación que el papa Benedicto XVI logró establecer con el pueblo polaco en su reciente viaje tiene semejanza con la que Karol Wojtyla pudo crear con los fieles de México, informó hoy el portal católico «México Siempre Fiel».

Al terminar la visita del Santo Padre a su país, el cardenal Dziwisz, cansado por los tres días de trabajo frenético en Cracovia, pero feliz por los resultados, accede a una charla. Y se emociona al tocar el tema de México. «Quiero hacer una comparación», dice. «Aquí la gente le gritó al papa Benediicto XVI: "Polonia, siempre fiel" (en México, los fieles hicieron del "México, siempre fiel", un canto colectivo). Esto me hace muy feliz. Pero cuando fui al aeropuerto para despedir al Papa me sentí muy triste».

La razón de su tristeza es que recordó el ánimo de Juan Pablo II cuando se despedía de los creyentes en sus visitas a Polonia. Cada vez que un amigo sincero se aleja es ocasión de dolor, dice.
«Polonia fue para Benedicto XVI lo que México fue para Juan Pablo II: su segunda Patria. México siempre amo a Juan Pablo II y el Papa lo sabía. Me repetía siempre: "Quiero ir a México, quiero visitar a México". Siempre se informaba de la situación de allá».

«¿Hasta el final?», «Claro --responde el purpurado--. El papa Juan Pablo II, aunque enfermo, quería regresar a México y honrar a la Virgen de Guadalupe. Se emocionaba».

El rostro del arzobispo de Cracovia se ablanda ante el recuerdo, y no vacila cuando se le pregunta cómo ve la fe de los mexicanos.

«México es un gran patrimonio para el catolicismo. Obviamente hay algunos problemas, pero todo el mundo católico tiene los mismos problemas. Pero nunca he encontrado, en ninguna parte del mundo, una fe tan viva, tan sincera, tan popular, en el sentido más noble del vocablo... Yo amo aquella tierra, todo allá resulta bueno, valiente».

Dziwisz dice ignorar si el papa Benedicto XVI tiene planes de visitar México y reitera el balance positivo de la visita papal. La gira, dice, fue «excelente. Polonia contestó como sabe hacer: con fe y alegría. Se lo repito: Polonia será la segunda patria de Benedicto XVI».

Pero el cardenal Dziwisz todavía está pensando en la segunda patria de Juan Pablo II. De pronto tomó de la mano a este enviado y, la voz rota por la emoción, dice. «Usted habla de México. Por favor, por medio de usted quiero saludar a todos los mexicanos e impartirles mi bendición».
ZS06060609

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Misionera en Timor Oriental testigo de la ola de violencia que devasta al país


DILI, martes, 6 junio 2006 (ZENIT.org).- Ante la situación de violencia en Timor Oriental en las últimas semanas, las fuerzas australianas en el país intervinieron para acabar con los choques entre grupos de civiles armados en el centro de la capital, Dili. Se han quemado casas y automóviles y hay todavía riesgo de saqueos.

En los últimos días, Dili ha sido teatro de choques entre grupos de dos etnias. La causa de la crisis que afecta a las fuerzas armadas timorenses, al menos desde abril, y que se ha extendido a la policía, son presuntas discriminaciones étnicas. Con el empeoramiento de las condiciones de seguridad en la última semana, y el desmantelamiento de la policía nacional, las autoridades de Timor han pedido ayuda militar y de policía a Australia, Nueva Zelanda, Malasia y Portugal.

En algunos ataques a la Fiscalía General y al Ministerio de Justicia, se perdieron documentos relativos a la independencia de Timor de Indonesia, en 1999, además de procesos de la época y otros más recientes.

Los autores de los ataques robaron centenares de ordenadores, incluso los que contenían la base de datos de la Sección de Delitos Graves, que realizó las indagaciones sobre las masacres de 1999, en las que murieron unos 1.500 timorenses.

Sor Vera Palermo, misionera de la Congregación del Divino Salvador, que lleva dos meses en Timor Oriental, comentó la situación actual a la asesoría de Prensa de la Conferencia Episcopal de Brasil.

«En Dili, la noches son agitadas debido a tiroteos y saqueos --informó la misionera--. El pueblo no está satisfecho con el primer ministro. Ahora se están celebrando negociaciones con el presidente Xanana Gusmão. Las bandas aprovechan la situación para provocar más confusión, para quemar pólvora. Es una guerra psicológica».

