Fe y Obras

En general vale decir que debemos estar con el hermano judío

 

 

28.08.2014 | por Eleuterio Fernández Guzmán


Al parecer, y por ahora, da la impresión de que se ha terminado el último conflicto acaecido entre judíos y musulmanes radicales (aunque sobre esto habría mucho que decir). Pero, seguramente, es por ahora porque la contumacia del mal es así: contumaz.

A mí me gustaría decir, ahora que parece que todo se calma, esto:

Nuestro Maestro era judío.

María, Madre de Dios y Madre nuestra, era judía.

José, padre adoptivo de Jesús, era judío.

Los Apóstoles eran judíos.

El pueblo elegido por Dios era el puedo judío.

Y así podríamos seguir hasta, casi, el infinito.

Eso nos lleva a poder decir, con toda seguridad espiritual, que los cristianos, al fin y al cabo, también somos judíos. Y sé que esto puede no gustar a más de uno pero, al fin y al cabo, es lo que quiso Dios que pasara cuando escogió a un pueblo para que fuera su pueblo y cuando quiso que, de entre tal pueblo, una joven, fuera su madre.

El caso es que, de vez en cuando, se nos pone en la tesitura de tener que escoger entre judíos y palestinos musulmanes.

Como diría aquel: ¡no hay color! Y no lo hay porque debemos saber de dónde venimos y las razones por las que de ahí venimos.

Además, se trata de una cuestión de justicia relacionada con aquello que creemos: el pueblo judío merece la tierra que pisa porque, simplemente, ha sido la suya desde tiempo inmemorial y, por supuesto, mucho antes de que Mahoma la liara bien gorda convirtiéndose en un hereje del cristianismo.

Pero, ya digo, seguramente, esto no será del agrado de muchos corazones políticamente correctos que ven en las bombas judías alguna causa de ataque a quien tan sólo hace lo que hace para defenderse y a quien, de no hacerlo así, haría muchos años que habría dejado de existir. Eso ya lo intentó Hitler y ahora, los otros malvados de la historia, los musulmanes llamados “radicales”, quieren hacer exactamente lo mismo. Lo que pasa es que ahora las circunstancias no son las mismas.

Por otra parte, las declaraciones que pudieran venir de altas instancias católicas, de no ser declaraciones dogmáticas o magisteriales tienen la validez que cada cual quiera darle al no ser de obligado cumplimiento.

Y es que una cosa es que todo lo que se diga esté bien porque sí y otra, muy distinta, estar siempre de acuerdo.

Israel es un pueblo hermano del cristiano. Y eso no debería

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net