EL EVANGELIO DEL DOMINGO

por Gervasio Portilla García

15.06.2014


Domingo, LA SANTÍSIMA TRINIDAD, solemnidad (A):

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (3, 16-18)

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Palabra del Señor


COMENTARIO.

Celebramos este Domingo, la solemnidad de la Santísima Trinidad, es decir el misterio insondable de Dios.

Es la realidad que creemos como cristianos, nos basta saber que aglutina las relaciones de esa divina familia en tres personas distintas, que forman una única naturaleza que es Dios.

El amor de Dios, se proyecta en nosotros: "Tanto amo Dios al mundo, que entrego a su único hijo para que no perezca ninguno de los que creen en él".

En este Evangelio, "mundo" significa los hombres que no siguen los preceptos de Dios que son hostiles y que quieren vivir en tinieblas y que no aman a Dios ni a sus semejantes.

Para poder entrar en el ámbito de la salvación, es necesario ser humilde en formas y en fondo, en definitiva, convertirse en mendigo y esperar a la orilla del camino; en la confianza absoluta en un Dios bueno y liberador que nunca nos dejará en la estacada.

Hasta el próximo Domingo si Dios quiere. Paz y bien.