La misionera explicó que actualmente en Dili sólo funcionan los teléfonos móviles porque todas las otras formas de comunicación han sido cortadas. Las noticias, añadió, llegan vía radio porque incluso «el único canal de televisión no funciona».

«Se habla de negociaciones del presidente con el primer ministro, proponiendo la reforma ministerial –reveló la misionera--. Se espera superar la crisis en el plazo de un mes».

En cuanto a la situación de la Iglesia, la religiosa recordó que Dili tiene sólo dos diócesis y que uno de los obispos está en Portugal.

«El presidente habló con los dos obispos –añadió--. La Iglesia tiene una posición firme y es escuchada. Cerca del 98% de la población es católica. Los seminarios y las casas de religiosos son las más respetadas, y el pueblo se refugia allí».

«Hay que dar asistencia de todo tipo, incluso comida», añadió subrayando que «el pueblo que baja de las montañas está pasando hambre».

«Los negocios son saqueados, Lo más triste es ver al pueblo hambriento y no poder hacer nada. Los comercios están todos cerrados. No hay ningún mercado abierto».

A pesar del momento de gran dificultad, sor Vera afirma que «Dios ama mucho al pueblo y también a nosotros». Las ayudas, concluyó, en este momento pueden llegar a través de la Embajada o el arzobispo, monseñor Basílio do Nascimento.
ZS06060604

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La peregrinación de católicos rusos a Roma más grande de la historia
«Un regalo de Dios», comentan los peregrinos

MOSCÚ, martes, 6 junio 2006 (ZENIT.org).- Los católicos rusos acaban de vivir la peregrinación más numerosa de su historia a Roma.

«El objetivo principal de nuestra visita fue orar ante la tumba de Juan Pablo II por la intención de su pronta canonización y glorificación entre los santos y beatos, así como encontrarnos con su sucesor, Benedicto XVI, a quien queríamos atestiguarle nuestro amor y lealtad», comenta a Zenit Olga Karpova, responsable de organizar uno de los tres autobuses de peregrinos a Roma.

«En un principio se pensaba que fuéramos sólo 92 personas en dos autobuses: uno “moscovita” y otro de “San Petersburgo”. Y lo digo entre comillas --comenta Olga--, porque en el de Moscú, había gente de otras regiones como Smolensk, Vladimir, Ivanov, Volgograd y del mismo San Petersburgo; y en el de “Peter”, se encontraba gente de las regiones de Petrozavodsk, Murmansk, Kaliningrad, Novgorod y otras parroquias del Noroeste de Rusia».

«Sin embargo, como había tantas personas que querían unirse a la peregrinación, se juntó otro autobús con gente de regiones más lejanas como Nizhni Novgorod, Tyumen, Rostova-na-Dony y otras más. Así, el 16 de mayo en la cripta de Juan Pablo II y el 17 en la Plaza de San Pedro, en la audiencia con Benedicto XVI, había alrededor de 150 católicos rusos juntos. ¡Ha sido el grupo más grande en la historia moderna de la Iglesia Católica Rusa!», exclama con gran alegría nuestra entrevistada.

La peregrinación puso el broche de oro al Año en Memoria de Juan Pablo II que ha vivido la Iglesia católica en este país.

¿Cuál era el motivo de tan grande interés? ¿Qué movía, por ejemplo, a una persona de Siberia, a viajar tantos días en autobús y en tren sólo para unirse en una misa en oración con el Papa?

Víctor Khrul, director del diario católico ruso «Luz del Evangelio» explica a Zenit: «Ni en la época del Imperio Ruso, de la Unión Soviética o de la ahora Federación Rusa, los católicos de este país hemos tenido la oportunidad de rezar al lado del Santo Padre. Hasta ahora ningún Papa ha podido venir a Rusia y para realizar este sueño de rezar con él, los católicos hemos tenido que ir a otros países. En la era soviética incluso esto era impensable, puesto que no se permitía salir del territorio».

«Hay quienes nos critican porque sostienen que los católicos “idealizamos” o convertimos en una especie de “fetiche” al Papa. Al pontífice, dicen, lo pueden ver por televisión o escucharlo por la radio. Sin embargo, resulta que no es lo mismo. Aunque sea dentro de una multitud, verlo es una gran emoción, una vivencia irrepetible. Por si fuera poco, peregrinar es un trabajo espiritual nada fácil que requiere de mucha mesura y paciencia, pero que da muchos dones», concluye Khrul.

Prueba de la experiencia inolvidable que resultó para el grupo esta peregrinación nos la narra Olga Karpova: «Muchos me han escrito que en el momento de la audiencia general en la Plaza de San Pedro tomaron conciencia por primera vez de la fuerza de la Iglesia católica».

