EL EVANGELIO DEL DOMINGO

 

 

por Gervasio Portilla García

07.10.2018


 

XXVII Domingo del Tiempo Ordinario (B)

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS (10, 2-16)

 

En aquel tiempo, acercándose unos fariseos y le preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba:

̶  «¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».

Él les replicó:

̶  «¿Qué os ha mandado Moisés?».

Contestaron:

̶  «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».

Jesús les dijo:

̶  «Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».

En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo:

̶  «Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».

Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:

̶  «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no estará en él».

Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.

 

Palabra del Señor


 

COMENTARIO:

 

El Evangelio de este Domingo Vigésimo Séptimo del Tiempo Ordinario, nos lleva al conocido pasaje sobre el divorcio.

El hombre, sea varón o mujer, ha sido creado a imagen y semejanza de Dios.

Dios creó al hombre y a la mujer para que fueran una pareja estable, siendo ambos iguales en su dignidad.

El Matrimonio, es un proyecto de comunión personal, que cuanto más se realiza, con mayor facilidad supera las dificultades y tensiones.

La generosidad y la fidelidad del hombre y la mujer en el  Matrimonio, es la mejor forma de contribuir a  una unidad permanente y sincera.

El amor mismo de Dios, es el que hace en el matrimonio del hombre y la mujer una sola carne.

El matrimonio, no es algo con fecha de caducidad y con un tiempo de validez, es un Sacramento, es una donación al otro, es un mandato de Dios y como tal no se puede banalizar como la sociedad actual pretende.

Ciertamente estas reflexiones no dan respuestas a todas las cuestiones que la vida conyugal plantea; Jesús, no habla de casos y circunstancias, lo que nos pide es una respuesta sincera, comprometida y generosa de vivir el amor con un solo corazón.

Hasta el próximo Domingo si Dios quiere. Paz y bien.