«Nos dimos cuenta de que no estamos solos, que no somos unos marginados y lo más importante, de que somos una parte necesaria del Cuerpo de Cristo», escriben los peregrinos. «Para nosotros, el encuentro con el Papa ha sido la realización de un sueño y un regalo de Dios».

En un primer momento se había comunicado que un máximo de 70 personas (de 150 que conformaban el grupo), podrían participar en la celebración eucarística que presidió el arzobispo de la Arquidiócesis de la Madre de Dios en Moscú, monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, junto a la tumba de Juan Pablo II.

Resignados, los peregrinos echaron a suerte quién podría estar dentro de la cripta. Al final, se otorgó permiso al grupo completo. En la tumba, los peregrinos dejaron peticiones de cientos de creyentes rusos que, por razones obvias, no pudieron asistir a Roma.

Otro momento providencial, sucedió en la audiencia general con Benedicto XVI, en la Plaza de San Pedro, donde se le había informado al grupo que 20 ó 30 personas como máximo podrían estar en una zona especial donde se acerca el Santo Padre. Al final, sin embargo, los 150 peregrinos pudieron estar al lado del pontífice.

Al término de la audiencia, los peregrinos entregaron al Vicario de Cristo la traducción al ruso de la encíclica «Deus caritas est». A decir del propio arzobispo Kondrusiewicz, el Papa se mostró muy alegre de la publicación en ruso del documento.

«Es increíble como estando en peregrinación no tengo ningún pretexto para no rezar --habla Olga Karpova-- . Me considero una persona débil a la cual la vida cotidina la arrastra. Me es dificil asistir a misa cada día y siempre tengo mil y un excusas para no orar por la mañana y por la noche. Pero en la peregrinación, estos problemas desaparecen. Aquí realmente experimento la presencia de Dios y por ello, siento que me encuentro en el lugar que debo estar».
ZS06060605

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Entrevista



El retorno de los ángeles, entre devoción y mistificación
Entrevista con el padre Marcello Stanzione, experto

ROMA, martes, 6 junio 2006 (ZENIT.org).- La devoción al ángel de la guarda parece no estar ya entre las prioridades de la formación de los católicos, y al mismo tiempo emerge una atención morbosa por ángeles y demonios suscitada por sectas y movimientos «new age».

Para afrontar este tema de gran actualidad, Zenit ha entrevistado al padre Marcello Stanzione, párroco de la Abadía de Santa María La Nova, en Campagna (Italia), gran experto del tema, autor de numerosos ensayos y libros; el último, publicado en italiano se titula «365 día con los Ángeles» («365 giorni con gli angeli», editorial Gribaudi),

Don Marcello refundó en 2002 la asociación católica (Milicia de San Miguel Arcángel), que organiza cada año una reunión teológico-pastoral sobre los ángeles. Se acaba de celebrar, los días 1-2 de junio, la segunda edición de esta reunión, en la Abadía de Santa María La Nova, con el tema «El retorno de los ángeles hoy, entre devoción y mistificación».

--¿Qué representan los ángeles para la fe católica y por qué hoy suscitan más interés entre otros grupos y movimientos religiosos que entre los cristianos?

--Don Marcello: Lamentablemente, la catequesis sobre la evangelización ha sido un poco carente en este punto del conocimiento del mundo de los ángeles. Otros se han aprovechado del vacío que se ha creado. En la teología, lo que es central es la doctrina sobre Dios, sobre la Santa Trinidad y sobre Jesucristo, pero los ángeles no son realidades inútiles o superfluas porque forman parte de la revelación de Dios.

Los ángeles son criaturas como nosotros, con una diferencia ontológica. Nosotros nacemos y morimos, los ángeles no mueren y nos han sido dados por Dios para hacernos compañía. Los ángeles son un complemento importante en la creación del cuerpo, son los mejores amigos de los seres humanos. Un teólogo ha escrito que los ángeles son siervos de Dios y se hacen siervos de quienes se hacen siervos de Dios.

Algunos sostienen que Jesucristo, siendo el único mediador, no tiene necesidad de los ángeles. En realidad, en los Hechos de los Apóstoles, no está sólo el Espíritu Santo sino la historia de la Iglesia primitiva que revela el papel fundamental de los ángeles. Podemos decir que Jesucristo es el único mediador y los ángeles colaboran en la mediación de Jesucristo. El descenso de la atención y veneración de los ángeles, en los últimos cincuenta años, se debe a una cierta secularización, influenciada por una deriva protestante, que critica la veneración de la Virgen, la veneración de los santos y la veneración de los ángeles. Sobre la naturaleza y el papel de los ángeles no se ha hecho una evangelización clara y hay una cierta confusión incluso entre los católicos.

He escrito y publicado varios textos de oraciones cristianas a los ángeles para evitar que también los catequistas creyeran o usaran textos ambiguos que circulan en las librerías. Varios de estos textos ambiguos son reseñados por revistas católicas sin hacer ninguna observación crítica. Son ensayos que se basan en la astrología, en los 365 grados del zodíaco y sostienen que cada cinco grados hay un ángel protector, por lo que quien ha nacido en esos cinco grados tiene ese ángel protector.

Es una especie de magia blanca. He conocido a varias personas de Iglesia que confundían la devoción católica con estos ritos. Por otra parte, bastaría entrar en una librería para encontrar en el sector esotérico unos 30 ó 40 títulos sobre los ángeles. Esto indica la gran confusión que hay. Hay pocos autores católicos que escriban textos ortodoxos sobre los ángeles.

--¿La intercesión de los ángeles ante el Señor se les ha pasado por alto a los católicos?

--Don Marcello: Existe este problema. A algunas personas les resulta cómodo usar a los ángeles para falsear la relación con Jesucristo y con las instituciones eclesiásticas. De este modo, se falsea también la enseñanza de los diez mandamientos y la de la moral. Es una religión a la carta, con los ángeles que sirven para hacerte encontrar un novio o aparcamiento para el coche. En resumen, se hace un uso banal, un uso mágico. En cambio, el ángel tiene una gran dignidad; incluso el ángel más sencillo es mucho más inteligente y potente que el ser humano. Es evidente la carencia que se ha dado al educar a las nuevas generaciones en la devoción y la relación con los ángeles. Desde hace quince años me ocupo de esta cuestión y, en esta obra de educación, soy apreciado y apoyado por mi obispo.

--¿Los ángeles son anteriores a la creación del hombre? ¿Qué sucede con Lucifer?

--Don Marcello: Sobre el nacimiento de los ángeles existe un debate en curso, en el sentido de que algunos sostienen que los ángeles han sido creados antes que los hombres, y para otros contemporáneamente a los hombres.

En cuanto a Lucifer, es la prueba de que Dios no impone la fe y no quiere ser amado por fuerza sino que deja libertad de elección.

Hay que precisar que no hay dualismo, en el sentido de que Lucifer no es antagonista de Dios. Lucifer es antagonista de Miguel porque Dios no se abaja a combatir a Lucifer, sino que manda a Miguel.

--¿Cuál es el objeto del congreso que organizan anualmente?

--Don Marcello: Cada año, a principios de junio, hacemos una reunión sobre los ángeles. El año pasado profundizamos en la figura de san Miguel. Este año hablamos de los ángeles hoy, entre devoción y mistificación. El año que viene profundizaremos en la relación entre los ángeles y los santos.

De este modo queremos llenar una laguna y superar el prejuicio por el que la discusión sobre los ángeles no se considera digna de debate teológico. Nosotros damos a nuestros congresos un enfoque teológico y sobre todo pastoral.

--¿Es plausible y cristiano pensar que cada uno de nosotros tiene un ángel de la guarda?

--Don Marcello: Quien no cree en la existencia del ángel de la guarda se sitúa fuera de la doctrina de fe. Cada persona tiene un ángel como un buen pastor, lo dice también el Catecismo de la Iglesia Católica. No se puede decir que se cree en Dios, en el Espíritu Santo, en la Virgen, sin creer en los ángeles.

Nosotros vemos a los ángeles en la historia de la Biblia y en la historia de la Iglesia. Muchos santos han tenido contactos frecuentes con los ángeles, han experimentado una relación. Diversos místicos hablan de la relación con los ángeles.

--¿Qué sugiere, entonces?

--Don Marcello: Pienso que los tiempos están maduros para que en las Facultades teológicas se creen cursos sobre angelología y demonología.
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Nuevos movimientos



Obra de Nazaret


CIUDAD DEL VATICANO, martes, 6 junio 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la descripción que presenta el «Repertorio» de «Asociaciones Internacionales de Fieles», editado por el Consejo Pontificio para los Laicos, de la Obra de Nazaret.

 

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DENOMINACIÓN OFICIAL: OBRA DE NAZARET

SIGLA: ODN

DENOMINACIÓN HABITUAL: Movimiento de compañía (Compañía)

FUNDACIÓN: 1964

HISTORIA: La ODN nació en Reggio Emilia, en Italia, como asociación de hecho, con un grupo de jóvenes que en los primeros años de la década de los sesenta empezaron a reunirse alrededor del profesor Giovanni Riva. Llegados a adultos y advirtiendo la exigencia de una formación y una misión más adecuada a su nueva condición, conservando la propia identidad de comunión de Compañía, en 1976 se dieron el nombre de Obra de Nazaret. Desde entonces al Movimiento de compañía que se desarrolló alrededor de la Obra se empezaron a unir también matrimonios. El reconocimiento canónico del Arzobispo de la Ciudad del México, concedido a la ODN en 1989, marca un inicio a su difusión internacional. El 15 de agosto de 1999 el Consejo Pontificio para los Laicos decretó el reconocimiento de la Obra de Nazaret como asociación internacional de fieles de derecho pontificio.

IDENTIDAD: La ODN individua la propia identidad en la conciencia de que sin Jesucristo el hombre se encuentra siendo menos hombre. Su fin primario por tanto es hacer que el rostro presente de Cristo, mediador del rostro del Padre y nunca separado del amor al destino de felicidad de los hombres, todos lo puedan encontrar en la cotidianidad de la vida de familia, en la sociedad, en el trabajo y en la normalidad de los intereses, de la profesión y de los ambientes. La Obra también anima al desarrollo de experiencias de caridad que, contribuyendo a nuevas iniciativas sociales, respondan a las necesidades materiales y espirituales de hombres, lugares y tiempos, siguiendo el camino de Aquel que «se despojó a sí mismo, asumiendo la condición de siervo» (Fil 2,7). El plan espiritual de la Obra incluye la oración, la formación y la acción apostólica, caritativa y misionera. El proceso de formación, guiado a través de encuentros periódicos, se propone profundizar en el magisterio de la Iglesia, afrontar temas de incidencia socio-cultural y desarrollar una educación cristiana integral.

ESTRUCTURA: En la ODN cada persona se adhiere directamente a la única experiencia universal, cuyo único garante es el Centro alrededor del Presidente. Las zonas geográficas (las regiones –conjunto de naciones– y, dentro de las regiones, los grupos a nivel diocesano) no son ámbitos federados, sino que desarrollan la función tanto de trámite de la catequesis y de las directivas centrales como de promoción in situ de la comunión cristiana. Donde surja la necesidad, un grupo puede tener subgrupos. En la ODN participan mayores de edad de cualquier nacionalidad y su relación de asociación es siempre libre. La persona vive normalmente la experiencia de la región y del grupo de pertenencia, aunque el Centro puede permitir que, de forma excepcional, pueda tener una referencia distinta. Un nivel de agregación particular tienen aquellos que, comprometidos radicalmente en el espíritu de la ODN, asumen los consejos evangélicos.

DIFUSIÓN: La ODN cuenta con unos 500 miembros y está presente en 17 países distribuidos del siguiente modo: Asia (2), Europa (6), Norteamérica (6), Sudamérica (3). El número de personas que de formas distintas participan de su apostolado es de unas 5.000.

OBRAS: Los miembros de la Asociación, a título individual o como grupo y también en colaboración con otras personas, sin implicar a la ODN como tal, promueven iniciativas civiles y obras de ayuda para los necesitados que tienden a crear una justa convivencia, como fundaciones caritativas, obras de voluntariado, instituciones escolásticas de todo tipo o nivel hasta la universidad, actividades culturales y editoriales. La ODN ofrece a sus responsables el apoyo del propio Centro de estudios, para movilizarlos hacia responsabilidades mayores en el contexto social, para solicitarles a libres y adecuadas formas de coordinación o consorcios, para ayudarles a sinergias con empresas que actúen en un contexto de economía de comunión y para ofrecerles una constante formación. Directamente relacionadas con la ODN están “The Great Company”, asociación de educadores, “The Others”, asociación de estudiantes universitarios, y “Le Domus”, asociación de familias que gestionan residencias juveniles.

PUBLICACIONES: Compagnia, boletín en italiano y japonés.

PÁGINA WEB: http://www.operadinazaret.org

SEDE CENTRAL Opera di Nàzaret
Via di Santa Maria Maggiore, 112
I - 00185 Roma (Italia)
Tel. e Fax: [+39]06.47824763
E-mail: operadinazaret@libero.it

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Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad


CIUDAD DEL VATICANO, martes, 6 junio 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la descripción que presenta el «Repertorio» de «Asociaciones Internacionales de Fieles», editado por el Consejo Pontificio para los Laicos, del Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad.

 

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DENOMINACIÓN OFICIAL: ORGANISMO MUNDIAL DE CURSILLOS DE CRISTIANDAD

SIGLA: OMCC

FUNDACIÓN: 1980

HISTORIA: El OMCC fue constituido como organismo de coordinación del Movimiento de Cursillos de Cristiandad nacido en Palma de Mallorca, en España, al final de los años cuarenta, por iniciativa de un pequeño grupo de laicos y sacerdotes, que advirtieron la necesidad de formar personas capaces de dar ímpetu cristiano a una vida que ha dejado de ser cristiana. Partiendo de la convicción de que, en la fuerza de los sacramentos del bautismo y de la confirmación, los fieles laicos tienen un papel específico en la misión de evangelización, el Movimiento busca la constitución de núcleos de bautizados que hagan de fermento para la evangelización de los ambientes de vida y trabajo. La finalidad de los Cursillos, que se ponen al servicio de los obispos como instrumento de su trabajo pastoral, se logra a través de tres fases: el precursillo, para individuar los ambientes que tienen más necesidad de ser evangelizados y, en ellos, los líderes, es decir, las personas que sean capaces de “arrastrar” a los demás hacia el bien; el cursillo, una experiencia espiritual breve, pero muy intensa, durante la cual un equipo de sacerdotes y laicos presenta a las personas seleccionadas las verdades fundamentales del cristianismo, acompañadas del propio testimonio de vida. En los tres días del “pequeño curso”, muchos, tanto de dentro como de fuera del Movimiento, ofrecen al Señor intendencias, es decir, oraciones y sacrificios para pedir la conversión de los participantes al cursillo; el poscursillo, orientado a asegurar la perseverancia en la vida de gracia, mediante la frecuencia asidua a los sacramentos, la oración y el encuentro semanal de los cursillistas (Ultreya), durante el cual se comparte la experiencia personal, se reflexiona sobre ella a la luz de la Palabra de Dios, se procede a la programación de las acciones apostólicas y a la formación de los grupos de evangelización.

IDENTIDAD: Reconocido el 30 de mayo de 2004 por el Consejo Pontificio para los Laicos como estructura de coordinación, promoción y difusión de la experiencia de los Cursillos de Cristiandad, el OMCC está al servicio de la unidad dinámica del Movimiento a nivel mundial y es responsable de la coordinación de sus actividades así como de las directivas programáticas y organizativas. Ejerce su autoridad sobre los Grupos internacionales, sobre los Secretariados nacionales y sobre los Secretariados diocesanos de los Cursillos con el fin de sostener el Movimiento en su fidelidad a la Iglesia y a su magisterio; garantizar la identidad y la unidad en la fidelidad al carisma originario; promover la unidad y la cooperación entre los grupos internacionales, coordinando sus actividades; actuar para la difusión del Movimiento en los países donde todavía no está presente.

ESTRUCTURA: El OMCC está constituido por su propio Comité ejecutivo y por los Comités ejecutivos de los grupos internacionales de los Cursillos. Del Comité ejecutivo del Organismo forman parte al Presidente, que representa el Movimiento, es decir, al conjunto de Grupos internacionales; el Vicepresidente; el Asistente eclesiástico; el Secretario y el Ecónomo.

DIFUSIÓN: El OMCC está al servicio de los Cursillos de Cristiandad presentes en 63 países distribuidos del siguiente modo: África (5), Asia (17), Europa (18), Norteamérica (3), Sudamérica (20).

PUBLICACIONES Boletín OMCC, semestral.

PÁGINA WEB: http://www.cursillo.org

SEDE CENTRAL OMCC
Rua Domingos de Moraes, n° 1334 cj.07 Vila Mariana
04010-904 São Paulo - SP (Brasil)
Tel. e Fax [+55]11.55717009
E-mail: mcc-brasil@uol.com.br

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Documentación



Homilía de Benedicto XVI en la misa celebrada en la Plaza Pilsudski de Varsovia
El viernes 26 de mayo de 2006

VARSOVIA, martes, 6 junio 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que pronunció Benedicto XVI durante la misa que celebró en la Plaza Pilsudski de Varsovia, el viernes 26 de mayo, segundo día de su viaje apostólico a Polonia.

 

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¡Alabado sea Jesucristo!

Queridos hermanos y hermanas en Cristo Señor, "junto con vosotros deseo cantar un himno de gratitud a la divina Providencia, que me permite encontrarme aquí como peregrino". Con estas palabras, hace 27 años, comenzó su homilía en Varsovia mi amado predecesor, Juan Pablo II (cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 10 de junio de 1979, p. 6). Las hago mías y doy gracias al Señor que me ha concedido poder llegar hoy a esta histórica plaza. Aquí, en la vigilia de Pentecostés, Juan Pablo II pronunció las significativas palabras de la oración: "¡Descienda tu Espíritu y renueve la faz de la tierra!". Y añadió, "¡de esta tierra!" (cf. ib.). En este mismo lugar fue despedido en una solemne ceremonia fúnebre el gran primado de Polonia, cardenal Stefan Wyszynski, de cuya muerte recordamos en estos días el 25° aniversario.

Dios unió a estas dos personas no sólo mediante la misma fe, la misma esperanza y el mismo amor, sino también mediante las mismas vicisitudes humanas, que los vincularon estrechamente con la historia de este pueblo y de la Iglesia que vive en él.

Al inicio de su pontificado, Juan Pablo II escribió al cardenal Wyszynski: "No estaría sobre la cátedra de Pedro este Papa polaco que hoy, lleno de temor de Dios pero también de confianza, inicia un nuevo pontificado, si no hubiese sido por tu fe, que no se ha arredrado ante la cárcel y los sufrimientos; si no hubiese sido por tu heroica esperanza, tu ilimitada confianza en la Madre de la Iglesia; si no hubiese existido Jasna Góra y todo el período que en la historia de la Iglesia en nuestra patria abarca tu servicio de obispo y primado" (Carta de Juan Pablo II a los polacos, 23 de octubre de 1978: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 5 de noviembre de 1978, pp. 9-10).

¿Cómo no dar gracias hoy a Dios por todo lo que se realizó en vuestra patria y en todo el mundo durante el pontificado de Juan Pablo II? Ante nuestros ojos tuvieron lugar cambios de enteros sistemas políticos, económicos y sociales. La gente de muchos países recobró la libertad y el sentido de la dignidad. "No olvidemos las maravillas obradas por Dios" (cf. Sal 78, 7). Yo también os doy las gracias por vuestra presencia y por vuestra oración. Gracias al cardenal primado por las palabras que me ha dirigido. Saludo a todos los obispos aquí presentes. Me alegra la participación del señor presidente y de las autoridades estatales y locales. Abrazo con el corazón a todos los polacos que viven en la patria y en el extranjero.

"Permaneced firmes en la fe". Acabamos de escuchar las palabras de Jesús: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad" (Jn 14, 15-17). Con estas palabras Jesús revela la profunda relación que existe entre la fe y la profesión de la Verdad divina, entre la fe y la entrega a Jesucristo en el amor, entre la fe y la práctica de una vida inspirada en los mandamientos. Estas tres dimensiones de la fe son fruto de la acción del Espíritu Santo. Esta acción se manifiesta como fuerza interior que armoniza los corazones de los discípulos con el Corazón de Cristo y los hace capaces de amar a los hermanos como él los ha amado. Así, la fe es un don, pero al mismo tiempo es una tarea.

"Él os dará otro Consolador, el Espíritu de la verdad". La fe, como conocimiento y profesión de la verdad sobre Dios y sobre el hombre, "viene de la predicación, y la predicación, por la palabra de Cristo", dice san Pablo (Rm 10, 17). A lo largo de la historia de la Iglesia, los Apóstoles predicaron la palabra de Cristo, preocupándose de entregarla intacta a sus sucesores, quienes a su vez la transmitieron a las generaciones sucesivas, hasta nuestros días. Muchos predicadores del Evangelio han dado la vida precisamente a causa de la fidelidad a la verdad de la palabra de Cristo. Así, de la solicitud por la verdad nació la Tradición de la Iglesia.

Al igual que en los siglos pasados, también hoy hay personas o ambientes que, descuidando esta Tradición de siglos, quisieran falsificar la palabra de Cristo y quitar del Evangelio las verdades que, según ellos, son demasiado incómodas para el hombre moderno. Se trata de dar la impresión de que todo es relativo: incluso las verdades de la fe dependerían de la situación histórica y del juicio humano. Pero la Iglesia no puede acallar al Espíritu de la verdad. Los sucesores de los apóstoles, juntamente con el Papa, son los responsables de la verdad del Evangelio, y también todos los cristianos están llamados a compartir esta responsabilidad, aceptando sus indicaciones autorizadas.


Todo cristiano debe confrontar continuamente sus propias convicciones con los dictámenes del Evangelio y de la Tradición de la Iglesia, esforzándose por permanecer fiel a la palabra de Cristo, incluso cuando es exigente y humanamente difícil de comprender. No debemos caer en la tentación del relativismo o de la interpretación subjetiva y selectiva de las sagradas Escrituras. Sólo la verdad íntegra nos puede llevar a la adhesión a Cristo, muerto y resucitado por nuestra salvación.

En efecto, Jesucristo dice: "Si me amáis...". La fe no significa sólo aceptar cierto número de verdades abstractas sobre los misterios de Dios, del hombre, de la vida y de la muerte, de las realidades futuras. La fe consiste en una relación íntima con Cristo, una relación basada en el amor de Aquel que nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 11) hasta la entrega total de sí mismo. "La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros" (Rm 5, 8). ¿Qué otra respuesta podemos dar a un amor tan grande sino un corazón abierto y dispuesto a amar? Pero, ¿qué quiere decir amar a Cristo? Quiere decir fiarse de él, incluso en la hora de la prueba, seguirlo fielmente incluso en el camino de la cruz, con la esperanza de que pronto llegará la mañana de la resurrección.

Si confiamos en Cristo no perdemos nada, sino que lo ganamos todo. En sus manos nuestra vida adquiere su verdadero sentido. El amor a Cristo lo debemos expresar con la voluntad de sintonizar nuestra vida con los pensamientos y los sentimientos de su Corazón. Esto se logra mediante la unión interior, basada en la gracia de los sacramentos, reforzada con la oración continua, la alabanza, la acción de gracias y la penitencia. No puede faltar una atenta escucha de las inspiraciones que él suscita a través de su palabra, a través de las personas con las que nos encontramos, a través de las situaciones de la vida diaria. Amarlo significa permanecer en diálogo con él, para conocer su voluntad y realizarla diligentemente.

Pero vivir nuestra fe como relación de amor con Cristo significa también estar dispuestos a renunciar a todo lo que constituye la negación de su amor. Por este motivo, Jesús dijo a los Apóstoles: "Si me amáis guardaréis mis mandamientos". Pero, ¿cuáles son los mandamientos de Cristo? Cuando el Señor Jesús enseñaba a las muchedumbres, no dejó de confirmar la ley que el Creador había inscrito en el corazón del hombre y que luego había formulado en las tablas del Decálogo. "No penséis que he venido a abolir la ley y los profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una "i" o una tilde de la ley sin que todo suceda" (Mt 5, 17-18). Ahora bien, Jesús nos mostró con nueva claridad el centro unificador de las leyes divinas reveladas en el Sinaí, es decir, el amor a Dios y al prójimo: "Amar (a Dios) con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios" (Mc 12, 33). Más aún, Jesús en su vida y en su misterio pascual cumplió toda la ley. Uniéndose a nosotros a través del don del Espíritu Santo, lleva con nosotros y en nosotros el "yugo" de la ley, que así se convierte en una "carga ligera" (Mt 11, 30). Con este espíritu, Jesús formuló la lista de las actitudes interiores de quienes tratan de vivir profundamente la fe: Bienaventurados los pobres de espíritu, los que lloran, los mansos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos por causa de la justicia (cf. Mt 5, 3-12).

Queridos hermanos y hermanas, la fe en cuanto adhesión a Cristo se manifiesta como amor que impulsa a promover el bien que el Creador ha inscrito en la naturaleza de cada uno de nosotros, en la personalidad de todo ser humano y en todo lo que existe en el mundo. Quien cree y ama se convierte de este modo en constructor de la verdadera "civilización del amor", de la que Cristo es el centro.

Hace 27 años, en este lugar, Juan Pablo II dijo: "Polonia se ha convertido en nuestros tiempos en tierra de testimonio especialmente responsable" (Varsovia, 2 de junio de 1979). Conservad este rico patrimonio de fe que os han transmitido las generaciones precedentes, el patrimonio del pensamiento y del servicio de ese gran polaco que fue el Papa Juan Pablo II. Permaneced fuertes en la fe, transmitidla a vuestros hijos, dad testimonio de la gracia que habéis experimentado de un modo tan abundante a través del Espíritu Santo en vuestra historia. Que María, Reina de Polonia, os muestre el camino hacia su Hijo y os acompañe en el camino hacia un futuro feliz y lleno de paz.

Que no falte nunca en vuestro corazón el amor a Cristo y a su Iglesia. Amén.

[Traducción distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]

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